Glasgow, Escocia (UK) / Ellensburg, Washington (USA)
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El
22/02/2022 falleció Mark Lanegan,
con 57 años, víctima de la COVID según parece.
Fue
cantante de Screaming Trees y, tras
la disolución de la banda en 2000, se unió a Queens of the Stone Age, con quienes estuvo seis años
Por
su parte, Isobel Campbell era cellista, compositora y cantante con Belle & Sebastian, el grupo de Stuart Murdoch hasta que se marchó para
actuar por su cuenta.
En
2006 los caminos de ambos se encuentran y publican la primera de sus
colaboraciones (llegarían a tripitir la experiencia); un trabajo en que la
mayoría de las canciones eran composiciones de Isobel. La que escojo es una
libérrima revisión del clásico
de Hank Williams, en el que debo
avisar del carácter subido de tono del vídeo, que comparto como homenaje y
despedida a este grande.
Gavin Condor (voz), Scott McKeon (guitarra), Ben Jones (guitarra), Leighton Allen (bajo), Russ Parker (batería)
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En
mis trayectos matinales en coche escucho música como forma de evasión.
Evito
enterarme de luchas fratricidas, de luchas fronterizas; de cualquier tipo de
lucha...
Así
que esta mañana suena esta canción, del único disco de una banda londinense
que, pese a que lo pueda parecer por el nombre que han elegido, son todos blancos (lo que destaco en
negrita).
Y
pienso en los motivos (más allá del notorio Black) que me inducen a suponer que alguien que se llama Rufus deba
ser negro.
Pienso
por supuesto en esta leyenda del sello Stax,
DJ de éxito, agitador de conciencias, padre de Carla Thomas, creador de delirantes rutinas de baile.
Todo
un personaje.
Y
recuerdo su participación en el festival WattStax; un acontecimiento musical de
reivindicación de la identidad racial, que ya relaté con
detalle aquí.
Interpreta
dos temas: “The Breakdown” (Did
You Heard Me?, 1972) y “Do the Funky
Chicken” (Do the Funky Chicken, 1970) y consigue sofocar los inicios
de una revuelta que no se relacionaba con su vestimenta, ni su forma de imitar los
sonidos de apareamiento de ciertos animales.
Puede
que hiciera de pollo, pero tenía un montón de cabeza.
Y
me viene a la cabeza la banda funk en la que Chaka Khan sería solista prominente. Y uno de sus temas más
destacados se incluyó en un doble LP cuyas tres primeras
caras eran material interpretado en directo, pero cuya cuarta cara se trataba
de temas grabados en estudio, cuatro, de los cuales el primero y más destacado
puedes oírlo remasterizado en el enlace que adjunto.
La
canción, compuesta por el pianista de la banda, David ‘Hawk’ Wolinski, consistía en un fragmento escrito en un
sintetizador y repetido en bucle, con el añadido de John ‘JR’ Robinson tocando la batería. Los miembros de la banda
votaron y decidieron incluirla en el disco que preparaban en directo y que
fuera, además, el single que
lanzarían al mercado, pero los ejecutivos de Warner se negaron. Wolinski amenazó con ceder la canción a Michael Jackson y Quincy Jones para que la incluyeran en Thriller, pero las
cosas, afortunadamente, discurrieron de la forma que hoy conocemos y se ha
convertido en el tema referente de esta colosal y muy influyente banda.
Al
igual que no es oro todo lo que reluce, no todos los Rufus son negros.
Caigo
enseguida en Wainwright, un artista
que sigo con interés a pesar del barroquismo en el que ha ido derivando. Con
todo, sus primeros discos son intachables, llenos de tesoros que me gusta
volver a disfrutar, como el que fuera el primer single de su cuarto disco, el lado oscuro de su predecesor, Want
One (2003).
Víctor Cabezuelo, Julia Martín-Maestro, Carlos Campos, Miguel De Lucas, Marta
Brandariz, Juan Feo
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Y
no me olvido del conjunto de Aranjuez que el año pasado entregaron un trabajo psicodélico
muy acorde a los gustos actuales, y ha sido elogiado por su mérito.
El
nombre se extrae del personaje de Groucho
Marx en “Sopa de ganso”.
Un
caso singular el de los hermanos Vegas, mestizos con sangre yaqui, shoshone y
mexicana que, siguiendo las indicaciones de Jimi Hendrix (que tenía ascendencia cherokee), formaron una banda con
todos los miembros de origen nativo americano (entiéndase indios, sin el menor
gesto de desprecio) y que practicaban una sugerente mezcla de estilos: funk,
swamp rock, R&B y música nativa.
La
canción está dedicada a Marie Laveau,
una practicante de vudú del siglo XIX de New Orleans; la Reina Bruja.
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Te
contaré una historia
Extraña
parece ahora
De
un zombie vudú gris
Y
la Reina Bruja de New Orleans
Ella
vivía en un mundo de magia
Poseída
por el sesgo del diablo
En
una choza cerca del pantano hecha de ladrillos de barro
Marie
revolvió su brebaje de bruja
Por
cinco centavos cualquiera podía comprar
Vudú
de todo tipo
Ella
tenía pociones y lociones, hierbas y hojas de tanna
Hay
algo que me fascina en esta canción, que acaba de cumplir diez años.
Por
supuesto no puedo quedarme al margen de la singularidad de su autor, nacido James Wesley Voight hace 80 años, pero
que adoptó su sobrenombre tras abandonar su intento de dedicarse al golf de
forma profesional (tal y como había hecho su padre). Componía canciones a
medida, como si fuera un sastre; ése fue su apellido, al que puso delante un
apodo molón.
Además
de la música, estaba dotado de talento para el blackjack y las carreras de caballos, por lo que casinos e
hipódromos eran lugares que frecuentaba.
Es
hermano de Jon Voight (y tío de Angelina Jolie) y tiene otro hermano
geólogo.
Estoy
seguro que en las reuniones familiares no es un tipo que no tenga nada que
contar.
Pete Staples, Ronnie Bond,
Chris Britton, Reg Presley
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Chip
compuso “Wild Thing” para una banda neoyorquina,
The Wild Ones, que la grabaron sin
mayor éxito.
Una
banda inglesa, The Troggs (primero
habían sido The Troglodytes) la grabaron como su segundo single, siguiendo la sugerencia de su managerLarry Page. Para
la distribución en el mercado americano (en plena efervescencia de la British Invasion) la disputa entre dos
sellos, Atco y Fontana, se resolvió de forma salomónica. Billboard combinó las ventas y, cuando llegó al #1 se convirtió en
la única canción en encabezar la más prestigiosa lista de ventas para dos
sellos de forma simultánea.
Cada
película de Paul Thomas Anderson es
un acontecimiento.
Recuerda
a directores clásicos; algunos que fueron capaces de dejar una impronta, un
sello personal que, puede que no supieras concretar en qué consistía, pero que
diferenciabas de la mediocridad del resto de coetáneos.
Ahondando
en detalles, él es Cooper Hoffman
(hijo del fallecido Philip Seymour
Hoffman, actor fetiche del director). Ella es Alana Haim, una de las tres hermanas HAIM (sus hermanas mayores, y también sus padres, aparecen en la
película replicando sus relaciones reales).
Ambos
son debutantes, pero están dotados de tanto talento, son tan asombrosamente
naturales, que sostienen el desarrollo de la trama. Todo lo que sucede (y
suceden unas cuantas peripecias) son episodios de su vida y su relación, desde
el momento en que se descubren y se fascinan.
Sus
personalidades son tan deslumbrantes que da gusto verlos, cómo interactúan y
cómo evolucionan conforme el tiempo va pasando en el Valle de San Fernando, en
California, en 1973.
Y
es un placer descubrir que son deslumbrantes porque son extravagantes, nada
anodinos, alejados de afectación o postureo.
Son
deslumbrantes sin tener que ser raros, tortuosos o atormentados.
Hoy
es una novedad gratificante.
Es
una película optimista.
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La
música está escogida con verdadero mimo.
Una
canción, incluida en el tráiler y en el metraje, compuesta e interpretada por David Bowie, tiene tanta miga que
merece un tratamiento en detalle.
En
1968, Bowie recibió el encargo de escribir la letra en inglés de una canción
francesa que había tenido éxito.
Se
trataba de “Comme d’habitude”,
de Claude François. La versión de
Bowie fue rechazada y Paul Anka lo volvió
a intentar y escribió, “My Way”, que Frank Sinatra convirtió en un clásico,
versionado por gente tan dispar como Elvis Presley, o Sid Vicious.
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No
me quiero perder: el caso es que Bowie, decepcionado y molesto por el éxito de
la otra versión, concibió “Life on Mars?”
como una parodia de la interpretación de Sinatra.
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Y
lo que viene a contar es el optimismo y el escape de la realidad que se produce
en una chica que va al cine, o en alguien de “esa incierta edad” que evita enterarse de lo que pasa en Ucrania,
o en Génova, pasando un rato en una sala.
La
celebración de los 25 años de la publicación de Show World fue festejada
por Juanjo Mestre en “Melodías Cósmicas”, tal
y como reseñóExile SH Magazine.
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Coincide
el evento con la actuación prevista de esta banda en Gijón, el próximo 12 de
marzo, una vez que la gira europea de 2021 tuviera que cancelarse por motivos fáciles
de adivinar.
Así
que me dispongo a repasar su disco más reciente (7º de estudio) y caigo en la
cuenta de lo discontinuo de la trayectoria de la banda de los hermanos McDonald, Jeff y Steve, consciente
de que optan por la subversión como forma de diversión, pero sin alcanzar
explicaciones para su intermitencia, pese a que esté convencido que no se deba a la influencia de una Organización Internacional (que no voy a nombrar), aunque sea conocedor de que sí lo fue del cambio de nombre (una letra añadida al final y el cambio de una inicial fueron suficientes), descontenta con la apropiación que consideraban fraudulenta cuando al inicio de la carrera la banda se llamaba de manera idéntica a la ONG:
Neurotica (1987)
Third Eye (1990)
Phaseshifter (1993)
Show World (1997)
Researching the Blues (2012)
Hot Issue (2016)
Beyond the Door (2019)
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Su
último trabajo se abre con una canción festiva; era el espíritu de (aquel)los
tiempos.
El
rodaje de una película ambientada en la India se complica cuando deciden contratar
a un actor local para interpretar un papel menor.
Todo
irá a peor cuando una confusión le haga ser el invitado extra en el guateque
que organiza el dueño de la productora.
El
tema del que se habían apropiado los hermanos McDonald es el que suena en el
apocalipsis de la fiesta en la que se conocen Hrundi V. Bakshi (Peter
Sellers) y Michèle Monet (Claudine Longet), una inolvidable
locura épica, dirigida por Blake Edwards,
el tipo que, por aquella época, se encamaba con Mary Poppins y Maria Von
Trapp.