The Wallflowers — “One Headlight”
Bringing Down The Horse (1996)
Los Angeles, California (USA)
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¿Y
qué ocurre si tienes la misma vocación que tu padre, que es un indiscutible
genio en lo suyo, y quieres dedicarte a hacer lo mismo?
Muchos
ejemplos hay de ello. En la música son legión.
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Jakob Dylan (el hijísimo)
ama la música desde niño.
Normal.
Oye
los discos de su padre y entiende mejor que nadie las referencias familiares de
algunos de sus trabajos, en los que habla con pasión de su madre, o de sus
desavenencias.
O
de lo que sea, porque es probable que le haya oído tararear en gayumbos.
Imagina.
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No
quiere que su apellido lo marque todo y forma un grupo tras el que se guarece
como si fuera un muro de flores.
Contacta
con algunos colegas, firma con un sello, pero les cuesta encontrar productor.
Publican disco, pasa sin pena ni gloria, cambian de discográfica y vuelven a
tener problemas para encontrar productor. Unas demos le llegan a T Bone
Burnett, quien muestra un excelente olfato y acepta el envite. El material
le pareció magnífico.
Y
se publica este disco que, poco a poco, va llegando al público.
Esta
canción es un éxito absoluto.
El
disco obtiene un cuádruple certificado de platino (cuando se requerían ventas
millonarias para cada uno de ellos; imagina: más de cuatro millones de copias).
Y
YouTube certifica más de 170 millones de reproducciones.
El hijo de Bob resuena con voz propia
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