domingo, 17 de abril de 2022

Ensayo y error

Recupero esta entrada publicada el 13 de enero de 2015, sin enmiendas ni añadidos.

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Un tópico generalizado y ampliamente difundido:

“aprendemos por medio del ensayo y error”

"Prueba de nuevo" Viñeta: Nendo

En realidad es un esquema erróneo, porque no reproduce con fidelidad su funcionamiento.

No voy a poner en duda la aportación de Edward Thorndike, uno de los precursores de la psicología experimental. Pero la fórmula que resume el principio del aprendizaje (“trial and error”), es inexacta.

Para ser preciso, actuamos —al menos en la forma que nos sirve para aprender— conforme a un esquema distinto:

“ensayo — comprobación” (trial & feedback)

Lo intentamos y recibimos información de si nuestra tentativa ha sido fructífera, o no.
De si hemos alcanzado resultados (los previstos / distintos de los esperados / ninguno).

Porque no siempre erramos. En ocasiones, nuestros ensayos se convierten en aciertos y, para poder aprender, debemos ser capaces de incorporar en nuestro repertorio de conductas la valoración adecuada de la efectividad (o ineficacia) de nuestros anteriores intentos.

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Nuestra actuación debe guiarse atendiendo al siguiente programa:

1 - Procedimientos establecidos.
Debemos comprobar si existe un marco normativo que (de)limite nuestra actuación, pudiendo tratarse de normas generales (leyes), singulares (de la organización en que estemos involucrados), o individuales (las particulares de cada uno).

2 - Experiencia previa.
En caso de no existir un procedimiento que pueda ser aplicado, se valorará la existencia de situaciones análogas.

3 - Sentido común.
En una situación imprevista, novedosa, sin analogías previas, a la hora de buscar una forma de actuar debe primarse la utilidad (para el afectado) frente a la comodidad (del que deba actuar).
En todo caso, debe incentivarse la búsqueda de soluciones eficaces, como alternativa a la omisión de respuestas que puedan ser equivocadas.

4 - Reformulación del procedimiento.
Si se ha planteado una situación imprevista, debe incorporarse al procedimiento de actuación estándar.
Si la solución establecida conducía a un error de actuación, debe plantearse un modo de actuación alternativo, que subsane el error producido (y evite que se repita en el futuro).

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Avanzamos por un peligroso camino; un mundo en el que los ordenadores van adquiriendo mayor presencia en las decisiones que tomamos.

George Dyson lo formuló en una pregunta esencial, ineludible:

“¿Y si el coste de tener máquinas que piensan es tener gente que no?”

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Y, fascinados por la maravilla técnica de una máquina más rápida, más eficiente y menos susceptible que cualquier humano, nos aturdimos acudiendo al latín:

“Errare humanum est”.

Olvidamos que las máquinas también pueden cometer errores, porque son una construcción de los hombres y, es inevitable, contienen las limitaciones de sus fabricantes. Pero dejamos que los intereses de las grandes corporaciones nos ofusquen. Por eso, cada vez que se produce una catástrofe, la búsqueda no cesa hasta que se localiza un “error humano” como causa —detonante, dicen— de la tragedia.

Quizá nos tranquilice y nos permita dormir.

Pero yo mantengo un ojo abierto, y pienso que el hombre yerra porque lo intenta (y que también acierta), y acepto que, sí, que vale, que errar es de hombres.

Pero (h)errar es de herreros. Pregúntales a ellos.
Te dirán: “si hay algo que quieres intentar, pregúntame; nunca te diré que no. ¿Cómo podría?”.



Ahí radica la verdadera esencia de nuestra evolución: en el intento (y, no, en el error).

8 comentarios:

  1. Una verdad como puños. La elección y el errar es el motivo del avance de la sociedad

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    1. Ya.
      Lo que pasa es que, últimamente, se incentiva tanto la inacción que por eso no avanzamos.
      Un abrazo.

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  2. Muy bueno!! Pero discrepo en que las máquinas piensen. Están programadas, no improvisan ni adolecen de sentimientos varios. Nosotros erramos casi siempre por los secretos del corazón. Una máquina no teme, no suda, no palpita. Y no ama. No tengo ningún miedo a que la especie se extinga. O no mientras queden artistas sobre la faz de la Tierra. Lo de errar, está en los genes.

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    1. Yo no sé si las máquinas piensan, pero lo que sí parece es que aprenden; ése es el fundamento de la inteligencia artificial.
      Lo que nos diferencia de ellas es que nosotros somos capaces de improvisar soluciones nuevas, la única forma de salir airoso de situaciones imprevistas.
      Y por supuesto que tememos, sudamos y palpitamos. Y nos dejamos llevar por las emociones. Eso mola, claro que mola.

      Gracias Gemita

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    2. Me dedico a la investigación en inteligencia artificial y estoy de acuerdo con lo que dice Secades. 2 de los paradigmas que se usan ahora para convertir los datos en información son machine learning y deep learning (ambos significan aprender) y resuelven con cierta soltura y sin intervención humana algunas cuestiones planteadas (reconocimiento facial, búsquedas...) pero, de momento,siempre dirigidas, sin libertad por parte del 'agente. Se puede aleatorizar algún comportamiento para tener una falsa apariencia humana, pero no se les puede dotar de esa tensión última de dirigirse al Bien.

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    3. Me viene a la cabeza el cuestionario que se aplicaba en Blade Runner para saber si un sujeto era "humano", o "replicante". Y era efectivo, incluso aunque el sujeto evaluado no fuera consciente de su condición real. Visto en perspectiva sorprende que el test lo administrara un humano, dotado de mayor pericia que las réplicas.
      En el fondo hay una diferencia entre las interpretaciones basadas en el big data y la tensión humana; no sólo estriba en la dirección a que apunta (su intencionalidad) sino, creo yo, en que los algoritmos extrapolan comportamientos basados en la acumulación de información, mientras los humanos expresamos resultados únicos, alterables en función de las circunstancias, los momentos y el carácter aleatorio tan impredecible como el hecho de que ya he dejado de saber si estoy en desacuerdo con lo que trataba de decir antes de ponerme a escribir.
      Pero, quizá (y sólo quizá), puede que mi respuesta haya sido atinada a la primera y no debiera cambiarla mucho más.
      En eso trataba de centrarme hace más de siete años, creo recordar.
      Gracias por tu comentario, Alberto.
      Fue un placer y me recuerda a cierto lugar de Castilla donde pasamos unos intensos días reflexionando extramuros.
      Un abrazo

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  3. Equivocarse
    es de gente,
    y luego ,hay
    gente que
    representan
    la equivocación
    andante,no sacan
    nada en limpio ni
    a tiros .
    Gemitaaa ,muack.

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    1. No había caído en eso; lo muy proclives que somos algunos a equivocarnos.

      Gracias Orlando

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