El
Estado de Louisiana tiene dos ciudades en el sur con indudable atractivo: New
Orleans y Baton Rouge (la capital).
En
el nordeste, en la encrucijada de tres Estados (Arkansas, Louisiana, Texas) se
encuentra Shreveport, un importante centro educativo, comercial y cultural en
la región de ArkLaTex.
Una
ciudad al borde del Río Rojo, nombrada en homenaje al capitán Henry Miller Shreve, del Cuerpo de
Ingenieros de la Marina, que fue capaz de limpiar la Gran Balsa, una aglomeración
de árboles que atascaban el río en una extensión de 290 km., consiguiendo
hacerlo navegable de nuevo.
Eva Cassidy nació en Washington, DC el 2 de febrero
de 1963. La familia vivía en Oxon Hill, Maryland. Más tarde establecerían su
residencia en Bowie, el lugar que Eva consideró siempre su hogar.
Desde
pequeña mostró interés en la música. Su padre le enseñó a tocar la guitarra.
La
proximidad con la capital de la nación hizo que Eva empezara a frecuentar el
circuito de Washington, donde inició su trayectoria musical. Los comienzos son
difíciles y Eva trastabillaba. No le importaba en exceso, porque no mostraba esa
taimada ambición que hace claudicar a algunos, sometiéndose a los deseos de los
intermediarios o los gustos del público.
Ella,
por su parte, era firme defensora de un estilo propio, de una forma particular
de afrontar su carrera como cantante.
Ecléctica
a la hora de elegir los temas que interpretaba, dotaba a su repertorio de un
sello característico que, de manera sucinta, se resume en una explosión de
sensibilidad. Se atrevió a versionar a los más grandes.
Su
criterio selectivo es una muestra definitiva de su exquisito gusto.
En
todo caso, su independencia fue una traba para un reconocimiento acorde a su espléndido
talento. Todos los que le escuchaban se quedaban fascinados. Uno de ellos fue Chuck Brown, un veterano del funk, que se empeñó en grabar un disco
junto a Eva, The Other Side (1992). La buena acogida hizo que surgieran ofertas
para grabar como solista. Las rechazó todas. Las discográficas querían que se
centrara en una colección de temas más uniforme y que modulara su estilo para
darle un aire pop —entendiendo aquí
el término como la metáfora de una burbuja, inconsistente y efímera, que
desaparece sin dejar rastro—, algo a lo que Eva no mostró la menor disposición.
Siguió
actuando en la escena local, asombrando a los privilegiados que pudieron verla
en directo. Dos incondicionales, Chris
Biondo (ingeniero de grabación, bajista, amigo y amante ocasional) y Al Dale (su manager desde que fueron presentados por Biondo) se convencieron de
que debería publicar las canciones que interpretaba en directo. Programaron dos
sesiones en Blues Alley (un club de
Washington, DC) para el 2 y el 3 de enero de 1996. Un problema en la grabación,
el primero de los días, hizo que las tomas no fueran aprovechables para su
posterior edición. El segundo día, Eva tuvo problemas de salud, desconocidos
entonces, que afrontó con entereza. Eso hizo que reconociera que “no estaba satisfecha con cómo sonaba su voz
ese día”, pero, al ser el único material disponible, el disco se publicó en
mayo con las grabaciones del día 3.
Un
mes después, durante la promoción del disco resultante, Live at Blues Alley,
Eva empezó a notar fuertes dolores en la cadera. Se le diagnosticó un cáncer de
piel, en fase terminal. El agresivo tratamiento al que se sometió no resultó
efectivo y fallecería el 2 de noviembre, con 33 años, en su residencia
familiar, en Bowie, Maryland.
En
su última actuación, para un grupo de amigos, interpretó a Louis Armstrong.
“He visto árboles verdes,
y también rosas rojas
He visto cómo florecían,
para ti y para mí
Y he pensado, ¡qué
maravilla de mundo!
He escuchado a bebes
llorar, y luego los he visto crecer
Ellos aprenderán mucho,
más de lo que yo sabré nunca
Y he pensado, ¡qué
maravilla de mundo!
Los colores del arco iris,
preciosos en el cielo
También están en las caras
de las personas que veo pasar
Veo amigos estrechándose
la mano, diciendo: “¿qué tal?”
Jose Navas es un divulgador musical de
fínisimo olfato y excelente gusto.
Le conozco desde que seguía su blog, Redondo y con Agujero, donde cada una de sus recomendaciones era un
acierto seguro. Ahora lo mantiene en barbecho. Pero es una persona inquieta y
presenta un programa de radio con el que sigue dándonos alimento. Esta
temporada (la cuarta), Navas ha incluido una brillante innovación: cuenta con
un invitado para que se presente y haga lo propio con una canción.
Para la edición 121 tuvo a bien contar conmigo; un completo honor.
Fue excesivo en los halagos, pero es una muestra de su generosidad
que, por amistad, le agradezco.
La selección de temas es fabulosa. Pincha en el audio porque
merece la pena.
Veo el elenco y flipo. Lo pongo en orden alfabético para no destripar nada:
James Carr, Matthew Curry, Owen Campbell,
Owen Stroud, Taylor Scott Band, Whiskey
Foxtrot.
Blues, americana, soul. Un repaso a la música de procedencia USA.
Es una de esas discusiones recurrentes para los fanáticos
seguidores del soul clásico, elegir
entre las dos etapas de los “Emperadores
del Soul”.
¿Smokey Robinson, o Norman Whitfield?
Yo prefiero la segunda, porque me van esas introducciones
instrumentales a cargo de los Funk
Brothers, me gusta la alternancia entre las voces solistas según discurre
la canción y, como no, me arrebata la elección de vestuario.
Y las letras de Barrett
Strong, que se mantienen actuales.
En
las grandes llanuras del MidWest americano, un monumental conjunto histórico centra la atención.
Es
el monte Rushmore, esculpido por Gutzom Borglum, con las efigies de
cuatro presidentes: George Washington,
Thomas Jefferson, Teddy Roosevelt y Abraham Lincoln. Un proyecto que llevaría 14 años, entre 1927 y
1941. Una nadería, teniendo en cuenta que el Crazy Horse Memorial, muy cercano, empezó en 1948 y no tiene fecha
prevista de finalización.
Su
capital es Pierre (por un comerciante de pieles de origen francés), la segunda
menos poblada del país, sólo por delante de Montpelier, Vermont.
Una multitudinaria formación, activa en los primeros años ‘80s,
interesada en desarrollar un sonido con influencias jazz, latin, samba.
Ese aire hizo que se convirtiera en el himno de los seguidores de la
selección brasileña de fútbol (la torcida),
que animaban a un equipo que competía en la Copa del Mundo de Naranjito,
contando con un elenco de lujo, con Zico,
Falcao, Socrates, Toninho Cerezo
o Junior.
Tantos componentes no auguraban un largo futuro juntos y, como parecía
previsible, Reilly y White organizaron un nuevo combo, Matt Bianco.
Un artista asociado al country
más sosegado, pese a que él fue un artista inquieto y se movió en distintos
géneros.
Su
primer éxito vino con el combo psicodélico que lideraba a finales de los ‘60s. Una
canción que sería inmortalizada en el viaje de “El Nota” (Jeff Bridges)
en “El gran Lebowski”, la película de
los hermanos Coen de 1998.
El
tema, escrito por Mickey Newbury,
había sido interpretado antes por Jerry
Lee Lewis.
Es la última canción del último disco publicado en vida de Cash
(murió el 12 de septiembre de 2003). La cuarta entrega (habría dos más,
póstumas) de la serie American, producida por Rick Rubin, muestra una presencia de ánimo que impresiona. Y la
selección mezcla canciones que ya había grabado antes (“Give My Love to Rose”, “Sam
Hall” o “I'm So Lonesome I Could Cry”,
de Hank Williams, entre otras) con
versiones a las que brinda una dosis de autenticidad que estremece (“Hurt”, de Nine Inch Nails, “Bridge Over
Troubled Water”, de Simon &
Garfunkel, “In My Life”, de The Beatles, “Personal Jesus”, de Depeche
Mode.
Y, sabiendo que su muerte está próxima, remata de forma elegante su
obra (colosal: “El Hombre de Negro”
es uno de los talentos más notables de la música popular) con un sobrio
epitafio.
No podía ser de otra forma. Cash era excesivo en todo, menos en
los gestos.
La canción, compuesta en 1939, fue inmensamente popular entre las
tropas británicas. Dio título a una película interpretada en 1943 por la propia
Vera Lynn.
Una mujer que hoy, 20 de marzo de 2020, cumple 103 años.
¡Felicidades!
La
capital de Washington, el Estado situado más al nordeste de los 48 contiguos.
Al
sur de la región de Puget Sound, una
zona de bahías, islas y penínsulas de origen glaciar.
Dos
parques nacionales de origen montañoso la rodean: las Olympic Mountains y Mount
Rainier.
Una
ciudad en la que llueve mucho (y muy a menudo). Olympia es la ciudad que ha
tenido más días lluviosos durante los últimos 30 años; más que ninguna otra en
los 48 estados contiguos.
Sede
de la Universidad de Evergreen. Y más cosas que descubrirás en el enlace adjunto.