Para lectores con prisas: Más abajo hay un tuit del artículo.
Voy a plantear una situación hipotética. Me proyecto en un viaje hacia el futuro y vislumbro una conversación entre mi hijo y mi nieto. Teniendo en cuenta que el mayor de mis hijos tiene sólo doce años, calculo que —para que esa conversación pueda llegar a suceder—, deben transcurrir, no sé, al menos quince años.
Estará hablando con mi nieto, que ya ha cumplido cinco, los mismos que tiene ahora mi hijo pequeño. Eso supone que mi hijo mayor fue padre con veintidós, ... quita, demasiado joven, ... si su madre se entera que la he convertido en abuela de forma tan prematura —y se enterará seguro, porque lee el blog y tiene amigos que también lo hacen y alguno, seguro, la terminará avisando— ...
¡Qué jaleo! Me recuerda los problemas de Marty McFly para hacer que sus diversas identidades no se cruzaran y provocaran un caos en el continuo espacio temporal.
Tendré que volver a empezar.
Han pasado veinte años. Estamos en 2032. Mi hijo —32 años— tiene una conversación con su hijo mayor —Jesús, de 5—. Éste le pregunta:
— Papá, ¿qué es un libro?
A estas alturas espero que hayamos hecho bien nuestra tarea como padres y dejo que se las apañe sólo. Deseo que haya aprendido las destrezas necesarias para resolver situaciones imprevistas —una de las imprescindibles para realizar con éxito labores educativas—, en la certeza de que la situación planteada no resultará entonces, dentro de 20 años, en absoluto ficticia.
Las cosas cambiarán tanto que nos resulta imposible imaginar cómo llegarán a ser. Ya sé que proponer situaciones futuras, no inmediatas, le convierte a uno, a ojos de los demás, en una suerte de agorero paranoico: a veces da la sensación que sólo se vislumbran calamidades, pero quien trata de anticipar lo que ocurrirá más tarde, tiene más capacidad para adaptarse a los cambios que, finalmente, terminan produciéndose. O eso me gusta creer...
¿Tienes dudas de la rapidez con la que se producirán los cambios y de que en 2032 las cosas no serán parecidas, ni por asomo, a como son ahora? ¿Crees que una pregunta como la que mi nieto le hace a mi hijo carecerá de sentido entonces? Haz lo siguiente: retrocede 20 años.
¿Recuerdas cómo era 1992? Sí, claro, fueron las Olimpiadas de Barcelona. Y también el Quinto Centenario (del descubrimiento de América, no me mires así). Y lo de la Expo. Pero, ¿qué más recuerdas de ese año? Si ya tenías edad para tener conciencia, seguro que tienes recuerdos personales para saber qué hacías entonces. Yo sé que estaba todavía soltero, vivía en Madrid y trabajaba en la petrolera. Era una especie de friki de los ordenadores.
Lo he intentado: he tratado de trascender el ámbito personal y, a pesar del esfuerzo, no recuerdo otros acontecimientos interesantes más allá de los tres mencionados. ¿Recuerdas tú algún otro?
Pero, sobre todo, ¿recuerdas cómo era vivir en 1992? Lo fácil es contestar en negativo: no teníamos teléfono móvil, no teníamos mp3, no teníamos portátil, ni tableta. Eso no explica cómo era la vida entonces.
No os preocupéis. Os ofrezco un maravilloso viaje en el tiempo. Os permitirá conocer / recordar —táchese la que no proceda— cómo era la vida entonces. Lo único que necesitas para viajar en el tiempo es tiempo. El que disponga de él, que se apunte; el viaje empieza AHORA.
Aviso previo: La experiencia del viaje en el tiempo pasa por los enlaces. Leer el texto no te permitirá transportarte al pasado; seguir los enlaces te lo hará más sencillo. La calidad de la experiencia depende ahora DE TI.
En primer lugar, puedes ir al cine. Encontrarás una selección de 10 películas importantes y una escena memorable de cada una de ellas.
Reflexiones:
- Buen año de cine. Al menos tres películas alcanzan la categoría de “visionado obligado” para cualquier cinéfilo que se precie.
- Algunas películas se enmarcan en categorías que las invalida para constituirse en referente del costumbrismo social de la época. Mira:
ü Películas de época: Sin perdón (western), Belle époque (Guerra Civil), Aladdin (histórica), Malcolm X (biopic). Son 4.
ü Recintos cerrados: Algunos hombres buenos (el Ejército USA y, específicamente, el penal de Guantánamo), Sister act (convento de clausura), El guardaespaldas (simboliza la jaula dorada que supone la fama). Son 3.
ü Universos personales del director: Reservoir dogs (Quentin Tarantino), Jamón, jamón (Bigas Luna). Son 2.
- Eliminando las nueve películas mencionadas —que por su naturaleza no reflejan la realidad sociológica del año de su estreno— nos queda una película que será la que sirva de fiel reflejo de la vida en 1992 y no es otra que, chan-ta-ta-chán, Instinto básico.
Creo que no he tenido suerte. Mi impresión particular es que, en 1992, no era demasiado frecuente encontrar mujeres que cruzaran las piernas a lo Stone.
Vamos a probar otra estrategia.
Música: Las canciones de 1992:
Ésas fueron las 20 canciones que más se vendieron en España en 1992. Para quien crea que cualquier tiempo pasado fue mejor, repasar la lista le dará motivos para reflexionar.
Está claro que eran los años del bakalao y del grunge.
En USA, 12 canciones llegaron al #1:
Nueva estrategia fallida. No recuerdo que la vida, entonces, fuera como en los vídeos de las canciones. Ni siquiera recuerdo todas las canciones.
Tengo otra idea. Acabo de recordar que, antes, al hacer “tan-ta-ta-chán”, salía mágicamente un programa de TV —casualmente estrenado en Telemadrid en 1992—. Creo que puede funcionar. Veamos qué ponían en TV en 1992.
¿Te acuerdas de ellos? ¿Los veías? ¿Te ruborizas al recordar cómo era la TV entonces? La TV de 20 años más tarde, la de ahora, ¿es mejor o peor?
Me gusta más avanzar por aquí.
He encontrado el telediario del día que empecé a trabajar en este artículo, 20 años antes. Es 13 de marzo. ¿Te imaginas cómo sería el mundo? Ahora puedes abrir la ventana y comprobarlo:
¿Y si estuviéramos viviendo el día de la marmota [1993], otra vez? ¿Por qué me suena todo tan conocido? Fíjate los titulares del día:
ü Elecciones en Cataluña
ü Plan de Convergencia: “El Plan de Convergencia prevé la reducción del déficit público al 1% del Producto Interior Bruto en el ‘96”. Previsión fallida, por descontado.
ü González – Delors
ü Asesinatos en alta mar
ü Sequía
Con algunos pequeños ajustes [las Elecciones son en Asturias y Andalucía, en lugar de en Cataluña, los mandatarios son otros —aunque digan lo mismo— y me quedo con el original escenario de los crímenes: en los telediarios actuales los asesinatos son, por lo común, domésticos] las cosas se parecen bastante.
Así que, salvando la infografía, la estética del plató, la apariencia del presentador (al que yo personalmente no recordaba) y la voz del locutor, las noticias son bastante similares a las actuales. Seguimos sin saber cómo era vivir en 1992. Y ¡queremos saber!
Otra idea: La publicidad. Aquí sí podremos saber cómo era 1992.
Esto sí que ha sido un viaje en el tiempo. Tomo nota de irme directamente a la publicidad cuando trate de promover viajes similares a éste. Todo se aprende.
No puedo dejar de señalar las cosas que más me llamaron la atención. Vamos con el Top 10 de momentazos publicitarios de 1992:
10 — La nueva gama “Peugeot ‘92” y la equipación de lujo del “205 Premium”, incluyendo limpialuneta trasero [sic] y radio-cassette estéreo.
9 — “Gillette Sensor” y su maquinilla, única en el mercado con dos hojas. Este artículo, ¿supone un claro ejemplo de Jà vérais vu?
8 — “Revilla” da marcha atrás en el tiempo y llega a una época en la que fabrican productos “sin colorantes artificiales. Tradición artesana. Saber es sabor”. Yo ubico el momento un poco después de la generalización de los postes de telégrafo y, de ahí, ese inquietante habla telegramática.
7 — Pelazos. Me quedo con los chavales de “H&S” frecuencia, “un anticaspa a diario”.
6 — ENORMES REBAJAS en “Galerías” (desaparecería el 24 de noviembre de 1995. Todavía faltaban 3 años).
5 — Las gafas redondas del pavo del anuncio de “Scattergories” y su “pulpo como animal de compañía”.
4 — “Scotch Brite” afirmando haber sido el estropajo más conocido de los últimos 25 años y, con un par, apostando que lo seguirían siendo.
3 — “Cada día hay más niños que salen del cole cargados de energía”. Y ponen en marcha el reloj, a la inversa, para repasar todo lo qué han hecho y así poder descubrir su secreto: habían desayunado “cereales PMI”. Cargaban la mochila, siempre ellos, y pedían pilas para ellos mismos, no para sus dispositivos de ocio portátil.
2 — “Biblioteca Empresarial Deusto”, de Ediciones Deusto. La oficina de 1992 y el gesto básico del gerente al ponerse las gafas —redondas otra vez—, para consultar el libro.
1 — “Saber y Entender”, la Enciclopedia en fascículos para hacer los deberes —en realidad está formada por fichas coleccionables agujereadas para poder archivarlas, mucho más prácticas—, anunciada a ritmo de rap. 96 fascículos a, 350 pesetas cada uno, —las azafatas del 1-2-3 hubieran sabido dar la respuesta—, un montón de dinero para las pesetas que, entonces, todavía no se habían convertido en antiguas.
¿Qué tal la vertiginosa experiencia de viajar, hacia delante y hacia atrás, en el tiempo? ¿Era 1992 muy diferente a como es 2012?
Los cambios se producirán, a partir de ahora —no en el artículo; hablo de la realidad—, en una progresión geométrica. Viendo los dos últimos anuncios mencionados —la colección de libros de empresa y la enciclopedia de los deberes—, volvemos al libro y, recuerdo la pregunta que justificaba el artículo. En 2032 mi hijo debe responder a su propio hijo qué es un libro y yo, al inicio del artículo, mostraba mi cobardía dejándole para que se las apañara él solito en un problema que yo mismo le había creado.
Ahora me arrepiento. He mandado a mi hijo a 2032, le he hecho padre, le he creado un problema con su hijo y me he quitado del medio.
No puedo.
Cojo de nuevo el DeNorean y voy a viajar al pasado. No para retroceder hasta 1992, sino para llegar a la Antigüedad y plantarme en Grecia. Acudo a Platón y sus recursos dialécticos y me planteo la dicotomía como enseñanza para el conocimiento. De las dos más clásicas [el fin o los medios / el fondo o la forma] sólo le servirá la segunda. Así que debe plantearse elegir entre la ética o la estética, la utilidad o la apariencia, la profundidad o la superficialidad, submarinista o surfero.
La dialéctica mostraba caminos de reflexión, no alternativas excluyentes, por lo que mi hijo puede plantearse explicar al suyo —creo que terminaré perdiéndome— cómo es un libro (atendiendo entonces a su forma) o para qué sirve (llegando al fondo del asunto).
Si elige explicar la forma del libro debería explicarle que es, en la práctica, “un conjunto de hojas impresas […] insertadas, fijadas y protegidas por una encuadernación o cubierta”.
Tomo la definición de la obra de Enric Satué: “El diseño de libros del pasado, del presente, y tal vez del futuro. La huella de Aldo Manuzio”. Enlazo a continuación a la obra, parcialmente, disponible en formato .pdf. Se describen, también en ella, las partes del libro, con nombres tan sugerentes como: “páginas de cortesía”, “portadilla”, “portada”, “contraportada”, “dedicatoria”, “frontis”, “columnas tipográficas”, “cuerpo”, “volados”, “foliado”, “historiado”, “copa medicea”, “base de lámpara”, “triángulo español”, “apéndices”, “bibliografía”, “índices”, “colofón”, “cartoné”, “rústica”, “cubierta”, “sobrecubierta”, “contracubierta”, “lomo”, “leyenda”, “guardas” o “indiana”. Si sabes a lo que hacen referencia estos nombres, puedes considerarte un erudito en bibliografía.
Bueno, pues desde Manuzio, que falleció en 1515, Satué sólo destaca tres innovaciones a la impresión de los libros:
- Uso de la “tipografía estrecha” (que permitió componer cómodamente los versos endecasílabos, o alejandrinos, en una sola línea, sin tener que doblarla. Ya me dirán la utilidad actual).
- Publicación de una fotografía (ilustraciones en blanco y negro, y más tarde en color, como competencia feroz con los tradicionales grabados).
- Editar un texto en letra de palo (circa 1928).
Y desde entonces, nada. Ningún avance significativo en el diseño de libros, según Satué.
Si elige explicar el fondo, deberá concluir que el libro es un objeto (obsoleto) para intercambiar y almacenar información. Éste es el tweet del artículo y lo destaco ahora para lectores en diagonal.
El libro es un objeto (obsoleto) para intercambiar y almacenar información.
Viajar en el tiempo lleva tiempo. Y si lo piensas, el viaje, termina dejándote en el mismo lugar.
Tiempo: lo que cambia entre dos cosas diferentes
cuando el lugar es el mismo.
Espacio: Lo que cambia entre dos cosas distintas
cuando el momento es el mismo.
Pero a mí —gracias a mi hijo y mi nieto que me han llevado a hacer este viaje— me han surgido ideas, que dejo apuntadas aquí para desarrollar en (por lo menos) diez artículos distintos, de los que ya tengo el título y el esquema general de trabajo. Me ofrezco a editoriales que quieran agruparlos en forma de libro.
Si son pocas ideas, puedo buscar más.
1 — No son los libros, es la lectura
2 — Los libros, error de diseño
3 — El negocio del libro: ¿quién lo controla?
4 — Escritores, editores, distribuidores, libreros, lectores: actores para una crisis
5 — “To tweet or not to tweet”
6 — Plasticidad cerebral: construcción del cerebro como expresión de las operaciones realizadas. Más allá del mito del cerebro creador
7 — Blogs, blobs y blurbs
8 — Leontinas, bacinillas, palanganas, cachimbas. El atavismo
9 — El libro, vehículo de ¿cultura? Ana Rosa, Ricogate y otros
10 — ¿Hacia un mundo sin libros?
Ya sé que parece que me he liado.
Ahora os dejo. Me voy a ver la tele. Quiero grabar recuerdos en mi memoria para, en 2032, poder acordarme de cómo era vivir hoy.