viernes, 14 de noviembre de 2014

Uno de 50

Pasan los años, como en un suspiro.
Repentinamente te percatas que has superado la cuarentena.

Me he convertido en “uno de cincuenta”, la categoría que incluye a hombres (“uno”) maduros (“de 50”).
Nada hace suponer que por ello deba ser más sabio, interesante o responsable.


Al fin y al cabo, es sólo un día más y el cambio es casi imperceptible.

Pese a que resulte inevitable dar mayor relevancia a ciertos pequeños detalles que llenan de gozo la vida.
Disfrutar de un café, a media mañana, por el mero placer de pararte y pensar.
Encontrarte a un amigo y charlar un rato.
Alguien se acuerda de un momento en el que, por lo que sea, te guarda en su memoria y quiere compartirlo.
Una canción o una lectura, recomendadas, que dejas que te atrapen y te seduzcan.
Una foto olvidada que aparece en el fondo de un cajón, escondida entre las hojas de un libro, como un calcetín desemparejado.

El tipo de cosas que un día como hoy me encantará recibir. Y que agradeceré.

*****

Esta semana he visto dos películas que debería haber visto hace treinta años.

Una, Koyaanisqatsi, dirigida por Godfrey Reggio en 1982, acompañada por música de Philip Glass, que se convertiría pasado el tiempo en la primera parte de una trilogía. El tipo de cine que mis amigos no me querían acompañar a ver.

La otra, “Karate Kid”, con Pat Morita y Ralph Macchio, de 1984. No sé cómo lo conseguí pero hasta hace dos días había sido capaz de evitarla.
Sorprende sobremanera la transformación en los gustos musicales y estéticos, al igual que cierto costumbrismo rancio que me niego a detallar, pero me aturde ver que he caído sin remedio en la trampa simplista de hablar a mis hijos comiéndome los artículos y moviendo dextrógiramente mi mano derecha, mientras la izquierda lo hace de forma levógira, repitiendo (y resultando cansino):

Hay ciertos rasgos contradictorios que conviven en mí; han dejado poso y deseo que permanezcan.

*****

Muchas gracias.

Mi círculo de amistades de expande y se consolida, aunque haya veces que pueda sentirme sólo o tenga ganas de renunciar.



“Cuando era joven me decían: ‘Ya verás cuando tengas cincuenta años’.
Hoy tengo cincuenta años y siento que aún no he visto nada”.
Erik Satie


5 comentarios:

  1. Felicidades alberto!!! No me puedo creer que consiguieras llegar a los 50 sin ver karate kid!!! Eso me sorprendió y la pena de todo es que aunque vivieramos 5 vidas seguidas aun nos quedaria mucho por ver....

    ResponderEliminar
  2. Un día más pero con la cifra en el brazo. Muchas felicidades también por aquí, querido amigo. Otro abrazo más.

    ResponderEliminar
  3. Abrazo grande desde México, acá aún es 14 y aún se celebra tu cumple.
    No tengo 50 años de conocerte, en principio por que aún estoy en la 40tena, (((y eso que me conociste de ksi40tona))), y en seguida por que aún no tengo el privilegio de conocerte en persona. Aún así tengo varias anecdotillas en mi memoria y TODAS son chuscas. Nos conocimos en lÍnea en una página de juegos jugando en la Sala UNO de "xúpate 2", jugabas de contrincante y contabas historias improvisadas graciosas que en mi particular opinión era más entretenido que el juego mismo, después caí en cuenta que era plan con maña (((lo hacías para distraer al contrincante))) así que indistintamente terminaba perdiendo jajaja

    ResponderEliminar

Tu comentario será bien recibido. Gracias

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...