Alberto
quiere que le insultes. No un insulto cariñoso, sino uno vulgar, agresivo,
infame. Un insulto de los que duelen como puñaladas. Un agravio directo a esa
parte del dolor que sólo se deja a los que se quiere.
Una
palabra indecente que atente contra los miedos más infantiles, los que se
guardan tras tres armaduras recuperadas de las cruzadas.
Necesita
un poco de la rabia de una amante despechada para sentir lo que siente alguien
a quien se le acusa de caer en la tentación en la que tanto le costó no caer.
Necesita un pisotón, un desprecio exagerado.
Lo
necesita porque quiere saber qué se siente siendo el malo, siendo el enemigo o
el contrario. Se ha cansado de ser de esas personas a las que se supone
racional y a las que nunca se les ve partícipe de la maldad.
Alberto
quiere ser el dictador al que le tiran piedras sus súbditos. Quiere sentir el
dolor de los golpes, oír resquebrajarse los huesos de los brazos cuando los
tanques pasan por encima.
Ha
intentado meterse con el vecino. Se ha orinado en la pared de una iglesia y
detrás de un minarete (salpicando hacia la meca), pero no ha perdido la
salvación eterna. Votó al enemigo, pero obtuvo representación parlamentaria y
le asfaltaron las aceras frente a su casa. Se cagó en tu madre y tu madre le preparó
un bizcocho. Despreció a un amigo y el amigo le dio la razón. Miró el escote de
la vecina en el ascensor y ella se ruborizó para responderle con una sonrisa
pícara y cómplice.
Hay
quien se levanta por la mañana y le ladran los perros. A Alberto le huelen la
entrepierna y luego le traen un hueso moviendo el rabo. A algunos, los
jubilados les golpean el coche con sus bastones, al esquivarlos en un paso de
cebra; a él le dan la razón, esperando que el semáforo se ponga en verde. Los
ladrones le devuelven la cartera y los fans de Pitingo le reconocen que ni es flamenco, ni es pop, ni es fusión,
ni por supuesto soul. Ni siquiera le
miran mal los veganos cuando se deleita chupando los huesos de las chuletas en
su presencia.
Así
que no sabe lo que es ser malo, no sabe lo que es ser un endemoniado o un
proscrito. Quiere conocer esa sensación, ese malestar grisáceo del causante de
todos los males. Lo necesita para saber lo que se siente viviendo en el lado
oscuro.
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Alberto
quiere que le insultes.
#InsultosAlberto
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Espera
que Iglesias, Errejón y Monedero empleen
su método favorito para decidir quién le tirará la primera piedra, el primer
folio, o la primera tijera.
"Rock - Paper - Scissors" |
La
aplicación de la escala
de Bristol se ha mostrado infalible.
Pablo
es puño.
Íñigo
corta rápido.
Juan
Carlos debe llevar lectura.
Cernícalo
ResponderEliminarhttps://youtu.be/iPmMK7XWLHQ
ResponderEliminarSi he de buscar un insulto creo que visto mi facebook los que más se prodigan por las redes son dos Facha o Podemita escoja Vd Este país no aprende es guerricivilista y Vd con estos post se busca la ... amistad eterna jjj
ResponderEliminarNo es fácil insultarle. Se parece demasiado a mi hijo.
ResponderEliminarUn abrazo