domingo, 10 de agosto de 2014

Nada como el hogar para amueblarnos la cabeza

Tiene coña la cosa. Justo cuando acabo de hablar de lo de amueblar cabezas, vienen los suecos y, cínicamente, se cascan este anuncio.


Y conseguirán escindir ámbitos distintos, escuela y hogar, para que trabajen de forma autónoma, con mensajes contradictorios, los que deberían afanarse en buscar el bien común.

Debemos seguir dando cancha a IKEA, para que termine calando la idea de que todo lo importante pasa por hacer encajar las piezas.


La nueva caja de Skinner

PD - Sólo falta que un banco trate de explicarnos que estamos condicionados y debemos romper las ataduras.

¡Ah, que ya lo han hecho!

viernes, 8 de agosto de 2014

La manzana de Troya


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Puedes echarle la culpa al boogie, como hizo MJ con sus hermanos.
Pero tú y yo sabemos que es mejor pensar que todo se debe a una manzana.

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No es que su trayectoria, como elemento de tentación, no fuera conocida.
Aliándose junto a una serpiente, o actuando en solitario.
Ofrecida por una bruja camuflada, como diana colocada por un arquero suizo en la cabeza de su hijo, o iluminando las entendederas de un sabio que descubre la gravedad de dormitar bajo un árbol.
Se ofrece de tantas formas que no se comprende que se siga afirmando que alguien pueda estar sano, como una manzana.

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Y armó la de Troya.
Literalmente.
Peleo y Tetis, tras una historia larguísima que no me pararé en detallar, hartos de sus continuas peleas, o tratando de darles forma, decidieron casarse.
Se ponen a hacer la lista de invitados y. entre tanto dios, semidios, mortal y fauno (que alguno habría), se les olvidó incluir a Eris.
No es que fuera una de esas tías ancianas, solteras, plastas, que avergüenzan a los mayores narrando las travesuras que habían armado cuando eran niños y espantan a éstos embutiéndoles caramelos con sabor a eucalipto.
No.
Era una verdadera pérfida.
La diosa de la Discordia, nada menos.
Molesta como estaba, por haber sido excluida del bodorrio, teniendo que resignarse a fisgar atisbando por encima de la valla, se presentó orgullosa en mitad del convite, en ese momento en el que todos los presentes están achispados, pero cuando ninguno había llegado a rodar por el suelo.
Y, con una puesta en escena tan oportuna, remata su entrada triunfal arrojando una manzana dorada sobre la mesa y, tras dar un taconazo y revirarse, salir con el gesto altivo que sólo es capaz de mostrar una griega.
La manzana llevaba una inscripción: καλλίστη (“Para la más hermosa”).
Con la cantidad de hormonas que se disparan en cualquier enlace de pacotilla, imagínate allí. No es que se lanzaran a por el ramo haciendo una triple pirueta mortal con doble tirabuzón, que también, sino que las que consideraban ser de “este reino, la más bonita”, eran tres diosas: Atenea, Afrodita y Hera.
Que si yo, que si tú, que si tal, que si me queréis, irsen.
Ya sabes.
Un cacao.
Total, que Zeus (el capo de todos los presentes) debe intervenir. Hastiado de las peleas que se organizan siempre, airado porque no le dejan dormitar ni un rato y, teniendo en cuenta que en ese momento jugueteaba con una sobrina a la que había sentado en sus rodillas temía que, si le obligaban a nadar de espalda, se marcara la silueta del tiburón, por lo que apreció de nuevo las ventajas de vestir toga.
En fin, que para endilgarle el muerto a otro, en una nueva muestra de su sabiduría, elige a Paris, un pastor que vivía separado del mundo y alejado de las pasiones humanas, para que sea él quien decida.
Manda a Hermes a comunicarle la noticia.
Las tres diosas, mujeres al cabo, trataron de engatusar a Paris con sus zalameras propuestas: Hera, la esposa del jefe, le ofreció todo el poder que pudiera desear. Atenea le ofreció vencer en todas las batallas en que se presentase y Afrodita, no recuerdo todo, pero algo de sexo tuvo que mediar.

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La historia sigue, Paris rapta a Helena, la hija de Menelao, y se la lleva a Troya.
Enfurecido convoca a Agamenón, Aquiles y otros tantos. Entre ellos está Odiseo, el tipo al que se le ocurrió ofrecer un regalo a Príamo, que supuso el fin del asedio y la muestra de que, para vencer, la sutileza puede ser una buena estrategia.

(((Si recuerdas el duelo –interpretativo– entre Brad Pitt y Peter O’Toole,
ahora sabes cómo se inició el conflicto que les llevó a compartir plano)))

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Si atendemos exclusivamente al aspecto, al envoltorio, dejaremos que algo perjudicial entre hasta la cocina y, cuando nos demos cuenta, será demasiado tarde.

No importa si se trata de un caballo de madera o de una manzana dorada.

Hay que ver más allá de la apariencia.

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AVISO PARA PADRES:

SE INCLUIRÁN CONTENIDOS SUMAMENTE ADICTIVOS
NO DEJAR A LA VISTA DE LOS NIÑOS

(Ni echar miradas a escondidas si supones que
tienes un carácter propenso a las adicciones)


Apple, la que se lleva el mayor bocado a Cupertino, ha iniciado una nueva etapa en su escalada para alcanzar el monopolio con una campaña masiva de anuncios de su último dispositivo: el iPhone 5S.

Lo hacen cojonudamente bien.

Una estética cuidada. Planteamientos de actividades cotidianas. Gusto en la selección musical.

Y un slogan que lo resume todo:


“Eres más poderoso de lo que crees”


Como si mi poder dependiera del nivel de carga de la batería de mi dispositivo.
Como si todas mis aptitudes se resumieran en las apps con las que cargo.

Se alcanza el descubrimiento de que, para los cautivos (la amplia mayoría), lo importante no son los gadgets, sino los desarrollos que, pagando o no, te permiten hacer algo que, antes, eras capaz de hacer perfectamente tú solo (o no podías hacer, pero que tampoco pasaba nada).
Que se convierten en imprescindibles, porque estás enganchado.

Y recuerdas aquella idea de que nadie pagó por el primer pitillo que fumó, el primer trago de alcohol, el primer porro, o la primera dosis. Siempre había alguien que te invitaba (y, muchos, que te incitaban a atreverte a hacerlo).

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Una de las claves de su estrategia global es la segmentación del mercado atendiendo a su comportamiento, y no a su procedencia.
Porque ya han conseguido que todos seamos iguales.
Y empleando una estética molona, concienciada, pretendidamente casual, el mismo anuncio sirve para todo el planeta. Lo que no es casual es el aspecto uniforme de ciertas cosas; la tipografía que intenta simular el trazo imperfecto que da el descuido humano; la extensión del blanco como síntoma de elevación espiritual; la manía de que todos los camareros —y dependientas de tiendas de ropa y perfumerías— deban ir de riguroso negro; que, en una visita guiada a cualquier ciudad del planeta, las mujeres vistan pantalón largo (conocedoras de sus estrías, varices, piel de mandarinas o su lejanía de Brasil en asuntos depilatorios) y los caballeros cincuentones, tripudos, lleven los mismos zapatos y calcetines que en invierno, para pasar todas sus vacaciones en las Bermudas.

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En la forma de trocearnos (segmentarnos), nos consideran targets (objetivos).

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Conocedores de nuestra pereza, nos convencieron de que necesitábamos apps para hacer ejercicio.

Nos llamaron pollos (y gordos) y nos pusieron al ritmo que marcaba Robert Preston (Strength – Chicken fat).

Saben que creemos que tenemos una vena artística, y una soberbia gigante, que nos hace disfrutar intentando hacer música, teatro, baile o espectáculos pirotécnicos. Que molan los Pixies. (Powerful – Gigantic).

Les consta que tenemos sueños, esperanzas y aspiraciones. Se empeñan en manipularlos. E intentan modelarlos, conforme a sus intereses. Hacen que pensemos que construiremos un mundo mejor, más natural y sostenible, gracias a que cuando crezca, podré curar caballos, pilotar aviones, dirigir un equipo de bomberos o enseñar inglés a la mucama mexicana, usando un aparato en el que suena de fondo la dulce voz de Jennifer O’Connor. (Dreams – When I grow up).

O, de forma mucho más preocupante, buscarán llegar hasta mis hijos, intentando convertirme en el camello que les proporcione las dosis iniciales de su cautiverio, apelando a mi paternidad responsable en la que, mientras canta Julie Doiron, les enseño a pintar, a cepillarse los dientes o a hacer las cuentas, mientras los monitorizo con el aparatito que llenará mi vida (y la suya) de sueños. (Parenthood – The life of dreams).

Todo a un clic de distancia.

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Asumo la complejidad de controlar, por completo, una carga. El ejemplo reciente del buque escuela Juan Sebastián Elgramo (en honor del primer marino capaz de circuncidar la Tierra), en el que la Guardia Civil incautó 127 kg. de coca, demuestra lo difícil de mantener impóluta una bodega. Por eso mismo, resulta conveniente extremar las precauciones.

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Es bueno conocer las propias limitaciones. Y ayudar a otros a que modulen las suyas.

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Busco para ello una manzana distinta; una mujer que me fascina desde que la descubrí en su debut de 1996, “Tidal”. Es Fiona Apple, artista poco prolífica, pero intensa y singular, que sólo ha entregado otros tres discos: “When the pawn…” (1999), “Extraordinary machine” (2005) y “The idler wheel…” (2012).

En el último se incluyó una canción, su último vídeo, Hot knife, dirigido por Paul Thomas Anderson en 2013.



La canción facilita la clave:

Si soy mantequilla, él es un cuchillo caliente.

Mis hijos comparten rasgos conmigo y, como yo, son tiernos y blandos como la mantequilla (aunque algunos puedan verme grasiento).
Mientras ellos, los que conocen nuestra debilidad, son como cuchillos calientes que nos destripan, haciéndonos creer que se interesan por nosotros (queriendo engordar nuestra adicción).
Quizá con subtítulos y otras imágenes resulte más fácil de percibir sus pretensiones.

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No sé. No tengo todas las respuestas.
Ni, aunque lo parezca, tengo miedo ante un mundo impredecible.
Pero sé que es bueno intentar evitar la dependencia.
Al menos en lo que verdaderamente es importante.

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Un final para recordar

En 2009 se editó un disco homenaje en el que se recogían canciones del enorme Cy Coleman, cantadas por mujeres: “The best is yet to come”. 13 canciones y doce artistas, porque además de Patty Griffin, Jill Sobule, Madeleine Peyroux, Ambrosia Parsley, Julianna Raye, Sam Phillips, Perla Batalla, Sara Watkins, Sarabeth Tucek, Nikka Costa y Missy Higgins, Fiona repite. En una de las dos es fácil encontrar explicación a una forma tortuosa de hacer las cosas.

Why try to change me now, una canción popularizada por Sinatra.



En el primer comentario al artículo, incluiré mi propia traducción.


miércoles, 6 de agosto de 2014

Bechdel (y el reparto de cuotas)

Asumiendo la evidencia de que la industria cinematográfica, en un reflejo de la época que nos toca vivir, no otorga la necesaria presencia a las mujeres —en atención a su número, su capacidad y, sin duda, su importancia—, se constata que ciertas películas no cuentan con la cuota de participación que debería ser considerada normal.

Que están hechas por hombres, con hombres, para hombres.

Eso puede resultar un inconveniente, para ciertas personas. Muchas mujeres (y algunos hombres) se oponen a este sistema de reparto, que consideran androcéntrico y se ha popularizado una prueba para determinar si una película cumple los criterios y es “admisible”.

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Para ello se emplea un instrumento, denominado: LA REGLA

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[Paréntesis

Ahora deben imaginar que el relato se interrumpe, surge una voz en off, que plantea la siguiente reflexión:

¿Alguien más se ha fijado en las connotaciones asociadas a una prueba,
un test, en el que la regla cobra importancia decisiva?
¿Es mi imaginación?
¿Se debe a una traducción (mía) chapucera?
¿O se trata de una simple coincidencia?

Fin del paréntesis]


Surgido en el cómic Dykes To Watch Out For, o DTWOF, publicado en España por La Cúpula bajo el título Unas bollos de cuidado, obra de Alison Bechdel, ilustradora y activista (en el sentido de trabajar activamente para aminorar la brecha que separa a hombres y mujeres). La tira original se publicó en 1985 y, en ella, se atribuía su concepción a Liz Wallace, amiga y amante de la dibujante.

La regla es que uno de los personajes afirma que sólo acepta ver una película que cumpla tres condiciones (el test de Bechdel):

1 — En la película aparecen, al menos, dos personajes femeninos.
2 — Dichos personajes deben hablarse en algún momento.
3 — La conversación debe tratar sobre algo que no sea los hombres (y no sólo se incluyen las charlas relativas a las relaciones románticas; hablar del padre , o de un hermano, tampoco resulta válido).

Un añadido posterior reclama que los personajes deben tener nombre.

Ésta es la tira completa:


Todo resulta más claro explicado por Anita Sarkeesian, anfitriona en una serie de vídeos que analizan la presencia femenina en la cultura narrativa, con un blog al que merece la pena echar un vistazo.

El vídeo incluye la posibilidad de seleccionar subtítulos en español.



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Superar la brecha, el gap, que separa a hombres y mujeres, es un propósito encomiable.
Aplicar estrictamente criterios basados en cuotas puede resultar comprometido, pero allá cada cual con lo que decide hacer en su tiempo libre.

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A mí no me gustan las películas de explosiones, efectos especiales y persecuciones.
Ni las que tratan de resolver un enigma que se complica de forma inverosímil y se resuelve con una simpleza insultante.
Ni aquellas en que todo consiste en hablar por hablar.

(((En el fondo, me gusta poco el cine actual)))

Pero hay ocasiones en que encuentro cosas que me emocionan.
Aunque sepa que no vayan a pasar el test.

¡Qué demonios! No creo que existan películas específicas para hombres o para mujeres. No sé si Bridget Jones superaría el test, pese a que estoy convencido que presentan una trama y un planteamiento indignos.

Hace poco pude ver la estupidez de promocionar coches para mujeres.

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Lo realmente importante es si una película (o un libro, o una serie de TV), merece la pena, o no.
Valorar el trabajo y las ideas de una persona, con independencia de su sexo.
¡Qué poco me gustan las asignaciones de roles (y qué poco me dejo ajustar a ellas)!

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Una de las primeras cosas que debemos cambiar, para romper la brecha.

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Puedes aprovechar la inercia y pasar el test de Ze Fran para descubrir que, hombres y mujeres, podemos ser humanos.

Afortunado (de haberte conocido)


Tengo un amigo que es un sentimental.

Y mucha, mucha, mucha suerte.

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Una película de Michael Bidinger y Michelle Kwon (que no pasa el test de Bechdel).

martes, 5 de agosto de 2014

De monos (maqueteros) a ranas (hervidas)

Antes había maquetas. Unas grabaciones que, llamándose caseras, se producían en un local de ensayos.
Porque se admitía que se necesitaba ensayar.
No era un fenómeno estrictamente local (lo global eran delirios de iluminados, o aldeas imaginadas).

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La segunda mitad de los ‘70s trajo movimientos y, los inicios de los ‘80s, algunos cambios.
Nos hicieron creer que algo nuevo había llegado. Hoy sabemos que era para quedarse.


"Democracia" Ilustración: Sansón

No es difícil de entender, siempre que se explique bien.
La etimología no engaña, amigos.


Demotracia: del griego, demo y tracia.


Tracia es una región, en la península de los Balcanes, enclavada en los actuales Bulgaria, Grecia y Turquía. Se extendía desde Macedonia hasta el Mar Negro, desde el Mar Egeo hasta el Danubio.

Trazos de Tracia (en wikipedia)

En la “Metamorfosis”, de Ovidio, se narra la historia de un rey tracio, casado con Procne, hija de Pandión I, entregada por éste en agradecimiento por la alianza militar contra los enemigos de la polis, que consigue que le sea confiada su cuñada Filomena para acompañarle a él y a Procne en su viaje a Tracia y, excitado por los traqueteos del trayecto, traiciona su papel de custodio, la viola, le corta la lengua para no ser denunciado, y la deja presa en una cabaña del bosque (sin enanitos que la acompañen y le den faena).

La cosa es que Filomena es lista; le envía un tejido a su hermana, haciéndole entender que está viva (y cautiva). Los atenienses se enteran y se despierta su sed de venganza. Asesinan al hijo del rey tracio y de Procne, Itis.

Desconocedor del desaguisado que ha organizado su esposa, el tracio devora a su propio hijo, ingrediente principal del guiso que le había preparado para cenar. Una vez enterado, persigue enloquecido a las hermanas hasta que los dioses, hartos ya de tanto follón en el patio, los transforman en pájaros, correspondiendo al varón el papel de abubilla.

Es Tereo, el bárbaro tracio.

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Demo es un prototipo. Una maqueta (monoaural).

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¿Cómo va a funcionar un sistema político, antiguo y bárbaro, que está todavía en pruebas (al que no permiten parchear, ni hacer modificaciones o añadidos, inestable para siempre en su versión 0.0)?

Su metáfora musical es una mezcla, producida desde casa, cuyo ingrediente principal es un negro con ganas de reflejar su frustración soltando golpes de kárate, con el estómago ardiendo por las arcadas.




Quizá fuimos monos, pero cada vez somos más batracios, según la fábula de Olivier Clerc.

Cuidados domésticos

La perrita se ha hecho daño. Cojea de su pata y se lame de forma compulsiva.
Tras la visita al veterinario, hay que curarle por la noche, darle un antiinflamatorio y un antibiótico.
Una lata.

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— Cariño, ¿te importa hacerlo tú esta noche?
— Sí, por supuesto, querida.
— Gracias, amor.

(Siempre empleamos tono meloso cuando la perrita está presente; no queremos que se malacostumbre).

— Por cierto, cielo, ¿qué patita es la que tiene malita?
— La derecha, corazón.
— ¿Qué derecha? ¿La suya o la mía?
— Pero, ¿cómo va a ser la tuya, hombre de Dios?
— Digo yo: ¿mirando desde mi lado, o desde el suyo?
— Alberto, te pongas como te pongas, será su pata la que esté mala, no la tuya.

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Me sonó a una historia conocida.


El día después de descubrir que Hugh Laurie es mayor que yo.

Un tipo que, antes de hacer de amigo de Peter, o de doctor, ya se había puesto en la piel de Bertie Wooster, personaje cuya primera aparición sería recogida en el libro de relatos cortos precedente. Todavía no le acompañaba su mayordomo, Jeeves, al que daría cuerpo Stephen Fry (Peter, en la película de 1992 dirigida por Kenneth Branagh).

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Aunque no sepa su verdadera edad.





Cosas de los cuidados cosméticos.


sábado, 2 de agosto de 2014

She's every woman

Ella es sol y lluvia, fuego y hielo
Un punto de locura, pero resulta agradable
Cuando se pone triste, es mejor que la dejes sola
Porque se enfurecerá como un río
Entonces te rogará que le perdones
Ella es todas las mujeres que he conocido

Es tan New York y luego Los Ángeles
Y cualquier ciudad, de todas formas
Es todos los sitios en que nunca he estado
Es como hacer el amor una noche lluviosa
Como un paseo bajo las luces de Navidad
Y ella es todo lo que quiero volver a hacer de nuevo

No necesita explicaciones
Porque hace que todo tenga sentido
Cuando cede a las tentaciones
Ella está en ambos lados

Es cualquier cosa, excepto típica
Es tan impredecible
Incluso en sus peores momentos, no es del todo malo
Ella es tan real como la realidad puede llegar a ser
Y ella es cualquier fantasía
Ella es todas las amantes que haya tenido
Y cualquier amante que nunca tendré

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Incluída en el disco de Garth Brooks “Fresh horses”, 1995
Compuesta por Brooks y Victoria Shaw.

Una demostración de que el country sabe explorar las relaciones de pareja.





viernes, 1 de agosto de 2014

Como buen cínico …

… renunciaré a las facilidades implícitas en una vida cómoda y cómplice,
… me despojaré de hábitos y ropajes para vagar errante,
… me dejaré acompañar por perros,
… buscaré cobijo en un tonel vacío y dormiré al abrigo de mi capa,
… permitiré que se mofen de mí, por no comprender los motivos que me impulsan,
… me armaré de un simple candil, emplazado en la búsqueda de un hombre honesto,
… guardaré mi desprecio; mostrarlo me haría visible y mi deseo es que nadie repare en mí,
… distinguiré entre la naturaleza y los convencionalismos, como fragua que forje mis costumbres,
… me desprenderé de todo lo accesorio; probaré el compromiso de mi ascetismo voluntario,
… dejaré que ver a un niño beber empleando las manos, me muestre lo superfluo de cargar con una escudilla,
… me sentaré; si me preguntas qué puedes hacer por mí, deberás apartarte y permitir que el sol me caliente,
… demostraré, andando, la posibilidad del movimiento,
… negaré mi legado; me opondré a dejar por escrito mis pensamientos; evitaré anhelos de crear escuela; iniciaré una búsqueda personal de la virtud, basada en la renuncia a las convenciones, el desapego por lo superfluo, el agrado por los perros que libremente me acompañan y me muestran lo desagradable que puede llegar a resultar la gente.

"Diógenes de Sínope" - Jean-Léon Gérôme (1860)

Diógenes de Sínope (también conocido como “el cínico”, o incluso “el perro”) no dejó escritos. Algunos hechos de su vida, como de muchos otros, fueron recogidos por Diógenes Laercio, en Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres.

La iconografía clásica le muestra semidesnudo, rodeado de perros, con un candil que arroja luz en su búsqueda de un hombre honesto, durmiendo en un tonel (o tinaja), renunciando a cualquier objeto que, por superfluo, llegara a considerar un trasto.

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Los requiebros de las convenciones, efímeras en su esencia, atienden a los acuerdos voluntarios expresados en cada momento y son susceptibles de cambio.
Son veleidosas y acomodaticias; se muestran serviles de forma voluntaria.
Etienne de La Boétie las desnudó en su discurso La servidumbre voluntaria.

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Asumiendo que las costumbres propias pueden ser vistas incrédulamente por ojo ajeno, es fácil aceptar que, lo que uno atesora, pueden resultar trastos inservibles para los demás.

Todo lo que yo guardo, es basura para cualquier otro.

La incapacidad de desprenderse de objetos, acentuada conforme pasan los años, ha sido descrita como un trastorno de comportamiento: de forma simplista se explica por el abandono personal de ciertos ancianos que, viviendo solos, se aferran a los recuerdos vinculados a los objetos que atesoran. La percepción gradual de una memoria que se difumina y una existencia que se marchita y se extingue, requiere anclajes que, externamente, se perciben como acumulativos.

Pero a menudo se olvida que bajar a diario la basura es una tarea tan compleja como la que condenó a Sísifo a llevar su piedra en sentido ascendente.

En un estudio de TV, cómodamente sentados, resulta fácil juzgar a alguien como trastornado. Que los vecinos tengan una opinión formada, tampoco extraña.
Acompañar a alguien que se siente sólo es mucho más complejo (y generoso).

En todo caso, la patología evidente que supone la acumulación excesiva de trastos (catalogados de forma genérica como basura, indivisibles el grano de la paja; en caso de fallecimiento se cuantifican al peso, a granel), se ha descrito como “Síndrome de Diógenes”, un completo despropósito para el conocedor de los principios de quien tomó su nombre.

No sorprende. Parece el signo de los tiempos: trastocar los conceptos, alterarlos, olvidar su verdadera esencia y, desnaturalizados, aplicarlos sin criterio alguno, adaptados a su condición de lugares comunes, como los recogidos por Gustave Flaubert en su imprescindible Diccionario.

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Y, hoy, cualquiera que quiera piropear la sensatez ajena, recurre al tropo de la posesión de “una cabeza amueblada”.

Siempre imagino un desván, ese espacio que, en desorden, alberga muebles viejos para acomodo de termitas, telarañas y polvo.
Un trastero abarrotado. Oscuro. Abuhardillado. Inhóspito.
Nada apacible, carente de ventanas por las que tirar bienes inservibles o avejentados, que hace tiempo han dejado de moverse.

"Una cabeza bien amueblada" - Ilustración: Eva Armisén

Permanece la incierta impresión de que, si la cabeza está bien amueblada, debe estar atestada.

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...