Acudo
con regularidad a las charlas que organiza con esmero Jorge Rodríguez, como complemento formativo para los padres del
Colegio Los
Robles, en el que estudian mis hijos.
El
ponente de la última, celebrada el pasado jueves 13 de marzo, es un veterano en
estas lides: ya pudimos disfrutar de su presencia el año pasado, como
ya se reseñó aquí. Se trata de Enrique
Mendoza, al que sigo además con interés en su blog.
El
año pasado su disertación versaba sobre la educación de los hijos, asunto en el
que es experto.
Este
año compartió detalles de su experiencia profesional, centrando su esfuerzo en
compartir buenas prácticas que pudieran resultar convenientes para afrontar
estos momentos de crisis.
Como
hice el año pasado, comparto las notas que tomé sobre las “ideas-fuerza” que expuso.
"En acción" Foto: Blog personal de EMD |
— No existen recetas de
aplicación universal, porque no hay
soluciones únicas.
— Crisis no es sinónimo de tragedia. El
diccionario, en su segunda acepción, recoge:
“Mutación
importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya
históricos o espirituales”.
— En realidad, se trata
de un cambio (en ocasiones, “de un cambio de criterio”).
— La crisis se percibe
de forma subjetiva, por los efectos
que pueda producir personalmente en cada uno. Además, se transmite un efecto colectivo que incide en las expectativas y en el estilo para afrontar los cambios.
— Aplicando el pensamiento
lateral —término acuñado por Edward de
Bono— es posible encontrar soluciones
alternativas válidas a las circunstancias presentes.
— Lamentarse, presentar
excusas, en lugar de buscar soluciones para situaciones nuevas (diferentes) no es una estrategia adecuada.
— En las empresas,
acometer procesos de reestructuración en los cambios relacionales con las
personas implicadas en la organización (empleados, clientes, proveedores),
requiere poco desembolso
(especialmente si se compara con procesos de otro orden) y suelen ser de alta rentabilidad.
— “Existen dos tipos de personas: los que tienen problemas y los cuentan,
y los que tienen problemas y no los cuentan”.
— En una situación de
cambios, especialmente cuando se producen de forma generalizada en el entorno,
y no sólo en el ámbito particular, es preciso identificar buenas prácticas y aplicarlas a nuestra realidad
personal y profesional.
— Habló de la Fundación Las Rosas, una institución de ayuda
social fundada en Chile, para ayudar a ancianos abandonados en todo el país, y
cómo una iniciativa de la empresa para la que él trabajaba, aumentó
espectacularmente la recaudación de fondos, mediante la implicación en los objetivos de los directivos y empleados de su
organización.
— Entender las crisis
como oportunidades. Atentan contra
nuestra estabilidad y nos sacan de la zona
de confort.
— Dos claves para
entender la situación actual: estudiar historia
de la economía y antropología.
Con la primera, se conocen los antecedentes. Con la segunda, se conoce el
comportamiento humano.
— El humanismo es el
estudio de las virtudes humanas.
Recomienda el libro que está leyendo, como una búsqueda de las virtudes
(prudencia, justicia, fortaleza, templanza) en el pensamiento occidental, de Juan Luis Lorda: “Virtudes”
(2013, Rialp), que personalmente estoy disfrutando ya.
— Las empresas no
existen, son entidades jurídicas.
Las que verdaderamente existen son las personas
que trabajan en ellas.
— A raíz de una
pregunta sobre la forma de actuar en la motivación
del personal, a modo de palancas, explica los resultados de una encuesta
que se realizó al personal de su empresa, en Chile, siendo él director de RR
HH. Los cuatro factores que se valoraban más positivamente, eran:
1 — Acceso a oportunidades.
2 — Clima laboral.
3 — Formación.
4 — Retribución.
— El salario no es el
principal motor de satisfacción en
el desempeño profesional.
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Una
conversación amena e instructiva. Espero con ganas que se repita pronto.
Menos mal que existen personas con logica , me congratulo que todavía hay esperanza para la raza humana
ResponderEliminarClaro que hay esperanza. ¿Cómo podría ser, si no?
ResponderEliminarAunque cada vez nos lo pongan más difícil.