Una comedia
sobre la crisis.
La
película dirigida por Víctor García León,
estrenada el pasado viernes tras ser premiada en el Festival de Cine de Málaga,
plantea un tono de comedia sobre la crisis —económica y “de valores”, se suele apostillar— española.
Resulta
sencillo acercarse desde el lado trágico: la situación lo es en sí misma; sería
redundante.
Se
agradece el esfuerzo de mostrar una comedia. Como en todas, hay una búsqueda de
reírse de algo, entendiendo que la risa pueda resultar catárquica.
Y
se reconoce el intento de esquivar tres tentaciones en las que la comedia puede
caer: reírse de alguien (cayendo en una burla), apoyarse en prejuicios
(alimentando un clima, molesto en exceso, que favorece el enfrentamiento y la
transformaría en parodia), buscar soluciones simplonas (que conducirían a una
farsa).
La
película cuenta la historia de Bosco,
el hijo de un ministro al que encierran en la cárcel acusado de diversos
delitos de corrupción. La casa familiar es embargada, le expulsan del máster en
que estaba matriculado, amigos y familiares le dan la espalda. Y Bosco debe
aprender nuevas formas de sobrevivir. Lo hace apoyándose en Macarena, ciega, y Ramón, el tercer vértice de un endeble triángulo.
Bosco
es Santi Alverú, actor debutante,
que soporta el peso del desarrollo de la película. La construcción del papel es
estupenda. Es el pilar que evita la primera de las tentaciones.
TENTACIÓN 1
“Vamos a reírnos de un
pijo”
En
la preparación del proyecto se define la necesidad de eludir el recurso fácil
de la caricatura. El protagonista debía reunir dos requisitos: ser un novato y
ser un pijo. Alverú reúne ambas características. Es, además, muy gracioso. Su
desenvoltura permite reírse con él, más que de él. No se trata del cliché de un pijo de salón, impostado,
inexistente.
Santi
es más que Bosco; pero Bosco le debe mucho a Alverú.
Por
supuesto.
TENTACIÓN 2
“Vamos a tener prejuicios”
Ya
sabíamos esto de antes (aunque parezca que se nos empieza a olvidar): no somos
buenos o malos. La mayoría pasamos por momentos.
La
cuestión a resolver no es si uno es corrupto, o no.
La
pregunta a la que cada uno debe enfrentarse es si es corruptible.
En
realidad, resulta tan inmoral eludir las (pocas) responsabilidades para
refugiarse en los juegos de rol, o colocar a tu amante en la ONG con la que
colaboras, como desviar fondos o enchufar a amigos en puestos de relevancia.
La
moral no entiende de números.
Lo
cierto es que quien roba lapiceros en el trabajo nunca podrá ser alguien digno
de confianza.
La
película muestra (a quien quiera verlo) que la picaresca está tan incardinada
en Bosco, como en Macarena o Ramón.
TENTACIÓN 3
“Vamos a aleccionar”
El
bajón de ritmo en el tramo final permite que un mensaje cale de forma sutil:
Bosco (y Macarena y Ramón) siguen siendo iguales. Puede que hayan aprendido
algo en su peripecia compartida, pero no han cambiado su condición.
Siguen
siendo un activista pasivo, una visionaria ciega y un pijo con recursos; tres
jóvenes en una sociedad compleja.
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