Un
comentario de mi amigo Iñaki a las fases de la visibilidad requiere
una respuesta más precisa.
La
evolución en la clínica ha tomado una deriva que, en el artículo, se bosqueja
someramente. Los dos primeros estadios (síntoma y etiología) permanecen atentos
al componente físico de la enfermedad: en el primer caso, a su apariencia
externa y, en el segundo, a la búsqueda de las raíces profundas que explican los
síntomas. Es evidente que, si lo que quiere el paciente es que le deje de doler
la cabeza, el médico puede iniciar una clínica que trascienda ese interés
focalizado del enfermo.
Algunos
casos pueden corresponder a cuadros psicosomáticos, en los que ciertos trastornos
(físicos) puedan tener un origen en otro ámbito (psicológico), lo que lleva a
que el cuerpo muestre padecimientos de origen mental (en términos de la
dualidad cartesiana). El tercer estadio (afianzado por el psicoanálisis y otras
terapias de intención narrativa) pasa por la interiorización del problema, de
suerte que el síntoma deja de ser lo relevante, para adquirirla su re–construcción.
El
cuarto estadio es una consecuencia del anterior: el enfermo debe aceptar su
problema, como paso previo (y necesario) para su curación. Estudiando la
carrera contábamos un chiste que resume el asunto de forma esclarecedora:
“Dos
amigos se encuentran en la calle. Uno le dice al otro:
—
Estoy preocupadísimo. Ando hecho polvo. ¿No me notas las ojeras?
— ¿Qué
te pasa?
—
Casi ni duermo. Desesperado total.
— ¿Y
eso?
— Fíjate
que, con cuarenta años, y ¡he vuelto a mearme en la cama!
— ¡Vaya!
—
Y, claro, la congoja me impide conciliar el sueño. Cuando lo consigo, me orino.
—
Nada, no te preocupes.
—
No te preocupes tú, que no te pasa a ti. Yo estoy completamente agobiado.
—
No. Que te digo. Que le pasó a un amigo mío. Y ya lo solucionó.
— ¿Qué
hizo?
—
No sé. Fue a un psicólogo. Ahora anda de puta madre (mi amigo, el psicólogo no
sé decirte).
— ¿No
tendrás su teléfono, por un casual?
—
Sí, apunta.
Unos
meses más tarde, se encuentran de nuevo. Charlando, pregunta:
—
Por cierto, ¿qué tal vas con tu problema?
—
Problema, ¿qué problema?
—
Lo de que no podías dormir, porque te orinabas encima.
— ¿Ah,
eso? ¡Cojonudo, tío!
— ¿De
verdad? ¿Qué pasó?
—
Fui a ver el psicólogo y ¡es un fenómeno el argentino! Messi, a su lado, una pulga.
—
Messi es una pulga al lado de cualquiera.
—
Ya. Pero el tío es la leche.
— ¿Arregló
tu problema?
— ¡Claro!
¿No te digo que es la leche?
— ¿Y
qué hizo?
—
Estuvimos hablando y hablando. Más yo que él, que sólo tomaba notas.
— ¿Y
ya no te meas?
—
No. Mear, me meo lo mismo, pero ya no me importa.
*****
Intentaré
evitar que nadie me vea como el terapeuta de Ramoncín, del que desconozco sus hábitos mingitorios (nocturnos o
diurnos). Pero, al margen de sus cambios de registro entre su nombre civil y su
alter ego escénico, obviando la
contradicción de contemplar a quien pretende sentar cátedra sobre los derechos
¿intelectuales? desde la posición de un ácrata (que niega los de propiedad),
resulta evidente que la réplica a la crítica de su forma de versionar una
canción clásica, pasa por su total falta de aceptación.
Y
es que en el enlace del cuarto estadio, “aceptación”,
se llegaba a su famosa versión del “Come as you are”, de Nirvana.
Una
versión penosa, justificada
por el artista en un tono que implica cualquier cosa, menos aceptación.
*****
Es
una historia antigua, pero ilustrativa.
La
aceptación de la propia condición (como enfermo o trastornado), sirve para
sublimarse uno mismo, “engrandeciendo,
exaltando, ensalzando o poniendo en altura”. Ramoncín podría llegar a ser
sublime si entendiera que su “ejecución”
es lamentable y que, el método elegido por Iñaki, haciéndolo “pasar directamente del estado sólido al de
vapor” (gasearlo), resulta quizá excesivo.
Es
posible que embrearlo, emplumarlo y dejarlo atado a su corcel, en los límites
de la frontera, podría ser más apropiado.
*****
P.S.
En ciertos casos el tratamiento farmacológico
también resulta adecuado.
Muy bueno, Alberto!!!!!
ResponderEliminarEs una enfermedad muy de los artistas no saber reconocer sus limitaciones y taras
ResponderEliminarBueno, al menos ha reconocido que su versión "dejaba mucho que desear" y que "es lo peor que he realizado en mi vida".
ResponderEliminarA mí Ramoncin nunca me ha parecido un buen cantante y creo que como contertuliante en debates políticos da muy bien, es un tipo agudo, mordaz e inteligente. Tiene 58 años ya....y parece un chaval!!!!
Gracias Alberto,
Saludos,
Nina
La verdad es que la versión no era muy allá, jajaja, pero las hay peores. A Ramoncín siempre mola lincharlo, a mi juicio excesivamente aunque también está el dicho de que cada palo que aguante su vela. De terapeuta del artista no estarías mal, ni de mucha gente, todo sea dicho. Siempre me gustarán algunas sus canciones como "La chica de la puerta 16" que me atrapa profundamente. Abrazo.
ResponderEliminarCon retraso, debido a mi parón, agradezco los comentarios de cuatro queridos amigos: Iñaki, Bernardo, Nina y JJJJJ.
ResponderEliminarLarga vida al rock and roll.