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viernes, 24 de febrero de 2023

Diálogo moderno (pero tampoco tanto)

Sesión del taller literario Desde la sombra: artes, reflejos y mujeres, organizado por la Asociación Empresa Mujer, ASEM y coordinado por Patricia Núñez.

23 de febrero de 2023.

*****

— Hola. Has llamado al teléfono de María Elfavor. En este momento no estoy en casa. Si eres tan amable, deja tu mensaje después de oír la señal. Pip.

— Hola, María. Soy Titus. Ando preocupado y quería hablar contigo, porque ya sabes que, a veces, cuando me vienen las preocupaciones, me agobio y me ahogo y quería ver si hablando un rato contigo me desahogaba, pero, no estás y sigo dándole vueltas y más vueltas y la cosa no deja de bla bla bla BLA BLA BLAbla y cuando me doy cuenta estoy de repente en un atolladero y ...

— Hola. Has llamado al teléfono de María Elfavor. En este momento no estoy en casa. Si eres tan amable, deja tu mensaje después de oír la señal. Pip.

— Hola, María. Soy Titus. No sé qué ha pasado, pero se cortó la llamada. Te decía que estoy preocupado, porque, fíjate, el otro día me paré a pensar en la cantidad de tiempo que perdemos en tonterías y me agobié y me dije: ¿no será posible hacer algo más útil que estar perdiendo el tiempo?, pero no supe qué decirme y sigo dándole vueltas y más vueltas y la cosa no dej a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a deblaBLA BLA BLA bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla y cuando me doy cuenta estoy de repente en un callejón sin salida y, bueno, ya son las siete y tengo necesidad de excusarme. Te llamo mañana. Adiós.

— Hola. Has llamado al teléfono de María Elfavor. En este momento no estoy en casa. Si eres tan amable, deja tu mensaje después de oír la señal. Pip.

— Hola, María. Soy Titus. Tengo que darte las gracias por la conversación de ayer. Me vino estupendamente. Ya sabes que a veces me preocupo por cosas y me pongo a darle vueltas y me agobio, pero ayer, hablar contigo, me vino muy bien, para que luego digan que la tecnología nos distancia y eso, cuando todo depende de cómo lo hagas y yo creo que no es cosa del uso, sino del abuso, que estoy preocupado por un sobrino mío, Klaus, creo que lo conociste en las Navidades del año pasado, le ponemos siempre un pijama rojo y el pobre crío se marcha agobiado y dice que no tiene ninguna gracia, pero yo creo que con cuarenta y cinco años debería empezar a tomarse las cosas de otra forma y no agobiarse tanto, pero yo sigo dándole vueltas y más vueltas y la cosa no dej a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla blaBLA BLA BLA bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla y cuando me doy cuenta estoy de repente en un atolladero y ya he perdido la cuenta de lo que ...

— Hola. Has llamado a María Elfavor. No estoy en casa. No hace falta que dejes mensaje. Pip.

— Hola, María. Soy Titus. Ayer se cortó la llamada, pero tuve que ir a ver la grieta de la pared del fondo de la galería rosa, que tengo la sensación que se está haciendo más grande cada vez que la miro, pero, claro, como la galería rosa ya no la visito desde que no está Mamá, pues me preocupa, porque a ella le gustó siempre mucho (la galería rosa, no la grieta, creo que la grieta fue después, pero no estoy seguro) y entre las preocupaciones por la grieta y la jamba de una puerta, que rechina y que hace un frío de espanto, me quedé tiritando, ya sabes lo friolero que soy, porque tengo miedo de las corrientes de esta casa que, además de enorme, necesita algún que otro arreglo, pero desde que no está Mamá, ya nadie mira por la casa, ni por mí, y me preocupa, pero, como yo siempre digo, mejor ahora que no dentro de una hora y sigo dándole vueltas y más vueltas y la cosa no dej a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bBLA BLA BLAla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla y cuando me doy cuenta estoy de repente en un punto sin retorno, porque ya no tengo muy claro qué hacer y sigo dándole vueltas y más vueltas y la cosa no dej a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de blBLA BLA BLAa bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla y cuando me doy cuenta estoy de repente en un atasco y me quedo sin saber qué hacer o qué decir ...

— Hola. Soy María Elfavor. No estoy en casa. Titus, no dejes mensaje. Pip.

— Hola, María. Soy Titus. No te lo vas a creer. He estado midiendo la grieta de la galería rosa y ¿a qué no sabes cuánto mide? Pues tres cuartos de largo y una miaja pequeña de ancho. De fondo no sé, porque no me entraba la uña. Quería usar la cinta métrica de Mamá, pero desde que ya no está, ya no sé dónde está. Y como no quería preocuparme mucho, traté de improvisar una medida, porque, como digo yo siempre, no hay nada mejor que las dificultades para azuzar el ingenio. Estuve pensando sacar algunos trastos que había dejado Mamá en la chimenea, ya sabes que no le gustaba encenderla y aquí sigue haciendo un frío terrible, pero pensé que a lo mejor volvía Mamá y no le iba a parecer bien y empecé a preocuparme y sigo dándole vueltas y más vueltas y la cosa no dej a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de blBLA BLA BLAa bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla y cuando me doy cuenta estoy de repente en el mismo sitio de siempre, sentado debajo de la ventana, hablando contigo, porque ya sabes que es el único sitio donde hay teléfono y a Mamá no le gusta hacer cambios y he pensado y sigo dándole vueltas y más vueltas y la cosa no dej a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla blaBLA BLA BLA bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla y cuando me doy cuenta estoy de repente en que ha llegado el momento de tomar decisiones por mi cuenta, sin preguntar a nadie. ¿Qué te parece a ti?

— Soy María. Titus, no me llames, no dejes mensaje. Pip.

— Hola, María. Soy Titus. Debo confesarte que he cogido tanto gusto a estas charlas que tenemos que, a veces, antes de llamarte, paso un rato pensando de qué podríamos hablar, qué cosas te iban a resultar interesantes porque, quiero decírtelo, disfruto mucho con ellas, me siento en paz y tranquilo y quizá no me preocupo, pero, claro, el rato anterior me agobio un poco. Mira, llevo como una hora o así dándole vueltas pensando qué decirte, qué contarte, qué preguntarte y que todo fuera tan agradable para ti como lo es para mí, pero sigo dándole vueltas y más vueltas y la cosa no dej a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla BLA BLA BLAbla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla y cuando me doy cuenta estoy de repente en mitad de la llamada y ya sé que todo va bien, porque noto la sintonía que tenemos, que hace que no haya nada que me resulte más agradable.

— Titus. Soy María. ¿Quieres hacer el favor de dejar de llamarme? Pip.

— Hola, María. Soy Titus. Esta noche no dormí bien. No sé si te lo he contado, pero por la noche me asaltan algunas ideas y me pongo a darle vueltas a las cosas y no dejo de agobiarme y empiezo a sentir una angustia y una congoja que hace que no duerma bien, pero, como yo siempre digo, hay que aprovechar las oportunidades cuando surgen y me echo unas siestas sueltas, en cualquier momento del día, que me dejan amodorrado, porque dormir fuera de hora y de sitio no le va bien a nadie y, como yo siempre digo, un clavo saca otro clavo, así que me paro a pensarlo y me entran palpitaciones, pero sigo dándole vueltas y más vueltas y la cosa no dej a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla blBLA BLA BLAa bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla a de bla bla bla bla y cuando me doy cuenta estoy de repente en mitad del salón, desnudo y con un gorro de polichinela que, ¡oh Dios!

— Titus. ¡PARA! ¡NO ME LLAMES MÁS! ¡NO PUEDO SOPORTARLO! Pip.

— Hola, María. Soy Titus. Perdona que ayer colgara de repente, pero estoy pasando por un momento muy delicado, no sé si lo sabes. Desde que se fue Mamá la semana pasada a esquiar en Courchevel paso demasiado tiempo sólo y ya sabes que no se puede hablar con Daisy, ni Macey, ni Tracy, ni con Boris, ni con Doris; de Morris excuso contarte, pero se me acumulan tantas preocupaciones, a mí, que como yo siempre digo, soy una persona sencilla, de gustos llanos y que se entusiasma por cosas simples como hablar contigo que eres un cielo y que, seguro que sí, disfrutas de estas llamadas tanto como yo, así que me comprometo a seguir llamándote a diario. Besos. Te quiero.

— El número al que ha llamado no existe.

*****

El motivo que propuso Patricia era el cuadro “Hombre sentado leyendo en la mesa de una habitación noble”, pintado por Rembrandt y fechado en 1628-1630.

El motor consistía en mimetizarse con esa figura y ser el hombre que está en la estancia, desarrollando la acción en primera persona.

*****

El diálogo —telefónico— entre Titus (interpretado en la sesión por Teresa) y el contestador de María Elfavor (a la que dio voz y carácter Pilar) fue muy divertido, porque estuvieron espléndidas.

Gracias a todos.



viernes, 10 de febrero de 2023

Sor María de Jesús de Ágreda

Sesión del taller literario Desde la sombra: artes, reflejos y mujeres, organizado por la Asociación Empresa Mujer, ASEM y coordinado por Patricia Núñez.

9 de febrero de 2023.

*****

— Excelencia: acuso recibo de la misiva enviada por su esposa, nuestra amada María-Ana, a quien Dios guarde y proteja durante muchos años, pero, es sabido por vuecencia que la pluma de su consorte es sinsustancial y veleidosa y tan llena de chismes que resulta tan aburrida que no hay forma de mantener la atención y se echa en falta...

— ¿Pero qué estás diciendo, María?

— Pues lo de siempre. Ya sabes, De Jesús, que me gusta ser franca con él y decirle las cosas directamente.

— Pero, María, ¿no ves que es el Rey, el Grande, el Rey Planeta como ahora se ha impuesto llamarlo en la Corte?

— Bueno, eso no me importa, Jesús. Llevo años carteándome con él y siempre le he hablado así.

— Llevamos...

— ¿Qué llevamos?

— Carteándonos. Que no eres tu sola. Que siempre te olvidas de nosotras.

— Es verdad, Jesusa. Discúlpame.

— ¿Qué opinas tú, Ágreda?

Ora pro nobis.

— Ora.

— Ahora.

— No seas impaciente, María.

— Tienes razón, Chusa. Inténtalo tú.

— Excelencia.

— Hasta ahí vas igual que yo, maja.

— Ya. Sigo. Excelencia: habiendo hallado motivos en la carta de su venerable esposa, la Reina Mairena, a quien Dios siga protegiendo, creemos que la retirada a Aranjuez puede resultar beneficiosa para su ánimo y descanso, especialmente teniendo en cuenta que el plan de Benidorm empieza a demorarse en exceso, pero nos llena de preocupación que la ingesta excesiva de gotas resulte perjudicial para su fresa, a la vista de los elevados niveles de ácido úrico...

— Pero, Chusina, ¿quieres dejar de mear fuera del recipiente?

— ¿Qué recipiente?

— Díselo tú, Ágreda.

Errare humanum est.

— Y de los hombres vienen los errores. Excelencia. Nos acongoja la preocupación de que, mientras disfruta de un merecido descanso en Aranjuez...

— ...y parte.

— ...se abstenga de sus reales obligaciones y deje todo su poder en manos de otros...

— De otro. ¡Y que además es inválido!

— Que no es inválido. Es su valido.

— Pues ni que fuera una cabra.

— Bueno, un poco sí.

— Ya verás lo que tendremos en el futuro. Algún día te daré detalles.

Carthago delenda est.

— Déjalo. Que, sigo siguiendo, Excelencia: no es abuso de confianza si compartimos con vuecencia que no se fíe de esos sujetos de nombres compuestos.

— Ramón y Cajal.

— Ortega y Gasset.

— Fraga y Librarme.

Ecce y Homo.

— Y, muy en especial, el Conde y Duque.

— Que ya hace falta ser pomposo para ponerse de nombre sus títulos nobiliarios.

Currículum vitæ.

— También es verdad, Ágreda.

— Que entre tanto tejemaneje se está valiendo de más influencia de la recomendable.

— Tráfico de influencias. Me recuerda a uno del Entorno de Santa Fe.

— ¿Nuevo México?

— La Nueva España.

— Estarán buscando la conexión asturiana.

— ¿La de los trenes grandes y el furaco pequeño?

Cogito ergo sum.

— Seguramente.

— El Lampiño no saldrá en los informativos; se lo comerá todo Revilla.

— ¿El chorizo?

— Todos lo son.

Conditio sine qua non.

— Ágreda, reconozco que hoy estás inspirada.

— Ya sabes que es mística.

Corpore insepulto.

— Y un poco despistada.

— Desborda misticismo.

Grosso modo.

— ¿Comenzamos de nuevo?

— ¡Comenzón!

— ¿Empezamos?

Cunnilingus.

— Que los ingleses, y los holandeses, y los franceses...

Porca miseria.

— (((Menuda morcilla acaba de colar)))

— ...andan fabulando contra nosotros y nos están cargando toda la culpa...

In dubio pro reo.

— ...y, con el rollo que se ha inventado la prensa.

— ¿El Washington Post?

— No. El Gutenberg.

— Ni idea. ¿Un nuevo medio, digital? ¿Para suscriptores, o acceso libre?

Quosque tandem abutere, Catilina, patentia nostra?

— Que, trato de decir, Excelencia, que se está montando una muy gorda.

— ¿Ángela Rodríguez?

¡PAM!

— Parece que vuelvo a estar en Texas, ¡que manía con los altramuces!

— ¿Qué tendrán que ver los frutos secos?

Si vis pacem, para bellum.

— Exacto.

— Y que hablan de una leyenda negra, que nos afecta a los españoles.

— Predigo que irá a más en el tiempo.

— Sólo si...

¡Sí!

— Sí, ¿qué?

— Que sólo sí es sí.

Amen.

— Eso también.

— No creo que les valga.

— ¿A quién?

— Una movida muy tocha, que se está gestando...

— ¡Nuestro cuerpo, nuestra decisión!

— No es ésa, pero también.

Vox populi, vox Dei.

— Se nos empieza a ir de las manos.

— ¡Ya te digo!

— Ni que hubiéramos hecho algo malo llegando...

Plus ultra.

— Y descubrir un Nuevo Mundo.

Terra ignota.

— Y fundar iglesias, y Universidades, y tratar de darles cobijo bajo el designio Real.

— Pues no les gusta.

Uti possidetis, ita possideatis.

— ¿Qué?

— Creo que algo de que no estaba muerto el canario...

— Chus, ¡chisss!

— Yo ya me perdí. Me callaré.

— ¿Terminamos la carta?

Verba volant, scripta manent.

— ¿Y pasamos de hablar de mis experiencias en Santa Fe y El Álamo?

Sine die.

— Hasta la próxima misiva, Excelencia.

Ciao.

Sic transit gloria mundi.

*****

El motivo que propuso Patricia era Sor María de Jesús de Ágreda (1602-1665), abadesa del convento de las Madres Concepcionistas de Ágreda, Soria. Una biografía muy interesante en la que destacan tres puntos definitorios de su carácter:

1 – Mantuvo una abundante relación epistolar con el Rey Felipe IV, durante más de veinte años.

2 – Tenía el don de la bilocación y apareció en numerosas ocasiones en Nuevo México y Texas y llegó a ser conocida como “la dama azul de los llanos”.

3 – Es considerada una de las más grandes místicas de la Iglesia católica.

El motor consistía en escribir una carta de Sor María de Jesús de Ágreda a Felipe IV, una más de las muchas que se intercambiaron —así lo entendí yo, al menos—. En mi ejercicio aproveché la capacidad de bilocación de la abadesa que, místicamente, se transformó en un desdoblamiento triple de personalidad y caracteres que se enzarzaron en el complejo objetivo de terminar una tarea común.

Sor María (interpretada por Teresa) tiene la personalidad más enérgica del trío y es la que aconseja a Felipe IV en asuntos de palacio, económicos y militares.

De Jesús (a quien dio vida Pilar) es la que posee el don de la bilocación. Es visionaria, pero atribulada y un poco ida.

De Ágreda (que bordó Charo en su debut en estos entremeses) es mística y, como cualquier buena mística que se precie, habla en latín.

*****

Además de los mencionados ya, asistimos a la sesión Mª Pilar, Xuanel, Loli, Ana, Javier, Oliva y Marién y pasamos un rato de lo más entretenido.

Gracias a todos.



viernes, 27 de enero de 2023

Clara Peeters; el estruendo

Sesión del taller literario Desde la sombra: artes, reflejos y mujeres, organizado por la Asociación Empresa Mujer, ASEM y coordinado por Patricia Núñez.

26 de enero de 2023.

*****

— Strumpfffytuffemm BROOOOOM CRRRAAAACCCC CRAAAAASSSKKK BOOOM.

— ¡Clara! ¿Pero qué es ese estruendo?

— No me oprimas, Peeters.

— Y deja de llamarme Peeters, que soy tu padre.

— Putativo.

— ¡Qué putativo ni que ocho florines! Soy tu padre.

— Ja. Y yo Leia.

— Estás hecha una replicante.

— Y tú estás obsesionado con el cine de ciencia ficción. ¿Ahora me vas a hablar de las puertas de Tauhausen?

— No. Te encerraré tras la puerta de la bodega.

— ¡Genial! Allí siempre encuentro cosas que hacer.

— Sí, como empezar a amontonar objetos. Esa manía tuya con el equilibrismo...

— Bueno, es una técnica que estoy desarrollando.

— ¿Cuál? ¿La de ir mermando las piezas de la vajilla de la tía Attilia?

— Ni caso te estoy haciendo. ¡Habla más alto!

— Que nos tuvimos que marchar de Antwerp...

— Amberes.

— ¡YA LO SÉ! Pero mira que eres pedante...

— Pedante tú, que, con esa afición tuya al flamenco, hemos terminado en este rincón del mundo que es Trebujena...

— Ya sabes que es la cuna del flamenco más puro.

— Sí. Naranjito de Trebujena, Clementino de Trebujena, Nectarino...

— Nectarino es de Sanlúcar.

— Y de Barrameda. No imaginas cuánto me aburres...

— Tú sí que eres insoportable. Y no aguantas una crítica.

— Lo tuyo dejó de ser crítico y empieza a convertirse en cítrico.

— Pues te decía, ¡PLOMIZA!, ¡PLÚMBEA!, ¡PESADA!, ¡AN-TO-JA-DI-ZA!.

— Estás cambiando de palo.

— Lo normal en los flamencos de raza.

— ¿De raza? ¡Pero si tú eres descendiente de la pata del Duque de Orange!

— A mucha honra.

— Bueno, es lo que dices siempre, pero no se te nota nada.

— En Antwerp sí que teníamos una posición...

— En Amberes. Y tampoco era para tanto.

— ¡AAAARRRGGHHH!

— Que tenía que dibujar comida para que, al ver los cuadros...

— ¡CALLA, CANALLA!

— ...se me pasara un poco el hambre.

— ¡Mendiz!, ¡Perdiz!, ¡Robacubiertos!, ¡Codorniz!, ¡Meretriz!

— ¿Qué me has llamado?

— ¡Mendiz!, ¡Perdiz!, ...

— No. Lo último.

— ¡Meretriz!

— ¿Y eso qué es?

— Bueno, Clara, ya tú sabes...

— No. No sé.

— Que se me calentó la boca...

— Muy dado eres a que se te calienten cosas.

¡CLARA!, que soy tu padre.

— Putativo.

— Ya volvió Perico al torno.

— ¿Y lo otro?

— ¿Mendiz? Me lo inventé.

— No. Entre perdiz y codorniz.

— ¿Alondra? Un ave de la familia de los aláudidos, perteneciente al orden de los paseriformes.

— Me siento aludida, sí. Y pienso que eres deforme, mentalmente.

— ¿Piensas mentalmente? Estoy por avisar a Hans Eysenck.

— No. Era otra cosa que me llamaste.

— ¡Robacubiertos!

— ¡Eso!

— Normal. ¿Tú sabes la cantidad de cuchillos que hay repartidos por toda la casa, de cuberterías diferentes, pero todos de plata?

— No esperarás que me lleve unos de plástico, ¿verdad? Me ve Greta Thunberg y me...

— Y te nada, que es muy buena cría...

— Sí, pero...

— Nada de peros.

— No, si ya conozco sus intenciones. Y las comparto. Pero no me digas que no te pone nervioso, querido Peeters, ese mirar ladino suyo.

— Es que es Asperger.

— ¿Del imperio austrohúngaro? Yo siempre pensé que era noruega.

— Ya. Ella no ruega. Ella exige.

— Pero le falta Garbo.

— ¿Qué?

— Ay, Peeters, que no estás en la onda. Un grupo que es una movida.

— ¿Los Chunguitos? ¿Los Chichos? ¿Azúcar Moreno?

— ¡Qué va! Más modernos...

— No me digas que Los Manolos.

— Déjalo, no lo vas a pillar.

— Lo que te van a pillar es a ti con tu mano larga afanando cuchillos.

— Ya lo sé. Trataré de enmendarme. ¿Por qué no vamos a Toledo?

— ¿Y eso?

— Jo. Primero, porque quiero ver al Hombre del Palo.

— No. Ya te lo dije. Eso es cosa exclusiva de María Pilar.

— Bueno, lo acepto. Pero me encantaría que me regalaras un sable de acero toledano.

— ¿Y para qué quieres un mandoble?

— ¿Te imaginas el pedazo de bodegón que iba a poder pintar, encerrada en la bodega, con un sable firmado para aparcar el rollo minimalista de dejar mis reflejos en todas las copas y jarras de peltre y saleros y coladores y copas y candelabros y lamparillas y palmatorias y platos y fuentes y bandejas y soperas y jarras de peltre...

— CLAN, CLAN, CLAN, TOLÓN, TOLÓN, CLAN, CLAN, CLAN...

— ...

— Creerán que no lo hemos advertido, pero jarra de peltre ha repetido.

— Pues en el cuadro cabrían dos.

— Pues en el juego no es así, que lo saben todos los de la sala.

— Mira que eres Cicuta.

— Precisamente.

— Y deberías decirlo ya.

— Primera vez que estamos de acuerdo.

— ¿Al unísono?

— Venga.

CAMPANA Y SE ACABÓ.

*****

El motivo que propuso Patricia era la pintora flamenca Clara Peeters, famosa por sus bodegones y por haber desarrollado una técnica en la que se autorretrataba en los objetos que pintaba. También fue característico que firmaba algunos cuadros poniendo su nombre en los cuchillos que aparecen en sus obras, emulando una costumbre de la época en que los invitados a un refrigerio, para mostrar su posición, acudían con la cubertería personalizada.

Fue la primera mujer a la que el Museo del Prado dedicó una exposición.

El motor era relatar la biografía de la artista, de la que se dispone de poca información, empleando como leitmotiv una palabra que habíamos decidido al inicio de la sesión anterior, sin saber para qué iba a ser usada.

En mi caso se trataba de ESTRUENDO, y en el desarrollo del ejercicio me apoyé en su polisemia:

*****

Me documenté empleando las siguientes fuentes:

Ficha de Clara Peeters en el Museo del Prado.

Wikipedia (inglés).

Wikipedia (español).

Nota de Europa Press.

Píldora en YouTube de mi compi Patry Pérez (Cuéntame un cuadro).

Gracias a todos.

viernes, 13 de enero de 2023

Cuando las luces se iluminaban en la habitación

Sesión del taller literario Desde la sombra: artes, reflejos y mujeres, organizado por la Asociación Empresa Mujer, ASEM y coordinado por Patricia Núñez.

12 de enero de 2023.

*****

— Cuando las luces se iluminaban en la habitación, la Sombra se estiraba hasta la pared para recuperar su fortaleza perdida en los incontables esfuerzos que debía realizar a diario para eludir la luz natural que, bien lo sabía ya, la acartonaba y entumecía, haciendo que se sintiese plomiza y, vencida por los rayos que se colaban entre las rendijas de las desvencijadas persianas, se amodorraba hasta desfallecer, anhelante de escuchar el clic que activaba el circuito eléctrico que daba vida a la araña cenital y, por qué no decirlo, a ella misma, que, como si despertara de un sueño, un letargo para precisar más, debía estirarse y estirarse y estirarse y dejar de estar tirada, arrastrada, mustia como el cactus en una residencia de estudiantes, sin más sentido activado que la vergüenza, o la presión opresiva de una jornada en la que dudaba de su propia naturaleza, enfrentada a su nula realidad tangible y a su condición incorpórea, como el ruido de un árbol que cae en un bosque tan frondoso que ningún humano ha conseguido penetrar en su follaje y el único mirlo que estuvo cerca de lograrlo sufre la pérdida de su pareja eterna que, en un último y postrero gesto...

— ¿Pero qué dices?

— No sé. A veces me pasa. Me pongo a hablar y no paro.

— Farfullas.

— ¿Perdón?

— Que farfullas. Se dice así: hablar sin sentido.

— Farfullo, pues.

— Le pasa a todo el mundo.

— ¿Tú crees?

— Lo digo por experiencia propia.

— ¿En serio?

— ¡Uy! Si yo te contara...

— ¡Cuenta, cuenta!

— Cuando las luces se iluminaban en la habitación, la Sombra se estiraba hasta la pared para recuperar su fortaleza. Un apoyo. Un simple apoyo era suficiente. Como si se recargara. Sentía la energía fluir. La inactividad la llenaba de avidez. Era necesario. Arquímedes ya estableció el principio. “Dame un punto de apoyo”. Puede que quisiera mover el mundo. O que el mundo dejara de moverse. Depende del alcohol trasegado.

— Ya veo.

*****

El motivo que propuso Patricia —y que nosotros desconocíamos— era el cuento “La sombra”, de Hans Christian Andersen, incluido en una compilación editada en 1847, bajo el título Nuevos cuentos de hadas.

El motor consistía en seguir esta frase:

“Cuando las luces se iluminaban en la habitación, la Sombra se estiraba hasta la pared para recuperar su fortaleza”.

*****

Desarrollé un diálogo, que interpretaron Oliva y Pilar y estuvieron magníficas.

Una sesión verdaderamente divertida, junto a Artemio, Javier, Charo, Ana, María Pilar, Teresa, Marién, Oliva, Loli y Marga.

*****


Sonó de fondo Albert Hammond y su clásico It Never Rains in Southern California, de 1972.

Gracias a todos.

viernes, 16 de diciembre de 2022

El entierro

Sesión del taller literario Desde la sombra: artes, reflejos y mujeres, organizado por la Asociación Empresa Mujer, ASEM y coordinado por Patricia Núñez.

15 de diciembre de 2022.

*****

— Clin piticlín.

— Chisss.

— Clin, clín.

— Chisss, chisss.

— Clin piticlín, clin.

— Calla, ho.

— Es que no me haces caso.

— No ves que estoy hablando con el agustino.

— Por eso te picaba.

— Pero que no es un timbre.

— Joder, igualito que el de mi casa.

— Tocón, que eres un tocón.

— Ya me estás empezando a poner malo. Voy a ulular.

— ¿Qué?

— Uuuu – uooouuuu – uuuuuu

— ¿Pero qué haces?

— Ululo.

— Se te va la olla.

— Trato de pasar desapercibido.

— Tenías que haber venido preparado, como yo.

— Habló el capuchino. Debo recordarte que, yo, sigo siendo menor, a mucha honra.

— Ya.

— Y no nos dejan llevar capucha, los de la orden. Estoy de observante.

— ¿Y qué ves?

— Toda la tropa de la FIFA.

— Menudo grupo.

— No saben más que pedir.

— ¿Te diste cuenta cómo ponía la mano el agustino?

— Cagon Gus.

— Calla. No seas soez.

— Como el Canal.

— Me estaba recordando la conveniencia de una aportación minorada...

— Minorada, sí.

— ...que facilitará nuestros objetivos de expansión alcista...

— Ya me empieza a sonar a millonada.

— ...y los logros derivados desde una perspectiva integradora, multisectorial, ...

— Ése fue el momento en que desconectaste, ¿verdad?

— Sí. Debo confesarlo.

— Uy, uy, uy. Ego te absolvo.

— No puedes. Eres laico.

— Seglar.

— Es lo mismo.

— Que va a ser lo mismo laico que seglar.

— Dime por qué no.

— Pues por lo mismo que no es lo mismo ser Cristiano que Messi.

— Ya. Francisco intercedió por él.

— Asís.

— No. Papa Pancho. Ahora tiene mucha influencia.

— No va a tener. Si le llevan en carrito a todos sitios.

— Eso es afluencia.

— Sí. Como las lluvias del otro día en Cáceres. Lo nunca visto.

— Me estás despistando. Que quería saber si has averiguado algo.

— Sí. La Tierra ya no es plana. El tomate, por fin, se puede comer...

— ...

— ...pagar el diezmo se considera una fruslería.

— Fruslería, frusle... Perdón, no puedo resistirme a Bisbal.

— Crooo, cro, croOOooo.

— ¡Qué haces!

— Croo.

— Ya te oigo. ¿Apenado por la eliminación de Croacia?

— No. Que el otro día Patri pidió onomatoflautas...

— Peyas.

— Y, sí, hice pellas. No pude venir porque me surgió una cosa inaplazable y ...

— Onomatopeyas. Se llaman asís.

— Para ti, todo se llama Asís.

— No creo.

— Yo creo que sí. ¿Probamos?

— Vale.

— Juez de línea.

— Asistente.

— Pase de gol.

— Asistencia.

— La cara de Rossy de Palma.

— Asismétrica.

— ¿Ves? Tres de tres.

— Asís es.

— Bueno. Voy marchando. No sea que vuelva Luis Enrique a emitir en Twist.

— Vale. Ya me contarás.

— Pero, antes. ¿Qué pasó con el asunto que investigamos?

— Que los han pillado a todos.

— Con las manos en la masa.

— Era fácil de adivinar.

— Joder, pues con lo que les gusta a estos pavos el vino, el jamón, ...

— ¡Las jamonas!

— ...y dicen ¡que se van a Catar! Eso no se lo cree nadie.

— In vino veritas.

— Al pampán, Albino vino.

— ¿Más onomatopeyas?

— No. Sólo una duda.

— Dispara.

— ¿Quién es el lesionado? ¿Benzema? ¿Jugará la final?

— No. Es el finado. Le llegó el deceso.

— ¿Sin prórrogas? ¿Tampoco penalties?

— No. Que se ha ido.

— ¿Un traspaso?

— No. Que se ha merotu.

— Olalá. Abanibi-oboe-be.

— Coyme. ¡Que se ha muerto!

— ¿Quién? ¿Un jeque?

— No. El Conde.

— ¿Mario?

— Luigi, no te jode.

— ¿Y de qué se murió?

— De Orgaz...

— ¿Mo? La muerte dulce. Así querría terminar yo.

— Pues terminamos asís.

*****

El motivo que propuso Patricia era el cuadro “El entierro del conde Orgaz”, pintado por El Greco en 1588.

Y dos personajes del cuadro: un monje franciscano que conversa con uno agustino.

Y Jorge Manuel, hijo del pintor. El niño está señalando en la dalmática de San Esteban una rosa que pudiera ser de la orden de los rosacruces.

Ambos personajes guardan un secreto relacionado con la ciudad de Toledo.

*****

El motor era narrar un informe en el que se descubriera el misterio que esconden.

En mi caso me tomé todas las licencias narrativas a mi disposición, incluyendo el uso de onomatopeyas que debían utilizarse en el ejercicio de la semana anterior al que, diversos compromisos, me impidieron acudir.

Imaginé un absurdo diálogo, lleno de claves actuales, entre el franciscano (interpretado por Patricia) y Jorge Manuel (Ana).

Fue una sesión muy entretenida, junto a María Pilar, Loli, Charo y Javier.

Gracias a todos.







Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...