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viernes, 11 de diciembre de 2015

Bona vs. Marina: Un diálogo

La educación está revuelta.
¡Como siempre!

La aparición de nuevos actores —y un cierto afán de protagonismo— añaden interés a un tema de candente actualidad.
¡Como siempre!

La nominación de un maestro español para el Global Teacher Prize, del que se desconocía su existencia hasta la intensiva promoción del nominado y la asunción del calificativo como “mejor maestro de España”, han permitido a César Bona encaramarse en la cresta de una ola en la que debe demostrar su condición “waterproof”, en la publicación de su opera prima.
¡Novedad!

El encargo del Gobierno de la elaboración de un Libro Blanco para la Educación, antes de las Elecciones Generales del 20-N, a una persona que ha mostrado en su trayectoria que no le hace ascos a la exposición en los medios de sus ideas, el filósofo José Antonio Marina, vinculado motu proprio a la publicación, hace que el proyecto coincida con la salida al mercado de su último libro.
¡Lo nunca visto!

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"José Antonio Marina (izda.) vs. César Bona (dcha.)"

En fin, que Común Sin Sentido ha decidido juntar a ambos en un debate sobre la Educación, empleando una fórmula inédita, que es la de hacer las preguntas oportunas (siete), entresacando sus respuestas de los libros mencionados.

César Bona — La nueva educación. Los retos y desafíos de un maestro de hoy (Plaza & Janés, 2015)




Un verdadero reto.

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1 — ¿Ha perdido el maestro consideración social?

Bona: “Los maestros somos unos privilegiados porque cada día tenemos la oportunidad de sumergirnos en una piscina infinita de imaginación, de ilusión y de inspiración de la cual todos y cada uno de nosotros se nutre. Con las historias que cuentan los niños se podrían escribir libros de éxito. Tienen una visión de las cosas que solo puede ocurrírsele a gente que no esté oprimida por la lógica de los adultos”. (p. 53)

Marina: “En nuestro firmamento conceptual han aparecido estrellas imprecisas, como visible thinking, flow, diseño educativo, competencias, destrezas, flip school, hábitos de pensamiento, motivación de logro, motivación intrínseca, motivación de competencia, resiliencia, asertividad, mentalidad de crecimiento, aprendizaje híbrido, lugar de control, autodeterminación, autorregulación, autocontrol, autoestima, y una ristra de palabras que empiezan con auto [...]. Ante semejante orgía conceptual y metodológica, muchos docentes sienten la tentación de replegarse a los procedimientos de toda la vida y poner a sus alumnos a salvo de veleidades”. (p. 52)

2 — ¿Cómo se evalúa la actividad del profesorado?

Bona: “La nominación por parte del Global Teacher Prize me ha colocado en un escenario mediático, y sonrío por ello. Sonrío porque soy un maestro más y soy plenamente consciente de que cuando todo esto pase, cuando este tsunami que está removiendo los cimientos de la educación haya amainado, yo seguiré divirtiéndome en clase tanto como lo hacía antes, tanto como ahora”. (p. 35)

Marina: “En España [...] son muy pocos los docentes que entran en otras aulas para ver cómo sus compañeros están dando clase [...]. Si la MOVILIZACIÓN EDUCATIVA funcionase, una de las funciones de los inspectores sería [...] entrar en las aulas y comprobar lo que pasa en ellas. Para ello deberían tener una formación excepcionalmente alta que les permitiera ser no sólo evaluadores, sino entrenadores de los docentes. La docencia es una actividad de la inteligencia práctica, que sólo con la práctica dirigida, tutorizada, se consigue. Se habla mucho de introducir en las aulas el learning by doing. Pues bien, es en la formación de los profesores donde debe aplicarse en primer lugar”. (p. 98)

3 — ¿Fomentan los padres la indisciplina?

Bona: “Hay que enfatizar la importancia de que estés a la altura de un niño cuando éste te mire. Por eso creo que las tarimas elevadas para marcar la jerarquía de los docentes ya están fuera de lugar”. (p. 99)

Marina: “Temas como el fracaso escolar, el abuso de drogas o los comportamientos violentos dependen de muchas causas. Una de ellas es, sin duda, el comportamiento del alumno, pero en él influye su situación familiar, sus amigos, el barrio, etc. Deberíamos aplicar a la escuela la teoría de los ‘cristales rotos’ elaborada por los criminólogos James Q. Wilson y George L. Kelling. Afirmaban que el desorden llama al desorden. Si una ventana está rota y no se la repara, la gente que pasa por delante llegará a la conclusión de que a nadie le importa y nadie se encargará de ella. Pronto aparecerán más ventanas rotas”. (p. 41)

4 — ¿Las actividades extraescolares se usan para ‘aparcar’ a los niños?

Bona: “Con la obra de teatro aprendieron a leer, nos adentramos en el mundo de la música para conocer sus distintos ritmos y géneros, aprendieron sobre la vida y obra de diferentes pintores... Casi de la nada surgió un proyecto global […]. Era impresionante, sin duda. Como lo fue ver a todos los niños emocionados saltando y gritando cuando la obra terminó, cuando todos sus padres, sus madres, tíos y abuelas, compañeros y maestras de la escuela que abarrotaban la sala se levantaron para aplaudirles”. (pps. 153-154)

Marina: “Profesores, alumnos y familias están ampliamente comprometidos; la base del proyecto es el empoderamiento de los alumnos que están altamente automotivados y disfrutan de gran autonomía y responsabilidad. Sus principales estrategias educativas parten del design thinking y visual thinking, con gran énfasis en la comunicación. Algunas de las prácticas que llevan a cabo son: un periódico global que, a la vez, funciona como generador de contenidos didácticos, de manera que son los propios alumnos quienes crean sus materiales de aprendizaje; oratoria; radio y televisión (dando lugar a un enorme proyecto transmedia); iniciativas emprendedoras (campañas de adopción de perros abandonados, colaboración con un centro de la tercera edad cercano, etc., siempre apoyados con campañas audiovisuales); vídeos educativos que comparten con centros menos favorecidos de América del Sur... Todas esas actividades van conformando una serie de círculos de aprendizaje que convierten a los alumnos en protagonistas y constructores de su propio aprendizaje, con excelentes resultados”. (p. 97)

5 — ¿Se tienen en cuenta la opinión de los padres en los colegios?

Bona: “Ése era todo mi compromiso a la hora de ayudar a mi padre [carpintero]. Mi hermano, que se sentía más implicado, trabaja desde hace años en algo relacionado con la madera. Por mi parte, yo siempre he intentado huir de todo eso porque me aburría profundamente. A mi hermano, por el contrario, le encantaba porque se sentía importante, pero yo no. He de decir que cuando paso por un sitio donde hay serrín recién cortado cierro los ojos, inspiro y viajo a esa época y aparezco en el taller de mi padre cuando le ayudaba a veces a sujetar los tablones mientras los cortaba. ¡Qué maravilla poder viajar a aquel instante!”. (pps. 43-44)

Marina: “Para huir del autoritarismo, se impuso una educación permisiva que desconfiaba de la autoridad parental e intentaba limitarla. Se repitió como un dogma de fe la afirmación de Freud: ‘Hagan lo que hagan los padres, lo harán mal’. En su estupendo libro ¿Padres sin derechos, hijos in deberes?, María de la Válgoma ha estudiado el laberinto jurídico de la infancia, que no favorece la educación. Un sentimiento de culpabilidad amargó la vida de muchas personas, que llegaron a ver como una liberación la aparición del libro de Judith R. Harris The nurture assumption, que en España se tradujo con un título escandaloso: Por qué los padres no pueden educar. Según la autora, las dos grandes influencias educativas son los genes y el grupo de iguales, lo que deja poco campo de acción a los padres. El libro dio origen a un violento debate. Lo apoyó Steven Pinker, pero pocos conocidos especialistas en desarrollo infantil llegaron a la descalificación de la autora y el libro. Brazelton dijo que era una tesis absurda y Kagan afirmó: ‘Siento vergüenza por la psicología’”. (pps. 125-126)

6 — ¿Es importante invertir horas en preparar fiestas y exhibiciones?

Bona: “La historiadora tiene un cuaderno en el que apunta todas las cosas curiosas o graciosas que suceden en clase. Así, a la segunda semana de curso, me senté en una silla con ruedas y me caí, y ella escribió: ‘Con fecha 25 de septiembre, a las 10:23 de la mañana, César se ha caído de la silla’. Lo llevé bien y lo superé. Caerte de una silla los primeros días de clase delante de veintidós niños es duro: o lo superas y vuelves, o te retiras. Pero regresé”. (pps. 123-124)

Marina: Estas alianzas se concretarían en un modelo extendido en bastantes escuelas de EE UU, las community schools y full-service schools. También investiga el complementary learning (aprendizaje complementario). Son estrategias integradoras que buscan tratar las necesidades de niños y jóvenes, y asegurar su éxito. Se basan en la idea de que un acercamiento sistémico, que integre apoyos internos y externos a la escuela, es el mejor para asegurar que los chicos desarrollen las destrezas necesarias. Las escuelas no pueden hacerlo todo solas, aunque, a mi juicio, deben ser centro fundamental de irradiación. Otro foco de estudio son las iniciativas aglutinadas bajo la denominación de expanded learning opportunities (oportunidades de aprendizaje expandido), que incluyen programas variados de actividades extraescolares y otras actividades que buscan el enriquecimiento educativo de los chicos, relacionados todos ellos con la construcción de redes comunitarias”. (p. 154)

7 — ¿Es necesario hacer todos los días deberes en casa?

Bona: “A veces soy muy visual. Mi pensamiento se desarrolla en imágenes y lo que intento es transformarlo en palabras. Éste es el caso de los salmones en el río. Imaginad un río que discurre de izquierda a derecha. Imaginad también a todos los maestros y maestras como si fueran boyas hasta la altura de los hombros que flotan en el río y van girando lentamente llevados por la corriente de las aguas. Todo fluye, todo va bien. Aparece una rama cerca de la orilla. Va un maestrillo flotando por ahí y se queda enganchado de la camisa en la rama. Podríamos interpretarlo como un maestro que se queda en el camino, un maestro que no supera un problema una vez que le fue planteado. Vemos a una maestra ahora: va bajando feliz, empujada por la inercia suave y cadenciosa de las aguas. De repente se encuentra con un enorme canto rodado que está en mitad del río. Se emplasta contra él y ahí se queda, no lo supera. Dos maestros heridos, dos bajas. Seguirán ejerciendo de maestros pero carecerán ya de la esencia que un maestro debe tener. ¿Qué pasaría si en lugar de ser como boyas fuéramos como salmones? Os lo aseguro: muchísimas veces vamos a tener que ser más parecidos a los salmones y saltar a contracorriente, se trata de un hecho comprobado”. (pps. 69-71)

Marina: “He revisado los handbooks de psicología infantil y educativa publicados en los últimos años y las dos novedades más llamativas son el interés por la autorregulación del comportamiento, y el interés por el aspecto contextual del desarrollo y, por lo tanto de la educación (Siegler, 2003; Santrock, J. W., 2003; Shaffer, D. R., 2000; Damon, 1998). Se ha pasado del estudio de procesos individuales, al estudio de la dinámica de grupos o de sistemas, sobre todo después de la obra de Urie Bronfenbrenner, 1987. Este autor describe el desarrollo humano como el proceso por el cual la persona en desarrollo adquiere una percepción del entorno más amplia, diferenciada y válida, se motiva y se vuelve capaz de realizar actividades que revelen las propiedades de ese ambiente, lo apoyen y lo reestructuren. La psicología ecológica o contextual se ha ampliado con la ‘psicología interaccionista’, que estudia en profundidad las interacciones en contextos sociales. Su formulación más compleja es la teoría de los sistemas dinámicos, de Magnusson, 1998. Desde el punto de vista educativo, estas teorías me han resultado muy útiles para analizar cómo los sistemas que forman un contexto de desarrollo interactúan entre sí. Sobre estas bases teóricas se ha desarrollado una educación social, en distintos tipos de proyectos. Roberta M. Berns ha sintetizado estas aplicaciones educativas en su libro Child, family, school, community, 2007, en el que estudia la ecología del niño, de su socialización, de la educación familiar, de la escuela, de la comunidad, del grupo de iguales y de los medios de comunicación, diseñando un modelo sistémico en el que estos procesos educativos se influyen mutuamente y confortan un contexto de desarrollo”. (p. 42)

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Aprovechando que César se ha dormido, finalizamos aquí este decisivo debate sobre la educación en España, en palabras del mejor profesor del país, por un lado, y el encargado de confeccionar un Libro Blanco inane, por la otra.

Saludos cordiales.

viernes, 5 de septiembre de 2014

En tu casa, ¿o en la mía?

Aquellos tiempos en los que Telefónica no se había convertido en Movistar.
En los que no se había liberado el mercado de comunicaciones.
Cuando el móvil era el aparato (inmenso) que convertía en odioso a Gordon Gekko, en “Wall Street” (como si saber que llevaba en su interior a Michael Douglas no fuera suficiente) y te engañabas pensando que tú serías incapaz de llegar a hacer esa ostentación tan grosera.

"Cachis. Me he dejado los garbanzos con el fuego encendido"

Hace muchísimo tiempo.

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Antes de la última de las glaciaciones, el teléfono (de casa) tenía un cable que te mantenía pegado a la pared (y al mundo), cuyo radio de acción podías prolongar si comprabas el mismo alargador que usaban en las series de TV americanas, que les permitían parlotear de forma incesante en esas cocinas, extensas como sets de grabación, y que, en un piso de soltero español, hacían que comprobaras la ineficacia de utilizar un hilo de Ariadna para terminar irremisiblemente atrapado.

En todo caso, la ventaja de mantenerte comunicado exclusivamente en la guarida, implicaba que, en caso de avería, el técnico debía desplazarse hasta tu casa, en lugar de tener que perder el tiempo en las infames tiendas actuales de los operadores, en los que te agolpas, sin sitio para descansar las posaderas, mirando alternativamente el papel que se arruga en tu mano y el display de carnicero donde informan del siguiente en el turno.

El inconveniente era que tenías que llamar, dar el aviso, esperar que el técnico devolviera la llamada y, entonces, concertar la cita.

— Hola, ¿qué tal? Creo que tienes un problema en tu teléfono.
— Sí. No sé qué pasa. Uno de los aparatos no funciona.
— Así que tienes más de un aparato.
— Sí.
— ¿Cuántos tienes?
— Dos. Salón y cocina.
— En el dormitorio, ¿no tienes ninguno?
— No.
— Vale. ¿Cuándo podría pasar por tu casa? ¿Qué horario te viene mejor?
— A la hora de comer.
— ¿A qué hora comes?
— A las tres, pero llego un poco antes, sobre las dos y media.
— ¿Te va bien, entonces, que pase por tu casa, el jueves, pasado mañana, hacia las tres?
— Sí. Una cosa, por favor.
— Dime.
— ¿Sería posible que me llamara de usted?
— ¿Cuándo? ¿El jueves, cuando vaya por tu casa?
— No. Ahora. El jueves nos conoceremos en persona y posiblemente no me resulte tan engorroso como me está resultando ahora.

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Crisis en las comunicaciones.
Crisis de valores.
Crisis en la educación y en la enseñanza.

No todas las crisis son económicas.

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Todas corresponden a un cambio de criterio y a la dificultad de adaptarse a las novedades introducidas.
Seguir el ritmo de la actualidad es difícil, pero, incorporar con acierto las nuevas modas a nuestro acervo de costumbres, resulta casi imposible.

Máxime, con esa fijación en mostrarse partidario de la oposición, como si todos fuéramos estudiantes de Derecho.

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Circula una idea, ampliamente extendida, que pretende delimitar los ámbitos de actuación de la educación y la enseñanza, resumida en un meme que colma espacios sociales.


Como si fueran cosas distintas.
Como si se pudiera sostener un sistema que trabaja con criterios enfrentados.
Como si no fuéramos capaces de saber qué hacer y dónde.
Como si, al igual que los políticos, no pudiéramos razonar y alcanzar acuerdos.

Como si el único interés estribara en decidir dónde está mi casa (y dónde la tuya) y nos tuviéramos que limitar a permanecer expectantes, encerrados en nuestra guarida, contemplando impávidos la nefasta influencia de la calle y los mass-media, esperando que las enseñanzas de la azafata del un-dos-tres, que ejerce de profe (ni se te ocurra imaginarla como maestra) no resulten perjudiciales y te permitan que, el fin de semana, mientras el mozo sea pequeño (y poco pesado) admita ir a hombros (sin que suponga que haya marcado un gol), organizando un plan familiar que incluye jersey naranja de tendencias psicóticas (para él), maxifalda y tartera (para ella) y simpática gorra ladeada (para el infante), en un anticipo de que, pese a no ser capaz de emplear el usted, en nada, sabrá qué hacer con Nicki Minaj y su Anaconda.
(RESULTA CONVENIENTE AVISAR QUE LAS IMÁGENES SON EXPLÍCITAS)

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Si la escuela enseña (entendida la enseñanza como “transmisión de conocimientos”), ¿qué sentido tiene mandar tanta tarea para casa, asumiendo que los deberes serán realizados con la supervisión de los padres?

Si el aprendizaje se produce por la emulación de modelos, y la educación viene a ser un aprendizaje de “buenos modales” (aquellas nociones de “urbanidad” que se abandonaron por obsoletas), ¿cómo podremos enseñar a nuestros hijos, en casa, a emplear el usted, si, por la frecuencia en el trato y la proximidad y el cariño, nos abrazamos, nos besamos y, en esencia, nos tuteamos?

Y, finalmente, si los objetivos no son contradictorios (lo que carecería de sentido) y la fórmula que repiten en el centro al que acuden mis hijos (“ésta es vuestra casa”) no es exclusiva, porque se asume que todo el proceso educativo debe ser inclusivo, ¿resulta tan complicado establecer unos criterios mínimos, consensuados, sobre aquello que resulta conveniente para hijos, padres, educadores y el conjunto de la sociedad?

VALE.

No me responda, gracias. Ya me he dado cuenta.

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Están a punto de volver al colegio. Beberán refrescos y comerán puñetitas.
Y montarán en un tiovivo, tranquilos y relajados.



No hay nada de qué preocuparse.

Seguramente, aprenderán a putear, al ritmo de los Deftones.

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...