miércoles, 1 de enero de 2014

Adaptar las tradiciones

Tengo el convencimiento de que los humanos inventamos las tradiciones como forma de atraparnos en un conjunto de rutinas que, pese a que nos disgustan y nos llenan de frustración permanente, cargamos con ellas, por ser de la casa y nos sentimos incapaces de romperlas, liberarnos y descubrir así la felicidad de crear otras costumbres, nuevas, pero adaptadas a quienes las van a tener que poner en práctica.

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En casa tenemos una mesa redonda, muy bonita. Es pequeñita y forma un conjunto muy mono con un par de butaquitas bajas que ella heredó de una tía suya, a la que guarda con cariño en su memoria y nos acompañan desde hace muchos años.

La mesa redonda, bajita, sufrió un percance, hace unos ocho años: se le desencaló una pata. No sé si es un asunto demasiado complicado de resolver, pero lo cierto es que nunca hemos sido capaces de arreglar la puñetera patita, de la mesa bajita y, dejémosla donde la dejemos, debemos acordarnos que no se puede apoyar nada en ella, porque se vence y se cae, mostrando que el deseo no siempre se cumple, en la práctica ordinaria.

En su día, ella quería organizar partidas de bridge, porque era lo que jugaba su tía (y también su madre); pero en casa nunca hemos jugado al bridge.

También quiso montar una especie de zona de café, en miniatura, al lado de la ventana de las dos casas donde hemos vivido, en la idea de organizar unas minitertulias, aprovechando la mesa bajita y las butaquitas y empleando esos juegos de café, de aspecto infantil (por su tamaño) que contrastan con la realidad de que ella se ha casado con un humano que mide 1.93 y pesa un poco menos de 120 kg. Eso imposibilita drásticamente mi participación en acontecimientos sociales de la categoría mini y, pese a que consumo cada vez menos cafés (en frecuencia), los dos que habitualmente tomo son de tamaño taza grande. Dejo, para los momentos en que recibimos visitas, el uso de la parte de la vajilla más inútil: las tacitas de café enanas y, mientras ella y alguna amiga (sólo una) tratan de encajar su culo en la butaquita, haciendo rosca de forma disimulada, yo intento retreparme en el sofá, o donde sea, procurando que mantener el platito de la tacita con la mano izquierda, mientras tomo sorbitos usando sólo la derecha, sin apoyarme en el respaldo del asiento, basculado hacia delante con las piernas cruzadas tratando de prestar atención al parloteo, no me haga mostrar una apariencia de completo imbécil, lo que sé que, a sus ojos, no habré conseguido, porque la mesita sigue teniendo una patita desencolada, que se cae y que no sirve para un montaje que no funcionó nunca y que deberíamos plantearnos de nuevo.

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El año que ya pasó, de infausto recuerdo, la animó a quitarse de en medio la mesa; creo que ahora descansa en el trastero, esperando un momento para que alguien se ocupe de encolar la mesa y reiniciar un ciclo de lucha por montar un miniespacio en un lugar, el salón, que ya está cerca del límite de ocupación y que necesita una nueva configuración.

La visión repetida de programas de Divinity Channel nos está suponiendo un hervidero de nuevas ideas y seguro que alcanzaremos algún diseño que nos satisfaga, a todos.

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Hoy, primer día del año, muchos jóvenes descubrirán lo absurdo de una tradición que se empeñan en perpetuar: la de salir y beber y llegar más tarde de la cuenta. Cuando escribo esto, veo cómo siguen pasando por la calle, arrastrándose.

Soy consciente de la liberación que supone estar despierto, en año nuevo, y carecer de resaca.

Lo hice, cuando creía que debía hacerlo. Ahora paso la Nochevieja de forma distinta. Mucho más divertida.

Hemos estado los cinco solos, por primera vez. Y decidimos que haríamos lo que nos apetecía hacer; que nos quitaríamos el peso de tradiciones que no nos hacían más que sentirnos incómodos y nos impedían disfrutar del día.

Mantuvimos lo de montar la mesa, impecable. Pero no nos vestimos de gala.
Tomamos aperitivos con ganchitos, patatas fritas y esas puñetitas tan divertidas.
Comimos mejillones al vapor y espaguetis de papá, que nos chiflan.
Hicimos la representación de turno: Charlie y yo éramos una pareja que tenía un encuentro en un bar, Yago hizo magia, Luis brindó con champín, que le encanta. Ella bailó. Jugamos a Interferencias y lo pasamos genial.
Comimos las uvas, brindamos y tuvimos un día para recordar en el que, por fin, nos quitamos el peso de tradiciones que nos encorsetaban y nos impedían pasarlo bien. Fuimos felices haciendo las cosas a nuestra manera.



Quizá seamos un poco simples.

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Aunque no creo que nos hubiéramos podido reír más de lo que lo hicimos.

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Y echamos de menos a los que no estaban, porque el recuerdo te acompaña siempre, de manera profunda.

10 comentarios:

  1. !!FELIZ AÑO NUEVO!! Me he reído mucho leyendo éste artículo así que empiezo bien!! Cuidado con la cabeza, Alberto, ojo con lo que viene tras tus espaldas, porque igual ELLA encuentra finalmente un uso para esa mesa, después de leer lo que has escrito sobre la mesita, los culitos enroscándose en las butaquitas y las tacitas de muñequitas. Qué sí hombre! Qué descanse en paz esa mesa y todas estas tradiciones, hábitos y costumbres que seguimos practicando, como si tuvieramos un tic nervioso en ciertas fechas y sin pensarlo ni planearlo el cerebro pone en marcha el mecanismo para desarrollarlas como si robots fuesemos.
    Hace muchos años que hago lo que "me da la gana" en estas fechas, (contando con el parecer de quienes me rodean muy directamente, que piensan igual que yo) y ningún año es igual que el anterior. !Libres!

    Que 2014 nos sea a todos Próspero, o sea que prosperemos como buenas personas, prósperas en la Paz, prósperas en la Salúd, en el Amor....
    Un beso
    Nina

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    1. Gracias. Me alegro de saber de ti, después de tiempo. Espero que todo vaya bien. Muchos besos y ánimo para lo que queda de año.

      Recuerdos para tu madre, Peter y Justin.

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  2. Jajajajajaja Albertin, te quiero asi de GRANDE!!.

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  3. Bonita post . esperanza es lo que pido para este año

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    1. Seguro que sí. Un fuerte abrazo y los mejores deseos, amigo.

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  4. Haciendo caso a tu deseo de ano nuevo me voy a aventurar a hacer un comentario que sirva, ademas de para compartir la entrada del 2014 para celebrar la liberacion de tantos actos que no nos aportan nada y empezar a edificar una biblioteca de emociones. Las emciones siempre van ligadas a las personas, directamente a traves de miradas, sonrisas, gestos o a traves de vectores, la mesa cojita, la comida, el jersey que alguien a quien querias se puso un dia...las palabras... esa biblioteca merece la pena perpetuarse en nuestra memoria porque sirve para recordar y si buscamos el origen etimiologico de la palabra recordar significa volver a pasar por el corazón. La mesa cojita sin historia es un mueble aunque en algún caso expertos consiguen ligar los objetos a emociones de sus creadores, pero no son emociones vividas. Me gustan mas las que me hacen sonreír gracias por compartir estos momentos con nosotros. No dejes de escribir porfa.
    Bego

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    1. Querida Bego: ten cuidado con lo que deseas; es posible que finalmente se cumpla y, en el caso presente, siga escribiendo. Esa es en el fondo mi idea, aunque me declaro manifiestamente incapaz de anticipar los derroteros por los que me moveré, una vez superado este alterado estado del orden, que suponen las vacaciones siempre.

      Muchos besos

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  5. Creo que tengo la solución para la mesa: Mi carpintero de confianza. El próximo día que nos veamos, te diré quién es

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    1. Ay, sí, Eugenia, gracias. Que no se te olvide decírmelo.
      Un beso

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