viernes, 27 de enero de 2023

Clara Peeters; el estruendo

Sesión del taller literario Desde la sombra: artes, reflejos y mujeres, organizado por la Asociación Empresa Mujer, ASEM y coordinado por Patricia Núñez.

26 de enero de 2023.

*****

— Strumpfffytuffemm BROOOOOM CRRRAAAACCCC CRAAAAASSSKKK BOOOM.

— ¡Clara! ¿Pero qué es ese estruendo?

— No me oprimas, Peeters.

— Y deja de llamarme Peeters, que soy tu padre.

— Putativo.

— ¡Qué putativo ni que ocho florines! Soy tu padre.

— Ja. Y yo Leia.

— Estás hecha una replicante.

— Y tú estás obsesionado con el cine de ciencia ficción. ¿Ahora me vas a hablar de las puertas de Tauhausen?

— No. Te encerraré tras la puerta de la bodega.

— ¡Genial! Allí siempre encuentro cosas que hacer.

— Sí, como empezar a amontonar objetos. Esa manía tuya con el equilibrismo...

— Bueno, es una técnica que estoy desarrollando.

— ¿Cuál? ¿La de ir mermando las piezas de la vajilla de la tía Attilia?

— Ni caso te estoy haciendo. ¡Habla más alto!

— Que nos tuvimos que marchar de Antwerp...

— Amberes.

— ¡YA LO SÉ! Pero mira que eres pedante...

— Pedante tú, que, con esa afición tuya al flamenco, hemos terminado en este rincón del mundo que es Trebujena...

— Ya sabes que es la cuna del flamenco más puro.

— Sí. Naranjito de Trebujena, Clementino de Trebujena, Nectarino...

— Nectarino es de Sanlúcar.

— Y de Barrameda. No imaginas cuánto me aburres...

— Tú sí que eres insoportable. Y no aguantas una crítica.

— Lo tuyo dejó de ser crítico y empieza a convertirse en cítrico.

— Pues te decía, ¡PLOMIZA!, ¡PLÚMBEA!, ¡PESADA!, ¡AN-TO-JA-DI-ZA!.

— Estás cambiando de palo.

— Lo normal en los flamencos de raza.

— ¿De raza? ¡Pero si tú eres descendiente de la pata del Duque de Orange!

— A mucha honra.

— Bueno, es lo que dices siempre, pero no se te nota nada.

— En Antwerp sí que teníamos una posición...

— En Amberes. Y tampoco era para tanto.

— ¡AAAARRRGGHHH!

— Que tenía que dibujar comida para que, al ver los cuadros...

— ¡CALLA, CANALLA!

— ...se me pasara un poco el hambre.

— ¡Mendiz!, ¡Perdiz!, ¡Robacubiertos!, ¡Codorniz!, ¡Meretriz!

— ¿Qué me has llamado?

— ¡Mendiz!, ¡Perdiz!, ...

— No. Lo último.

— ¡Meretriz!

— ¿Y eso qué es?

— Bueno, Clara, ya tú sabes...

— No. No sé.

— Que se me calentó la boca...

— Muy dado eres a que se te calienten cosas.

¡CLARA!, que soy tu padre.

— Putativo.

— Ya volvió Perico al torno.

— ¿Y lo otro?

— ¿Mendiz? Me lo inventé.

— No. Entre perdiz y codorniz.

— ¿Alondra? Un ave de la familia de los aláudidos, perteneciente al orden de los paseriformes.

— Me siento aludida, sí. Y pienso que eres deforme, mentalmente.

— ¿Piensas mentalmente? Estoy por avisar a Hans Eysenck.

— No. Era otra cosa que me llamaste.

— ¡Robacubiertos!

— ¡Eso!

— Normal. ¿Tú sabes la cantidad de cuchillos que hay repartidos por toda la casa, de cuberterías diferentes, pero todos de plata?

— No esperarás que me lleve unos de plástico, ¿verdad? Me ve Greta Thunberg y me...

— Y te nada, que es muy buena cría...

— Sí, pero...

— Nada de peros.

— No, si ya conozco sus intenciones. Y las comparto. Pero no me digas que no te pone nervioso, querido Peeters, ese mirar ladino suyo.

— Es que es Asperger.

— ¿Del imperio austrohúngaro? Yo siempre pensé que era noruega.

— Ya. Ella no ruega. Ella exige.

— Pero le falta Garbo.

— ¿Qué?

— Ay, Peeters, que no estás en la onda. Un grupo que es una movida.

— ¿Los Chunguitos? ¿Los Chichos? ¿Azúcar Moreno?

— ¡Qué va! Más modernos...

— No me digas que Los Manolos.

— Déjalo, no lo vas a pillar.

— Lo que te van a pillar es a ti con tu mano larga afanando cuchillos.

— Ya lo sé. Trataré de enmendarme. ¿Por qué no vamos a Toledo?

— ¿Y eso?

— Jo. Primero, porque quiero ver al Hombre del Palo.

— No. Ya te lo dije. Eso es cosa exclusiva de María Pilar.

— Bueno, lo acepto. Pero me encantaría que me regalaras un sable de acero toledano.

— ¿Y para qué quieres un mandoble?

— ¿Te imaginas el pedazo de bodegón que iba a poder pintar, encerrada en la bodega, con un sable firmado para aparcar el rollo minimalista de dejar mis reflejos en todas las copas y jarras de peltre y saleros y coladores y copas y candelabros y lamparillas y palmatorias y platos y fuentes y bandejas y soperas y jarras de peltre...

— CLAN, CLAN, CLAN, TOLÓN, TOLÓN, CLAN, CLAN, CLAN...

— ...

— Creerán que no lo hemos advertido, pero jarra de peltre ha repetido.

— Pues en el cuadro cabrían dos.

— Pues en el juego no es así, que lo saben todos los de la sala.

— Mira que eres Cicuta.

— Precisamente.

— Y deberías decirlo ya.

— Primera vez que estamos de acuerdo.

— ¿Al unísono?

— Venga.

CAMPANA Y SE ACABÓ.

*****

El motivo que propuso Patricia era la pintora flamenca Clara Peeters, famosa por sus bodegones y por haber desarrollado una técnica en la que se autorretrataba en los objetos que pintaba. También fue característico que firmaba algunos cuadros poniendo su nombre en los cuchillos que aparecen en sus obras, emulando una costumbre de la época en que los invitados a un refrigerio, para mostrar su posición, acudían con la cubertería personalizada.

Fue la primera mujer a la que el Museo del Prado dedicó una exposición.

El motor era relatar la biografía de la artista, de la que se dispone de poca información, empleando como leitmotiv una palabra que habíamos decidido al inicio de la sesión anterior, sin saber para qué iba a ser usada.

En mi caso se trataba de ESTRUENDO, y en el desarrollo del ejercicio me apoyé en su polisemia:

*****

Me documenté empleando las siguientes fuentes:

Ficha de Clara Peeters en el Museo del Prado.

Wikipedia (inglés).

Wikipedia (español).

Nota de Europa Press.

Píldora en YouTube de mi compi Patry Pérez (Cuéntame un cuadro).

Gracias a todos.

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