Serán cosas mías, pero abundan hoy, de forma excesiva,
aquellos que no conceden importancia a la naturaleza de determinados bienes. Pienso en los que no entienden que lo público no carece de dueño; sino
que, al contrario, es propiedad de todos. También en los que, torticeramente, pretenden apropiarse, utilizando la política de hechos consumados, de lo que no les pertenece.
No (solamente) hablo de los políticos que, aún arrogándose
más poder del que se les ha otorgado, hacen y deshacen a su antojo, como si el
solar patrio fuese de su propiedad, sin sentirse obligados a dar explicaciones
a nadie (pasando de ser un plasta a convertirse
en un plasma).
Ni tampoco pienso en los que se extienden, submarianamente,
utilizando el “lanzamiento
de hormigón” como forma de conquista.
O de los que consideran que pueden entrar en tu casa, y en
tu vida, para ponerse a fisgar y,
tomándonos por imbéciles, pretenden justificar su intromisión, anunciando “más
transparencia en los programas de espionaje”.
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No.
Realmente pienso en esos que en la playa hablan a gritos
y que se pasan el respeto a los demás por el arco del triunfo.
O aquellos que creen que, en un semáforo, esperar a que la
señal se ponga en verde para disponerse a cruzar es de parias.
O que consideran que colarse
—en un súper, en el cine o en un peaje— es un acto de inteligencia suma.
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Esos que, imitando modelos no se sabe de dónde, hablan a
gritos, a pesar de no tener nada que decir.
Que consideran que la propiedad
es un concepto carente de sentido; salvo cuando se trate de aquello a lo que
ellos consideren como propio, aunque
hayan podido apropiarse de formas
totalmente inapropiadas.
Esa grey que justifica el uso de la violencia como forma de
resolver asuntos de convivencia cívica.
Esa gentuza.
"Dame una capucha y te arreglo la calefacción de la casa" |
El mayor problema radica en que hasta la fecha el poliico gestiona losrarios públicos como si ese dinero no fuera de nadie por tanto suyo. La exigencia de responsabilidad en la gestión es inexistente y su control viciado por los propios partidos.
ResponderEliminarCoincido en el origen del problema. Hemos llegado a una sociedad construida de arriba a abajo: son los políticos (y en general todos los poderes públicos) los que han generado este sentimiento de barra libre ("todo vale") que se expresa en el grito grosero de "maricón, el último".
EliminarSi, además, damos altavoz a la ordinariez y al mal gusto, hacemos bandera del cerrilismo y la falta de criterio, es sencillo comprender por qué nos luce así el pelo, por descontado.
Estoy de acuerdo Alberto, P y yo nos hemos pasado un verano viendo comportamientos increibles, tanto en las carreteras, (sobretodo en las rotondas),en los supermercados y en nuestra urbanización a donde llegan sobre la una de la madrugada grupos de jovenes de 15 a 21 años, que además no son vecinos, a armarla en la piscina con gritos, voceo, alcohol y música. (y que no se le ocurra a nadie bajar a hablar cortesmente con ellos!!)
ResponderEliminarTuve que intervenir hace un par de meses, al ver un grupo de chavales de 14 a 16 años que desde detrás de unos arbustos (plena calle comercial) tiraban huevos a una señora MUY mayor que pasaba, que además ni conocían. Cuando llegó la polica finalmente (la señora ya desmayada en una farmacia),dijeron los chavales que tiraban los huevos porque 1) celebraban su fin de curso y 2)La señora era una VIEJA INUTIL y que era fin de curso.
Nos quedamos todos los presentes con mal cuerpo (y con algunos rasguños).No estamos hablando de un barrio deprimido de conflicto social del sur de Madrid sino de un barrio de clase media de Majadahonda y de niños "bien".
Yo me pregunto qué pasa en sus hogares con esos papás tan profesionales, tan educadados, etc.....porque justamente lo que brilla por su ausencia hoy es la EDUCACION.
La educación ha perdido el norte, ha caído en la indefinición y ha olvidado su objetivo fundamental: la formación de la personalidad. Una formación que corresponde, sobre todo, a la familia, pero también a la escuela,(ya que los hijos pasan el 60% de su tiempo en un centro educativo, a los medios de comunicación, al espacio público en todas sus manifestaciones.
Debemos intentar todos volver a valores como el respeto, la convivencia, el esfuerzo, la honestidad, la humildad,la equidad o la utilización razonable de la libertad.
No es tan difícil ocuparnos de una tarea así, si el conjunto esté de acuerdo y dispuesto a trabajar en ello.
Sin embargo observo que hay una gran desidia en la gente con respecto a este tema, con respecto a eso de cambiar el mundo....y siendo así....vamos con muy mal rumbo.
Alberto, dejaría el adjetivo GENTUZA para describir a los grandes canallas de esta sociedad,los que tienen los puestos de gran poder politica y financiero y demuestran que les importa "un comino" el pueblo. Los demás son nada mas que Gentecilla que tal vez con ayuda se les puede redireccionar.
Un beso
Nina
Dos apuntes (desde el entendimiento de tu descripción):
Eliminar1 - Es imperdonable este sentimiento de superioridad que se ha generado en la juventud hacia los viejos: en lugar de comprender que ellos han estado allí antes (y tienen, por tanto, experiencia de primera mano sobre asuntos similares), muestran una ignorancia aberrante. El consuelo de un observador externo es la firme creencia de que tus hijos te tratarán como hayas tratado tú a tus propios padres, lo que les supondrá una vejez horrible y humillante (que, sin duda, merecerán).
2 - El adjetivo que correspondía era, en realidad, chusma. Pero, cobarde declarado, no me atreví a llamar las cosas por su nombre, conociendo el sentimiento de repulsa que genera a su alrededor el uso de ese término. No obstante, llamado al orden, convertiré ese adjetivo en uno de mis favoritos y me dedicaré, a partir de ahora, a arrojárselo a la cara a cuantos, a mi soberano juicio, se hagan merecedores de él (y me importa una mierda que me confundan con Pérez-Reverte).
Besos