lunes, 28 de diciembre de 2015

Alberto quiere que le insultes

Alberto quiere que le insultes. No un insulto cariñoso, sino uno vulgar, agresivo, infame. Un insulto de los que duelen como puñaladas. Un agravio directo a esa parte del dolor que sólo se deja a los que se quiere. 

Una palabra indecente que atente contra los miedos más infantiles, los que se guardan tras tres armaduras recuperadas de las cruzadas.

Necesita un poco de la rabia de una amante despechada para sentir lo que siente alguien a quien se le acusa de caer en la tentación en la que tanto le costó no caer. Necesita un pisotón, un desprecio exagerado.

Lo necesita porque quiere saber qué se siente siendo el malo, siendo el enemigo o el contrario. Se ha cansado de ser de esas personas a las que se supone racional y a las que nunca se les ve partícipe de la maldad.

Alberto quiere ser el dictador al que le tiran piedras sus súbditos. Quiere sentir el dolor de los golpes, oír resquebrajarse los huesos de los brazos cuando los tanques pasan por encima.

Ha intentado meterse con el vecino. Se ha orinado en la pared de una iglesia y detrás de un minarete (salpicando hacia la meca), pero no ha perdido la salvación eterna. Votó al enemigo, pero obtuvo representación parlamentaria y le asfaltaron las aceras frente a su casa. Se cagó en tu madre y tu madre le preparó un bizcocho. Despreció a un amigo y el amigo le dio la razón. Miró el escote de la vecina en el ascensor y ella se ruborizó para responderle con una sonrisa pícara y cómplice.

Hay quien se levanta por la mañana y le ladran los perros. A Alberto le huelen la entrepierna y luego le traen un hueso moviendo el rabo. A algunos, los jubilados les golpean el coche con sus bastones, al esquivarlos en un paso de cebra; a él le dan la razón, esperando que el semáforo se ponga en verde. Los ladrones le devuelven la cartera y los fans de Pitingo le reconocen que ni es flamenco, ni es pop, ni es fusión, ni por supuesto soul. Ni siquiera le miran mal los veganos cuando se deleita chupando los huesos de las chuletas en su presencia.

Así que no sabe lo que es ser malo, no sabe lo que es ser un endemoniado o un proscrito. Quiere conocer esa sensación, ese malestar grisáceo del causante de todos los males. Lo necesita para saber lo que se siente viviendo en el lado oscuro.

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Alberto quiere que le insultes.

#InsultosAlberto

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Espera que Iglesias, Errejón y Monedero empleen su método favorito para decidir quién le tirará la primera piedra, el primer folio, o la primera tijera.

"Rock - Paper - Scissors"

La aplicación de la escala de Bristol se ha mostrado infalible.
Pablo es puño.
Íñigo corta rápido.
Juan Carlos debe llevar lectura.

martes, 15 de diciembre de 2015

Matar el tiempo

Sesión del taller Morel de Sal de creación literaria.
14 de diciembre de 2015.
El motivo propuesto por Patricia es un personaje que aparece en un cuadro de El Bosco.



Debíamos escribir un relato, titulado “Matar el tiempo”.

*****

— Me tienen harto, te lo juro.
— ¿Qué te pasa?
— No paran de pedir.
— ¿Quiénes?
— Todos. Unos dicen que han perdido cosas de valor y no las encuentran.
— Que se vayan a Padua.
— Ya. Yo sólo quiero que me dejen en paz, y seguir matando el tiempo.
— Debe ser una lata.
— Un petardo.
— Tú, que siempre fuiste un solitario.
— Ya. Me hice eremita, ¿sabes lo que significa?
— Que te retiraste del mundanal ruido, como diría un cursi.
— Sí. Porque no quería tratos con nadie; sólo quería dejar que el tiempo pasara.
— Y no paran de pedirte.
— Las peores son ellas.
— ¿Y eso?
— Las que no encuentran con quien casarse.
— ¿Y?
— Que me piden que interceda.
— ¿Cómo?
— ¡Yo que sé! Yo quiero matar el tiempo, pero estoy tentado de matar a alguien.
— Y no hay manera.
— En absoluto. Y eso que me he venido a un sitio reservado.
— Ya te veo, aquí en esta esquina, bajo una desvencijada techumbre.
— Para estar tranquilo, en silencio.
— Y no hay forma.
— No. Que si “mi anillo”, que si “encuéntrame esposo”, que si “necesito dinero”.
— Para eso está Pancri
— Ya lo sé. Pero piden como si estuvieran echando CVs.
— Te entiendo.
— Claro, como tú sólo te ocupas del “camino recto y seguro para llegar al cielo”
— ¿Qué?
— Pues que, así, con tus altos ideales, nadie te incomoda.
— No te pases.
— ¡Cuidadín! Lo llevas Clarete conmigo, majete.
— Ahora te pones ripioso.
— Ganas de matar el tiempo.
— Te dejo, pues.
— A ver si es verdad. He abierto un hueco en el cesto, pero no consigo soltar peso.
— Dábale arroz a la zorra el Abad.
— ¡Jo! Ni en el trono consigo que me dejes en paz. Te mandaría a cagar, que es lo que trato de hacer yo, aquí, en este reservado que me he montado.

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Yo identifiqué al personaje como San Antonio, al que recordaba Sole en la sesión previa. Confundido con la identidad del santo, en el diálogo conversan San Antonio Abad (personaje recurrente en las obras de El Bosco) y San Antonio María Claret. Aparecen mencionados San Antonio de Padua y San Pancracio.

El fragmento corresponde a “La adoración de los Magos” (también conocido como “Tríptico de la Epifanía”), de 1485-1500, expuesto en El Prado. El personaje era San José, cambiando los pañales al niño. Espero se me perdonen las irreverencias.

Como acostumbran, Pilar y Teresa estuvieron sobresalientes; más cómoda la segunda, pues pudo actuar sentada.

Gracias al grupo por el rato tan entretenido que supone la escenificación del texto y el conjunto de la actividad.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Bona vs. Marina: Un diálogo

La educación está revuelta.
¡Como siempre!

La aparición de nuevos actores —y un cierto afán de protagonismo— añaden interés a un tema de candente actualidad.
¡Como siempre!

La nominación de un maestro español para el Global Teacher Prize, del que se desconocía su existencia hasta la intensiva promoción del nominado y la asunción del calificativo como “mejor maestro de España”, han permitido a César Bona encaramarse en la cresta de una ola en la que debe demostrar su condición “waterproof”, en la publicación de su opera prima.
¡Novedad!

El encargo del Gobierno de la elaboración de un Libro Blanco para la Educación, antes de las Elecciones Generales del 20-N, a una persona que ha mostrado en su trayectoria que no le hace ascos a la exposición en los medios de sus ideas, el filósofo José Antonio Marina, vinculado motu proprio a la publicación, hace que el proyecto coincida con la salida al mercado de su último libro.
¡Lo nunca visto!

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"José Antonio Marina (izda.) vs. César Bona (dcha.)"

En fin, que Común Sin Sentido ha decidido juntar a ambos en un debate sobre la Educación, empleando una fórmula inédita, que es la de hacer las preguntas oportunas (siete), entresacando sus respuestas de los libros mencionados.

César Bona — La nueva educación. Los retos y desafíos de un maestro de hoy (Plaza & Janés, 2015)




Un verdadero reto.

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1 — ¿Ha perdido el maestro consideración social?

Bona: “Los maestros somos unos privilegiados porque cada día tenemos la oportunidad de sumergirnos en una piscina infinita de imaginación, de ilusión y de inspiración de la cual todos y cada uno de nosotros se nutre. Con las historias que cuentan los niños se podrían escribir libros de éxito. Tienen una visión de las cosas que solo puede ocurrírsele a gente que no esté oprimida por la lógica de los adultos”. (p. 53)

Marina: “En nuestro firmamento conceptual han aparecido estrellas imprecisas, como visible thinking, flow, diseño educativo, competencias, destrezas, flip school, hábitos de pensamiento, motivación de logro, motivación intrínseca, motivación de competencia, resiliencia, asertividad, mentalidad de crecimiento, aprendizaje híbrido, lugar de control, autodeterminación, autorregulación, autocontrol, autoestima, y una ristra de palabras que empiezan con auto [...]. Ante semejante orgía conceptual y metodológica, muchos docentes sienten la tentación de replegarse a los procedimientos de toda la vida y poner a sus alumnos a salvo de veleidades”. (p. 52)

2 — ¿Cómo se evalúa la actividad del profesorado?

Bona: “La nominación por parte del Global Teacher Prize me ha colocado en un escenario mediático, y sonrío por ello. Sonrío porque soy un maestro más y soy plenamente consciente de que cuando todo esto pase, cuando este tsunami que está removiendo los cimientos de la educación haya amainado, yo seguiré divirtiéndome en clase tanto como lo hacía antes, tanto como ahora”. (p. 35)

Marina: “En España [...] son muy pocos los docentes que entran en otras aulas para ver cómo sus compañeros están dando clase [...]. Si la MOVILIZACIÓN EDUCATIVA funcionase, una de las funciones de los inspectores sería [...] entrar en las aulas y comprobar lo que pasa en ellas. Para ello deberían tener una formación excepcionalmente alta que les permitiera ser no sólo evaluadores, sino entrenadores de los docentes. La docencia es una actividad de la inteligencia práctica, que sólo con la práctica dirigida, tutorizada, se consigue. Se habla mucho de introducir en las aulas el learning by doing. Pues bien, es en la formación de los profesores donde debe aplicarse en primer lugar”. (p. 98)

3 — ¿Fomentan los padres la indisciplina?

Bona: “Hay que enfatizar la importancia de que estés a la altura de un niño cuando éste te mire. Por eso creo que las tarimas elevadas para marcar la jerarquía de los docentes ya están fuera de lugar”. (p. 99)

Marina: “Temas como el fracaso escolar, el abuso de drogas o los comportamientos violentos dependen de muchas causas. Una de ellas es, sin duda, el comportamiento del alumno, pero en él influye su situación familiar, sus amigos, el barrio, etc. Deberíamos aplicar a la escuela la teoría de los ‘cristales rotos’ elaborada por los criminólogos James Q. Wilson y George L. Kelling. Afirmaban que el desorden llama al desorden. Si una ventana está rota y no se la repara, la gente que pasa por delante llegará a la conclusión de que a nadie le importa y nadie se encargará de ella. Pronto aparecerán más ventanas rotas”. (p. 41)

4 — ¿Las actividades extraescolares se usan para ‘aparcar’ a los niños?

Bona: “Con la obra de teatro aprendieron a leer, nos adentramos en el mundo de la música para conocer sus distintos ritmos y géneros, aprendieron sobre la vida y obra de diferentes pintores... Casi de la nada surgió un proyecto global […]. Era impresionante, sin duda. Como lo fue ver a todos los niños emocionados saltando y gritando cuando la obra terminó, cuando todos sus padres, sus madres, tíos y abuelas, compañeros y maestras de la escuela que abarrotaban la sala se levantaron para aplaudirles”. (pps. 153-154)

Marina: “Profesores, alumnos y familias están ampliamente comprometidos; la base del proyecto es el empoderamiento de los alumnos que están altamente automotivados y disfrutan de gran autonomía y responsabilidad. Sus principales estrategias educativas parten del design thinking y visual thinking, con gran énfasis en la comunicación. Algunas de las prácticas que llevan a cabo son: un periódico global que, a la vez, funciona como generador de contenidos didácticos, de manera que son los propios alumnos quienes crean sus materiales de aprendizaje; oratoria; radio y televisión (dando lugar a un enorme proyecto transmedia); iniciativas emprendedoras (campañas de adopción de perros abandonados, colaboración con un centro de la tercera edad cercano, etc., siempre apoyados con campañas audiovisuales); vídeos educativos que comparten con centros menos favorecidos de América del Sur... Todas esas actividades van conformando una serie de círculos de aprendizaje que convierten a los alumnos en protagonistas y constructores de su propio aprendizaje, con excelentes resultados”. (p. 97)

5 — ¿Se tienen en cuenta la opinión de los padres en los colegios?

Bona: “Ése era todo mi compromiso a la hora de ayudar a mi padre [carpintero]. Mi hermano, que se sentía más implicado, trabaja desde hace años en algo relacionado con la madera. Por mi parte, yo siempre he intentado huir de todo eso porque me aburría profundamente. A mi hermano, por el contrario, le encantaba porque se sentía importante, pero yo no. He de decir que cuando paso por un sitio donde hay serrín recién cortado cierro los ojos, inspiro y viajo a esa época y aparezco en el taller de mi padre cuando le ayudaba a veces a sujetar los tablones mientras los cortaba. ¡Qué maravilla poder viajar a aquel instante!”. (pps. 43-44)

Marina: “Para huir del autoritarismo, se impuso una educación permisiva que desconfiaba de la autoridad parental e intentaba limitarla. Se repitió como un dogma de fe la afirmación de Freud: ‘Hagan lo que hagan los padres, lo harán mal’. En su estupendo libro ¿Padres sin derechos, hijos in deberes?, María de la Válgoma ha estudiado el laberinto jurídico de la infancia, que no favorece la educación. Un sentimiento de culpabilidad amargó la vida de muchas personas, que llegaron a ver como una liberación la aparición del libro de Judith R. Harris The nurture assumption, que en España se tradujo con un título escandaloso: Por qué los padres no pueden educar. Según la autora, las dos grandes influencias educativas son los genes y el grupo de iguales, lo que deja poco campo de acción a los padres. El libro dio origen a un violento debate. Lo apoyó Steven Pinker, pero pocos conocidos especialistas en desarrollo infantil llegaron a la descalificación de la autora y el libro. Brazelton dijo que era una tesis absurda y Kagan afirmó: ‘Siento vergüenza por la psicología’”. (pps. 125-126)

6 — ¿Es importante invertir horas en preparar fiestas y exhibiciones?

Bona: “La historiadora tiene un cuaderno en el que apunta todas las cosas curiosas o graciosas que suceden en clase. Así, a la segunda semana de curso, me senté en una silla con ruedas y me caí, y ella escribió: ‘Con fecha 25 de septiembre, a las 10:23 de la mañana, César se ha caído de la silla’. Lo llevé bien y lo superé. Caerte de una silla los primeros días de clase delante de veintidós niños es duro: o lo superas y vuelves, o te retiras. Pero regresé”. (pps. 123-124)

Marina: Estas alianzas se concretarían en un modelo extendido en bastantes escuelas de EE UU, las community schools y full-service schools. También investiga el complementary learning (aprendizaje complementario). Son estrategias integradoras que buscan tratar las necesidades de niños y jóvenes, y asegurar su éxito. Se basan en la idea de que un acercamiento sistémico, que integre apoyos internos y externos a la escuela, es el mejor para asegurar que los chicos desarrollen las destrezas necesarias. Las escuelas no pueden hacerlo todo solas, aunque, a mi juicio, deben ser centro fundamental de irradiación. Otro foco de estudio son las iniciativas aglutinadas bajo la denominación de expanded learning opportunities (oportunidades de aprendizaje expandido), que incluyen programas variados de actividades extraescolares y otras actividades que buscan el enriquecimiento educativo de los chicos, relacionados todos ellos con la construcción de redes comunitarias”. (p. 154)

7 — ¿Es necesario hacer todos los días deberes en casa?

Bona: “A veces soy muy visual. Mi pensamiento se desarrolla en imágenes y lo que intento es transformarlo en palabras. Éste es el caso de los salmones en el río. Imaginad un río que discurre de izquierda a derecha. Imaginad también a todos los maestros y maestras como si fueran boyas hasta la altura de los hombros que flotan en el río y van girando lentamente llevados por la corriente de las aguas. Todo fluye, todo va bien. Aparece una rama cerca de la orilla. Va un maestrillo flotando por ahí y se queda enganchado de la camisa en la rama. Podríamos interpretarlo como un maestro que se queda en el camino, un maestro que no supera un problema una vez que le fue planteado. Vemos a una maestra ahora: va bajando feliz, empujada por la inercia suave y cadenciosa de las aguas. De repente se encuentra con un enorme canto rodado que está en mitad del río. Se emplasta contra él y ahí se queda, no lo supera. Dos maestros heridos, dos bajas. Seguirán ejerciendo de maestros pero carecerán ya de la esencia que un maestro debe tener. ¿Qué pasaría si en lugar de ser como boyas fuéramos como salmones? Os lo aseguro: muchísimas veces vamos a tener que ser más parecidos a los salmones y saltar a contracorriente, se trata de un hecho comprobado”. (pps. 69-71)

Marina: “He revisado los handbooks de psicología infantil y educativa publicados en los últimos años y las dos novedades más llamativas son el interés por la autorregulación del comportamiento, y el interés por el aspecto contextual del desarrollo y, por lo tanto de la educación (Siegler, 2003; Santrock, J. W., 2003; Shaffer, D. R., 2000; Damon, 1998). Se ha pasado del estudio de procesos individuales, al estudio de la dinámica de grupos o de sistemas, sobre todo después de la obra de Urie Bronfenbrenner, 1987. Este autor describe el desarrollo humano como el proceso por el cual la persona en desarrollo adquiere una percepción del entorno más amplia, diferenciada y válida, se motiva y se vuelve capaz de realizar actividades que revelen las propiedades de ese ambiente, lo apoyen y lo reestructuren. La psicología ecológica o contextual se ha ampliado con la ‘psicología interaccionista’, que estudia en profundidad las interacciones en contextos sociales. Su formulación más compleja es la teoría de los sistemas dinámicos, de Magnusson, 1998. Desde el punto de vista educativo, estas teorías me han resultado muy útiles para analizar cómo los sistemas que forman un contexto de desarrollo interactúan entre sí. Sobre estas bases teóricas se ha desarrollado una educación social, en distintos tipos de proyectos. Roberta M. Berns ha sintetizado estas aplicaciones educativas en su libro Child, family, school, community, 2007, en el que estudia la ecología del niño, de su socialización, de la educación familiar, de la escuela, de la comunidad, del grupo de iguales y de los medios de comunicación, diseñando un modelo sistémico en el que estos procesos educativos se influyen mutuamente y confortan un contexto de desarrollo”. (p. 42)

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Aprovechando que César se ha dormido, finalizamos aquí este decisivo debate sobre la educación en España, en palabras del mejor profesor del país, por un lado, y el encargado de confeccionar un Libro Blanco inane, por la otra.

Saludos cordiales.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Feliz Nadidad

Quizá sea cierto que, sin humor, no nos queda nada.
Llega la época de la alegría.
Celebremos que estamos vivos.
Hagámoslo de una forma célebre.

"Feliz Nalguidad"

Jorge Pérez es el percusionista, español, que, en Canadá, va de gorra y se viste como un perro, acompañado por la banda Patax.

Un sinsentido.



En esta época, tocas las canciones se tararean igual: “na-di-dá”.


viernes, 27 de noviembre de 2015

Black (Mis cojones)

"He tenido una idea"

Hoy es Black Friday. Las ofertan vuelan y martillean. Todo es más barato. Todo tiene una oferta. Un tanto por ciento de descuento. Una rebaja. Los comerciantes de las grandes empresas se han puesto de acuerdo para ser benévolos y hacernos partícipes de su generosidad. Nos quieren y nos tienen sumergidos en los grandes titulares de los precios. Juegan, como ese juego modernete de adultos al que parece que hay que jugar, a que encuentres el cofre del tesoro y, sin embargo, las monedas de oro se las debes dar a ellos.

"Precios fluctuando"

Los que estamos en el mundo sabemos que es una gran estafa, una gran mentira. Sabemos que MaryMark sube los precios para bajarlos ese día y posicionarlos un poco más altos de su lugar habitual. Sabemos que existe un determinado tipo de engendro social al que le da igual lo que compre, siempre y cuando pueda sentirse más hábil que sus vecinos. “Me he comprado una trócola de titanio con ziritione que estaba a 1.600€ por 12€” y lo dice entornando los ojos y arqueando las cejas, que es como miran los gilipollas. Algún imbécil cabalga entre mensajes de oferta para alimentar su ego o ver si sus genitales crecen como el que va en un enorme 4x4. Ellas se quedan delante del ordenador para ver si ese vestido está rebajado y van como zombies con tarjeta de crédito buscando la sensación de sentirse poderosas.

Eso es lo que alimenta el Black Friday porque ya sabemos que siempre hay una falsedad, una mentira y una pequeña estafa. Queremos jugar a un juego en el que las compañías engañan y nosotros nos creemos más listos y hoy es la celebración mundial de ello.

No voy a comprar nada. Mucho menos hoy.

Quizá compre pan...

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Texto firmado por maldíaparadejardefumar, el bloguero ausente.
Suscrito y rubricado por mí.

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Aunque a nadie le importe saber la verdad.



Porque sabemos que la habremos olvidado.
La memoria es frágil.


"Nunca olvidaré la historia del niño éste, ..., ¿cómo se llamaba?"

La ruleta rusa es el único juego en que siempre gana el negro.
El pesimismo se contagia, creo.

martes, 24 de noviembre de 2015

Gándor

En el taller de creación literaria Morel de Sal, debíamos entregar ayer un ejercicio inspirado por un detalle de un cuadro de El Bosco, “El Tríptico del Juicio Final” (1482 o posterior), expuesto en la Academia de Bellas Artes de Viena.



Patricia nos propuso elegir un personaje, darle nombre y escribir acerca de su función en semejante paisaje [yo opté por la figura representada arriba a la derecha, con cara y pies azules, que lleva toquilla negra].

Tuvimos la inmensa fortuna de contar con Teresa y Pilar que hicieron una lectura dramatizada del texto que había preparado —un diálogo— en el que encontraron muchos más matices de los que hubiera podido imaginar y que nos hicieron pasar un rato desternillante.

*****

Gándor

— ¡Buf!
— ¡Bufa!
— ¡Buf!
— ¡Bufa!, bufona.
— ¡Buf! ¡Buf!
— ¡Bufa! Pareces una búfala.
— ¡Buf!
— ¡Bucéfala!
— ¡Buf! ¡Buf!
— ¡Bucea! ¡Vocea! Insiste en dar voz a tus pasiones.
— ¡Buf! ¡Buf! ¡Buf!
— ¡Bufa! ¡Bufona! Abres la boca; parece un buzón. Eres incapaz de saciarte, Gándor.
— ¡Buf!
— Has comido sin medida, Gándor. No sabes ponerte freno. Estás ahíta, rellena de gases. La flatulencia te desbordará.
— ¡Buf!
— No puedes levantarte. No quieres hacerlo, Gándor. Te pesa el culo, como lo hace tu conciencia.
— ¡Buf!
— Quisiste tentar a la suerte, Gándor. Lo querías todo y quisiste encontrar la respuesta en las seis caras del azar. No supiste entender que hay juegos a los que nadie puede ganar.
— ¡Buf!
— Creías que tenías todos los méritos. Que eras mejor que otros, Gándor.
— ¡Buf!
— Sospechabas que te rondaban por tu belleza o tu astucia. Dejaste que todos jugaran con lascivia, Gándor. Eras incapaz de mostrar fidelidad, porque sólo mirabas por ti.
— ¡Buf!
— Quisiste la virtud que veías en otros, Gándor; debías demostrar tu carácter y no tu afán de alcanzar lo que a otros costó preservar.
— ¡Buf!
— Ahora, cerúlea, mortecina, flatulenta, preñada y emponzoñada, Gándor, encadenada a la fortuna, cuesta abajo, deseas alcanzar la sabiduría.
— ¡Buf!
— La filosofía te atrae, Gándor. Dices que te llama.
— ¡Buf! ¡Buf!
— Es lo único que te faltaba, Gándor. Te apuntarás al estoicismo.
— ¡Buf!
— Aprenderás una lección: el vicio va sobre ruedas, Gándor.
— ¡Buf!
— Serás la estoica Gándor.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Pío, pío...

...que yo no he sido.

"Habla más alto"

Asumiendo la presunción de inocencia, habeas corpus, el secreto de sumario, la igualdad ante la ley, in dubio pro reo, ora pro nobis, in albis, excusatio non petita, animus iocandi, mens sana, in loco parentis, ipso facto, tengo por cierto, error communis facit ius, que la justicia y la ley tienen sorpresas indefinidas.

Lex loci celebrationis, por decirlo de manera que todos puedan entenderlo.

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Gerardo Díaz-Ferrán, que está siendo juzgado, ha visto cómo se aplazaba el juicio hasta enero del año que viene. La presidenta del tribunal de la sección cuarta, Teresa Palacios suspendió la vista oral, considerando que “tiene los audífonos rotos y oye muy poco”, según informa la Agencia EFE.

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Un verdadero sinsentido comprobar que todo sucede en la Audiencia Nacional.

Morel de Sal y B. J. Feijoo

Patricia Núñez coordina los talleres literarios de lectura y de creación literaria en las Bibliotecas de La Granja y Villa Magdalena.

Su entusiasmo anima a unos cuantos que, con carácter quincenal, nos juntamos durante dos horas para intercambiar inquietudes y darnos ánimos en los proyectos artísticos, literarios o personales en los que nos embarquemos. Reconocemos que la vinculación es una necesidad arraigada en nuestra especie y, en eso, nos mostramos humanos, sin ambages.

En mi caso, la invitación vino por mediación de mi tía Teté, una mujer entusiasta y cariñosa que, me guarda afecto porque conserva parte del mucho que se profesaba con mi padre. Y, con su característica generosidad, me ofreció acercarme al taller.

Morel de Sal se llama, como el color.

Trabajando sobre cuadros que Patricia nos propone, en los que presenta el contexto de obra y autor, se plantean diferentes ejercicios de creación.

Dado que uno de los ejes del taller se apoya sobre las características singulares de los que acudimos —de las que la única común es, quizá, nuestra inquietud— nada nos apetece más que salir del entorno habitual y acudir a los lugares que Patricia nos sugiere como estímulo para jugar a ser creativos.

El miércoles 18 visitamos el Museo Arqueológico de Asturias, acompañados por Sofía. Estuvimos Moncha, Palmira, Asun, Oliva, Daniel, Yolanda y yo mismo.

Fue una experiencia estimulante.

Debíamos trabajar con una selección de obras, expuestas en el Museo, para, en veinte minutos, escribir un texto que nos inspirara la pieza elegida, sin restricciones.

El resultado fue fantástico: relatos llenos de ficción, de fantasía, de humor, de historicismo, de recuerdos y de búsqueda de transcendencia.

Para documentarnos, el Museo nos facilitó una ficha informativa.
Copio la mía:

Recreación de la celda del Padre Feijoo

“Fray Benito de Feijoo y Montenegro (1676-1764), abad del monasterio de San Vicente en Oviedo, desarrolló una importante obra literaria que simboliza el pensamiento ilustrado español, crítico y defensor de la ciencia, pero respetuoso con la religión y la monarquía absoluta. Esta recreación respeta la museografía de la década de 1950 y contiene objetos mueble que nada han tenido que ver con el personaje histórico. Excepto el sillón, conocido como silla abacial, que pertenecía a los bienes del monasterio, el resto del mobiliario fue adquirido en anticuarios por Francisco Jordá Cerdá director del museo en aquellos años cincuenta”.

Con esos elementos, y la inspiración de la tranquilidad del entorno, escribí un texto, que titulé B. J. Feijoo y adjunto (sin apenas correcciones):

“Dos espacios en uno: el descanso y el trabajo. No hay mucho más en la vida de un monje; como tampoco hay mucho más en la vida de cualquier otra persona.

Hace trescientos años Feijoo decidió recogerse; retirarse de la vida ordinaria y dedicar tiempo y energías a la meditación y el estudio.

Un monasterio. El abandono de lo superfluo para alcanzar la sabiduría en su vida y, más en concreto, en su obra.

Cerró puertas, cerró ventanas, eliminó todo trazo de lo que pudiera ser accesorio, de todo lo que pudiera distraerle.

Era egoísta; quería alcanzar la dicha suprema de un reconocimiento que le llegaría más allá de su tiempo y de su época.

Una muestra de Ilustración; la sabiduría no se encuentra en los vaivenes de la tesitura temporal en que nos toca vivir. La actualidad es efímera (aunque nos neguemos a admitirlo); la verdad es eterna y trasciende nuestra mera presencia.

Encerrarse en una celda para buscar la luz. Ilustrarse por medio del estudio. Viajar estando parado.

Descubrir que se puede viajar sin moverse del sitio.

Recordar que lo importante de un viaje es el trayecto.

Encontrar en el camino que una peregrinación es siempre una búsqueda, que implica una transformación. El viaje cambia a uno. Uno cambia con el viaje. Es un viaje interior.

Siempre se puede viajar, sin moverse del sitio.
Encerrado en una celda.
Buscando el conocimiento y la ilustración.
Los elevados ideales se convierten en motivo de itinerancia.
Sin abandonar una celda: una mesa, una silla, una cama.
Y libros; las ventanas que abren el camino hacia el conocimiento.
Y útiles de escritura; los que permiten plasmar las ideas, para evitar que se las lleve el viento.

Echo en falta ambos, libros y papeles, en la recreación del Museo”.

*****

"Concentrado. Parece que estoy trabajando".

La Televisión Pública Asturiana (TPA) consideró que la actividad reunía suficiente interés como para informar sobre ella.

Una de esas ocasiones en las que la TV muestra guiarse por asuntos de interés público.

Gracias.

martes, 17 de noviembre de 2015

Maniquí es

Como no quiero que me vuelva a pasar lo del año pasado, haré un trabajo rápido.


El anuncio de la Lotería de Navidad, 2015, ya está aquí.



El anuncio toma como protagonista a Justino, vigilante nocturno en una fábrica de maniquíes.
A pesar de su horario —en el que no comparte tiempo con sus compañeros en la fábrica—, o de lo tedioso de su ocupación —hacer la ronda de vigilancia—, Justino es capaz de encontrar motivos que le impulsen a levantarse todos los días, a la misma hora —en un remedo del inicio del bucle de El día de la marmota y su ¡buenos días excursionistas!—; a Justino le gusta lo que hace, le gusta con quién lo hace.

*****

Había mimbres suficientes para fabricar un cesto estupendo: una persona aplicada, que cumple con su obligación y que lo hace de forma animosa; alguien que contagia a sus compañeros (a los que no ve) su ilusión y su entusiasmo.

Una persona que va feliz a trabajar.

Nada más y nada menos.

*****

Hasta que, yendo en el autobús nocturno, poniendo su hombro para que su habitual compañero de trayecto se quede dormido, ve el periódico en el que informan de que la Fábrica en la que trabaja ha ganado el Gordo.

Sin que nadie le haya informado o se haya puesto en contacto con él.

Han pasado más de 12 horas desde el momento en que se dieron cuenta (10:12 AM) hasta la hora en que llega a la fábrica: Justino siempre ficha a las 11:00 PM.

Ese pequeño detalle hace que Justino, por primera vez en lo que vemos de anuncio, llega a trabajar sin ganas; con un mohín de disgusto en su rostro alicaído. La puñetera codicia ha transformado su apariencia.

Luego resulta que la historia no era así del todo. Nos habían hecho trampas y nos escamotearon la posibilidad de descubrir que eran una piña. Todos. No sólo el rondador nocturno, el que se monta películas con sus muñecos inanimados, a los que dota de personalidad porque carece de personas reales con las que compartir experiencias de verdad.

Los demás, los integrados, los que trabajan en un horario normal y, pese a hacerlo en una fábrica, parecen un conjunto de oficinistas ramplones; el resto son, pese a sus desgraciadas vidas, seres humanos capaces de sentir compasión y comparten una lista en la que se apuntan los que quieran décimos y, para el que no quiera (Justino), le apuntan uno a cuenta de la casa, que ya veremos si después toca.

Y toca.
Y son generosos.
Y, ahora con dinero, hacen fiesta y brindan con champagne (“todos somos franceses”).
Haremos que te sientas uno más.
No como antes, cuando tú nos felicitabas, pero nosotros no te dábamos nada a cambio.
Da igual.
La pasta lo iguala todo.
Empezaremos de cero. Con el bolso lleno de viruta.

*****

La conclusión es la misma:

El juego es el impuesto a la ignorancia.
La sensiblería es el recargo.

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Son unos miserables:

1 — Se cargan el espíritu del Justino original, aquél que había protagonizado en 1994 la primera película de La Cuadrilla (Santiago Aguilar y Luis Guridi), en un papel que recibiría un Premio Goya al actor revelación (Saturnino García, Justino) y otro a la dirección novel. El primigenio, un puntillero recién jubilado en la plaza de toros, afronta cómo llenar su tiempo de ocio sin olvidar su afán justiciero, para convertirse en “Justino, un asesino de la tercera edad”. Es cierto que su ocupación no se corresponde al ánimo navideño (menos aún, visto desde la perspectiva de un pavo, con esa preocupación por la empatía holística que hemos desarrollado), pero es una canallada hacerle desaparecer, sin dejar rastro. No vayan a youtube, que no hay imágenes. Sólo la canción de Víctor Abundancia sobre los títulos de crédito.

2 — En la entrega del año pasado creaban un mundo en el que no había niños. Ahora, dan un paso adelante. Se burlan de nosotros, los paganinis. Nos lo dicen a la cara: sois unos maniquíes, unas marionetas, unos títeres. Movemos los hilos que dictan lo que debéis hacer. Callar y comprar. No sólo es que Justino trabaje en una fábrica de maniquíes. Es que él, como todos los demás, son muñecos. Sin cuentos. Sin rodeos, Sin escrúpulos.

Eso son Golpes Bajos.
Montarán una fiesta. De maniquíes. Puedo verlo.



Como se nota que ya no está Germán Coppini.

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En mi venganza mostraré algunas de las trampas que han empleado:



Justino vive en un cuarto pequeño. Desde la entrada puede verse la cama. Sobre ella, un anaquel con libros. Al lado de la puerta se apilan, amontonados, más libros que Justino no usa. El que está abierto está en blanco. Justino es un farsante. No lee. Si lo hiciera, no acumularía los libros de ese modo. Emplearía la colocación en vertical y trataría de dejar los cantos a la vista (para identificarlos). Si tienes dudas, podrás comprobarlo en más ocasiones. Aceptamos que en el mundo de la ficción narrativa de un anuncio publicitario, nadie utiliza el móvil. Es la misma regla por la que los protagonistas de una sitcom nunca ven la TV. Pero suponíamos que un vigilante nocturno podría leer. Falso.


Va a trabajar. Alguien que viene de trabajar emplea el mismo trayecto. Aprovecha para adormilarse en blando. Hasta ahí, normal. ¿Pero qué hace Justino llevando su tartera de comida y ningún libro?


Hecho confirmado. Se ve que el autobús (que recorta gastos en la señalización de paradas) le deja a la puerta del curro. Sólo lleva su tartera. Ni un libro.


Ficha a las 11:00 PM.


Es el único que está (columna izquierda: IN). Los demás se han ido (columna derecha: OUT).


Más trampas. El lugar de trabajo cuenta con unos estantes repletos de carpetas A-Z. Ni un libro. Mientras, Justino se dispone a hacer la ronda y sintoniza su radio. Al menos uno de los dos entretenimientos de un vigilante nocturno (libro o radio) podrá ayudar a Justino a pasar el tiempo. No hay TVs (sólo los monitores de vigilancia) y un PC del año que Ronaldo (el gordo) jugaba en el Barça, imposible para echarse una partidita de FIFA, actualizar el estado de facebook, o mirar el número de seguidoras en Ashley Madison, en el que su nick ha perdido una vocal con respecto a su nombre verdadero, en el nombre, y ha añadido un lacónico Breve para conformar su ficticio apellido.


Ya se ve que la mano derecha empuña la linterna (al modo pre-CSI, sin flexión del codo en 90º para que la luz esté a la altura de los ojos) y la izquierda se posa relajada en su retaguardia, liberada del transporte del transistor. ¿Quién dijo radio?


Resulta mucho más interesante pasear por la nave (sin misterio) y dejar que tus ideas fluyan. Ves la foto de una moza jovial, con gafas de protección, secundada por cinco maromos y un sexto, al que por permanecer en la más reta de todas las guardias, se le intuye dotes de mando. Todos gritan “cheese”, al grito de “selfie”. El que no sabe inglés —y lleva la torola despejada—, ha quedado con el gesto contrito porque, bienintencionado, pero lerdo en idiomas, pensó que estaban mandándole callar. Su mirada (izquierda, arriba) busca la neurozona donde se neuroubiquen los neuroreceptores que neuroconsigan neuroevitar que le neurodé una neura.


¡Caramba! Estamos en la Fábrica de Maniquíes. Un mundo vivo y nuevo.


En el que Justino hace amigos (manipulables) que consienten en salir en fotos colectivas junto a él.


Ha estrechado vínculos. Ya no sólo puebla las paredes de su espacio con selfies de amigotes. También les considera su familia y, como anunció Francisco, la familia que no come unida no puede considerarse una familia, sino una pensión. Así que, Justino, con la mejor de las intenciones ofrece una de sus albóndigas teletransportadas desde IKEA, a lo que su amigo de plasti dice que “nasti”. “He visto cinturones de Orión en Primark, por un euro; se irán como lágrimas en la lluvia”. “Eso significa no, ¿verdad?”.


Harto de sus amigos de látex, que carecen de prótesis u orificios útiles, Justino busca inspiración como todos los vigilantes de seguridad hicieron antes, y seguirán haciendo mientras tengan que prestar el juramento Prosegur: fisgar en los lugares de trabajo de los compañeros que están ausentes. Se aprende a ver detalles. Una pelota dibujada el 6 de noviembre, el anterior al Viernes 13. Una foto de una calle de París.


El 25: “Cumple Carmen”. Me mostraré ingenioso. Haré como Eduardo con sus tijeras. Y entra en un desfase similar a Johnny Depp.


Mientras, los colegas del horario diurno (que no se sabe qué hacen, pero que no parecen trabajar en una fábrica), se ponen a apuntar en una lista los que quieren un décimo de la Lotería de Navidad. La empresa es tan molona que nadie se ocupa de hacerlo: cada uno, con su propio bolígrafo, escribe su nombre y un número (de décimos que quiere), pero nadie recoge la pasta, ni lleva una caja de lata en la que guarda los fondos, ni paga en la administración o devuelve los que han sobrado, o se encarga de ir a comprarlos a la administración más próxima, o al bar de Antonio que tocó el año pasado; a ése no vamos, que ya tocó entonces; ¿compramos por internet donde la bruja de Sort?; mi hijo tiene participaciones del equipo de fútbol, ¿queréis alguna?; en la estación de servicio también tienen, ¿alguien quiere?; y eso sigue sin apariencia de que nunca pueda cesar...


La lista se cae. Se ve el teléfono del Radio-Taxi (que llamen a Uber), una MasterClass de Zumba, el cartel de Empanadillas Leo, un folio amarillo en el que se lee: “Hemos hecho una porra. ¿Cuándo llega Dani Ahuir? (1 €)”. Lo más incomprensible es un post-it azul en el que dos puntos y una curva dotan de una aire siniestro al emoticono más empleado en los móviles de los pitufos.


Tanta ida de olla tiene un colofón final en un efecto Rube Goldberg que culmina con el encendido ritual de un árbol de Navidad compuesto por maniquíes apilados en la fábrica (que tal parece un almacén y no una factoría).


Justo en el momento (10:12 AM) en que alguien se percata de que han ganado el Gordo.


La fábrica ha ganado el Gordo. Porque estos sujetos que diseñan anuncios y que carecen de contacto con la vida real, que creen que pueden proyectar emociones en los muñecos de plástico de una factoría al borde de la quiebra, que pueden sustituir a personas por figurines, que figuran de atrezzo y que, en el mejor de los casos, ni siquiera se quejan por la calidad de la comida de plástico que sirven envuelta en filminas los de la empresa de catering que, siendo como es del hermano del dueño de la productora, se mete unos patinazos que no se puede contar; estos sujetos desnaturalizados, que emplean tres horas al día en desplazamientos desde su casa a su domicilio y vuelta, que viven en burbujas y que no se relacionan con sujetos que hagan cosas con las manos —más allá de hand-shakes o give-me-fives—, que no comprenden que las relaciones son estrechas, porque se tornan en vínculos que se fortalecen con la reciprocidad; estos seres que notan su creatividad porque intentan suplantar a las personas que retratan y, mientras intentan pensar por ellos, se muestran incapaces de pensar con ellos, justificando otra vez que la suplantación es un impedimento para la comprensión y que, llegados a este punto, hacen que el premio lo gane la Fábrica —objeto inerme, inanimado, carente de un antropomorfismo que pueda llegar a confundir al público, o a los creativos, indistinguibles ya en la mente enfermiza de un moderno creador de monstruos— y no las personas que trabajan en la fábrica. El remate inverosímil es que la noticia la facilita un periódico vespertino, aquellos que, según cuentan las leyendas, se vendían por las tardes y reunían las Informaciones que se habían producido en el día en curso; hace eones de la última vez que una persona dio crédito a esta leyenda, que Iker Jiménez piensa estudiar en breve.


Champagne. Preludio de fiesta. Brindaremos cantando con la marsellesa, que tanto nos costó aprender.


Jarana total. Jolgorio absoluto. “Sí, bueno; pero no se me apiñen tanto. Yo soy más de plástico”.

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No existe nada más feo
Que usar para este bis
Con ánimo maniqueo
Al tío del Manneken Pis

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...