lunes, 24 de marzo de 2014

Ramoncín, sublimado


Un comentario de mi amigo Iñaki a las fases de la visibilidad requiere una respuesta más precisa.

La evolución en la clínica ha tomado una deriva que, en el artículo, se bosqueja someramente. Los dos primeros estadios (síntoma y etiología) permanecen atentos al componente físico de la enfermedad: en el primer caso, a su apariencia externa y, en el segundo, a la búsqueda de las raíces profundas que explican los síntomas. Es evidente que, si lo que quiere el paciente es que le deje de doler la cabeza, el médico puede iniciar una clínica que trascienda ese interés focalizado del enfermo.

Algunos casos pueden corresponder a cuadros psicosomáticos, en los que ciertos trastornos (físicos) puedan tener un origen en otro ámbito (psicológico), lo que lleva a que el cuerpo muestre padecimientos de origen mental (en términos de la dualidad cartesiana). El tercer estadio (afianzado por el psicoanálisis y otras terapias de intención narrativa) pasa por la interiorización del problema, de suerte que el síntoma deja de ser lo relevante, para adquirirla su re–construcción.

El cuarto estadio es una consecuencia del anterior: el enfermo debe aceptar su problema, como paso previo (y necesario) para su curación. Estudiando la carrera contábamos un chiste que resume el asunto de forma esclarecedora:

“Dos amigos se encuentran en la calle. Uno le dice al otro:
— Estoy preocupadísimo. Ando hecho polvo. ¿No me notas las ojeras?
   ¿Qué te pasa?
— Casi ni duermo. Desesperado total.
   ¿Y eso?
   Fíjate que, con cuarenta años, y ¡he vuelto a mearme en la cama!
   ¡Vaya!
— Y, claro, la congoja me impide conciliar el sueño. Cuando lo consigo, me orino.
— Nada, no te preocupes.
— No te preocupes tú, que no te pasa a ti. Yo estoy completamente agobiado.
— No. Que te digo. Que le pasó a un amigo mío. Y ya lo solucionó.
   ¿Qué hizo?
— No sé. Fue a un psicólogo. Ahora anda de puta madre (mi amigo, el psicólogo no sé decirte).
   ¿No tendrás su teléfono, por un casual?
— Sí, apunta.

Unos meses más tarde, se encuentran de nuevo. Charlando, pregunta:
— Por cierto, ¿qué tal vas con tu problema?
— Problema, ¿qué problema?
— Lo de que no podías dormir, porque te orinabas encima.
   ¿Ah, eso? ¡Cojonudo, tío!
   ¿De verdad? ¿Qué pasó?
— Fui a ver el psicólogo y ¡es un fenómeno el argentino! Messi, a su lado, una pulga.
— Messi es una pulga al lado de cualquiera.
— Ya. Pero el tío es la leche.
   ¿Arregló tu problema?
   ¡Claro! ¿No te digo que es la leche?
   ¿Y qué hizo?
— Estuvimos hablando y hablando. Más yo que él, que sólo tomaba notas.
   ¿Y ya no te meas?
— No. Mear, me meo lo mismo, pero ya no me importa.

*****

Intentaré evitar que nadie me vea como el terapeuta de Ramoncín, del que desconozco sus hábitos mingitorios (nocturnos o diurnos). Pero, al margen de sus cambios de registro entre su nombre civil y su alter ego escénico, obviando la contradicción de contemplar a quien pretende sentar cátedra sobre los derechos ¿intelectuales? desde la posición de un ácrata (que niega los de propiedad), resulta evidente que la réplica a la crítica de su forma de versionar una canción clásica, pasa por su total falta de aceptación.

Y es que en el enlace del cuarto estadio, “aceptación”, se llegaba a su famosa versión del Come as you are, de Nirvana.



Una versión penosa, justificada por el artista en un tono que implica cualquier cosa, menos aceptación.



*****

Es una historia antigua, pero ilustrativa.

La aceptación de la propia condición (como enfermo o trastornado), sirve para sublimarse uno mismo, “engrandeciendo, exaltando, ensalzando o poniendo en altura”. Ramoncín podría llegar a ser sublime si entendiera que su “ejecución” es lamentable y que, el método elegido por Iñaki, haciéndolo “pasar directamente del estado sólido al de vapor” (gasearlo), resulta quizá excesivo.

Es posible que embrearlo, emplumarlo y dejarlo atado a su corcel, en los límites de la frontera, podría ser más apropiado.

*****

P.S.

En ciertos casos el tratamiento farmacológico también resulta adecuado.

5 comentarios:

  1. Es una enfermedad muy de los artistas no saber reconocer sus limitaciones y taras

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  2. Bueno, al menos ha reconocido que su versión "dejaba mucho que desear" y que "es lo peor que he realizado en mi vida".
    A mí Ramoncin nunca me ha parecido un buen cantante y creo que como contertuliante en debates políticos da muy bien, es un tipo agudo, mordaz e inteligente. Tiene 58 años ya....y parece un chaval!!!!
    Gracias Alberto,
    Saludos,
    Nina

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  3. La verdad es que la versión no era muy allá, jajaja, pero las hay peores. A Ramoncín siempre mola lincharlo, a mi juicio excesivamente aunque también está el dicho de que cada palo que aguante su vela. De terapeuta del artista no estarías mal, ni de mucha gente, todo sea dicho. Siempre me gustarán algunas sus canciones como "La chica de la puerta 16" que me atrapa profundamente. Abrazo.

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  4. Con retraso, debido a mi parón, agradezco los comentarios de cuatro queridos amigos: Iñaki, Bernardo, Nina y JJJJJ.

    Larga vida al rock and roll.

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