martes, 13 de septiembre de 2011

Reduccionismo

Foto: victor_nuno

Forma de pensamiento simplista tendente a reducir las diferentes posibilidades a un único punto o —en su defecto— a dos posiciones extremas y radicalmente enfrentadas. [Barça – Madrid / Playa – Montaña / Derechas – Izquierdas]. Es una de las características más destacadas de la sociedad de los (in)hábiles 10. Básicamente persigue solventar de un plumazo la riqueza en las posibilidades, reduciendo la complejidad de la realidad social a un conjunto de posiciones artificiosas que, a la par que encorsetarnos, constriñen nuestra capacidad de interactuar saludablemente con los demás.

Existen diferentes formas de presentación para lo que, a la larga, sintéticamente, puede considerarse un único principio activo.

ü      Discriminación prejuiciosa

“El otro piensa distinto que yo”. Está equivocado y, por eso, le rechazo. El verdadero peligro de esta forma de reduccionismo es que se fundamenta en un prejuicio, no en una valoración objetiva. Se establece presuponiendo artificiosamente algo, sin ningún interés en poner a prueba la veracidad de la suposición. Lo realmente desdeñable no es la selección, sino la falta de rigor a la hora de conjeturar y confirmar las conjeturas; que ciertamente pueden ser del todo inciertas.

ü      Inclusión generalista

Tendencia a pensar que otras personas —todos— comparten con nosotros lo que ha sido —para nosotros— una cuestión electiva. En esencia encierra también una suerte de pensamiento apriorista, en el que las consecuencias se establecen antes de conocer las condiciones completas de un dilema.

El planteamiento es, en su génesis, sencillo de entender (no confundir sencillo con simple. Otra de las maldiciones que acarreamos es la indistinción entre la zafiedad de lo simple y la elegancia de lo sencillo). Otorgamos una excesiva atención a nuestra realidad interior y desatendemos la evolución que nos ha conducido a la forma actual de esa realidad. El camino es evolución. Resulta pertinente, y necesario, aceptar la inevitabilidad del cambio y convertir la búsqueda de la mejora en una característica personal. Asumir retos de dificultad creciente. Ser consciente de dónde estoy y dónde quiero llegar (y disfrutar del viaje).


El proceso es siempre único, individual, intransferible. Las situaciones que me han tocado afrontar son exclusivas en su conjunto. Mi evolución ha sido determinada azarosamente en un orden impredecible. Mi desarrollo personal depende de tantos factores distintos que puedo afirmar que será irrepetible.

Mi habilidad para enfrentarme a las situaciones que me encuentro está en permanente desarrollo. Las características definitorias de mi comportamiento son identitarias, no idénticas a las de los demás. Me reconozco en los demás por los retos que deben afrontar, pero no siempre en su elección en la forma de abordarlos.


Termino con una cita de J. W. Goethe: “Trata a un hombre como es, y seguirá siendo lo que es. Trata a un hombre como puede llegar a ser, y se convertirá en lo que puede llegar a ser”.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado tu artículo. Tener una flexibilidad mental no es una habilidad sino diría que es cuasi una virtud que nos permite adaptarnos a nuestro medio ambiente.Viviremos más felices siendo abiertos y flexibles y seremos mas fuertes psicológicamente, provocaremos cambios constructivos y ayudaremos a que la calidad de vida sea mejor. La mente rígida, el que ve todo en blanco y negro, mar y montaña, como tú dices, sufrirá y afectará negativamente lo que tiene, a quien tiene en su entorno.Todos hemos sido testigos de la rigidez mental(quizá en ocasiones ..nosotros mismos(?) ) de alguien que es incapaz de cambiar de opinión, de admitir otras opiniones y aprender de ellos, de imponer como sea su punto de vista. En todas partes están los intolerantes y los dogmáticos: en el trabajo, en la propia familia, en la universidad, en la pandilla de amigos, el edificio o urbanización que habitas, etc. Hay países y culturas que asumen y defienden el dogma, el fundamentalismo. No se puede ser feliz así, la vida sería pobre y dolorosa.

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  2. Querida Nina: siempre me gusta verte aparecer para participar activa y creativamente con tus comentarios.

    Mi padre siempre decía: "ser libre es tener opciones para elegir, cauántas más mejor". Yo siempre añadía: "ser libre es ser más diferentes, pero que todos valgan".

    Lo verdaderamente perverso es que los inflexibles, los tiranos, los extremistas, los intransigentes, los que antes nos parecían odiosos, cada vez que pasa, se parecen más a nosotros mismos.

    Alberto Secades

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