En
el recurrente debate sobre si los niños deben
llevar tareas para casa, o si el tiempo que dedican en el centro escolar es suficiente, resulta difícil aportar
argumentos convincentes, porque tiene
uno –yo– la sensación de que las posturas están trabadas y, más o menos, todo el mundo (afectado, o no) tiene una convicción al respecto; se podría decir
que inamovible.
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Ilustración: Gemma Cantador |