Se
nos llena la boca afirmando que somos liberales;
defensores de la libertad individual, como valor supremo. Sosteniendo que
creemos que debemos ser capaces de pensar por nosotros mismos, tener a nuestro
alcance la posibilidad de decidir qué está bien y qué no lo está, para poder
obrar en consecuencia. Que sería bueno que nos dejaran decidir en nuestros
propios asuntos y que no estaría de más que nos dieran un margen de actuación mayor.
Que quizá no es bueno sentirse apretados por un gobierno —que mira para lo suyo,
regulando de forma implacable todo lo que se le ponga por delante, preocupado por
aumentar la recaudación—, unos
bancos —que sólo se interesan por sus resultados,
sin atender al modo que tengan que aplicar para llegar a conseguirlos—, unas
multinacionales —que, siendo corporaciones,
han perdido su manifestación corpórea y son capaces de evanescerse y
deslocalizarse, para brotar de nuevo, mutatis
mutandi, allá donde sean capaces de mostrarse más rentables—, abandonados
por unos agentes sociales —los sindicatos, que haciéndose cada vez más agentes, han perdido su valor social,
asumiendo que en algún momento la hubieran llegado a tener—.
Nos
llenan de despecho los detalles de algunas medidas recientes.
1
— El céntimo sanitario
"¿Hay algo que no hayan entendido?" Ilustración: Faro |
No
es sólo que España supiera que la medida era ilegal. Ni que Bruselas tardara 10
años en decidirlo. Ni que, cuando se anunció la decisión, la medida ya no pudiera
revertirse, porque había dejado de estar en vigor desde un año antes. Ni que
para devolver lo que se recaudó, ilegalmente,
deban aportarse facturas, sin aceptar los justificantes de pago mediante
tarjeta de crédito. Ni que iniciar un procedimiento para recuperar el dinero
sea tan costoso que a ningún particular le merecerá la pena atreverse a dar el
paso. Ni tan siquiera que la prescripción de la irregularidad esté fijada en
cuatro años, por lo que todo lo requisado antes de esa fecha está a salvo, a
todos los efectos.
Quizá
lo más indignante es que, sumado a todo
ello, el desajuste entre los 13.000 millones de euros recaudados
ilegalmente por el Estado y los 2.300 millones que se estiman recuperar, según
las asociaciones de transportistas, esos 10.700
millones de euros, que no dan para comprar WhatsApp,
no serán considerados por el gobierno como parte de la economía sumergida.
2
— Tarifa plana
En
el debate del estado de la nación el gobierno planteó reformas estructurales
para aliviar la tasa de paro. Las reglas de la neolengua deben aplicarse para averiguar qué supone eso. La primera
es que, a pesar de hablar en plural, debe entenderse en singular. La segunda es
que las medidas, cuando se pongan en práctica, irán en sentido contrario al
afirmado al ser anunciadas y, así por ejemplo, cuando se dice superficial, se
entenderá estructural y, cuando se dice estructural, se deberá entender
superficial. La tercera regla es la de la letra pequeña, que, básicamente, se
resume en que el reglamento podrá contravenir todos los principios enunciados
en la ley (conocida como la acotación de Romanones).
En
todo caso, asombra la capacidad de un gobierno que aprendió que, dado que el
populacho tiene una tendencia a abreviarlo todo —y, así, como el “Impuesto sobre Ventas Minoristas de Determinados
Hidrocarburos (IVMDH)” terminó conociéndose como “céntimo sanitario”—, será mejor dárselo masticado, preparado para
el abrevadero, abreviado, en términos que ya conozcan y usen, próximos a ellos.
Tarifa plana, como muchos
desean dejar su electroencefalograma.
¿A
quién le importa conocer los detalles si ya hemos visto cómo aplauden la medida?
3
— Que no quede nada por rapiñar
El
gobierno plantea regular el crowfunding,
más que para establecer garantías a los usuarios y delimitar las responsabilidades
de los promotores, como forma de aliviar la necesidad de aumentar la recaudación.
Siendo
un sistema emergente, se entiende la emergencia de la proposición de la medida.
4
— Capitalizar deuda
El
gobierno está sopesando la posibilidad de facilitar la conversión de deuda, de
aquellas empresas que demuestren que hayan sido rentables, pero estén pasando
por dificultades temporales, mediante la intervención de los bancos, convirtiéndose
en accionistas a cambio de capitalizar su deuda.
Dicho
de otra forma: se modificará la ley concursal y se
recompensará a la banca que salve empresas.
De
otra manera: La
banca se quedará con empresas en crisis aunque el dueño no quiera.
Ya
sé que todo lo que suene a economía es complejo de entender. Lo tuitearé:
El gobierno facilitará
que las comadrejas entren a poner orden en los gallineros.
Todo
un detalle.
"No os quejéis, que os estoy rescatando" |
*****
Con
todos estos asuntos sobre la mesa, el hervidero se produjo por la emisión del
programa “Operación Palace”, donde
Jordi Évole, buscando recuperar el
apelativo que le llevó a la fama, ficcionaba sobre una explicación alternativa
al Golpe de Estado del 23-F.
Los
integristas del periodismo, creyentes de su propio dogma, depositarios de un cuarto poder
que nadie les ha entregado, cerraron filas, negando la posibilidad de emplear
el humor, la ironía o la burla, condenándonos para siempre a una literalidad,
profundamente aburrida.
Eliminan
la capacidad para leer entre líneas, por carecer ellos mismos de ella. Se
reduce nuestra existencia comunicativa a un conjunto de frases cortas que,
además, resulta preciso puntualizar, añadiendo como punto final el emoticono
correspondiente, en evitación de posibles confusiones.
¡Qué
detalle! :P
*****
Literalmente:
No hace falta ser príncipe para afirmar que uno es tan feliz.
Prince Phillip Mitchell — “I’m so happy”
*****
Fascinado
por Henry D. Thoreau, digo con él,
literalmente, como dejó escrito en “Desobediencia
civil”:
“El gobierno por sí mismo, que no es más que el medio elegido por el pueblo para ejercer su voluntad, es igualmente susceptible de originar abusos y perjuicios antes de que el pueblo pueda intervenir. El ejemplo lo tenemos en la actual guerra de México [1846-1848], obra de relativamente pocas personas que se valen del gobierno establecido como de un instrumento, a pesar de que el pueblo no habría autorizado esta medida”.
“¿Cuál es el valor de un hombre honrado y de un patriota hoy? Dudan y se lamentan y a veces redactan escritos, pero no hacen nada serio y eficaz. Esperarán con la mejor disposición a que otros remedien el mal, para poder dejar de lamentarse. Como mucho, depositan un simple voto y hacen un leve signo de aprobación y una aclamación a la justicia al pasar por su lado”.
“Los que, sin estar de acuerdo con la naturaleza y las medidas de un gobierno, le entregan su lealtad y su apoyo son, sin duda, sus seguidores más conscientes y por tanto suelen ser el mayor obstáculo para su reforma”.
“Hay leyes injustas: ¿nos contentaremos con obedecerlas o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las transgrediremos desde ahora mismo? Bajo un gobierno como este nuestro muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría de la necesidad de alterarlo. Creen que si opusieran resistencia, el remedio sería peor que la enfermedad. Pero eso es culpa del propio gobierno. ¿Por qué no está atento para prever y procurar reformas? ¿Por qué no aprecia el valor de esa minoría prudente? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no anima a sus ciudadanos a estar alerta y a señalar los errores para ‘mejorar’ en su acción?”
O
todas las otras citas, que recojo en la página
hermana a ésta, igualmente aplicables.
Desgraciadamente he llegado a la conclusión hace años. No voy a votar es más no voto desde hace años. Es mi acto desobediencia civil no queda otro. No voy a tirarme en la calle cortando la circulación perjudicando a otros que ninguna culpa tienen, no voy a encadenarme pues si no trabajo no alimento a la familia pues he decidido no ir a votar. No se trata de no ser democrático sino de no querer esa democracia. En mi vana esperanza equivocada o no espero que sos politicos cuando observen un 70 o 80 % de abstención cojan miedo. Ah sigo teniendo derechos vote o no lo dice Hacienda que es la que instaura derechos si pagas eres ciudadano sino pagas eres...
ResponderEliminarEn las últimas elecciones ofrecí mi voto al partido que se comprometiera a regular los cafés, ese tipo de reformas legales que son verdaderamente necesarias, pero que se olvidan de acometer.
EliminarComo era de esperar, pasaron de mí.
En las próximas elecciones dejaré aviso de la estrategia que emplearé. De momento, ajo y agua.
Un abrazo.
Pie en inglés, significa pastel.
ResponderEliminarBien visto, Iñaki.
EliminarY apple es manzana. Por eso, repartir la tarta de manzana está resultando un TRABAJO imposible, incluso para el santo JOB.
PD - te abriré una sección bilingüe en el blog
Abrazo.
No me enfado. Lo entiendo. Pero lucho mucho, muchísimo por cambiar un poco las cosas. Y lo sabes. Y sabes que hay más gente (personas) como yo. Y creo, que desde el cansancio de luchar por lo que es justo, sabiendo que siempre habrá quien intente sacar provecho de CUALQUIER situación y corromper CUALQUIER sistema, desde ese sitio, reivindico una actitud POSITIVA. El momento definitivo, el momento crucial es cuando te quitan todo lo que tienes. LA ESPERANZA. De hecho, sin ella, tampoco habrá nunca desobediencia civil.
ResponderEliminarNo se si me explico.
Una cita improbable, de André Gide: "que idioma, el español, que confunde la espera con la esperanza".
EliminarEl que espera, desespera.
Un beso. Estoy embarazada. Me teñiré el pelo de morado. Me tragué una mosca. Encontré el amor de mi vida.
Y la cosa sigue...
Pase lo que pase siempre habrá un as tras la manga para evitar ceder.....
ResponderEliminarCitándola a ella: "YO NO CEDO"
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