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miércoles, 25 de marzo de 2015

Concurrencia competitiva

Sofisticado sistema de asignación de recursos, en una economía que asume, acepta y acota su escasez.

Actúa en tres capas:

1 — Atrapa a paganinis, espoleados para alcanzar el emprendimiento, un estado de autonomía en el que la soledad y la ausencia de ayudas conviven con el incremento de trabas y la disminución de prestaciones (todas, a la contra).

2 — Incentiva la condición de algunos elegidos, a los que evita percibir como acaparadores para considerarlos “modelos” y “referentes”. Esta idolatría triunfal demanda un continuado trato de favor que potencie sus privilegios.

3 — Cautiva un número creciente de intermediarios en el flujo de inmunidad, financiación y pleitesía. Pueden ser cargos públicos, prescriptores o asalariados. Todos son culpables de alimentar un sistema que fomenta el agravio comparativo.

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Esta máquina abusiva requiere la administración de un lubricante esencial: el adjetivo “LIBRE”.

Churchill se mantiene vigente: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”.

(Claroscuros para “Un mundo feliz”)

— Jo. No entiendo nada.
— Claro. Ésa es la idea de fondo. Confundir tanto las cosas que resulte imposible percibirlas.
— Sí. Pero yo vengo aquí a que me aclares el sinsentido. No a enturbiarlo más.
— Tienes razón.

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"Por el papo"

Y YO es, siempre, mucho más grande que .

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Y tiene un montón de amigos:

— El otro día me encontré a cinco tíos pegándole a un pequeñajo en la calle.
— ¿Qué hiciste?
— Le dimos una paliza entre los seis que no veas. Libremente.

martes, 1 de julio de 2014

Monarquía “o” República

Con motivo de los faustos organizados para celebrar la transmisión de símbolos y privilegios (que, no, de poder) se orquestó un proceso, a toda prisa, cuyas consecuencias todavía no se conocen al completo, en unas etapas pendientes de definir y limitar sus alcances, mostrando una vez más la capacidad española para la improvisación apresurada.

Como hemos cambiado de hábitos y cada vez salimos menos, el debate no ha llegado a las calles (como solía ocurrir), sino que se ha trasladado a las redes sociales, ese lugar impreciso en el que todos actuamos con una falsa sensación de impunidad y donde parece que todo está permitido (en la calle pasa otro tanto, aunque permanecer con la mirada atrapada en el dispositivo complica la constatación de un hecho tan evidente).

En fin, que vayas donde vayas, estés donde estés, algún osado se atreve a preguntarte si eres monárquico (lo que permite sostener que la afirmación de que la Institución está siendo cuestionada tenga algo de cierto).

Si la respuesta a esa indiscreta pregunta es que no eres monárquico (por las razones que sean, que nadie está interesado en escuchar), se presupone implícitamente tu carácter republicano.

Un reduccionismo absurdo —como todos— que significa que, “o eres de los míos, o estás contra mí”. Ese tipo de coyuntura dual que resulta tan enervante al reducir cualquier asunto a uno o a su contrario.

Y todo ello, sin que se permita un resquicio para preguntar qué tipo de república (a la francesa, a la americana, a la bananera, …), ni si existen opciones para plantear formas alternativas distintas, articulando “espacios de debate” que configuren ciertas “líneas rojas” que no deban ser traspasadas.

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Lo que menos me gusta de todo es esa “o” disyuntiva que significa que, pienses lo que pienses, estarás en un bando (al que los opuestos consideran una “banda”), por más que no te identifiques con ninguno de ellos.


"Intenté decir lo que pensaba y me tomaron a coña.
Mi corona se volvió lacia, me empolvé la cara, el vino animó el color de mi nariz y mejillas.
Me invadió una languidez que se hizo perenne.
Me vi condenado a vestir, para siempre, bata de guata".

Recordando el pasado:


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PD – Y, todo, para terminar siendo aforado.

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...