Todos sentimos
la necesidad de experimentar.
Bueno; yo la
siento.
Y he encontrado
un lugar donde, una vez al mes, me permiten hacerlo.
*****
Mi prueba más reciente.
Hay algunas lecciones que conviene aprender pronto:
—
que en todas las reuniones (aquellas que cuentan
con un número de participantes superior a cuatro) siempre hay alguien que se
aburre. Si eres tú quien lleva la voz cantante, ten la certeza de que el resto
también lo hará. Haz todo lo posible para evitarlo.
—
que si tu jefe se comporta como un cretino con
algún compañero tuyo, pero contigo no, no se debe a que tengas inmunidad, sino
que todavía no te ha tocado. Pero te tocará. Prepárate para ello.
—
que las modas pasan. Que lo que ahora parece
ineludible, se convertirá en demodé.
Aunque te resulte inimaginable. Santi
Alverú debería de tener preparado un set de afeitado. El día en que deje
sus mejillas lozanas se va acercando.
—
que la mayoría de los problemas a los que te
enfrentas se le han presentado a otros antes y, algunos, han encontrado
soluciones imaginativas que pueden resultarte válidas. Pregunta. Infórmate.
Copia y adapta. Todos lo han hecho antes. Hacer copia y pega es mezquino.
—
que en cualquier organización —es más notorio
conforme a su tamaño— hay algunos peces gordos. Descubrirás con rapidez quienes
son. Quieren que lo sepas. Se hacen notar (y tienen acólitos que hacen que
descubrirlos sea más sencillo). Pero hay también algunos —a veces les llaman
personal auxiliar— que pasan desapercibidos, pese a tener acceso a todos los
sitios. Pueden ser camareros, vigilantes de seguridad, ujieres, ocuparse de la
limpieza, llevar la valija. Ven y no son vistos. Y tienen todas las llaves. No los dejes de lado. Conocen todos los trucos.
Te podrán sacar de un apuro. Y tienen un montón de anécdotas que les gusta
compartir. Deja que lo hagan.
—
que a las siete y media de la mañana muchos van con
cara de cabreo. Que algunos, muchos menos, a esa hora llevan la sonrisa puesta.
Que su gesto no depende de lo que les haya pasado antes; son así. Y el gesto se acentuará en el
desarrollo de la jornada.
—
que todos tenemos derecho a cambiar de opinión. Que
si nos tomamos esa licencia, ¡y lo hacemos!, debemos concedérsela a los demás.
Argumentar que conozco mis intenciones, y sé que son razonables, pero no las de
los demás, y puedo albergar una cierta desconfianza, es la mejor manera de
aumentar tu cotización en la escala pública de cretinismo.
—
que si vas a una cena de amigos y proponen que os
sentéis separados por sexos, te resultará más entretenido si te sientas entre
los del otro sexo. Si perteneces a un círculo de amigos del colectivo LGTBI,
estarás pensando que soy idiota (si no habías llegado a esa conclusión antes).
—
que si estás en la barra de un bar y la persona con
quien has quedado se retrasa, y no puedes consultar el teléfono, y el periódico
de la casa está pillado, y no tienen encendido el TV —ante toda esa improbable
alineación de planetas—, te pondrás a mirar el culo de la persona que está al
otro lado de la barra. No lo haces porque esté buena, sino porque está ahí. Si
hay un periódico, lo ojeas (también si es la hoja parroquial o un número
atrasado de Jara y Sedal). Es la
misma razón por la que en ocasiones miras el teléfono: porque está ahí.
—
que una pareja que, en presencia de otros, se
llaman entre ellos “Cari”, el uno al
otro, constituyen una compañía potencialmente tediosa. Sepáralos lo antes
posible, antes de que la condición potencial se esfume. Que lo hará.
—
que no creas en esa afirmación que da por hecho que
hay que decir las cosas. En el mejor de los casos, se la traerá al fresco a
quien le atosigues con una información que no te ha solicitado. En el peor, te
devolverá el favor y te freirá con una dosis masiva de sinceridad. En realidad,
tú te lo has buscado.
—
que para que un cabreo funcione, antes has debido
de colmar de lisonjas al destinatario de tu reprimenda. Nadie te hará caso si
le abroncas nada más conoceros.
—
que la confianza se alimenta de forma recíproca.
Que aunque lleve toda una vida mantenerla, puede perderse en un instante.
—
que no hay señales que avisen de que estás frente a
una oportunidad. Que es mejor que mantengas tu instinto alerta. Para ello, es
necesario entrenarlo, porque no viene de serie. Aunque algunos lo crean con
convicción.
—
que puedes aprender escuchando a otros, por propia
experiencia, o viendo cómo los demás resuelven ciertos asuntos. Que muy pocas
personas tendrán ganas y paciencia para detenerse a contarte cosas útiles;
algunos lo harán de forma muy discreta (y no se tomarán la molestia de
repetirlo; si lo hacen a menudo se trata de unos pelmazos y deberás huir de ellos). Que nadie lo va hacer con el
mismo cariño que algunos profesores, pero su presencia en tu vida es pasajera.
Que sólo tus padres van a estar de tu lado y que puede que lo que digan ahora
te resulte un petardo, pero no dejes que caiga en saco roto. Dentro de unos
años descubrirás que ese runrún, se
ha convertido a algo muy parecido a lo que tú mismo dices.
—
que debes reclamar un papel protagonista en tu
propia vida. Que si no lo haces ahora, dejarás el escenario disponible para
otros. Y ser espectador para siempre no mola.
—
que un intolerante es un tipo que piensa distinto
que tú, con la misma intensidad y convencimiento. Si crees que quien no piensa
como tú está equivocado y debería cambiar de opinión, eres de ese escogido grupo.
Puede que tú no te hayas dado cuenta, pero los que te rodean lo saben y no
tienen dudas.
—
que en un grupo elegido al azar de jóvenes, puedes
intuir que algunos son gilipollas. Y otros (o los mismos) están frustrados.
Pero ten la absoluta certeza de que ese mismo grupo, en veinte años, estará
compuesto por muchos gilipollas y una gran mayoría de frustrados. Intenta ser de
los que se dan cuenta de la evidencia (porque ni son gilipollas ni están
frustrados).
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“Cuando una
multitud de jóvenes, agudos, francos, comprensivos y observadores, como son los
jóvenes, se reúnen y se relacionan entre sí, seguro que aprenden unos de los
otros, aunque no haya nadie que les enseñe; la conversación de todos es una
serie de lecciones para cada uno, y asimilan así nuevas ideas, nuevos puntos de
vista, material fresco para el pensamiento y principios claros para juzgar y
actuar día a día”.
John Henry Newman
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Aprendiendo es el gerundio de aprender, y yo paso por aquí muchas veces por ese motivo. Me ha encantado el post. Abrazos.
ResponderEliminarBueno, pero eso es porque me miras con cariño.
EliminarMuchas gracias JJJ.
¿Sabes algo de Salva?