Un
tópico generalizado y ampliamente difundido:
“aprendemos por medio del ensayo y error”
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"Prueba de nuevo" Viñeta: Nendo |
En
realidad es un esquema erróneo, porque no reproduce con fidelidad su
funcionamiento.
No
voy a poner en duda la aportación de Edward
Thorndike, uno de los precursores de la psicología experimental. Pero la
fórmula que resume el principio del aprendizaje (“trial and error”), es inexacta.
Para
ser preciso, actuamos —al menos en la forma que nos sirve para aprender— conforme
a un esquema distinto:
“ensayo — comprobación” (trial & feedback)
Lo
intentamos y recibimos información de si nuestra tentativa ha sido fructífera,
o no.
De
si hemos alcanzado resultados (los previstos / distintos de los esperados /
ninguno).
Porque
no siempre erramos. En ocasiones,
nuestros ensayos se convierten en aciertos y, para poder aprender, debemos ser
capaces de incorporar en nuestro repertorio de conductas la valoración adecuada
de la efectividad (o ineficacia) de nuestros anteriores intentos.
*****
Nuestra
actuación debe guiarse atendiendo al siguiente programa:
1 - Procedimientos establecidos.
Debemos
comprobar si existe un marco normativo que (de)limite nuestra actuación,
pudiendo tratarse de normas generales (leyes), singulares (de la organización
en que estemos involucrados), o individuales (las particulares de cada uno).
2 - Experiencia previa.
En caso
de no existir un procedimiento que pueda ser aplicado, se valorará la
existencia de situaciones análogas.
3 - Sentido común.
En una situación
imprevista, novedosa, sin analogías previas, a la hora de buscar una forma de
actuar debe primarse la utilidad (para el afectado) frente a la comodidad (del
que deba actuar).
En todo
caso, debe incentivarse la búsqueda de soluciones eficaces, como alternativa a
la omisión de respuestas que puedan ser equivocadas.
4 - Reformulación del procedimiento.
Si se ha
planteado una situación imprevista, debe incorporarse al procedimiento de
actuación estándar.
Si la solución
establecida conducía a un error de actuación, debe plantearse un modo de
actuación alternativo, que subsane el error producido (y evite que se repita en
el futuro).
*****
Avanzamos
por un peligroso camino; un mundo en el que los ordenadores van adquiriendo
mayor presencia en las decisiones que tomamos.
George Dyson lo formuló en una pregunta esencial,
ineludible:
“¿Y
si el coste de tener máquinas que piensan es tener gente que no?”
*****
Y,
fascinados por la maravilla técnica de una máquina más rápida, más eficiente y
menos susceptible que cualquier humano, nos aturdimos acudiendo al latín:
“Errare
humanum est”.
Olvidamos
que las máquinas también pueden cometer errores, porque son una construcción de
los hombres y, es inevitable, contienen las limitaciones de sus fabricantes.
Pero dejamos que los intereses de las grandes corporaciones nos ofusquen. Por
eso, cada vez que se produce una catástrofe, la búsqueda no cesa hasta que se
localiza un “error humano” como causa
—detonante, dicen— de la tragedia.
Quizá
nos tranquilice y nos permita dormir.
Pero
yo mantengo un ojo abierto, y pienso que el hombre yerra porque lo intenta (y
que también acierta), y acepto que, sí, que vale, que errar es de hombres.
Pero
(h)errar es de herreros. Pregúntales a ellos.
Te dirán: “si hay algo que quieres intentar, pregúntame; nunca te diré que no. ¿Cómo podría?”.
Te dirán: “si hay algo que quieres intentar, pregúntame; nunca te diré que no. ¿Cómo podría?”.
Ahí radica la verdadera esencia de nuestra evolución: en el intento (y, no, en el error).
Una verdad como puños. La elección y el errar es el motivo del avance de la sociedad
ResponderEliminarYa.
EliminarLo que pasa es que, últimamente, se incentiva tanto la inacción que por eso no avanzamos.
Un abrazo.