“Con
semillas, con frutos secos. Con harina integral, o de centeno. Ciabatta o
baguette”.
“Como
profesional, sabe que hay muchas formas de hacer pan. Y en Bankia hay muchas formas de no pagar comisiones de servicio para
autónomos y pymes. Sólo tiene que acercarse a su oficina y descubrir cuál le
encaja. Bankia: consulte condiciones
en bankia.es”.
Ahora
lo hace para explicar las formas de no pagar comisiones, en una campaña que,
sintomáticamente, se denomina Programa
SIN Comisiones* (aunque se formaliza
*CON Condiciones).
La
metáfora de la cuerda se me presenta con forma de tuerca —una vuelta más— e imagino presentarme en la oficina y mostrarme un
surtido de modelos variados para que elija cuál es el que, adosado a mi
espalda, me sienta mejor.
Como
si fuera un autómata del pago (explicación mixta que engloba a pyme y
autónomo).
Es
evidente que han demostrado sus objetivos preferentes:
cualquiera al que puedan estrujar.
*****
En
su nueva campaña se han centrado en cuatro ámbitos: una cafetería, levantarse
cada mañana, formas de marcar un gol o una panadería. Son las cuatro cuñas que
encontrarás aquí.
El texto que encabezaba el artículo es una copia literal del que encontrarás,
si eres curioso, como “Cuña de radio:
Programa sin Comisiones IV”.
Y
te diré, morena, lo que me fío de ellos y de sus intenciones. Hablan del pan
con semillas o frutos secos (para exquisitos neo-gourmets), con harina integral (operación bikini a la vista) o de
centeno (el pan negro alemán que Heidi
conocía y detestaba de siempre, llevándole, cuando lo descubrió, a guardar pan
blanco, esponjoso, para su amiga Clara),
ciabatta (italiano) o baguette (pan francés). Pero, por
descontado se han olvidado del pan nacional del que recordaré tres
extraordinarias modalidades: el castizo candeal, el payés catalán o el untoso bollu preñao asturiano.
*****
Cuando
está claro que lo único que tienen en común, un panadero y uno de Bankia, es
que se pasan la jornada amasando.
Se
excluye, por prudencia, la mención a un pase pernocta.
Y que todos los panaderos, y algunos de Bankia, saben cuándo entran, pero no cuándo salen.
Es
sabido que los ciudadanos de a pie, el
vulgo, desconoce lo complicado que resulta estar forrado. Un anuncio de
Loterías recuerda esta realidad, repetidamente, a los que nos gusta escuchar la
radio.
“Si mi jet
sale de Hawai a las doce del mediodía, a una velocidad de 800 km/h, y mi chica
despega en el suyo, desde nuestra casa de la Toscana, a las 9, a 700 km/h, ¿a
qué hora nos encontraremos en el punto intermedio, situado en nuestro loft de
Manhattan?”
Los problemas de ser
rico...
*****
La
voz del nuevo rico —y la del narrador— componen un dúo tan detestable que
muchos se han animado a encontrar contradicciones en el mensaje (olvidando que,
puesto que se trata de publicidad, la falta de verosimilitud está permitida). Aún
así, algunos cruzados, como Sunya,
tratan de resolver el problema.
Al
contrario de lo que le pasaba a Teyve,
el lechero judío apegado a la tradición, interpretado magistralmente por Topol, en la película “Fiddler on the roof”, dirigida en 1971
por Norman Jewison. Su propósito es
casar a una de sus tres hijas mayores con alguien acaudalado y así acabar con
su pobreza. Una de sus aficiones recurrentes (tan imitada hoy) es fantasear con
lo que haría con su fortuna, en un número musical memorable: “If I were a rich man”
Es
necio y, en apariencia inflexible, pero las tradiciones, especialmente en
tiempos convulsos, se terminan cambiando, máxime cuando las mujeres con las que
convives se empeñan en ello.
*****
Pero
resulta complicado adquirir sensatez, al margen del dinero que dispongas.
*****
Y,
además de conocimientos de física, unos elementales de matemáticas.
Nuestra
página hermana, MegaRicos, especializada en
asuntos exclusivos, nos facilita algunos datos. Apunto que se usará el $, la
moneda más apropiada.
"Dúplex en Manhattan - $26.5 Millones" Foto: MegaRicos
*****
Haremos
cuentas:
Jet 1 64.5
Jet 2 20.7
Mansión 29.5
Dúplex 26.5
TOTAL $ 140.2
El
próximo bote, previsto para el sorteo de Euromillones de 14/06/2013 es de 129
Millones de €. No me da para la gasolina del primer viaje.
Tendré
que recordar que el juego es “el impuesto
de los ignorantes”.
*****
Un
paso más cerca de la privatización de las Loterías, lo poco que queda por
liquidar.
*****
Última
hora; el titular más sencillo para la prensa deportiva: Messi,
al banquillo.
Ya lo advertimos
en su momento; no se nos hizo caso y no sólo no se le nacionalizó, como
futbolista, sino que parece que tampoco se hizo lo mismo con sus tributos.
Mi
amigo Santi, que se habrá enterado estando en Colombia me recordará que me
advirtió que no era trigo limpio.
En
inglés corresponde al acrónimo de “Chief
Executive Officer”. Literalmente traducido significa “Oficial Ejecutivo en Jefe”. Antes se empleaba “Managing Director” o “General
Manager”.
Pensando
en castizo, podríamos hablar de “Gerente”
o, simplemente, “Jefe”.
Siendo
escrupuloso se refiere al “Jefazo”,
ese sujeto que, cuando aparece, consigue que cesen las conversaciones futboleras
(entre varones) y que las hembras se moldeen la melena.
Naturalmente,
es una especie en extinción.
Pero
el tratamiento se ha extendido, generalizado (en su versión inglesa) y adoptado
formas mutantes (V.I.P., Executive, Premium) que pretenden ensalzar, falsamente, el sentido exclusivo
de algo que alcanza a cualquiera.
Me
acaban de llamar y me han hecho una oferta en la que me adscribían en una
categoría carente de cualquier valor o relevancia: mi inclusión en ella es
prueba fehaciente de la veracidad de mi afirmación.
Le
he pedido a la teleoperadora que me la repitiera, “para poder contárselo a ella y que se sintiera orgullosa” y he
fingido que me trababa, más de lo necesario (“exe, exe, exe, exécutif”), mientras dos de mis hijos se peleaban
de fondo (“son mis hijos, a los que estoy
a punto de ejecutar”) y ella tuvo que traducir al español el término (“ejecutivo”), viendo que la conversación
no terminaba nunca y a ella, tras escuchar el bofetón que ellos se dieron (“creo que ya se han ejecutado solos”),
le resultaba difícil contener la risa y concluyó con un apresurado “¿algo más en lo que le pueda ayudar, señor
Secades?” que tengo por cierto deseaba que yo contestara con un escueto "NO",
como benévolamente hice.
En
la perspectiva de un mundo occidental, globalizado, interconectado e incomprensiblemente
pasivo, el ciudadano de a pie —sustento económico del invento— necesita ser
orientado. No se le puede dejar andar a su aire, no vaya a ser que cese en su
servicio a los intereses colectivos.
Para
ello, los teóricos del sistema operan en tres jerarquizadas categorías:
— Los
gurús. Claramente identificados, llegan a alcanzar un status mesiánico. Su capacidad de sugestión les hace sobrevolar cualquier
crítica que se les quiera realizar.
— Los
grupos de expertos. Son accesibles fácilmente, pero desconocidos para los
legos en la materia. El resto de especialistas, excluidos del plantel
definitivo, afirman su ignorancia supina, cuando no mencionan su permisividad
para el intercambio de dinero (o fluidos).
— Think tank. Son utilizados con un
fin determinado: servir a los intereses de una agrupación, comúnmente política
o económica. Como responsables ideológicos
de las propuestas que, tras ser sondeadas y testadas son aprobadas, carecen de
rostro y se enmascaran dentro de un colectivo de mayor rango.
Pueden
ser considerados como estrategas, sabios, ideólogos o simples oráculos.
En
USA se reúnen en oficinas minimalistas, decoradas con muebles de diseño
extravagante, mientras los ñordos
transportamos y montamos chiffoniers
y cajitas plegables con las que guardar corchos, chapas y los tickets de caja.
En
España, mucho antes de que
la embotelladora de Atlanta quisiera enseñarnos cómo son nuestros bares (en
los que no hay jukebox, ni se beben
refrescos a morro), cada pueblo contaba con el suyo propio, en el que,
pertrechado a la barra, algún intrépido se animaba a lisonjear a la camarera,
mientras cuatro viejos, en la mesa de siempre, jugaban al mus y eran capaces de
opinar sobre cualquier cosa. La TV les comió el terreno, sin que pudieran
preverlo y serían reemplazados fulminantemente por tertulianos, el punto más
bajo de la escala evolutiva.
Nadie
les echó en falta, por mucho que lo hubieran visto todo, y lo contaran sin
cesar (“precisamente por eso”, alguien
afirma con falsa ingenuidad).
El
servicio de traducción simultánea con conciencia social.
*****
Actualización (11/06/2013):
Mi
amigo Bernardo De Andrés Herrero,
activo comentarista en este blog y alma
mater en Mi tocadiscos dual,
propone enriquecer las texturas del espectro cromático y sugiere una banda
sonora. Recojo su guante, concretado en estas extra–balls:
The
Gurus: “Good morning” [de “All the
children sing by...” (2002)]
Grupo de Expertos Solynieve: “Claro y meridiano”
[de “Alegato meridional” (2006)]
Es,
a primera vista, etérea, difusa, difícil de apreciar.
Vista
de lejos, resulta enormemente atractiva. Pero, al contemplarla próxima, se
perciben sus múltiples tentáculos y se intuye que puede resultar insoportable.
Así
que se prefiere cercana a otros, pero no se desea junto a uno mismo.
"Yendo en parejas damos más miedo (todavía)" Foto: Luc Viatour
Cuando
se trata de convertir en ley, siempre da la sensación de que la ha escrito
Francisco.
Ibas
apiñado junto a tus hermanos, pasando calor a pesar de las ventanillas bajadas,
harto de jugar a ser el primero en ver los mojones que marcaban los kilómetros,
aburrido de escuchar las mismas cintas, con las canciones en el mismo orden predecible, reproduciendo,
mientras tarareabas, ese crujido y ese salto que tenía el surco del disco
original, lleno de polvo y rallonazos y que, al oír en el coche, anticipabas
todos esos pequeños momentos, por encima del ruido de huevos fritos y el aire
entrando a bocanadas, como lenguas de
fuego.
En
las curvas jugabas a volcarte, como si no pudieras hacer nada para evitarlo,
tratando de aplastar a los hermanos que iban del otro lado, agarrándote a las
manijas laterales, porque los cinturones traseros no se habían impuesto
todavía.
De
repente, en una recta larguísima, entre los vapores de la ilusión óptica
provocada por el exceso de calor y un incomprensible efecto refractario
—multiplicado por una imaginación ya de por sí calenturienta—, vislumbrabas un
tobogán. Todos a una, por una vez, los hermanos se unían en un mismo clamor:
— Acelera, papá.
Tu
madre apretaba las uñas de los pies, anticipando un frenazo ficticio, se cogía de
la manija disponible para el copiloto y se preparaba para lo peor, porque ella
conocía a tu padre de hace mucho tiempo, de antes de que empezara a ponerse
capas para tapar su vena psicótica.
— Por Dios, Manolo...
Tu
padre —al que le gustaba pisar el acelerador y que estaba harto de tanto calor,
de tanta monserga, de tanta cinta de los Beatles,
de tener que exprimir el motor del coche para adelantar, jugándose el tipo, a
un camión, o a un autobús, justo en el límite, un minuto antes de que la niña
dijera que quería hacer pipí—, ve la curva, con los mismos ojos que todos, y decide que sí, que esta vez vale,
que ahora va a acelerar.
Aprieta
fuerte las manos, tensa los brazos y le
pisa. Todo lo que puede. Al máximo. Sus mocasines podrían llegar más lejos,
saliéndose para formar parte del motor, pero él ayuda un poquito más levantando
el culo y volcando todo su peso sobre el pedal.
Luego,
pasaron los años, te tocó sentarte en el asiento delantero, regular el
climatizador, ajustar los cinturones y las sillitas de seguridad, fijar la
velocidad de crucero para la autopista y poner capas con las que tapar tu vena
psicótica.
Intentaste
que tus hijos jugaran a ver quién era el primero en descubrir los PKs (“puntos kilométricos”), escuchar música
en el iPod que llevabas con listas de música para todos, con orden aleatorio
para no saber nunca lo que vendría a continuación y descubriste que era más
difícil parar en una autopista, que en una carretera nacional, para bajar a tus
hijos y repartir un par de cachetes.
Y,
a pesar de que bautizaste de nuevo a los toboganes, llamándolos cambios de rasante, cuando vislumbrabas
uno, tus hijos, como tú mismo habías hecho, te pedían, con verdaderas ganas:
— Acelera, papá.
Ella,
se agarraba y clavaba sus uñas a modo de freno y (aunque un atisbo de felicidad
se asomaba a su rostro, pese a que intentara taparlo con el tamaño de sus gafas
de sol y un leve giro de la cabeza que aprovechaba para mirar por el
retrovisor, dónde se veía a ella misma, muchos años antes) decía:
— Manolo, por Dios...
*****
Por
lo demás, no hay otras situaciones en las que nadie se atreva a decirte que
aceleres. Porque todos los que están a tu alrededor asumen que vas más deprisa
de lo que deberías.
Como
ellos mismos.
— Jo. Es que últimamente ando liadísima.
— No me da tiempo a nada.
— De verdad que tengo que parar.
— No doy abasto.
*****
Tengo
la sensación de que, para muchos, el tiempo se les escapa sin que hayan sido
capaces de controlar lo que hacen. Todo va demasiado rápido. Todos quieren
bajar un poco la velocidad (pese a que el Gobierno, para llevar la contraria, esté
estudiando la posibilidad de aumentarla).
Supongo
que parte de la explicación reside en que estamos más atentos a lo urgente que a lo importante. Si tuviera ganas de ponerme
en plan formalista, propondría ahora un cuadro de doble entrada con urgente (SÍ/NO) en un eje y, en el otro,
importante (SÍ/NO) y deberías
plantear cómo haces para resolver tus asuntos cotidianos.
Pero
no me apetece nada.
Entre
otras cosas porque ya sé la respuesta. Y tú también. Ambos sabemos que haces un
montón de cosas, todos los días, pero sigues teniendo la sensación de que las
prisas no te están ayudando a ser feliz.
Muéstrate
Sigue tu instinto
Inspírate
Deja de ser una víctima
Haz todo aquello que sabes hacer bien
Ama tu trabajo
Míralo todo desde una nueva perspectiva
Ten curiosidad por todo lo que te rodea
No te aísles
Júntate con los que quieres
Márcate objetivos
Acaba lo que empezaste
Ayuda a los demás
Olvídate por un día de las noticias
Baila
Mímate un poco
Enfréntate a tus miedos
Visita un museo
Alguna decisión es mejor que ninguna decisión
Haz ejercicio
Desenchúfate de la tele
Escucha música
Mantente en contacto con la naturaleza
Ánimo, tú puedes
Busca el equilibrio
Procura dormir bien
Lee
Compra flores
Trata de llegar
Programa un plan realista
No te compares con los demás
Vive el momento
No seas injusto contigo mismo
Acepta que la vida tiene momentos buenos y malos
Piensa cada noche en las cosas buenas que te han
sucedido hoy
Deja que entren las nuevas ideas
Cree en ti
Sé amable
Deja que la gente sepa lo especial que eres
Sé honesto contigo mismo
No dejes que te obsesionen los pensamientos negativos
Céntrate en crear lo que deseas
Dedica tiempo simplemente a divertirte
Da las gracias a las personas que te enseñan, que te
apoyan, que te animan,
e invítalas a tomar un café
No lo olvides... el dinero no puede comprar la
felicidad
Ofrece lo que ya no necesitas a quienes sí pueden
necesitarlo
Valora quién eres en este momento
Forma parte de un grupo
Encuentra un espacio común
Cuida el amor en tu vida
Haz una lista de agradecimientos
Ama a la Madre Tierra
Hazlo lo mejor posible
No pierdas la esperanza
Nunca sabes lo que el mañana te puede traer
Nunca dejes de aprender
Aprecia lo que tienes
Cree en algo tan grande como tú mismo
Permanece junto a tus amigos y tu familia
Sé honesto contigo mismo
Sé feliz
*****
La canción, de Yael Naim, artista franco-israelí,
estaba incluida en su disco homónimo de 2007. Se utilizó en el anuncio del MacBook Air, de Apple, dentro de un sobre.
*****
Inmersos
en este mundo hiperconectado, estamos expuestos de forma permanente y perdemos
la capacidad de descubrir que la importancia de las cosas es una atribución
nuestra, mientras la urgencia viene determinada por una imposición ajena.
Alguien
me dice que atienda un asunto urgente.
Desatiendo
aquello que yo considero importante.
Los
demás nos fijan plazos; somos flexibles con lo que depende de nosotros.
*****
La
rapidez se vicia y se torna en prisa. Frente a ella, debería alzarse la virtud
de la calma.
*****
La
velocidad es la distancia recorrida por un objeto por unidad de tiempo.
La
aceleración indica el cambio de velocidad por unidad de tiempo.
La
inercia es la propiedad que tienen los cuerpos de mantenerse en su estado de
reposo, o movimiento, mientras no se aplique una fuerza.
Es
más sencillo acelerar (aumentar la velocidad) que frenar o parar (disminuir la
velocidad).
Los
anunciantes lo saben. Te animan a que cojas otra carretera, en la que no haya
más coches y que vayas más despacio, mirando de otra forma.
Edward
Sharpe & The Magnetics Zeros, yendo a casa.
La
mejor forma de hacer las cosas.
Un
poco más despacio, con calma, disfrutando de lo que haces.
¿A
que te gustaría conducir, de otra forma, a otra velocidad?
Tras
haberse opuesto abiertamente a la Segunda Guerra Mundial, Gerald Holtom, artista británico, diseñó su logo para el desarme
nuclear, que sería utilizado en la primera Aldermaston
March, del 4 al 7 de abril de 1958, en oposición a la “Guerra Nuclear”, como parte de la “Campaña para el desarme nuclear”. Posteriormente, el movimiento hippie se apropiaría de él; su uso
extendido lo convirtió en uno de los símbolos de la paz.
Conceptualmente
el logo es de una extrema simplicidad. Empleó el semáforo, el Código de señales
usado por la OMI (Organización Marítima
Internacional) que utiliza banderas y resulta apropiado en condiciones de
buena visibilidad.
Dado
que tenía como objetivo el desarme nuclear (“Nuclear
Disarmament”) integró las correspondientes letras del alfabeto.
Karl Benz y Gottlieb
Daimler inventaron en 1881, en Alemania, de forma independiente, el motor
de combustión interna. En lugar de competir, decidieron integrarse en la misma
compañía.
A
principios del siglo XX, contaron con un notable distribuidor, Emil Jellinek, diplomático, empresario
y hombre de mundo, de origen austro-húngaro. Participante en carreras de
coches, empezó a apuntar sus pedidos como llamaba a su hija, Mercedes; con el tiempo, daría nombre a
la firma.
El
famoso logotipo con la estrella de tres puntas rodeada de un círculo, fue
diseñado por Daimler. Simboliza la capacidad de adaptación de sus motores para
su funcionamiento por tierra, mar o aire. Los laureles, símbolos de la marca
Benz, se integraron en un logo perfectamente reconocible.
La
ostentación y el exceso fue una seña de identidad en parte de la comunidad
negra en los 80s (y siguientes). Uno de los símbolos de status era llevar mucho oro encima y adornarlo con las estrellas de
Mercedes, colgando como si fueran medallones.
Barracus, miembro
del equipo A, es recordado por su corte de pelo mohicano, sus problemas
para controlar sus accesos de ira y su miedo a volar. Su gusto por el exceso —y
su afición a llevar chatarra colgando del cuello— apuntan una explicación
pavloviana en la aversión asociada al pitido que el arco de control de acceso
emitía cada vez que, infructuosamente, trataba de acceder a un avión, sin estar
drogado.
Como
quiera que fuera la cosa, supuso un modelo para muchos. El desarrollo
descontrolado de conductas imitativas y la falta de respeto a la propiedad
ajena, condujeron a que la casa alemana decidiera integrar el logo en la
carrocería del vehículo.
"A ver cómo haces para llevártelo ahora" Foto: FroyoNation
La
ambición, combinada con el deseo de aparentar y resultar intimidante, dejan
expuestas las verdaderas intenciones del que así actúa.
A
nadie le gusta la ambición, la ostentación y la avaricia, cuando son ajenas.
“Por supuesto”.
*****
Estamos
sometidos a tanta tensión que, en ocasiones, se nos ocurren medidas drásticas
con las que resolver, taxativamente, los problemas que afrontamos.
Mi
amigo Deploreibol lo tiene
claro: “Un tanque es la mejor solución”.
Todos
rechazamos el uso de la violencia. No parece concebible que alguien haya tomado
una determinación así.
“Of course”.
Pero quizá, en algunas ocasiones, se me ocurren ideas, encuentro
atajos, me planteo modos drásticos de terminar con todos esos que creo que se
lo merecen de veras. Aquellos que, desapareciendo, conseguirían que el mundo fuera
mejor.
No
lo tomo en serio. Por supuesto que no. No me crean capaz de hacerlo. Hago todo
lo posible para controlarme.
“Of course”.
Aunque
quizá —“but maybe”— me sienta tentado
a comportarme como un antisistema
y poner a alguno en el punto de mira.
"En el punto de mira"
Es
posible que, aceptando sin cuestionar tantos “por supuesto”, mientras se alienta la visión egoísta de este mundo
moderno que no deja de cambiar, estemos dejando mucho espacio para demasiados “but maybe” que sólo pretenden eliminar
al que (nos) molesta.
Que,
curiosamente, suele ser percibido como diferente y, por eso, extraño.
En
ocasiones me cuesta distinguir los logros colectivos, las aspiraciones
orientadas hacia lo propio y las lacras sociales, si sólo atiendo a su forma de
mostrarse, a su apariencia externa.
*****
El
martilleo de ese ritmo pis–benz–pum, pis–benz–pum, pis–benz–pum, repetido sin
parar, me obsesiona, me hipnotiza y me levanta jaqueca.