¿Alguna vez has
dado “me gusta” a un texto que no has
leído, una foto que has mirado al bies, una canción que no has escuchado y ni
siquiera conoces, amparado en un deseo de reciprocidad, sabedor que las
relaciones se alimentan de estas migajas de aceptación que se dan en espera de
ser cobradas?
¿Has subido una
foto, escrito una ocurrencia pasajera, compartido una canción ñoña y resultona,
rebotado un enlace de un artículo demasiado largo y enrevesado para detenerte a
leerlo; y te has quedado oteando, como un halcón, esperando que más y más gente
(hordas desconocidas, ¡cómo os anhelo!) se abalancen en una interacción que,
mal que te pese, es fructífera y satisfactoria?
Una realidad
tiránica, descrita (empleando palabras ilustres) y editada por Santi Alverú, ejerciendo de pope de Yonlok, la revista de la que todavía no me han echado.