Reconozco que el chiste es más fácil en bable; sale sólo cuando el número se convierte en letra: GOCHO.
¿Por qué son 10? ¿Y quiénes son? Recordando la final ganada por el Chelsea, narramos, de izquierda a derecha:
Con el número 1, el presidente de la Comisión europea, Jose Manuel Barroso
Con el 2, el primer ministro ruso, Dmitri Medvedev
Con el 3, el primer ministro de Japón, Yoshihiko Noda
Con el 4, el primer ministro de Canadá, Stephen Harper
Con el 5, el presidente francés, François Hollande
Con el 6, el presidente de USA, Barack Obama
Con el 7, la canciller alemana, Angela Merkel
Con el 8, el primer ministro británico, David Cameron
Con el 9, el primer ministro de Italia, Mario Monti
Con el 10, el presidente del Consejo europeo, Herman Van Rompuy
Vamos con los detalles. Un vídeo nos lo deja más claro. “Quizás la foto de familia sirva de metáfora”, narra la locutora. No reconoce que “foto de familia” es una metáfora. Sin duda es la metáfora más importante que nos tratan de colar: “somos una familia” y, como en cualquier familia que se precie —Los Soprano, Los Simpson, Los Ewing, Los Gioberti, Los Channing, Los Picapiedra— unos piensan las decisiones que adoptaran para que, el resto, las cumplamos a regañadientes. Así que, esa foto es la metáfora.
Y, para reforzar el mensaje, se cierra el vídeo con las distracciones que nos resultan tan familiares (por conocidas) a todos: esa foto fija de Cameron levantando el puño (en un gesto tan común como apasionado) para celebrar el gol de Didier Drogba.
— ¿Ves? Si les emociona lo mismo que a nosotros.
— Pásame otra cervecita, anda.
Y, si McLuhan tenía razón y “el medio es el mensaje”, deben transmitir que son una familia como las demás, deben dar un paso y, aunque se alineen en una plataforma, eliminar su habitual encorsetamiento y desenvolverse como gente ordinaria. ¿Cómo? Eliminando barreras. Vistiéndose en lo que más llega al pueblo: desecharon el atuendo cervecero y decidieron ponerse de sport. Para no iniciados, aclaro que, ahora, este tipo de indumentaria se llama casual wear y, en lo básico sustituye al chándal y, más atrás a la chaqueta de tweed con coderas. Es lo que un conjunto Cocoon se pone para estar cómodos.
Fíjate qué monos, cómo saludan, moviendo sus manitas. Solo Merkel, por mujer y Hollande, nervioso en su debú, dejan de practicar, como octeto con coreografía sincrónica, el “cinco lobitos”.
Y parémonos en su atuendo:
Aunque por el gesto no transmite esa sensación, está profundamente sobrecogido porque Cristiano Ronaldo no jugará en la final de Munich, y, también, por actuar como invitado de piedra, lo que le relega a una posición escorada, lejos de la posición central, que tanto le gusta.
Recordemos que todo está estudiado de antemano.
Se rebela poquito; su gesto es quitarse la corbata de luto que tenía preparada para la ocasión. En cualquier caso, la guarda en el bolsillo izquierdo, por si la cosa se les va de las manos, y necesita terminar anudándosela a la frente, a lo samurai, a lo Nicky en la ruleta rusa del final de El cazador.
Como si ya hubieran dispuesto de suficiente vodka —y las walkirias sonaran atronadoras—, el ruso ya está lanzado. Se ha quitado la chaqueta, la ha hecho rodar enérgicamente sobre su cabeza y la ha lanzado, ya no importa dónde.
Sabe que el Chelsea, de su amigo Abramovich, será el vencedor, dentro de muy poco, y, por eso, se quita la chaqueta anticipando el fiestón.
Mantener los ojos entrecerrados en un gesto permanente —y la sonoridad de su apellido— le convierten en maestro (por viejecillo, pero, también, por sabio). Transmite la sensación de que está a punto de desvelar un gran secreto: puede manejar la fuerza, o sabe encerar el coche a conciencia.
Nada más lejos.
Debemos atender a los detalles. Obviemos su chaqueta con cremallera hasta el cuello (el epítome del calor confortable) y centrémonos en su desorbitada macrocefalia. Buscando el detalle en el pantalón, se percibe el crecimiento de una (incipiente) erección. Es la erótica del poder.
4 — Harper.
Admito pronto que no sé quién es este punto. Reconozco que no estoy puesto en la radiografía de los poderosos y, cada vez que tengo que empezar a escribir un alegórico biopic, descubro cuántos eran, para mí, grandes desconocidos. Como Urdaneta para la mayoría.
A primera vista parece un predicador baptista metodista, blanco, de la iglesia del juicio final de los últimos días. Un pastor (sin rebaño), protestante (en las reuniones con público) y callado en casa (sometido al juicio de la parienta).
Más tarde leí que era canadiense. ¡Ah!
El francés. El sustituto de Sarkozy. Con Putin ausente, Yeltsin retirado, a este francés le encomendamos que, con sus gestos, nos entretenga.
Imposible. C’est pas possible.
Es, sin duda, Levinson (sin pajarita). Esta noche correrá el vino.
6 — Obama.
El blanco de todas las miradas.
En este intento de transmitir al público que (ellos) nos sacarán del apuro, porque (ellos) son de los nuestros, aunque —al final— esto lo tengamos que terminar pagando (nosotros), la posición preeminente se la reservan a él, como cabeza rectora.
“Si una empresa tiene que recortar en París o en Madrid, eso se traduce en menos negocio para las fábricas de Pittsburgh o Milwaukee”.
Esclarecedor.
La que mejor va vestida (porque va como siempre). La que peor va desnuda (aunque trato de que esa imagen no se me quede grabada).
Mantiene una postura pimpante que aparenta que, con un poco de impulso, se lanzará a la piscina.
No. Si hubiera pasado, sabríamos que había sido ella.
Y nos queda, para el final el tridente. Ellos sabrán por qué se han colocado así.
8, 9 y 10 — Cameron, Monti y Van Rompuy.
Les consideraremos como una unidad trina.
El triángulo de las bermudas (doy las gracias porque ninguno se animo a lucir sus pantorrillas fláccidas portando esa prenda indecorosa) se extiende entre los tres vértices que se dibujan por la caída de sus respectivos pullover en torno a tres montículos adiposos: las dos protuberancias de sus pechos fofos y la apuntada barriga cervecera.
Pues esto es todo amigos. Estos personajes se han reunido para, en la comodidad de su refugio infernal, decidir qué hacer con nuestro dinero.
Para no iniciados en bable, ofrezco traducción simultánea;
¡qué gochos! se puede entender como ¡qué cerdos!
Y lo del saludo? Qué se percibe?
ResponderEliminarA veces me recuerdas a Quevedo; sólo te faltó describir la escena utilizando el verso.....
ResponderEliminarVoy a hacerlo ahora:
Eliminar"A veces se me va la olla,
porque me tienen hasta la..."
Quevedo hubiera completado los puntos suspensivos.
Oye, que van así vestidos a propósito.¿Es que no sabes que no solo su pueblos han empobrecido sino que ellos también? :)
ResponderEliminarEstás muy confundida.
EliminarNo te imaginas lo que costó el total de la ropa que llevan puesta.
Me recuerda a la película "The game". Michael Douglas ("Nicholas Van Orton") está encaramado en una escalera, tratando de escapar. Se le cae un zapato.
- Ahí van 1000 $
Deborah Kara Unger ("Christine") le pregunta:
- ¿Esos zapatos cuestan 1000 $
Van Orton:
- Ése, sí.
La cosa más patética y risible que uno se pueda imaginar. Que los que, gracias al dinero de todos, han hecho grandes fortunas, despilfarrado fondos, obras farónicas sin sentido, vivir cómodamente con sueldos desorbitados, ahora nos piden que hagamos un esfuerzo, nos priven de muchas cosas, deciden lo que hay que hacer con nuestro dienero para resurgir la economía, je, je
ResponderEliminarEs como la directora del Fondo Monetario:llega, pide austeridad, sacrificio y ella se sube el sueldo hasta los casi 360.000 €
No coment!
Y que encima se hagan pasar por nuestros colegas.
EliminarClaro que comen!
AQue son unos payasos , a que se reunen si nunca arreglan nada??
ResponderEliminarestoy de acuerdo con "JUAN ANGEL " en lo de los ueldos
para mi esa gente es una lacra.ç
Dice mi madre que Merkel anda siempre vestida igual de distinto color :)
Son unos ladrones. Y unos timadores. Esto es una estafa.
EliminarPero no son payasos. Los payasos (como los ladrones de Jardiel) "somos gente honrada".
Aunque el color de la seda de la mona sea distinto, sigue pareciendo un primate. Pintarle los labios no altera su condición.
Excelente reportaje Alberto. Me queda la duda sobre el asombroso trabajo en la sombra de la tropa de asesores de imagen y vestuario sport, o prêt-a-porter, que hace que todos vayan "tan naturales", como de colegueo, a tertuliar sobre los problemillas del mundo
ResponderEliminarÉsa es la clave, Nacho.
EliminarEl problema es que van tan "sobraos" que ya no se preocupan de hacerlo bien.
Esta idea de los políticos de que quitarse la corbata les hace parecer de los nuestros es estrambótica. ¿Recuerdas la medida de Sebastián para ahorrar energía en el Congreso?