domingo, 29 de septiembre de 2013

España, campeona del Mundo de Hockey sobre Patines

Foto: RFEP

Sábado 28 de septiembre de 2013. Luanda (Angola).
Juegan la final España y Argentina. En un disputado partido, en el que se mantuvo la tensión hasta el último segundo, los jugadores españoles han conquistado el Campeonato del Mundo, quinto consecutivo y decimosexto en total, gesta inédita en el deporte mundial.

Los protagonistas han sido:

1 — Carles Grau
2 — Toni Pérez
3 — Marc Gual
4 — Xavi Barroso
5 — Jepi Selva
6 — Jordi Bargalló
7 — Jordi Adroher
8 — Enric Torner
9 — Pedro Gil (c)
10 — Sergi Fernández

Entrenador — Carlos Feriche

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16 Mundiales (cinco consecutivos)
16 Europeos (siete consecutivos)
60 victorias consecutivas.

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Un deporte espectacular, que ve como sus especialidades hermanas lo son (hierba en los de Verano, hielo en los de Invierno) tiene que alcanzar la distinción de estar incluido en la familia de las disciplinas olímpicas.

Sería el refrendo definitivo.

Y este equipo, con una trayectoria tan meritoria como la que presenta, se ha ganado un reconocimiento popular (y de las instituciones). Que uno de los miembros del equipo sea asturiano, Toni Pérez, debe suponer un aliciente para conseguir, este año, el galardón del Premio Príncipe de Asturias al Deporte.

Actualización (21:30 horas). TDP ha subido el vídeo del partido completo, y yo lo enlazo, para que quede como recuerdo. En este enlace.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Derecho a aburrirse

"Visto en Dosis diarias"

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Bored Nothing - "Let down"



LCD Soundsystem & Miles Davis - "New York I love you + Elevator to the gallows"


Solomon Burke - "None of us are free"

Belize - "Egos (Hossegor plage)"



Josh Pyke - "Endless summer"



Natalie Merchant - "Build a levee"

Ricky Gervais - "Folleto"



Louis CK - "Por qué"



Ilustres ignorantes - "La convivencia"



Tim Minchin - "La cerca"


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Todos tenemos derecho a aburrirnos. Especialmente, los más pequeños.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Twerk

De completa vigencia, la que antes fuera Hannah Montana, la que todos los papasitos querían tener como yerna, se ha hecho mayor y, tras retomar su tradicional nombre, ha madurado una actitud más provocadora.

Rescató un dedo de espuma, empezó a fumar, decidió mostrar su cuerpo y su lengua, vestirse con transparencias y practicar una nueva rutina: el twerk.

En la revista Rolling Stone, antes especializada en música, le dedican la portada, con un atrevido titular: “Good Golly Miss Miley!”.



Creen que podemos tragar con que ella es la reina, como si hubiéramos olvidado quién es el verdadero rey. Por si no tienes idea, hablamos de Little Richard, el tipo con más peligro con una pastilla de jabón a su disposición.


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Ya sabes de qué hablo: esa ola de provocación que supone la música. No es una historia nueva, aunque adquiera otros ropajes.

Quizá te interese conocer los entresijos.

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¿Qué es el twerk?

Lo que hace Miley Cyrus, inmediatamente después de anunciarlo, en el vídeo de We can’t stop.

"Primera ración en 1:26"

¿Cómo se practica? Hay multitud de ejemplos. Tweety lo explica. Lady (et al) lo ponen en marcha. Se puede observar la especialidad reverse, en la que, tras poner las manos en el suelo y subir los pies por la pared, hacen mantener una postura propicia a los fail.

Esto es lo que hay, amigos. La conexión WiFi, permanente, permite estos universales desfases.

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No es que antes no existiera, pero era, por decirlo de algún modo, de ámbito más restringido.

Las rutinas de baile siempre han estado presentes. De hecho, una de las más conocidas, en su momento, fue protagonizada por el padre de Miley, Billy Ray Cyrus, con Achy breaky heart.


Aunque era la época en que llegaban antes las traducciones que los propios originales. De esa demora se aprovechó Coyote Dax: No rompas más. Misma canción, mismo baile. Un tipo que, hasta para bautizarse, tuvo que aprovechar éxitos ajenos, como la película “Coyote ugly”, en el que un grupo de buenorras anima el público masculino de un bar de copas con sus bailes calientes, sus juegos incitantes y sus “se mira, pero no se toca”. En pleno follón, Piper Perabo debe hacer un playback a Blondie, con One way or another y todo el ganado (se tranquiliza) queda hipnotizado.

No es nuevo que el cine usa el poder de las imágenes y la música, mezclándolas, para resultar sugerente.

Demi Moore, en Striptease, Kim Basinger, en 9 ½ weeks o Rita Hayworth en Gilda.

Puedes echarle la culpa a Mame, o al boogie, pero te equivocas si piensas que es cosa del ritmo.


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El baile no es otra cosa que una rutina de conquista y seducción, un anticipo del apareamiento.

Una forma de cortejo.

Puedes hacerlo con Solomon Burke sonando de fondo, o con Etta James, o con Sergio Dalma, o como Shelley Long, haciendo sin fin el Mashed potato, de Dee Dee Sharp.

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Shakira, la novia con la que sueñan todos los papasitos (más, si son culés), también sabe hacer el twerk (y volverse Loca).


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El twerk es la mezcla moderna del twist (popularizado por Chubby Checker) y el jerk (que pusieron de moda The Capitols, patético según quien lo practique).

Y tal y como lo ejecutan estas jovencitas, un decidido avance para la dignidad de la mujer.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

¡Vaya par de cracs!

"Intervención revolucionaria. Le implantaremos una cadera con graffitis"

[Extracto de una conversación mantenida entre Rafael Spottorno, jefe de la Casa Real, y JC I, superviviente]

— ¡Vaya¡ ¿Cómo ha sido?
— Catacroc, a tomar vientos.
— ¿Así que fue traumático?
— Sí, claro. Primero la Sofi, que anda mosca con lo de Corinna y ya no quiere jugar al chinchón.
— Le está chinchando.
— Mucho; porque ella juega a la griega y las escaleras se le van a la mierda cada poco.
— Normal.
— Luego está el asunto de los yernos. Uno que se piró y el otro que parece estar pirado.
— ¿Y eso?
— Recóncholis, cómo se le ocurre poner de nombre a la empresa Nóos. Si parece el nombre de un puto perro.
— Can.
— Puede.
— ¿Cómo que puede?
— Que can en inglés es puede. Corinna me ha dicho.
— Ya.
— Y luego mi hijo.
— ¿Qué le pasa?
— Está tonto. Mira que le digo que salga de farra con hombres. Que no puede estar todo el día metido entre mujeres. Y sólo se le ocurre quedar con Sabina, que cantará muy bien y eso, pero ya no le pega como antes. Le dije que hiciera pandilla con Bultó, que lleva una vida muy sana y es un tío muy majo.
— Disculpe, Don Álvaro se estrelló haciendo wingfly.
— ¿Se le atragantó la ensalada?
— No. Piñazo. Paracaídas no abrir.
— Joder. Eso sí que fue traumático.

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Actualización:

Bernardo Dual (enciclopedia musical ambulante) propone una mejora, llena de sustancia.
Los Enemigos: Yo, el Rey (de La vida mata, 1990)


domingo, 22 de septiembre de 2013

Quiosco (con “Q”, por favor)

Construcción ligera con pilares que sostienen una cubierta.

Tengo especial cariño por el de música del paseo del Bombé, en el Campo de San Francisco de Oviedo, donde tanto jugué en mi infancia.


“Quiosco de música del Bombé”. Ilustración de María ViyellaTomado de Oviedo y la pintura

Mostraba una lozana presencia y animaba bailes y conciertos, ubicado en el recinto ajardinado, conocido metafóricamente como “el pulmón de Oviedo”.

El Campo, hablando grosso modo, ha seguido una evolución errante, carente de rumbo, transmitiendo la sensación de que no se sabe muy bien qué hacer con él y, como un dinosaurio moribundo, se le mantiene con delicadeza, sin atreverse a acometer una intervención decidida.

Ese pálpito de que se quiere evitar “poner puertas al Campo”.

Ya no es preciso. Tantos años de dedicarle una mirada torva, esquiva, han provocado una sensación de agobio que hace que algunos lo atraviesen y pocos, cada vez menos, lo frecuenten. Ha perdido protagonismo como espacio para la actividad cotidiana. Los habituales, muestran actitudes y costumbres anticuadas para los cánones al uso: pasean animales, leen libros, se sientan en los sucios y destartalados bancos, o persiguen a una tropa de críos, a los que llaman por sus nombres étnicos: abundan, los “Bahja”, “Cuidau” o “Benaquí”.

Es fácil entender la psicosis que produce, dada la carencia de elementos de uso, a excepción de los que se conservan en el perímetro del recinto. La metáfora del pulmón evoca uno que haya contraído silicosis.

Y, como si de un enfermo crónico se tratara, en momentos excepcionales se permiten las visitas. Se organizan fiestas que lo ocupan y lo entretienen. Pero, a la larga, son todas efímeras; en su caducidad, ayudan a acrecentar su vejez. El desuso contrasta con la vitalidad potencial que profundamente atesora.

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Para explicar la falta de actividad ordinaria en el Campo, se pueden observar los elementos arquitectónicos presentes.

El Ayuntamiento, responsable de su mantenimiento y de poner en marcha un plan de actuación corrector, cataloga al Campo en su página web, detallando sus características.

"Captura de pantalla, intentando ser fehaciente"

La página está tan mal estructurada, tan llena de errores y con tantas ausencias injustificables, que cuesta decidir por dónde empezar.

Es, de todas formas, una demostración de un método de trabajo en boga: hacer mucho, con especial énfasis en lo que resulte novedoso, olvidando cuidar los detalles y eludiendo buscar un adecuado remate que proporcione un carácter duradero a las acciones emprendidas.

Debo decirlo ya: bustos, esculturas o fuentes no constituyen elementos arquitectónicos. Son, en todo caso, elementos ornamentales. Y es que “todo lo que sea desmontable, móvil o efímero —por su carácter provisional o temporal—, no tiene consideración de elemento arquitectónico”.

Así que los montajes, que caracterizan al actual consistorio, —provisionales, temporales, efímeros—, dan un aire de fugaz efervescencia. El más acusado es un calendario floral.

"Todos los días"

Resulta irónico que en un catálogo  del Ayuntamiento (aunque resulte virtual), se olviden elementos que sí están presentes, con carácter fijo, en el interior del Campo. Hago mención del interior, a sabiendas, mostrando recelo de que hayan omitido, ex-profeso, los que se ubican de forma perimetral. El más singular, es el que se conoce como el “Escorialín”, ubicado en la esquina inferior de la calle Santa Cruz, dedicado, con escaso uso, a una oficina de información municipal. Se ganó el nombre por la facundia ovetense, tan presta a bautizar cosas y lugares: según se decía, su construcción llevó tanto tiempo como la del Monasterio que Felipe II había encargado para celebrar la victoria sobre los franceses en la batalla de San Quintín.

Se ponen a la venta las sillas para el desfile del Día de América en Asturias. La taquilla está instalada en la Avenida de Alemania del Campo San Francisco. No ubicada en el quiosco, como parecería propio, sino que se plantificó una caseta de obra en la que dos chicas se aburrían ante la ausencia de clientes. Así pude contemplarlo al pasar por allí, el miércoles a las 11 de la mañana.

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Hay más elementos arquitectónicos en el interior del recinto (y no están relacionados en la página). Pienso en el palomar. En el bloque conjunto Biblioteca / Centro social / Escuela de Hostelería. Y en todos los quioscos, que han corrido suerte dispar.

El más destacado, el de música, se encuentra en un estado lamentable, mostrando un deterioro, al que no puedo encontrar justificación alguna.

Un andamiaje evita precariamente el derrumbe. A la vista se ha situado un cartel avisando de las medidas preventivas de seguridad, a seguir en caso de obras (que no están en marcha, ni previstas, que se sepa). Se ha vallado el contorno empleando chapas metálicas. Han recibido la guinda moderna que destaca, como un sopapo, el abandono: los graffitis; el que está más a la derecha, resume la actitud del Ayuntamiento (“Vacile”). Como jaranero colofón, una cinta voladora, encanada en la rama del árbol, es la muestra de que el Campo ha sido escenario polivalente de actividades infantiles en la semana de fiestas mateínas y los niños no llegaron a sentir miedo, jugando en verdadero pelotón, en torno a este mausoleo a la desidia.

Todo se aprecia en la siguiente foto:

"19 de septiembre de 2013" Foto: Naim

Los tradicionales quioscos han compartido infortunio, con destino común en su cese de actividad:

— El que en su día cobijó a Petra y Perico fue demolido, para instalar unos columpios.

— El “aguaducho”, donde se podía tomar un refrigerio, ha cerrado.

— El de “la Chucha”, destinado a prensa y golosinas, hace tiempo que no se usa y se mantiene con un aspecto asqueroso; recuerdo haberle visto envuelto en unas lonas azules, cual mortaja de un cadáver que, necio, se obstina en mantenerse erguido.

En el paseo de los Álamos se alinea un conjunto dispar de establecimientos de carácter permanente: heladerías, churrerías, en un batiburrillo variopinto que desluce el conjunto. En otoño, un par de puestos de castañas animan, con su atrayente olor, a calentar los bolsillos.

Durante todo el año se instalan carpas, con ferias dedicadas a diversos motivos, que hacen que el paseo deje de tener sentido (excepto para especialistas en sortear obstáculos).

Bancos desvencijados (y sucios) se dispersan por doquier.

La rosaleda y el estanque de los patos presentan un atractivo pasajero; los pavos reales aprovechan cualquier ocasión para fugarse (uno de ellos tiene seguidores en facebook), llegando a poner en peligro su vida.

Alberto Polledo, con la mediación de Alfonso Iglesias, glosa a un fanfarrón,  pendenciero, camorrista, conflictivo, alborotador, bravucón y matasiete. Todo un pavo, vaya.

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Este desdén hacia lo propio  constituye un rango distintivo.

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En otros lugares, determinados pabellones (quioscos) se erigían con motivo de una celebración concreta, llegando a alcanzar notoriedad. Pueden considerarse, con todo rigor, elementos arquitectónicos. Se han convertido en símbolo de la ciudad que los alberga: pienso en la torre Eiffel, que se construyó para la Exposición Universal de 1889 de París.

Antes, Joseph Paxton, afamado constructor de invernaderos, hubo de intervenir para rematar el Crystal Palace, que albergaría la Gran Exposición de 1851 en Londres. Era un pabellón (un gran quiosco) que inspiraría el Palacio de Cristal del Retiro, en Madrid, construido en 1887.

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Viajar siempre me despierta necesidad de patear los entresijos de las ciudades que visito. Bebo mucho (para combatir la sed y el calor) y debo frecuentar mingitorios, también conocidos como “quioscos de necesidad”, aquellos retretes destinados al alivio (público) de necesidades (de forma privada). Recuerdo a Guillermo Summers avisando de que, en uno, había un león.


Durante las fiestas de San Mateo han colocado unas cabinas portátiles, habituales ya en cualquier festejo popular, flanqueadas por unos urinarios triples, absolutamente indecentes, que muestran su utilidad en la segunda parte del recorrido de la sidra, en el escanciado de retorno.

"Escanciador de sidra (gravitatorio)" Foto: Joselón Peña

La novela “Clochemerle” (Gabriel Chevallier, 1934) mostraba las reacciones que provocaba la instalación de unos urinarios públicos —un quiosco—, en la plaza de un pueblo, en el Beaujolais francés.

He encontrado un delirante vídeo, en inglés, de la serie basada en el libro que emitió la BBC en 1972, que ilustra la controversia. Con un nivel de inglés que me permite entender todo lo que dice la alcaldesa madrileña (cuando habla en inglés, al menos) no soy capaz de determinar si el pastor habla de “paz”, o está hablando del uso que se le va a dar al engendro protagonista.

He de reconocer que no hay nada más comprometido que sentirse incapaz de aligerar la presión. Más, si Claudine Longet está cantando —tan encantadora, tan francesa ella—, que no hay Nada que perder, a la vista de todos.


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Procurado el alivio, seguiré con el repaso.

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Pese a que se presentaban abiertos por todos los lados, destinados a conciertos populares, en ocasiones redujeron su tamaño, se cerraron con paramentos y se destinaron a usos específicos: venta de flores, golosinas o prensa.

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Cada vez que pienso en enviar un mensaje con flores, pienso en Nino Bravo, Scott McKenzie o The Lumineers.




Como quiera que de momento no tenga pensado partir, ni mi destino sea San Francisco, ni pretenda tampoco quedarme encallado en mitad de una escalera atestada, creo que me saltaré lo que en mi ciudad, con ese gusto afrancesado tan característico y deprimente, han bautizado el “Boulevard de las flores”.

Prefiero los que, siendo osados, sacan el género a la calle y llenan las aceras de olor y color.

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Las golosinas (chuches, en neolengua) se despachan en “tuttifruttis”, un calificativo inexplicable que la chavalería ha acortado como “tutti” y cuyos dependientes se han ganado el mérito profesional, al quedar como único espacio en el que los padres modernos dejan campar a sus hijos, de forma descontrolada.

No entraré en ninguno, por descontado. No puedo resistir los intentos infructuosos de compaginar la gula con el desconocimiento elemental de las matemáticas.

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Sólo quedan los quioscos de prensa. En esta ciudad fría y lluviosa, húmeda sin compasión, los quiosqueros se guarecen en establecimientos cerrados. Hacen lo que pueden por adaptarse, a la vista de que, como las librerías, su mercado se va reduciendo. No por el volumen de los productos (en septiembre y enero, alcanzan cotas desmedidas, con esa estrategia de marketing que se apoya en la visibilidad), sino por la reducción de su público potencial. Es evidente que cada vez se lee menos. Y que, de forma creciente, las pantallas no necesitan de alguien que les atienda personalmente.

[Anina, seguiré pasando a charlar contigo].

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Así que el término seguirá su viaje.

Empezó en Persia, —de “kōšk” (‘pabellón’ en pelvi) a “košk” (en persa)—, pasó a Turquía“köşk”, en turco— y llegó a Francia“kiosque”—.

De nuevo el gusto afrancesado hizo que la grafía con “k” ganara adeptos, aunque la RAE lo prefiere como con “q”, gracias.

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Una palabra que sobrevive, mutante, aunque sus usos originales se vayan mostrando en retroceso.

He visto un “Kiosko de vinos”. Creo que reemplazarán a las “boutiques” en su variedad multimodal.

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Hoy, 22 de septiembre de 2013, mientras los rezagados se retiran a dormir la siesta del carnero, un día después de la fiesta en honor de San Mateo —no el patrón de la ciudad, que es San Salvador—, habiendo comido el bollu preñau y recibido la Perdonanza, desalojados los ocupantes ocasionales, liberados de esta invasión transitoria (a los que, ocasionalmente, hemos desarmado), poco antes de cumplirse el 104º aniversario de la gesta del Cabo Noval, llega el tiempo de la meditación y el análisis.

No hay más que dos alternativas (y son mutuamente excluyentes):

ü      Alentar el establecimiento, favorecer la búsqueda de echar raíces, estimular el deseo de permanencia.

ü      Animar la itinerancia, la temporalidad, el tránsito perpetuo, en un viaje a ninguna parte, que invita a un talante peregrino, más que al desarrollo de una peregrinación hacia algún lugar definido.

Una pregunta debe encontrar respuesta: ¿cuál es el carácter que se desea insuflar en la ciudad, mediante los cambios que continuamente se incentivan?

Uno tiene la sensación de que dejarse cautivar por lo novedoso, sin atender a la huella que vaya a suponer, puede llevar a un goteo incesante, a un chorreo sin fin. Quienes tomen decisiones, todas decisivas, deben entender que la falta de liquidez obliga a una forma sensata de actuar, basada en la persecución de proyectos que, pasado el tiempo, se mantengan sólidos.

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Preocupa que, mientras continúa el cierre de tiendas, prolifera el despliegue de tenderetes; de aquellos que pueden largarse a la francesa.

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No se puede negar la facilidad con la que Caunedo cae atrapado por cantos de sirena, con ese voluntarioso ánimo que le hace apuntarse a todo lo que suene a nuevo. No importa si se trata de una aplicación para reservar aparcamiento desde el teléfono (¿no habíamos quedado en evitar las distracciones?), apuntarse a un plan Oviedo 30 basado en habilitar carriles en los que tienen prioridad las bicicletas y se multa a los vehículos que superen los 30 km/h (en una ciudad en la que resulta complicado animarse a coger una, a la vista de las cuestas y la lluvia) o modernizar las fiestas de San Mateo, aportando como novedades exclusivas la instalación de un nuevo escenario para actuaciones musicales (una carpa habilitada en el parking del Carlos Tartiere) o unas jaimas (casetas, para los neófitos en neolengua), que gestiona la Asociación de Hostelería y que se habilitaron en el paseo de los Álamos, controvertidas según para quién.

Una exposición itinerante se instaló este verano en la plaza de la Catedral, bajo una carpa. La taquilla era una caseta de obra, habilitada para no parecer un puesto de helados. El objetivo de la muestra era promocionar una reliquia, ubicada en Turín, por más que en el recorrido se incluyeran, como en un accésit, menciones al sudario que se guarda en la Cámara Santa. Se habló en su momento de, que serviría para analizar el posible impacto futuro de un centro de interpretación, [...] ubicado hipotéticamente en el martillo de Santa Ana. Sostener que la capital reúne, por primera vez, las dos reliquias más preciadas de la cristiandad [...]. Han tenido que pasar más de dos mil años para que, ambas telas, que, científicamente está demostrado que cubrieron a un mismo cuerpo, vuelvan a unirse es de una falsedad alarmante. Primero, porque la tela turinesa nunca vino a Oviedo (era un facsímile). Y segundo, y más importante, porque la muestra se quedó en puertas, alentando la interpretación de que el cabildo no las tenía todas consigo sobre las intenciones del promotor.

Tanto interés en dotaciones móviles, de quitaypón, con fecha de caducidad, habilitadas a discreción, permite otorgar al alcalde el nombramiento de “homo habilis”. En el mismo acto, Braun y Barry podrían ser nombrados sus fieles escuderos.

La sensación de provisionalidad sólo se transmite si contempla. Los cuatro escenarios (Catedral, la Ería, Plaza Feijoo, Plaza del Paraguas) explican por qué este año los empresarios no acudieron a la subasta para instalar barracas.

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Y, como cierre nefasto, la novedad más triste que se recuerda.

La Balesquida, la cofradía más antigua de España, data del siglo XIII. Una sentencia reciente confirma el cambio en la naturaleza de la sociedad, pasando de ser una entidad regida por el derecho civil —como siempre había sido, desde su fundación— a estar sometida al derecho canónico.

Una nueva deriva, contraria a la independencia de los asuntos divinos y terrenales, tan necesaria siempre.

Una completa traición a la tradición.

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Agradecimientos:

María Viyella dejó para el recuerdo la ilustración más bonita del quiosco que pueda imaginar.
Naim amablemente atendió mi petición para hacer una foto que muestra un deterioro incomprensible.
Nacho San Marcos me ayudó a precisar determinados términos técnicos y a quien pido clemencia por las incorrecciones que haya podido cometer.
Joselón Peña, de quien he tomado una fotografía que documenta el meadero mateíno.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Blondie, A-Z

Una banda formada por Deborah Harry y Chris Stein, en los inicios de lo que se dio en llamar la new wave neoyorquina, en la segunda mitad de los ‘70s, junto a Ramones, Television o Talking Heads.

Pronto mostraron que eran (mucho) más que una rubia marchosa, a la que acompañaban unos tipos con suerte.



Anticipando el estreno de su décimo disco, “Ghosts of download”, anunciado para noviembre de este año, se buscan hitos para establecer una guía esencial, de un grupo longevo.


Atomic (1979 — Eat to the beat)

A rose By any name (2013 — Ghosts of download)

Call me (1980 — American gigolo)


Denis (1978 — Plastic letters)


No Exit (1999 — No exit)

In the Flesh (1976 — Blondie)


Good boys (2003 — The curse of Blondie)

Hanging on the telephone (1978 — Parallel lines)


I’m gonna love you too (1978 — Parallel lines)

Jeart of glass (1978 — Parallel lines)


Rip her to shKreds (1976 — Blondie)

Islands of Lost souls (1982 — The hunter)


Mother (2011 — Panic of girls)


Nothing is real but the girl (1999 — No exit)


One way or another (1978 — Parallel lines)


Picture this (1978 — Parallel lines)


Qreaming (1979 — Eat to the beat)

Rapture (1980 — Autoamerican)


Sunday girl (1978 — Parallel lines)

The tide is high (1980 — Autoamerican)


Union city blue (1979 — Eat to the beat)


Varia (1999 — No exit)


War child (1982 — The hunter)

X offender (1976 — Blondie)

(I’m always touched by Your) Presence, dear (1978 — Plastic letters)

Zhe hardest part (1979 — Eat to the beat)


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(1976 — Blondie)
(1978 — Plastic letters)
(1978 — Parallel lines)
(1979 — Eat to the beat)
(1980 — Autoamerican)
(1982 — The hunter)
(1999 — No exit)
(2003 — The curse of Blondie)
(2011 — Panic of girls)
(2013 — Ghosts of download)


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Más información:


Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...