Transcurrido
el primer cuarto del siglo XX, con Europa amnésica —parecía haber olvidado los
desastres que puede causar una guerra— y Estados Unidos mostrándose
inconsciente a los influjos de una avidez desmedida —lo que provocaría que su economía,
y la de todo el mundo, hiciera crac—, se preparó el camino para la llegada de
un iluminado que pretendió universalizar sus delirios enfermizos, alimentando
su deseo trastornado de alcanzar una tiranía totalizadora.
El
curso de los acontecimientos evitó que su propuesta alcanzara éxito, pero su
ambición, pese a estar cebada de forma desquiciada, presentaba muestras progresivas de su
insensatez. Primero quiso dominar su entorno y, desde ahí, someter el viejo
mundo, próximo y accesible. Cuando quiso conquistar al ruso, con el que había
pactado previamente una tregua, dio el primer paso hacia el abismo.
Pero
en su locura nunca se había tomado en serio al lejano Oriente —demasiado lejano,
demasiado oriental—, ni había planeado el abordaje americano, receloso de su
poderío.
El
final de la segunda gran guerra facilitó el camino inverso a la colonización, y
la exportación del american way of life,
buscando el apoyo en dinero y entretenimiento —plan Marshall y cultura popular, cine o TV, fueron sus anclajes—, una
forma evolucionada del panem et circenses
romano.
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Hoy,
en 2013, a mitad de camino del recorrido que lleva del Thanksgiving day —cuarto jueves de noviembre; al día siguiente se
celebra el Black Friday, que da
inicio a la campaña de compras para la Navidad— y The night before Christmas
—un poema de Clement Clarke Moore,
también conocido como “A visit from St.
Nicholas”, sustenta gran parte de la mitología que rodea a Santa Claus; sólo puede traducirse como Nochebuena sin temor a caer en el
ridículo—, demostramos nuevamente nuestra capacidad para comportarnos como
galliformes decapitados y, sin importarnos la crisis, nos arrojamos a la compra
compulsiva, en un absoluto descontrol.
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Queremos
creer que nos gusta prestar atención al detalle.
"La importancia de los detalles" Ilustración: BIGLI-MIGLI. Visto en Kiribil Coaching |
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Molinos tiene un espacio en el que comparte cosas que (le) pasan. He llegado
recientemente y me he dejado atrapar. Es una mujer interesante y tiene facilidad
para presentar sus asuntos desde una perspectiva atractiva. Me estoy haciendo
habitual.
El
otro día analizó, en detalle, un vídeo que le había hostilizado
hasta el infinito y más allá. Comparto su resumen del anuncio, que de
eso se trataba, porque yo no podré hacerlo mejor:
Un estafador disfrazado de
guardabosques, guía medioambiental o algo así, mete a un montón de niños en un
autobús de la "Meet the trees foundation" y nos dice "Hoy vamos a llevar a los niños a la
mejor excursión que podrían desear. Y ellos ni siquiera lo saben".
Les cuenta que van a ir a pasar el día al bosque y van a ir conociendo
árboles y la forma de las hojas. Después, en distintos planos se nos
muestra a los niños aburriéndose y bostezando, intentando demostrar que ese
plan les parece un rollo, que los niños se aburren. Entonces el estafador, al
más puro estilo Jocker de Batman, se quita el disfraz y les dice que era broma y
que lo que van a hacer hoy es pasar el día en su almacén de juguetes y que
podrán jugar con todo lo que quieran. Los niños entran entonces en trance
como si estuvieran drogados, se ponen eufóricos, llegan a la tienda, están
encantados y juegan con todo en pleno éxtasis al más puro estilo drogatas
enganchados... incluso balbucean. Me imagino que los planos de los niños
babeando y con la mirada perdida han sido cortados en el montaje final.
Adjunto
el vídeo-timo de Toys’R’Us.
Yo
leí el artículo de Molinos (y le doy la razón en todo).
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Quizá
hubiera echado en falta la posibilidad de una alternativa, pero mi amigo fumador
compartió al cabo una iniciativa loable, a la que me apunto.
Esta
Navidad piensa en grande,
compra al pequeño.
¿Por
qué no pensar en grande?
¿Por
qué no pensar en que somos muchos más?
¿Por
qué no apoyar al comercio pequeño, especializado y local?
¿Por
qué no visitar a los comerciantes que conocemos y hacer allí nuestras compras?
¿Por
qué no queremos darnos cuenta de lo que realmente nos conviene?
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Hace
tiempo que expuse las razones por las que yo
compro en comercio local.
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La
campaña se completa con un hashtag:
#1gift1dream
Recuerda
enormemente a la legendaria campaña de Volkswagen,
Think small, para
promocionar el Beetle y conquistar América, algo que ni Hitler
llegó a plantearse.
Nunca
pensaron en pequeño.
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John Edwards sabía que “esas pequeñas cosas son las que cuentan”.
La
más importante: darse cuenta de que muchos pocos hacen un mucho.
Esta
Navidad, siempre, mira al que tienes cerca.
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Pasado
un tiempo, cuando todos volvamos a mirar para lo nuestro, como hasta ahora,
tendremos el recurso de evocar, en un fugaz destello, el momento en que
recuperamos el gusto por las tradiciones, los viejos hábitos, aquellos que
aprendimos junto a nuestros padres.
para pensar en grande y comprar al pequeño creo q tambien se debe a los q te crian y te educa...yo gracias a dios fui crecida asi...pienso en muyyyy grande pero me hacen feliz tambien las cosas pequeñas.:) alina vladescu
ResponderEliminarGracias Alina.
EliminarEl tamaño importa, pero hace referencia a la cantidad y no a la grandeza, una virtud que sin duda atesoras.
Besos.
Prometo solemnemente que antes de comprar nada esta Navidad... pensare si conozco a alguien o algun comercio pequeño al que ayudar a soñar, y compartir ilisiones. SI AL PEQUEÑO!!!
ResponderEliminarAsí, sumando todos, comprobaremos la esencia de las relaciones (basadas en la confianza y la cercanía) que permiten sentir la pertenencia al grupo más numeroso y poderoso de todos, el de los pequeños.
EliminarFelicidad para todo el año.
Acabo de añadir el blog de Cosas que me pasan a favoritos. Pese a su vivón algo femenina si me parece muy interesante y con una prosa magnifica.
ResponderEliminarrespecto al tema de este post , estamos en la país de Navidades perpetuas y solo hay que mirar como gastamos y gastamos en aquellas infaustas épocas de boom urbanistico
No sé si existe una visión femenina de las cosas; realmente creo que hay personas interesantes. Molinos, como tú, encuentra la manera de transmitir interés por las cosas que os gustan.
EliminarLa gran ventaja del mundo virtual: conectarte con proyectos interesantes, de personas que desconocías.
Abrazo.
Gracias por citarme y por lo que comentas de mi blog.
ResponderEliminarSobre este tema, he escrito, bueno más bien reflexionado un poco sobre una carta de John Steinbeck que hace 60 años se hacía la misma reflexión. Te lo dejo aqui por si te interesa.
http://pisandocharcos.net/wordpress/2013/12/steinbeck-y-nuestra-sociedad-2/
Ya me he apuntado como pisador de charcos. Suena interesante.
EliminarLo cierto es que lo de intentar encontrar el camino de las relaciones profundas, degustar la esencia de las cosas y otorgar valor a las personas, por encima de las cosas, es una historia que viene de largo.
Yo mantengo mi esperanza, por los años que me queden.
Gracias por compartir y enhorabuena por tu(s) esfuerzo(s).
Aún tenemmos que reeducar para que las cosas funcionen, desde el momento que un bolso, una cartera, una pieza de bisuteria es mejor por ser de"FulanitaPerez" y no del joven artesano que diseña, fabrica cose y engarza, desde que solo valoramos el precio para que, cuanto más caro, creemos, más exclusivo...
ResponderEliminarNo soy de "Apple", "Amazon", o "Coca-Cola", ni de ninguna gran corporación, despersonalizada y deslocalizada, completamente inhumana.
EliminarSoy de las personas con las que puedo estrechar vínculos, a las que veo a diario; con las que me relaciono y mantengo intereses comunes.
Las marcas me interesan de forma relativa; utilizo algunas, pero no me puedo considerar de ninguna de ellas. Supongo que sabes de lo que hablo.
Un beso. Y feliz Navidad.