El
pasado día 20 (septiembre de 2015) España vence a Lituania en la final del
Eurobasket por un apabullante 80 – 63, liderado el equipo por Pau Gasol, con presencia en la grada de
SM Felipe VI.
"Uve Palito lamenta haberse quitado la barba, pero sigue siendo capaz de sonreír"
"Reyes ambos"
"Cagüen-mi-manto. Chócala, ho"
"No te vuelvo a llevar a ver baloncesto. Pau es mío"
Antes
del partido, en el periódico francés Le
Monde, Clément Guillou firma un
artículo, “Les
secrets de jeunesse de Pau Gasol” (Los secretos de juventud de Pau) en
que se trata de dar explicación al rendimiento del pivote, acudiendo a la
relación con Nicolás Terrados,
fisiólogo (vinculado con anterioridad al ciclismo). El diario Marca ya daba noticia
de esta sinergia.
Sombras
de duda (en forma de dopaje) empezaron a planear.
La
reacción de Íñigo Méndez de Vigo,
Ministro de Educación, Cultura y Deporte, fue fulminante y taxativa en sus
términos. Era el 25 de septiembre.
“Pau
Gasol es el alma de la selección nacional, un jugador de baloncesto que ha
tenido un éxito extraordinario en la NBA, que ha paseado por todo el mundo el
nombre de España y ha tenido, ahora mismo, un gran éxito en el Europeo de
Baloncesto, y constituye un ejemplo para jóvenes españoles y del mundo; por
ello, me parecen totalmente intolerables las insinuaciones de un bloguero en
Francia sobre Pau Gasol y, por ello, esas insinuaciones las he puesto en
conocimiento de la Abogacía del Estado y la Fiscalía, por si son constitutivas
de delito, y para exigirle responsabilidades. Quiero decir también que en
España se ha hecho un esfuerzo extraordinario en los últimos tiempos para
luchar contra esa lacra que es el dopaje. La política del Gobierno es “tolerancia
cero” contra el dopaje y, por tanto, no consentiremos ninguna insinuación en
ese sentido”.
Lo
que quiere decir (y dice) es que no se va a tolerar que nadie insinúe que Pau
pueda haber hecho “puf”. Es intolerable.
*****
Ayer,
día 28, las cosas estaban claras. Miguel
Cardenal (presidente del Consejo Superior de Deportes, CSD) y José Luis Sáez (presidente de la
Federación Española de Baloncesto, FEB) han anunciado que demandarán al
bloguero (al que en El Mundocambian
el apellido como forma sutil de sugerir la forma de hacerle perder la
cabeza). Se informa del fundamento jurídico (el artículo 7.7 de la Ley 1/1982,
de 5 de mayo, “de protección civil del
derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”,
pidiéndose una indemnización de un millón de euros, además de otras medidas de
distinta consideración.
El
hecho no constituye peccata minuta, o
así se desprende de la cuantía de la indemnización.
*****
Para
un lego, sorprende:
1 — La cerrazón implícita en plantear los
términos como un enfrentamiento nacional y revanchista con los franceses (culpa
suya, mon Dieu).
2 — La consideración apriorística de exculpar
a Pau, convirtiendo la “tolerancia cero
contra el dopaje”, en “intolerancia frente a las insinuaciones de
un bloguero francés”.
3 — La dificultad de identificar la
intimidad personal y familiar de Instituciones como el CSD o la FEB.
4 — La propia cuantía y el destino del
dinero en caso de que la resolución sea favorable.
5 — La coincidencia de que este párrafo
esté redactado empleando la sangría francesa.
Que
digo yo, que si Pimentel está
pasando por un gran conflicto —así se puede considerar que “Anticorrupción
pida su imputación”—, ¿no podría acudir a sí mismo?
Nos
embarcamos y, en ese instante, perdemos la perspectiva.
Puede
que en el camino nos olvidemos de los motivos que nos impulsaron y, mirando
hacia atrás, tratemos de buscar una explicación alternativa, nueva, diferente.
Nos parece cierta, pero está condicionada por los resultados que alcanzamos.
Puede
que nos veamos iguales que siempre y, pese a que ojos de cualquiera resulta
evidente, no percibamos cómo nos hemos transformado.
Puede
que tendamos a pensar que los viajes sean un conjunto de estampas, una serie de
etapas inconexas que debemos ir superando. Pero, más que un inicio (o un
final), en el viaje cobra importancia el tránsito.
No
se puede caminar sin cambiar.
Los
planes se establecen con antelación, en calma, desde un lugar en el que, con
comodidad, tenemos la apariencia de controlar la situación. Pero deben ser
alterados, moldeados, adaptados a las circunstancias que se presentan sin
avisar.
Ningún
plan es válido si no deja cabida a una pizca de improvisación.
Las
cosas no son siempre sencillas. Las explicaciones simplistas no resultan
suficientes (y son, por tanto, innecesarias).
Las
líneas que se dibujan en un papel no son vistas desde el lugar que representan.
*****
Un
viaje a USA, para conocer todos sus estados, lleva tiempo. Hoy es momento para
Maryland, una de las Trece Colonias establecidas en América que se rebelaron
contra el dominio británico en la región. La relación de colonias sublevadas,
de norte a sur, era:
New Hampshire
Massachusetts (más tarde, Massachusetts y Maine)
Rhode Island
Connecticut
New York (más tarde, New York y Vermont)
New Jersey
Pennsylvania
Delaware
Maryland
Virginia (más tarde, Virginia, Kentucky y West
Virginia)
North Carolina (más tarde, North Carolina y Tennessee)
South Carolina
Georgia (más tarde, Georgia, algunas
partes de Alabama y Mississippi)
El
primer asentamiento de colonos británicos en América del Norte fue en
Jamestown, Virginia. La película “El
nuevo mundo” (2005) de Terrence
Malick es un acercamiento libre a esa historia, prestando atención a la relación entre John Smith
(Colin Farrell) y Pocahontas (Q’Orianka Kilcher).
En
territorio de lo que más tarde sería Maryland William Clairbone establecería el primer puesto comercial, en 1631,
año en el que George Calvert, lord
Baltimore, solicita a la corona los derechos de propiedad y gobierno de la
región de la bahía de Chesapeake. Su intención era mantener un reducto
católico, en el que otros correligionarios pudieran establecerse y mantener su independencia
del credo protestante que la mayoría inglesa profesaba en América. El
rey Charles I aceptaría, antes de
perder la cabeza, Cecil Calvert
(hijo de George) heredaría tierras y títulos, siendo segundo lord Baltimore y
primer propietario de la provincia, una vez dirimidas las diferencias con el
plebeyo Clairbone.
En agradecimiento, Cecil nombra la colonia Maryland (“la tierra de María”) homenajeando a la reina Henrietta María de Francia, esposa de Charles.
Un
estupendo follón, pues no debe olvidarse que la región estaba ocupada, desde
unos diez mil años antes, por nativos algonquinos. Los colonos eran tipos que
pretendían encontrar Eldorado, o eludir cuentas pendientes. Tratar de imponer una civilización, a quienes
tenían una propia, sólo podía conseguirse a la fuerza, con estratagemas o con
subterfugios.
Aquella
debió ser una época fascinante.
Condados de Maryland
*****
Has
llegado a la tierra de María.
*****
Old line state
“Fatti maschii, parole
femine”
(Los hechos son masculinos; las
palabras, femeninas)
El
apodo es un homenaje a sus tropas de línea, elogiadas por George Washington en la guerra de la Independencia.
La
bandera está compuesta por las de la familia de George Calvert. Los cuadros con
el diseño en amarillo (oro) y negro (sable) fueron dados a Calvert, por su
gesta en una batalla, tras asaltar una fortaleza (las barras verticales
asemejan una empalizada). El diseño en rojo (gules) y blanco (plata) es el de
la familia de su madre, los Crossland
(de ahí la cruz). Todo queda en casa. En todo caso, es la única bandera que USA
la heráldica británica.
El
motto o lema era el de la familia
Calvert. A la vista de la controversia que ocasiona tan desactualizado motivo
(en italiano antiguo, no latín), hoy se expresa con un más aceptable “Firmes acciones, suaves palabras”. A
Dios orando y con el mazo dando, que tu mano derecha no sepa lo que hace tu
izquierda, más daño hace una pluma que una espada, mano de hierro en guante
blanco, si no puedes reducirlo intenta seducirlo, son otras interpretaciones
que podrían argüirse para terminar comprendiendo que, en el escudo actual del estado
—donde aparece el motto, un texto en
latín, “Scuto bonæ voluntatis tuæ
coronasti nos” (“Un escudo de buena
voluntad tuya, Señor, bendice y corona al justo”), un granjero (con pala y
botas de caña alta) y un pescador (mostrando una pieza cogida por su cola)
apoyados en el escudo familiar cuatricolor y, en tiempos, una leyenda que
indicaba que “la industria es el medio,
la prosperidad el resultado”—, ese conglomerado, digo, forma el anverso ya que, por
si todo eso fuera poco, el reverso esconde el antiguo escudo en el que un
caballero, con armadura y espada desenvainada, monta a una caballo rampante,
pese al peso, con una orla en la que se lee, traducido del latín, “Cecil, señor absoluto de Maryland y Avalon,
lord Baltimore”. No
se andan con chiquitas.
En
el mapa se ve la ubicación del estado, enclavado entre Delaware, Pennsylvania y
las dos Virginias. La bahía Chesapeake y la desembocadura del Potomac (río arriba se encuentra la explicación al cuadrado que se adentra, entre los
condados de Montgomery y Prince George, para dar cabida a la capital del
estado, Washington, DC) marcan los límites para el puntal en que remata el
condado de St. Mary.
Capital y ciudades
La capital del Estado es Annapolis. Enclavada
en el condado de Anne Arundell, llamado
así en honor a la esposa de Cecil Calvert, lord Baltimore, fundador y primer
propietario de la provincia. Tras el tratado de París de 1783, que puso fin a
la Guerra de Independencia, Annapolis fue capital USA durante un breve periodo
de tiempo, en el que George Washington presentó su renuncia como comandante en
jefe del ejército y se dieron los primeros pasos, en una convención que trataba
de regular el comercio en todos los estados, anticipando la de Philadelphia en
la que, en 1787, se firmaría la Constitución de los Estados Unidos.
La ciudad más poblada del estado es Baltimore.
Otras ciudades con más de 50.000 habitantes son: Frederick, Rockville,
Gaithersburg y Bowie.
Canción
Eva
Cassidy nació en Washington,
DC, en el hospital al que su madre acudió a parir, el 2 de febrero de 1963. La
familia vivía en Oxon Hill, Maryland. Más tarde establecerían su residencia en
Bowie, el lugar que Eva consideró siempre su casa.
Desde pequeña mostró interés en la
música. Su padre le enseñó a tocar la guitarra.
La proximidad con el núcleo de la
capital de la nación hizo que Eva empezara a frecuentar el circuito de
Washington, donde inició su trayectoria musical. Los comienzos son difíciles y
Eva trastabillaba. No le importaba en exceso, porque no mostraba esa taimada
ambición que hace claudicar a algunos, sometiéndose a los deseos de los intermediarios
o los gustos del público.
Ella, por su parte, era firme defensora
de un estilo propio, de una forma particular de afrontar su carrera como cantante.
Ecléctica a la hora de elegir los temas
que interpretaba, dotaba a su repertorio de un sello característico que, de
manera sucinta, se resume en una explosión de sensibilidad. Se
atrevió con los más grandes. Versionó a Billie
Holiday, Ray Charles, John Lennon, James Carr, Judy Garland,
Peggy Lee, Little Willie John, James
Brown, Bill Withers, Paul Simon, Box Tops, Cyndi Lauper, Joni Mitchell, Fairport Convention, Patti
Page, Dolly Parton, Aretha Franklin, Patsy Cline, Willie Nelson,
Fred Astaire, T-Bone Walker, Simon &
Garfunkel, Al Green, Curtis Mayfield, Fleetwood Mac, Sting o Louis Armstrong.
Su criterio selectivo es una muestra definitiva
de su exquisito gusto.
En todo caso, su independencia fue una
traba para un reconocimiento acorde a su espléndido talento. Todos los que le
escuchaban se quedaban fascinados. Uno de ellos fue Chuck Brown, un veterano del funk,
que se empeñó en grabar un disco junto a Eva, “The other side” (1992). La buena acogida hizo que surgieran ofertas
para grabar como solista. Eva las rechazó todas. Las discográficas querían que
se centrara en una colección de temas más uniforme y que modulara su estilo
para darle un aire pop —entendiendo
aquí el término como la metáfora de una burbuja, inconsistente y efímera, que
desaparece sin dejar rastro—, algo a lo que Eva no mostró la menor disposición.
Siguió actuando en la escena local, asombrando
a los privilegiados que pudieron verla en directo. Dos incondicionales, Chris Biondo (ingeniero de grabación,
bajista, amigo y amante ocasional) y Al
Dale (su manager desde que fueron
presentados por Biondo) se convencieron de que debería publicar las canciones
que interpretaba en directo. Programaron dos sesiones en Blues Alley (un club de Washington, DC) para el 2 y el 3 de enero
de 1996. Un problema en la grabación, el primero de los días, hizo que las
tomas no fueran aprovechables para su posterior edición. El segundo día, Eva
tuvo problemas de salud, desconocidos entonces, que afrontó con entereza. Eso
hizo que reconociera que “no estaba
satisfecha con cómo sonaba su voz ese día”, pero, al ser el único material
disponible, el disco se publicó en mayo con las grabaciones del día 3.
Un mes después, durante la promoción del
disco resultante, “Live at Blues Alley”,
Eva empezó a notar fuertes dolores en la cadera. Se le diagnosticó un cáncer de
piel, en fase terminal. El agresivo tratamiento al que se sometió no resultó
efectivo y fallecería el 2 de noviembre, con 33 años, en su residencia
familiar, en Bowie, Maryland.
He
escuchado a bebes llorar, y luego los he visto crecer
Ellos
aprenderán mucho, más de lo que yo sabré nunca
Y he
pensado, ¡qué maravilla de mundo!
Los
colores del arco iris, preciosos en el cielo
También
están en las caras de las personas que veo pasar
Veo amigos
estrechándose la mano, diciendo: “¿qué tal?”
Cuando en
realidad lo que dicen es: “te quiero”
Y he
pensado, ¡qué maravilla de mundo!
*****
Tras su muerte, y conforme a sus deseos,
fue incinerada y sus cenizas esparcidas en una reserva natural cercana a
Callaway, en el condado de St. Mary, en Maryland.
Una cadena de acontecimientos —en que se
incluye una cantante folk local, el
propietario de un sello discográfico, el productor y el presentador de un
programa de la TV británica, algunos críticos musicales con gusto y olfato, relevantes
cantantes famosos que se declararon rendidos ante su calidad como intérprete,
una patinadora sobre hielo que incluyó un tema suyo como banda sonora de su
rutina en los juegos Olímpicos de invierno de 2002 y, con mayor desvergüenza,
una cantante británica de origen georgiano y un cantante americano con escaso
talento y ánimo rapiñero, empeñados en hacernos creer que Eva hubiera
consentido cantar junto a ellos unos dúos en los que lucen palmito mientras
ella se muestra en plenitud— llevaron al éxito post-mortem y a la triste reflexión de que, quien era rechazada por
mantenerse fiel a sus ideas artísticas, alcanzaría el reconocimiento worldwide y, muy en concreto, en UK,
donde 3 de sus discos —“Songbird”
(1998), “Imagine” (2002), “American tune” (2003)— alcanzarían el
#1.
Ebenezer Cooke es un poeta y virgen. Poeta, antes de haber escrito. Virgen, por no haber consumado.
Aristóteles no aprobaría esta forma de entender potencia y acto. Pero disfrutaría leyendo “El
plantador de tabaco”, de John Barth.
Una novela publicada en 1960, ambientada
a finales del siglo XVII, cuando el protagonista es enviado a los territorios
de ultramar, con dos proyectos en los que se desenvuelve con desigual fortuna: preocuparse
de la plantación de tabaco de su padre y ocuparse en escribir un poema épico
sobre la vida en las colonias, la Marylandíada:
"¡La Marylandíada! Una obra
épica que acabará con todas las obras épicas: la historia de la casa
principesca deCharles Calvert,
lord Baltimore y lord propietario de la provincia de Maryland, en la cual se
refiere la heroica fundación de dicha provincia. El valor y la perseverancia de
sus colonos, batallando contra la naturaleza bárbara y los temibles salvajes,
para rescatar su territorio inculto y transformarlo en un paraíso terrenal. La
majestad y discernimiento de sus propietarios, quienes, cual jardineros reales,
mimaron las tiernas semillas de la civilización en tan rudo suelo plantadas,
tratándolas y cultivándolas para que fructificara una Maryland de belleza que
no cabe describir: verde, fértil, próspera y culta; poblada por hombres
valerosos y mujeres virtuosas, por gentes sanas, hermosas y refinadas: una
Maryland, en fin, de pasado esplendoroso, presente majestuoso y futuro
glorioso, la joya que más reluce en la bella corona de Inglaterra, poseída y
gobernada, para beneficio de ambas, por una familia que nada tiene que envidiar
a ninguna otra de las que figuran en los anales de la historia del mundo
universal, todo ello, en rima heroica, impreso en lino, forrado en piel de
becerro, estampado de oro... -al llegar aquí Ebenezer se inclinó, dando un
sombrerazo- y dedicado a Vuestra Señoría".
*****
Una delicia de lectura, colosal en sus
dimensiones y en la ambición de su autor, un extraordinario narrador.
Otra forma de ver un nuevo mundo,
incluyendo la historia de Pocahontas y John Smith en territorio virgen, antes
de que la factoría Disney o Terrence
Malick quisieran dar una versión alternativa.
*****
Las aventuras de un pícaro para
recuperar su legítima herencia.
El empeño de un manchego en busca de
entuertos que desfacer.
Un narrador enredado, incapaz de avanzar
en la explicación de su vida.
Tantas idas y venidas, tantos cambios de
personalidad, tantas cosas que aparentaban ser de una forma y terminaban siendo
de otra distinta, tantas peripecias hacen del libro un prodigio divertido y
erudito.
El estrecho margen que delimita lo que
es real y lo que es ficticio es tan estrecho que, en realidad, carece de
importancia.
*****
Un dicho inglés sostiene que no se debe
juzgar un libro en función de su portada. Quizá fuera George Eliot quien se atreviera a afirmarlo, amparada su figura
bajo el nombre de un varón. Aunque nadie haya afirmado nada sobre juzgar un
libro por su grosor, quizá pensando que podía no hacer falta.
Valorar una obra artística por el
esfuerzo (léase tiempo) que conlleva acabarla es un enfoque mezquino. Quizá la
satisfacción que produce sea más adecuado.
Y las que supone contemplar las
intrincadas relaciones entre personas que mudan de apariencia, sentido ético y
continente en el que residen, adoptando nuevas personalidades o matizándolas,
participando en tal cantidad de singulares requiebros en los que resulta fácil
perder el resuello, tratando de comprar un cuaderno o formando parte de un atípico
y definitivo juicio.
Una verdadera delicia, sin duda. Un
tiempo bien empleado.
Dicen que los finales de siglo provocan
en la humanidad respuestas irracionales, premonitorias de un pretendido fin del
mundo. Cuando se trata de finales de milenio, se alcanzan niveles de brotes
psicóticos, demenciales, al borde del delirio, a los que resulta difícil
sobreponerse.
Ahora suena a coña pero, en 1999, la
idea de que el efecto 2000 acabaría con la civilización (la occidental,
entendíamos) alcanzó una notable extensión y un grado inesperado de
credibilidad.
En ese ambiente crédulo Eduardo Sánchez y Daniel Myrick consiguieron que su película fuera un fenómeno
paranormal. En esencia: tres estudiantes de cine (Heather Donahue, Michael C.
Williams y Joshua Leonard)
tratan de hacer su proyecto de fin de carrera, en 1994, en los bosques cercanos
a Burkittsville, Maryland, con un documental sobre una leyenda local, la bruja de Blair.
Desaparecen sin dejar rastro. Más tarde se encuentra el material que habían
grabado, con profusión de primeros planos y aspecto casero. Es la base en la
que se apoya una de las películas más rentables de la historia del cine
(atendiendo al ratio entre inversión
y recaudación), capaz de difuminar los límites entre ficción y realidad, y
sustento para la aparición estelar en España de Iker Jiménez, reconocido por sus efectos para alterar el sueño (provocando
insomnio o profundo sopor, dependiendo de la persona que esté al otro lado de
la nave del misterio).
Serie de TV
El cambio de formato en los productos
para TV es harto evidente.
Hemos pasado, en un pispas, de episodios
independientes de 20 o 45 minutos de duración (sin soluciones intermedias), a
tochos en los que debe completarse el visionado completo del conjunto de una
serie (todas las temporadas) para comprender el intrincado nudo de relaciones
que se establecen en su desarrollo. Y ni por esas. En algunos casos puedes
acabar perdido.
*****
En fin.
Cada uno se tomará las dosis de la
manera que considere más oportuno.
Pero si soy capaz de dedicarme a
contemplar los 60 episodios de las 5 temporadas de “The wire”, es evidente que no se trata de falta de tiempo, sino de
la forma en que quiero invertirlo.
*****
Una producción de HBO, emitida en USA entre 2002 y 2008. Creada por David Simon. Narra la vida en
Baltimore, la ciudad más poblada del estado de Maryland.
Cada una de las temporadas se centra en
un aspecto diferente de la vida en la ciudad: policía, puerto, políticos,
educación y prensa.
La sintonía
es la misma, con distintas imágenes e intérpretes diferentes para cada
temporada: The Blind Boys of Alabama,
Tom Waits, The Neville Brothers, DoMaJe,
Steve Earle.
*****
La ficción narrativa ha desarrollado su
propio lenguaje. La edad de oro de las series de TV parte de la madurez del
público. El claroscuro es un terreno propicio para la ficción, porque es el más
parecido a la vida real. La complejidad de los asuntos en que nos vemos
envueltos, de las personas que nos rodean, de nosotros mismos, no permite
despacharse con etiquetas en las que lo blanco es prístino y lo negro tiene
capacidad entrópica para atraer la luz.
Que todo tiene matices, vaya. Que no
todo se resuelve diciendo quién es bueno o malo. Que a veces depende de cuándo
y de cómo.
No es una serie para quien quiera
sesenta horas de desconexión continuada, no sé si me explico.
Visita obligada
La bahía de Chesapeake. Alimentada por
los ríos Chester, Choptank, Nanticoke y Pocomoke (en su vertiente este) y Patapsco,
Patuxent, Potomac, Rappahannock, York y James (en la oeste) constituye el mayor
estuario de los Estados Unidos.
Sobre ella, un espectacular puente conecta
ambas vertientes, a la altura de Annapolis, con el Sandy Point State Park a un lado y, al otro, la isla de Kent.
No hay mejor metáfora para describir la
vida que un río que fluye, de forma continua, purificando las orillas que encuentra,
llevándose las impudicias que vertemos a su paso.
Una frontera natural que delimita
márgenes y propicia un final para una entrada que se prolonga en exceso.
El
asunto se plantea de la siguiente manera: llego a mi domicilio, a las diez de la
noche (del 9/09/15) y, en el portal han pegado un cartel anunciador que no se
encontraba cuando salí a las cuatro, tras haber comido en casa.
Lamento la calidad de la fotografía; es la mejor de las (4) que he tomado.
Que
me cambian los contadores. Desconozco los propósitos de una Orden con fecha del
Día de los Inocentes, pero sé que me costará dinero:
—Por
la sustitución. Que deberé pagar yo.
—Y
por el aumento en la factura. Que también pagaré yo.
No
es lo que más me molesta. Digamos que debo aceptar este abuso (en el que
participan, en connivencia, el Gobierno y las eléctricas).
Lo
que me resulta ofensivo es que, viendo que argumentan que la sustitución
resulta necesaria porque deben instalar otros, electrónicos, que
permitan
la discriminación horaria
de
los consumos y la telegestión (nos controlarán a distancia), sean incapaces de concretar
un día (puede ser mañana, día 10, o pasado, día 11) ni, ya puestos, fijar una horquilla
horaria menos indiscriminada.
Hora
aproximada: 8 a 18 h.
No
se me ocurre mayor sinsentido que permitir que unos tíos que no son capaces de
fijar día, ni aproximar un horario con menos de 10 horas de margen, sean
los que me digan cuánto más voy a tener que pagar.
*****
Os
dejo. Me voy a acostar, a esperar a los de EDP (porque no
necesitaré estar presente, pero llamarán a todos los botones del portero automático para que alguien les abra, buenos
son ellos).