viernes, 31 de enero de 2014

Postureo

“Sí, pero no”.

Se adoptan poses, por el hecho de estar de moda (y se critican, en cuanto dejan de estarlo).

Virtud virtual. (Fingir una apariencia, actuando desde casa).

"Juego de las diferencias: sin hogar vs. hipster"

La esencia del mundo moderno.

(Leyendo entre líneas)

Una mica elevó el postureo hasta cotas grotescas.

María Isabel: Antes muerta que sencilla


La atropellada pronunciación, acentuada por la continua visita de Pérez (el ratón), facilitaba la caricatura, en una traducción que se propagó.

Llum Barrera: Antes muerta que sin silla


La burla puede resultar predictiva (eligiendo objetos).



*****

Todo esto, el día después de anunciarse que a Pedro J. Ramírez le han invitado a dejar su silla.

De todo el mundo, el personaje más preocupado por la pose a adoptar (en la esfera pública y, también, en la privada).

Serán coincidencias.


jueves, 30 de enero de 2014

50 años para un cambio


PREFACIO

Antes de que me despiste y olvide de qué quería hablar, estoy escuchando a Sam Cooke, explicando la (proximidad) necesidad de un cambio.


Sam Cooke: A change is gonna come


CONTEXTO HISTÓRICO

La TV todavía emitía en blanco y negro. Visto hoy, en este mundo lleno de colorines y saciado por la aceptación conformista, da la sensación de que todo era gris.

Quizá, por eso mismo, algunos se empeñaban en mostrar su descontento.

En USA, lo negro era más negro (y algo de lo blanco, más blanco). Se imponía la segregación, y la participación en guerras extranjeras que alimentaran la enorme industria bélica, extendiendo un modo de vida que, en los ‘50s, había llevado prosperidad (a algunos; a los de siempre). Un sistema que era envidiado en una parte del mundo, odiado en otra y empezaba a ser detestado en casa (al descubrirse su desigualdad intrínseca).

Una causa justa hacía que los pequeños (negros, jóvenes, desencantados; en muchos casos, todo ello al mismo tiempo) se unieran en una lucha contra los poderosos. Creían que un cambio era necesario. Les parecía que la música era una forma para transmitir un mensaje, que ellos veían como nuevo y revolucionario.

PRÓLOGO

Un joven, de flequillo rebelde, se armó con una guitarra y una armónica. Quiso mostrar que sus ideas y su autonomía le permitirían cantar en cualquier lugar, sin importar su rasgada voz y su desaliño. O mejor aún: convirtiendo ambos en una seña que marcara su identidad y su autenticidad.

Simplemente se hacía preguntas y miraba hacia otro lado, silbando que la respuesta estaba en el viento.

Bob Dylan: Blowin’ in the wind


No eran preguntas simples. Había que tener mucho valor para hacerlas.

“Cuántas veces deben volar las balas de cañón,
antes de ser prohibidas para siempre.

Cuántas muertes serán necesarias,
antes de que se dé cuenta,
que ha muerto demasiada gente”.

PRESENTACIÓN

Hoy se cumplen cincuenta años del día en que Sam Cooke se metió en un estudio de grabación. Era el 30 de enero de 1964.

Resulta complicado establecer las motivaciones para realizar algo, lo que mueve a un creador (un escritor, un pintor, un compositor) a hacer su trabajo. Esa investigación tiene siempre mucho de especulativa. En el caso presente se han aceptado algunas:

— La muerte de su hijo de año y medio en la piscina de casa.
— En mitad de una triunfal gira, en un motel de Shreveport, Louisiana, se niegan a alojarle (y a su grupo de acompañantes). Sólo una explicación: su raza.
— Escuchar a Bob Dylan.
— El asesinato de JFK en Dallas, el 22 de noviembre de 1963.

Pero no las tenía todas consigo. Su discográfica dudaba del riesgo que entrañaba que un artista negro obtuviera tanta notoriedad.

CARRERA

Sam había empezado con el grupo gospel The Soul Stirrers, grabando para el sello californiano Specialty, propiedad de Art Rupe, un tipo extravagante que, siendo blanco y residente en el este, inició un periplo (por pura diversión, como el que narraría Jack Kerouak) que le llevó a la otra costa. Allí se establecería en Los Ángeles y, en lugar de dedicarse al cine, enganchado a la música por los tugurios que frecuentó en su viaje iniciático, fundó uno de los más importantes sellos de lo que entonces se llamaba race music (música racial), consistente en rhythm & blues, gospel, blues y un seminal rock & roll (su máximo reconocimiento vino gracias a tener en plantilla a Little Richard).

Pero Rupe no se atrevió a promocionar el cambio de estilo de Sam, temeroso de la reacción de los integristas del gospel (una música de inspiración religiosa). Era una leyenda, como voz solista de uno de los grupos más aclamados en las iglesias baptistas y metodistas. Así que, tras permitirle probar con un apodo gaseoso, Dale Cook, le concedió la libertad para fichar por Keen, sello en el que cortaba el bacalao un compinche suyo, Robert ‘Bumps’ Blackwell. Junto al protagonista del día, otro hombre destaca en el catálogo: el fantástico bluesman Johnny ‘Guitar’ Watson.

Así que, en la cima de un éxito que había alcanzado desde su debut, logrando llegar al #1 en listas con su celebrado You send me, poseedor de una trayectoria artística que excede las posibilidades del presente artículo —lo esencial de ella se recoge en un recopilatorio editado en 1986 como doble LP y, años más tarde, como CD sencillo: el imprescindible The man and his music—, al cambiar de escudería e incorporarse a una de las grandes, RCA Victor (revelando una copia, en negativo, de lo que antes había ocurrido con Elvis Presley), el afán de ser contestatario se queda aparcado, en forma del bosquejo que había plasmado en su cuaderno, hasta hace hoy 50 años, cuando entró en el estudio.

Una canción que aparecería escondida en un LP, “Ain’t that god news”, pero no se publicaría como single en vida del cantante.

GRABACIÓN

El perfil definitivo de la canción queda en manos del arreglista habitual de Sam, René Hall, responsable del acompañamiento orquestal, los violines y la trompa, muy del gusto, también, de los productores: el dúo italo-americano Hugo & Luigi.

LETRA

He incluido un vídeo que incluye subtítulos. Conocedor de la errática política de Google, prefiero transcribirlos y dejarlos aquí, ligeramente adaptados, temeroso de una misteriosa desaparición.

“Nací en la orilla de un río,
en una pequeña tienda de campaña
y, al igual que ese río,
he estado corriendo desde entonces.
Ha sido un largo trecho,
pero sé que un cambio va a llegar.
Así será.

Ha sido muy duro vivirlo,
pero tengo miedo de morir.
No sé lo que habrá ahí arriba,
detrás del cielo.
Ha sido un largo camino,
pero sé que un cambio llegará.
Así va a ser.

Voy al cine, al centro de la ciudad.
Alguien me dice que deje de vagabundear.
Ha sido un largo recorrido,
pero un cambio llegará.
Seguro.

Entonces, veré a mi hermano y le diré:
‘hermano, ayúdame, por favor’.
Pero él, simplemente, me golpea,
dejándome caer de rodillas.
En algunos momentos pensaba
que yo no podría vivir mucho más,
pero ahora creo que podré sobrevivir.

Ha sido un largo viaje,
pero el cambio llegará.
Así será”.

MUERTE

El 11 de diciembre de 1964, con 33 años, Sam Cooke murió en el Hacienda Motel, en el 9137 de South Figueroa Street, en Los Ángeles, California. Un altercado con una chica que había llevado a su habitación, fue resuelto taxativamente por Bertha Franklin, la gerente, que, tras un forcejeo, le disparó en el pecho. Sam, en su último aliento, exclamó antes de fallecer: “Lady, you shot me”.

Más allá de las conjeturas que afirmaban que se trataba de un complot (una conspiración, en terminología actual), lo cierto es que a un cantante exitoso, apuesto, de gira, agotado por los excesos, le rondan multitud de groupies. Parece plausible que, en aquellos años, una chica quisiera jugar al juego de “sí, pero no”. Y que un excitado triunfador no fuera la persona con la que resultase más sencillo pactar un repliegue.

En un motel aislado, en una oscura noche, un tipo negro, airado, semidesnudo, probablemente ebrio, debe ser alguien con una capacidad para atemorizar que, yo mismo, puedo imaginar.

En todo caso, su muerte (más allá de las elucubraciones que se fantaseen), supuso un mazazo para la comunidad negra. A los demás, aunque fuésemos recién nacidos, se nos hurtó la posibilidad de disfrutar de un genio, en plenitud de facultades, justo cuando empezaba a madurar y a ofrecer rasgos de una obra que, con todo, es imperecedera.

PUBLICACIÓN

“La pela es la pela”.

La reacción ante la muerte de Sam barrió todas las dudas acerca del compromiso político. El que se elevó a los altares de la gloria terrenal, tuvo un epitafio en la publicación de la canción, como single, sólo 11 días después de su deceso.

Fue un éxito (relativo) de ventas. Su verdadera valoración llegaría con los años, cuando se le fueron descubriendo matices, en una canción que no envejece, porque expresa un deseo de libertad eterno.

La revista Rolling Stone, en su famoso listado de las 500 mejores canciones de todos los tiempos, la escogió en un destacado número 12.

LEGADO

El que había dejado de cantar a Dios, para dedicarse a cantar a las mujeres, decidió mutar sus intereses e implicarse más en la defensa de sus semejantes. Pasaba a la acción (política y social).

La canción quedó como un himno para el Movimiento de Derechos Civiles.

ABKCO, editora propietaria de los derechos de la canción, planteó muchas dificultades para la inclusión de la misma en películas. A pesar de que ocupaba un lugar destacado en Malcolm X, dirigida por Spike Lee en 1992, no pudo ser incluida en la banda sonora original.

James Taylor interpretó la canción en un episodio de The West Wing, al que daba título.

Y, mucha más gente se atrevió con ella. Es uno de los mejores ejemplos que conozco de la veracidad de la afirmación: “not the singer, but the song”.

50 VERSIONES


DOCUMENTACIÓN

The Sam Cooke Story. Un documental en dos partes. (Parte I / Parte II)

CONCLUSIONES

Han pasado cincuenta años. Ya no somos ingenuos. Ya no somos como éramos entonces.

Eso ha supuesto un cambio. Pero no es el que nadie esperaba.

Quizá deban pasar 50 (o 500) años más para conseguirlo.

FUENTES CONSULTADAS


P.D.

A estas alturas, el brebaje que James Cagney ayudó a llevar al otro lado del muro, superando dificultades mientras negociaba al ritmo de las walkirias, ha decidido batirse en retirada.
No por sus problemas económicos. Es una decisión estratégica. Para poder mantener abierto el Instituto Coca-Cola de la Felicidad.

Asumo que el tío Sam, el que señalaba con el dedo, sólo quería vender Coke.
A cualquier precio.

La otra O...

Mejor no dejo escrito lo que simboliza esa otra O.

EPÍLOGO

(...continuará)

Añadido el 22/02/2014:



Añadido el 29/03/2014:


Pese a que la versión de Bob Dylan ya estaba en la lista de las 50 elegidas (como una forma de cerrar un círculo), mi amigo Joserra Rodrigo compartió una versión, de mejor calidad, con una emocionante introducción, que adjunto.

La lista sigue abierta...



miércoles, 29 de enero de 2014

Un día lleno de emociones

Ayer estuve la mar de liado.

El intercambio de correos, mensajes privados en fb y la lectura de los comentarios que muchos amigos han dejado como consecuencia de mi nominación en los premios para elegir la mejor Web de Asturias, me han tenido entretenido y lleno de satisfacción.

Francisco, Brizeida, Lucía, Nacho, Ángel, Albana, Tere, Chusina, Antonio, Montse, Borja, Cova, Humberto, Pedro, Nacho, David, Iñaki, Amaya, JOMA, Eloy, Luisa, Chals, Berna, Anabel, Fernando, Antonio, Nacho, Beatriz, Silvia, Maria, Ana, Alina, Juan Carlos, Ángel, Gonzalo, Luis, Quique, Orestes, Pedro, Belen, Elías, Lucía, Marta, Anina, fueron cariñosos y debo mostrarles mi gratitud, esperando no olvidar a ninguno, porque los recuerdo a todos.

Aunque agradezco no estar enganchado a twitter, ni al WhatsApp; hubiera sido excesivo.

*****

"Un día duro"

El día empezó con la noticia del sexto aniversario del blog, de una reciente incorporación a mi universo virtual, Molinos, que regenta con chispa un espacio en el que detalla las Cosas que (le) pasan, del que me estoy empezando a considerar adicto. En todo caso, dado que estamos en esa fase timorata en la que parece que prefieres atisbar, más que decidirte a mostrar, en ese juego en el que se cae cuando a uno le atrae la forma que tiene alguien para plantear sus cosas, andando con tiento, le pregunté por la canción que daba fondo sonoro a un vídeo lleno de energía y buenrollismo (algunas características destacadas en la autora —Molinos es una mujer— que conjuga con un humor ácido y una forma pimpante de aprovechar el tiempo). Amable, me dijo que eran Pete Yorn & Scarlett Johansson, cantando Relator.


Más tarde, salgo a pasear a Z y me cruzó con el comentarista de TV más lúcido y poliédrico del espectro nacional, que desde hace casi 30 años conjuga elementos de psicología experimental o filosofía clásica para explicar la realidad de la TV (y la vida), desde un punto de vista batracio (cada vez más caliente, cada vez más amodorrada). Es Antonio Rico, con el que llevo la mitad de mi vida cruzándome y, en ese momento, me envalentoné y estreché su mano y le felicité por el certero análisis en el artículo en que animaba a Coca-Cola a sacar pronto su anuncio, con el que sustituir a aquel de “veo una vida nueva y tú no estás en ella”. Un brillante escrito que, como muchas veces me ha pasado, me hubiera gustado firmar a mí y que recomiendo leer con detenimiento.

Anuncio Coca-Cola - Despedido


Sigue el día y entro en contacto telefónico con un fumador empedernido al que conozco desde hace tiempo, pero con el que nunca había cruzado palabra; cumplimos el proceso inverso al descrito por la canción que sirvió para iniciar las emisiones de una cadena que ahora se ve abocada al final de sus días, aplicando el axioma de que, si se le caía la M, se convertiría en una TV más, extraordinariamente ordinaria, carente de interés. Buggles hicieron sonar música, por primera vez, el 1 de agosto de 1981, para avisar que el vídeo acabaría con la radio. No es una partida de piedra, papel y tijera; la imagen ganará siempre (como siempre perderá la lectura). Las píldoras serán cada vez más pequeñas (y mucho más numerosas). Pero, más allá de aquella bravata, cierta entonces, fuimos capaces de poner voces a rostros (que ya identificábamos, incluso alterados), avanzando en nuestra relación, que ha madurado y se adentra, también, en el ámbito de lo comercial, convencido de que ayudaría a evitar convertirme en un gilipollas moderno.



Tuve que invertir mi papel, con gusto de nuevo, y mientras ella terminaba de resolver asuntos, calenté la comida y realicé faenas domésticas, con la música de fondo (y el PC encendido). Una canción me atormentó y estuve danzando con ella parte del día. Esa sensación de que tengo un hueco en mi cabeza, que están tratando de averiguar lo que pienso, que surgen ideas que me cuesta conectar pero que sé que, de alguna forma, están entrelazadas.



A pesar de que mi cerebro parezca cada vez más un queso (fundido y lleno de agujeros), mis sinapsis deben hacer mal contacto y, me sucede a veces —creo que he leído mal el nombre de la etiqueta dónde han guardado mis fármacos— me quedo atrapado en un sinsentido. Otra vez, no ¡por favor!. Te-tener que tra-trasbillarme y a-tra-tran-trancarme pro-pronunciando pa-palabras. Me costará transcribir mi conversación. Con JJJ, culpable de que haya vuelto al cine.

    Fundamental para mi bienestar.
    Podías usarlo para esperar en la cola de la farmacia, mientras se ocupan de sellar las recetas y hacer el cálculo de cuánto van a tener que pagar.
    Pues casi mejor. Empezaré a hacerlo. No como el otro día.
    ¿Qué te pasó?
    Tenía las ingles escocidas, de jugar al paddle. Fui a que me dieran un bálsamo reparador. Se me pusieron mucho peor.
    No me digas.
    Tengo las pelotas al rojo vivo. Un dolor del carajo.
    Estarás rascándote de continuo.
    Fíjate. El otro día se quejó mi contrincante de que por qué me ponía a hacerle gestos obscenos. Y yo sólo trataba de aliviarme.
    ¿Pudiste?
    ¡Qué va! Tengo las ingles más en carne viva que la mano de Nadal.
    ¡No me jodas!
    Para eso sí que no estoy, ahora.
    Yo creo que en el ungüento que te dieron, de uso tópico, debía poner escrito, bien grande: “muestra sin valor”.
    Ya te digo. Pero sí que necesitaría valor para mostrar mis pelotas en público. Especialmente en este estado.
    Menudo cabrón el que dijo que el deporte era bueno para la salud.
    Mucho mejor, escuchar música.

Oscar Isaac: Hang me, oh hang me


Mi amiga Fe, Miss Loretta, explicó la realidad de un mundo apoyado en emociones, la importancia de racionalizar lo que experimentamos por los sentidos y me hizo darme cuenta de lo maravillosa que es.

Loretta: The wonder that you are.


Hablé también con Carmen, amiga querida, pieza fundamental en el puzzle de mi vida y, mientras yo recordaba una conversación, y la música que sonaba de fondo, ella me regaló un montón de fichas de póker y me recordó la importancia de compartir.

Elvis Costello: She


Tuve que ir a la reunión del colegio. Nos pusieron dos tiras de Quino. A La primera sigo dándole vueltas; todavía no he sido capaz de comprenderla. La segunda, la adjunto.



Quiero suponer que explica el miedo de los padres a que los hijos crezcan. Olvida que los que son, verdaderamente heroicos, son ellos, nuestros hijos, por enfrentarse a un mundo que desconocen lo que les va a deparar.

Volviendo a casa, el reproductor de música, programado en posición random, contribuyó a aumentar mi alarma, conduciendo en una noche oscura y lluviosa.

María Salgado: Sólo por miedo


Y cuando llego a casa, me cruzo con Y, que baja a Z a dar su paseo. Aprovecho para hablar con ella de la reunión del colegio, temas tratados, balance nocturno et al. Mientras charlábamos, se empezó a escuchar un sonido, como el del trino de un pájaro. Nos recordó a una de esas pipas que se llenan de agua y que imitan el canto de un jilguero. También empezamos a oír golpes continuados, en un diálogo sonoro “fli-fli-fli”, “pom-pom-pom”, “fli-fli-fli”, “pom-pom-pom”, “fli-fli-fli”, “pom-pom-pom”, que, tras comprobar que no correspondía a los otros dos presuntos, imaginamos que procedían de otras casas, en las que alguien hacía ruido y otro le increpaba golpeando con la escoba.

Error.

Era Y que se había quedado encerrado en el ascensor.

50 minutos después era rescatado.

Fontella Bass: Rescue me


*****
Esta mañana, en el desayuno, X, la pandillera que convive con nosotros desde hace un tiempo, arrancó la copia de La Constitución y dejó rastros por toda la casa.

Y lo tuvo claro:
— Es un golpe de Estado.

L no estaba de acuerdo:
— Una revolución.

MC recordó una canción y un vídeo y se puso a bailar.

Kings Of Convenience: I’d rather dance with you


Un poco más tarde, en el aseo, planificando el día con ella:

— ¿Qué tal? ¿Tienes mucho, hoy?
— Tí.

Esos días, en los que ella contesta con un tí, entrañan una complejidad que no se percibe en su apariencia minimalista. Los años ayudan a descubrir que, tras esa brevedad —como cantar acompañada por un ukelele y unas simples palmas— se encierra años trabajando en la destilación de un método para afrontar lo que será, sin duda, un largo día.

Basia Bulat: Before I knew


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Hoy será un día más. Pero no será un día cualquiera.

Jo. Y yo mañana tengo una cita, ineludible, con la historia.


domingo, 26 de enero de 2014

Premios, promociones (y un poco de presunción)

El diario El Comercio lanzó, hace unos días, una iniciativa para nombrar la mejor web de Asturias. Ya es la XVª edición.



Siguiendo un impulso momentáneo, propuse mi blog en la categoría correspondiente. No porque creyera que era mejor que otros, sino en la idea de saber qué pensaban otros sobre lo que estaba haciendo. Un tipo, como otro cualquiera, de presunción.

Pero se me olvidó.

Hoy he ido a mirar y Común sin sentido está entre los elegidos.

Uno de los propósitos de este tipo de convocatorias es que a los participantes les interesa comprobar el tirón que tienen. Y parece una condición necesaria la de promocionarse (al menos en su propio espacio) para recabar el apoyo de los afines.


Si queréis darme vuestro apoyo, o dejar un comentario, estaría sumamente agradecido. Supongo que, en algún momento os pedirán daros de alta, registraros o cualquier otro trámite engorroso que sirva, finalmente, de impulso al promotor.

El plazo termina el 31 de enero.

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Pues eso, gracias.

viernes, 24 de enero de 2014

Prestar atención a las señales

En ocasiones, es posible predecir los acontecimientos futuros. Es preciso prestar atención a ciertas señales que, pese a resultar imperceptibles a ojos no entrenados, la experiencia permite desarrollar un cierto sentido que resulta útil para saber lo que pueda llegar a suceder.

ü      Antes de que se produzca un tsunami, el agua retrocede.
ü      La calma chicha que precede a la tempestad.
ü      Un perro, apaciblemente tumbado en su lugar de descanso, se yergue, azuza las orejas y emite un ligero gruñido.
ü      En el aire se percibe un ligero olor eléctrico, como a ozono dicen, que avisa de que habrá tormenta.
ü      Una rodilla recién operada de menisco.
ü      El dueño del bar de la esquina sale un momento a hacer unos recados: va a buscar los periódicos, tabaco para la máquina y cambio. Al regresar, de un vistazo, sabe si ha habido movimiento.
ü      Él llega a casa y, antes de cerrar la puerta, sabe que algo raro sucede. “¿Qué habré hecho?”, se preguntaba cuando era inexperto. Hoy, recapacita: “¿Qué NO habré hecho?”.

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Algunos se refieren a un sexto sentido, una especie de intuición, inexplicable.
Aquí hablamos de sentido común, esa sensatez alimentada por la observación y la experiencia.


"Creo que avisan que debes empezar a parar"

No es necesario estropear campos de trigo (los aliens, como responsables de los crop circles).

"¡Cómo van a estar avanzados: No tienen ni idea de jugar al tic-tac-toe"

Para revelar el valor de una señal se cumple un principio elemental (Primera ley de la validez predictiva):
“La validez de una señal es inversamente proporcional al tamaño con que se presenta”.

Portada Marca 24-01-2014
"El tipo de letra utilizado como predictor"

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Hay que prestar atención a los detalles, que suelen mostrarse inapreciables, y ser capaz de interpretarlos.

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Las distopías que nos preocupan hoy se fundamentan en la implementación y el desarrollo de “sistemas expertos”, aquellos que aprenden solos, en los que las máquinas deciden ser autónomas y librarse (o utilizar) a los humanos. Pienso en Hal 9000 —de “2001: Una odisea del espacio”—, Skynet —de la saga “Terminator”— o “Matrix”.

Y preocupa porque otorgamos a las máquinas (nuestras creaciones) una capacidad que sustraemos en nosotros: la de aprender por la experiencia, por la observación de los detalles que nos rodean y que anticipan lo que va a suceder.

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Es conocida la historia del día que Rockefeller (el potentado, no el cuervo al que José Luis Moreno le metía la mano por el orto), escuchaba a su limpiabotas hablar del mercado de valores, asesorando al financiero mientras le daba lustre. Supuso el anticipo del crac del 29, en la idea de que si todo el mundo hablaba de la consistencia de algo, su valoración estaba próxima a desplomarse. No existen secretos a voces que sirvan de mucho.

En un curso de formación (Atención al cliente), hacia 2005, una cajera de supermercado aprovecha la pausa para el café para exponer su reciente cambio de planes y su abandono de su idea, “de toda la vida”, de abrir un comercio y anuncia que, junto a su pareja, ha empleado el dinero del paro de él (capitalizándolo), y sus propios ahorros, “en dar la entrada para una segunda vivienda, que alquilaremos, que nos permita pagar la cuota de la hipoteca, venderla en dos años, comprar otra más grande y ganar así dinero para que mi pareja pueda abrir el comercio que queremos abrir, desde siempre”. No es fácil apreciar todos los detalles, pero, implícitamente, se dibujan las características esenciales de un mercado especulativo que, más tarde se comprobó, estaba a punto de estallar.

En una cena informal, animados por el trasiego de alcohol, dos comensales se empecinan en desentrañar la forma de abaratar costes en su aprovisionamiento, anunciando como medida estrella —y única— “eliminar al intermediario”, dicho en un vano intento de emular a James Gandolfini, sin gracia ni acento, evitando entender que:

1º — Ellos mismos actúan como intermediarios (y que carece de sentido querer hacer a otros lo que resultaría una ruina para ti).
2º — Actuar globalmente, acudiendo a un proveedor remoto, impide que alimentes la economía local, la que nutre de clientes a la zona en la que estás establecido.
3º — Las pretensiones de ambos se limitaban a comprar un único artículo. No trataban de implantar una nueva relación comercial.
4º — Reducir eslabones en una cadena no hace más que debilitarla.

Este tipo de conversaciones, combinadas con los “me gusta” en mensajes de apoyo al comercio local, explican una caída en la demanda interior, el descenso en el consumo y el aumento del paro (las claves que van a encontrar en Davos para describir nuestro sistema social, laboral y económico).

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“El gato escaldado huye del agua fría”.

— Le pasó el otro día al mío. Puse el chorro de agua caliente a llenar la bañera, metió la pata y, el tío, escapó despavorido.
— Eso es que se acababa de quemar.
— Lo que tú decías.
— No. Lo que decía es que del agua caliente escapamos todos. Pero los gatos que ya se han quemado, se han hecho previsores, y ahora no quieren acercarse ni al agua fría. Mira a ver qué hace el tuyo.
— Paso. Cuando me meto en la bañera, aprovecho para jugar al Candy crush.

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Daniele Luppi: Fashion party


Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...