Santi Alverú, el último bohemio, capaz de convertir
el desparpajo en virtud, ha ideado un espacio “para los que les gusta leer”, habitado por un variopinto conjunto
de seres humanos a los que “les gusta
escribir”.
Como
si toda esa combinación de riesgos, asumida de forma voluntaria, fuera una
ración pequeña, tuvo la deferencia de invitarme a participar, sin límites ni
restricciones.
Él
sabrá (que para algo ha estudiado)...
*****
Todo
ocurre en Yonlok, un universo a la
vuelta de un clic.
El
tiempo vuela. Cada vez más rápido. Sin que te enteres. Tempus fugit. Hoy aquí, mañana ¿quién sabe? “Me las piro, Ramiro”. Todo cambia. En un instante. Fugaz. “Hasta luego, Lucas”.
Cómprame un billete para el último tren que vaya a casa.
Esta noche.
Dos
años después de haberse abrazado a un gato, en su octavo disco, producido por Alan Parsons, Al Stewart da muestras de fortaleza.
El
disco es su mayor éxito; el tema que lo titula alcanza el #1 en las listas de
la Billboard, apartado “Adult Contemporary”,
el 11 de noviembre. Durante diez semanas, la racha más alta de toda la década
de los ‘70s.
*****
Recuerdo
oír este disco, en K-7. ¡Cómo pasa el tiempo!
Un
veterano de la segunda división de la música, en la que hay que hacer de todo, que
había visto publicado su primer disco en 1970, vuelve tras catorce años en
blanco, acompañado de amigos —Lou Reed
le hace coros en este tema—, afirmando sentirse vivo y proclamando su intención
de seguir presentando batalla.
*****
Garland Jeffreys pasea por Brooklyn y la gente se da la
vuelta para mirarle.
Para
rociarme con polvo de estrellas y susurrarme:
“Duérmete.
Todo va bien”.
Cierro
mis ojos y me dejo arrastrar.
Hacia
una noche mágica.
Rezo
la silenciosa oración de los soñadores.
Y
me quedo dormido.
Para
soñar contigo.
El
característico gesto circunspecto de Roy
Orbison, su marca de fábrica por así decir, es una intuición del efecto
provocado, veintitrés años después, por la interpretación en playback de Dean Stockwell del viejo éxito del texano.
Un
joven Kyle MacLachlan investiga lo
que se esconde tras el hallazgo de una oreja mutilada, ayudado por su novia, Laura Dern, penetrando en el
trastornado imaginario de David Lynch,
cuya piedra fundacional es la película de 1986, titulada según el éxito de Bobby Vinton, “Blue Velvet”, cantada
por la arrebatadoraIsabella
Rosellini en el cabaret propiedad de un Dennis Hopper con enfisema y carrito de oxígeno.
El disco en que se incluye la canción completa la etapa azul del
cantante de Canonsburg, Pennsylvania. El resto de temas incluidos en el LP son:
“Blue on Blue”, “Am I Blue”, “Blue, Blue
Day”, “Mr. Blue”, “St. Louis Blues”, “Blue Skies”, “Blue Hawaii”, “Blue Moon”, “Little
Miss Blue”, Blueberry Hill” y “My
Blue Heaven”, cubriendo la misma gama cromática y sentimental en una única
entrega. La llegada al #1 obligó a aterciopelar el título.
Ni
la Pitufina sería capaz de soportar tamaño
lote sin mutarse cianótica.
Breaking Bad fue una serie espléndida,
en la que experimentación jugaba un papel capital.
No pienso en las dificultades que se les presentan a Walt (Bryan Cranston) y Jesse (Aaron Paul) en los diferentes
laboratorios en los que deben trabajar.
Me centro en las innovaciones formales
de sus puestas en escena.
*****
En el tercer episodio de la quinta temporada, titulado “Hazard Pay”, se muestra el proceso para
alcanzar la meta de una forma
singular.
Toda
la escena se apoya en la versión jazz
que un grupo de Manchester, The Peddlers,
hacen de la canción titular de un musical estrenado en Broadway en 1965,
adaptado al cine en 1970 por Vincente
Minnelli, protagonizado por Barbra
Streisand (que interpreta
su propia versión del tema) e Yves
Montand.
O como, siendo una estrella de colosal magnitud —diva, o diosa—,
puede una sublimarse y levitar sin necesidad de acudir a la farmacopea,
vistiendo el modelito más casual y wear imaginable.
Artistas
nacidos en Arkansas escenifican la trayectoria personal y política de Hillary Clinton —candidata del Partido
Demócrata a las elecciones presidenciales USA 2016, el mayor espectáculo
promocional conocido— en un delicioso viaje musical.
Pero será recordada como Nina
(del apelativo cariñoso que usaba un novio que la llamaba “Niña”) Simone (por la
actriz francesa Simone Signoret);
ese nombre artístico le permitía un distanciamiento con el que apaciguar a su
familia; no en vano ella había elegido la música del diablo.
*****
No haría muchas más concesiones.
Desde su decisión de entregarse a la música, a mediados de los ‘50s,
fue una mujer temperamental, testaruda, de difícil carácter, luchadora,
conflictiva.
Quizá su apelativo fuera apropiado: “La Gran sacerdotisa del Soul”.
*****
En septiembre de 1970, tras el asesinato de Martin Luther King (el 4/04/1968, en Memphis), descontenta con la
deriva que su país toma, en lo político y en lo social, abandona USA y se
refugia en Barbados. En 1971 publica un disco excelente de versiones, que
resulta un completo fiasco comercial.
Una canción compuesta por Jerry
Jeff Walker, versionada por The Nitty Gritty Dirt Band en 1970, es una explicación alegórica de
su propia vida.
“Conocí a un hombre llamado Bojangles que bailaba para ti,
con zapatos desgastados, cabello plateado, camisa raída y pantalones bombachos,
haciendo aquel viejo baile. Saltaba muy alto y al final se posaba con suavidad.
Lo conocí en una celda en Nueva Orleans, atravesaba una mala racha. Hablaba de
la vida, se reía y golpeaba su pierna. Bailaba para la gente en conciertos y
ferias de pueblo, viajó quince años con su perro”.
También
es el reflejo de la vida de Luke Jackson
(Paul Newman), analizada con detalle
aquí.
*****
Ser
indomable es un sacrificio enorme.
A
Nina se le juntó con su enfermedad —se le diagnóstico trastorno bipolar en
1980—, que le impidió disfrutar de la fama sobrevenida tras el uso de una
canción suya en un anuncio de Chanel nº 5, con Carole Bouquet y dirigido por Ridley Scott, y un vídeo con gatos de plastilina.
Danny George
Wilson,
londinense, afronta esta canción, según sus palabras, como si Gladys Knight & The Pips intentaran
versionar a Bob Dylan.
Y un momento de emoción surge, en una canción que no es una
canción de amor (muy Magritte),
cuando un campeón (no el de Road Dahl que inspiró el hombre del grupo,
sino L, mi hijo mediano) dice que le gusta, mientras la tararea.
Toussaint trabajaba en una funeraria local, en
Monroe, Louisiana, amenizando las exequias tocando melodías en el órgano. Pero
en su interior latía una pulsión que le empujaba a fantasear con una carrera musical.
En casa, componía canciones; con una de ellas grabó una maqueta y se la llevó a
Stan Lewis, propietario de una
tienda de discos en Shreveport y dueño de los sellos Jewel y Paula, en la idea
de que pudiera hacer una grabación (más) profesional del tema, o que se
entregara a algún cantante afamado. Pero Lewis se dio cuenta del tono fúnebre y
la desesperación que se desprendía de su interpretación. Montó un nuevo sello,
Ronn, en el que su primer lanzamiento sería la grabación, sin alterar ni una
nota, de la canción de McCall.
*****
El
vídeo toma imágenes del desencanto de Jimmy
Cooper (Phil Daniels), el mod concienciado protagonista de “Quadrophenia”, la película dirigida en
1979 por Frank Roddam, inspirada en
la ópera rock del mismo título creada por The
Who.
La
resaca por la adjudicación del Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan perdurará.
Como
su talento compositivo.
*****
“Not the singer, but the
song”.
*****
El
combo familiar, originario de New Orleans, Louisiana, The Neville Brothers, visita al genio de Duluth, Minnesota. La
escalofriante voz ultraterrena de Aaron
aporta un necesario contrapunto sobre la estupidez de las guerras y los
principales afectados de las decisiones de los que reclutan a Dios para su
causa.
El
vídeo comienza con una cita de Herbert
Hoover, presidente USA entre 1929 y 1933; pudo evitar las contiendas, pero
no esquivo la Gran Depresión.
"Los hombres viejos
declaran la guerra.
Sin embargo, son los
jóvenes los que deben luchar y morir".