miércoles, 9 de julio de 2014

Gowex como fórmula anticaspa

Jenaro García no temía la caída de su cabello. Se rapaba todos los días y así daba una imagen innovadora, copiando a Lobato y a muchos otros que lucen cráneo mondo y lirondo, evitando la incomodidad de enfrentarse a un viento cabrón cubierto por la ensaimada de Anasagasti.


Tampoco temía la caída de la valoración de su empresa. Si no era capaz de cotizar en el Mercado Bursátil ordinario, se aproximaba a alguno alternativo y, ya puestos, afrontaba su contabilidad de una forma innovadora, alternativa, sólo disponible para mentes preclaras. No le importaba realizar retoques.

En realidad, lo único que temía Jenaro García, CEO de Gowex, era la caspa, una incomodidad que se ha convertido en el adjetivo para denostar todo aquello que se considera desfasado, antiguo, atrasado, carente de la innovación inherente a la modernidad.

"O su cabeza echa humo mientras calcula el siguiente apunte contable,
o el viento ha desmoronado su aplique capilar que empieza a mostrarse enhiesto"

No hacían falta muchos más argumentos. La caspa es el principal de los empleados por Nacho Royo, en un delirante vídeo, en el que defendía a “caspa y espalda” un proyecto que, hoy se ha demostrado que carecía de la solidez o la brillantez que se aludía.

Y que, cuando JG mentía descaradamente a sus trabajadores, un día antes de confesar “voluntariamente” según el estilo del monarca cesante, mostraba la claridad de sus ideas con un pálpito de la idoneidad de “salir a correr”.


Ese fue el momento en que Nacho Royo, accionista estafado, se desmelenó (más, si cabe) y presentó una demanda, tras borrar el vídeo que algún samaritano se acordó de recuperar.

*****

En fin, palabrería pura y dura como la argamasa del engaño.
Más achacable a la credulidad que al sector en que operaba.

*****

Luego nos contarán milongas. Nos dirán que la solvencia de la Marca España reside en otros bastiones, que se encuentran por encima del bien y del mal, pese a que sus referencias sean los triunfadores, los que especulan, los grandes; olvidándose para siempre de los pequeños, de los humildes, de los arraigados localmente; del verdadero tejido social y productivo de un país conformado por pymes familiares, ofreciendo sus servicios (comercio y hostelería) a pesar de que, los que deciden, lo hacen sosteniendo un sistema inviable.

*****

Con la capacidad regulativa excitada al máximo, el Gobierno que premió a Jenaro, publicó el sábado 5 de julio un suplemento para estudiar en verano, un Real Decreto-ley, 8/2014, de 172 páginas en el que, entre muchas otras cosas, se modifica la Ley de Horarios Comerciales, en una medida que pretende favorecer a los grandes operadores de la distribución, de los que contaba con su connivencia, como demuestra que el domingo 6 de julio abrieron todas las Grandes Superficies; una medida que sólo hubiera podido articularse con su conocimiento previo.

Nada de esto llenará páginas; nadie se preocupará de la repercusión (en puestos de trabajo, en desaparición de la diversidad emanada de una oferta plural, en un mundo del que resulta complicado no sentirse prisionero, viendo que, todo vale, con tal de —aparentar— no tener caspa).

La ocasión la pintan calva.

*****

Aquella declaración tan americana, de avanzar hacia el Oeste en una expansión que suponía la búsqueda de oportunidades y progreso, estaba delimitada por el alcance del mar. Salvo que, como hiciera otro, al llegar al límite, dieras media vuelta y siguieras corriendo.

Los Pet Shop Boys también conocían el lema: Go west.



Los indios americanos conocieron las consecuencias de un sistema que, por encima del mestizaje y la integración, fomentaba el enfrentamiento y la (desigual) competencia.

Una forma de ser (en vías de extinción).

*****

En ciertos lugares, en los que te encierras voluntariamente, la única posibilidad de salvarte pasa por correr. La tradición y el respeto a los veteranos es considerada ineludible. En Pamplona saben estos días de qué va el asunto.

Para otros, la clave de la derrota se encuentra en no haber corrido y sienten que su encierro se prolonga de forma excesiva. En Brasil añoran una forma de ser, una identidad, una tradición (el “jogo bonito”) que les aseguró éxitos en el pasado y que ahora les llena de vergüenza.

Unos pocos, sin posibilidades ni alternativas, vivieron en un lugar apiñados, sin forma de escapar de él; un verdadero cautiverio. Pienso en la ciudad amurallada de Kowloon.



No todo será cuestión de caspa.


6 comentarios:

  1. ¡Qué bonito es engañar, manipular, que te descubran y pedir perdón! That´s incredible No tenemos verguenza

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tampoco es cuestión de generalizar: lo cierto es que hay muchísima más gente honrada que toda esta panda de zarrapastrosos que acaparan los minutos que Warhol repartía para todos.

      Eliminar
  2. Muchas gracias Alberto,
    he vuelto a morirme de risa. El cinismo y la inteligencia que destilan tus post me reconcilian con tanta caspa.
    BC

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo empezó cuando descubrí que yo, que tengo una mata de pelo más densa que algunas regiones recónditas del Matogrosso, me percaté de que me defenestraban por tener caspa, cosa que acepto con un cierto pudor estético.

      Eliminar
  3. Solo ver el logo como de buen rollito pero ocultando a través de ese dedo torcido las ocultas intenciones de su creador era algo que no daba buena espina

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues ya ves, Bernardo, le dieron premios y todo.
      Y se despidió, por memorándum (el memo del memo), citando a Rudyard Kipling.

      Eliminar

Tu comentario será bien recibido. Gracias

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...