sábado, 12 de octubre de 2013

Mentalidad de grupo

Los humanos nos organizamos en grupos para alcanzar objetivos compartidos.
Eso nos describe como animales sociales.
No somos la única especie que merece esa consideración.
Abejas, simios, hormigas o delfines también se articulan en torno a estructuras grupales.
Pero el entramado tejido por el hombre, alcanza mayor complejidad.

"The smokin' chicken flew to the kitchen's floor" Foto: dhammza

Tres características singulares definen a (algunas de) las agrupaciones  humanas:

Plasticidad. Las estructuras se modifican, adaptándose a las circunstancias concurrentes.

Movilidad. La pertenencia a un estrato social no es permanente. En ocasiones, los individuos pueden alterar su status.

Multiplicidad. Cada individuo pertenece a grupos que atienden a diferentes focos de interés.

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En su configuración interna, cada grupo se organiza de formas específicas.
Las relaciones que se establezcan condicionan el desarrollo de determinados grupos prototípicos.

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Hoy quiero detenerme en los grupos excesivamente cohesionados, en los que se desarrolla lo que se denomina el “pensamiento grupal”, o “mentalidad de grupo”, un síndrome descrito por Irving Janis, caracterizado por un conjunto de síntomas, concretamente ocho:

1 – La ilusión de la invulnerabilidad

“Si nuestro líder, y todo el mundo en el grupo decide que está bien, el plan tiene que dar resultado; aún cuando sea muy arriesgado, la suerte está de nuestro lado”.

“Los adeptos no ejercen su juicio crítico para darse cuenta de las mentiras de sus dirigentes”.

2 – Racionalizar para desechar las advertencias

“Buscar argumentos para justificar su conducta, por muy ilícita e irracional que sea”.

“Quienes padecen este síntoma, quieren demostrarse a sí mismos que están haciendo lo correcto y por eso encuentran razones para justificar una posición ya tomada. Estas razones, sumadas a las de otros compañeros, aumentan la autoestima”.

“Pueden existir muchas prohibiciones. Llama la atención la falta de fundamento racional con que se justifican”.

3 – Creencia incuestionable en la moralidad inherente al grupo

“Este síntoma lleva a ignorar las consecuencias éticas de sus decisiones”.

“Se tiene mucho miedo a llevar la contraria”.

“Se imponen prohibiciones inmorales, encaminadas a romper los lazos primarios sociales y a impedir el desarrollo del pensamiento crítico”.

4 – Ver a los enemigos del grupo mediante estereotipos

“A los que no sean como ellos se les ve con un sentido puramente maniqueo: o demasiado malos como para realizar intentos genuinos por negociar, o demasiado débiles y estúpidos”.

”Si te muestras sincero, empiezan a sospechar de ti; si ven que empiezas a ceder algo, te ven como débil o estúpido”.

5 – Ver fácilmente deslealtad y traición

“Cualquier miembro que razone contra las ideas fijas del grupo, incurre en deslealtad”.

6 – Autocensura

“Para evitar que los demás los rechacen, quienes padecen de mentalidad de grupo, se autocensuran, quitando importancia a los argumentos y dudas que puedan tener en contra”.

“Surge al estar aislados los sujetos de su ser íntimo y de los juicios sensatos de otras personas ajenas al grupo”.

“En lugar de desarrollar un pensamiento propio, asimilan las lecturas dirigidas, para conseguir un verdadero lavado de cerebro”.

7 – La ilusión de la unanimidad

“Nosotros somos un grupo fuerte y, al final, ganaremos. Y nuestros oponentes son estúpidos, débiles y malas personas”.

“Las ilusiones de invulnerabilidad y de unanimidad quedan corroboradas al suprimir las dudas personales, por temor a aparecer ‘blando’ o ‘no viril’, o carecer de la suficiente fuerza”.

8 – Guardaespaldas mentales

“Se dedican a proteger al grupo de la información adversa que podría hacerles despertar”.

“Sin que nadie les nombre, se creen con derecho a reducir al silencio a los disidentes, aquellos que muestran en público sus discrepancias”.

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He seguido el esquema de la lección que, sobre este asunto, Felicísimo Valbuena impartió en la Escuela de Filosofía de Oviedo, en marzo de este año, organizada por la Fundación Gustavo Bueno, de la que se adjunta vídeo.

En ella, utiliza como eje conductor a los Testigos de Jehová, a los que él considera un ejemplo evidente de grupo afectado por el síndrome. Recorre los síntomas, utilizando su comportamiento sectario como ejemplo ilustrador de cada uno de ellos.

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Valbuena analiza también el caso de la CBS, cadena de TV americana, tras la jubilación del legendario presentador Walter Cronkite, a quien sucedió, como presentador estrella, Dan Rather.

Cronkite había conquistado unas cotas altísimas de credibilidad y, tras su sustitución, la cuota de audiencia de los informativos de la CBS (el share) había descendido. Rather, en lugar de afrontar el problema real (no responder a los deseos del público), se dedicó a acusar a todos los directivos de “estar anclados en el pasado”, logrando que fueran despedidos, siendo reemplazados por nuevos directivos, obedientes a él. Su actuación pasó por crear dos tipos de personas, los de ayer y los de hoy, obrando en consecuencia, reduciendo el campo de acción de los primeros y ampliando el de los segundos. Esto acarreó sufrimientos muy profundos.

Rather actuó maquivélicamente, para burlar a “los de ayer”:

— Comenta con ellos los asuntos pero, seguidamente, se reúne con “los de hoy” para expresar sus opiniones más sinceras y mofarse.

— Además, rompe la confianza de “los de ayer”, asegurándoles que no les pasará nada y, rápidamente, los destina a otros lugares o les crea puestos imaginarios.

— Ridiculizaba los formatos antiguos y a las personas con historial.

Puso en práctica una forma de “mobbing”.

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En todas las organizaciones puede desarrollarse el “síndrome de la mentalidad de grupo”.

Pero, afortunadamente, no todas están sujetas a él. Algunas se vinculan de forma plural, asumiendo que la relación con otras personas, con intereses diversos, supone un enriquecimiento del grupo, entendido en su conjunto, y de cada uno de los sujetos que lo conforman.

El primer estadio de la libertad pasa por la capacidad para definir una identidad propia. Esta afirmación choca frontalmente con la concepción acrítica de que todos debamos resultar idénticos.

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2 comentarios:

  1. .
    Gracias Alberto, muy buen artículo.

    No me gustan los grupos….ni para practicar el yoga. Nunca formé parte de una pandilla de pequeña y ni siquiera me gusta salir a cenar en grupo..4 es suficiente para mí. De hecho viendo en los chavales, la manía de pertenecer a ”la pandilla”, lo que llegan, sin que lo sepan sus padres, a hacer juntos, es alarmante. Su dependencia de la pandilla, el necesitar ser aceptados por la pandilla y lo que son capaces de hacer por pertenecer a ella y ser aceptados es mas que preocupante.

    Si trasladamos eso de los grupos a los adultos, los pensadores en grupo, ¿qué encontramos? Verdaderos desastres: Vietnam, Pearl Harbour, y Bush y su Admon, haciendo la invasión de Iraq con el pretexto de acabar con terroristas(que Iraq nunca fue un país un terroristas hasta que llegó él), armas nucleares, etc Eso ha pasado una factura terrible a USA , está “tullido” y nos ha transformado el mundo entero en un lugar inseguro.

    Debemos NO pertenecer a Group Think sino acostumbrarnos a pensar “outside the box”.

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  2. No se pero tengo la impresión que cada vez se esta extendiendo el problema. Ahora todo es asociaciones, congresos, partidos, grupos de apoyo,... y cada uno de ellos comienza a defenderse mediante ver a los demás con estereotipos y una total falta de autocritica. Algunos de esos grupos nacen con ideas loables pero misteriosamente y a paso rápido se convierten en irracionales y con una total falta de autocririca.

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