José Manuel Villegas, vicesecretario general de C’s, concedió
una rueda de prensa en el Congreso de Diputados, hoy, 17 de febrero, para
informar de la reunión del grupo de negociadores de su partido con los del PSOE.
— “Como todo el mundo sabe, hace ya algunos
días en un proceso de negociación entre el Partido Socialista Obrero Español y
Ciudadanos de cara a explorar la posibilidad de llegar a acuerdos políticos
ante el próximo pleno de investidura que, que, que ya está, que ya está
convocado. Ha habido durante esta última semana unos trabajos, eeeh sectoriales,
eeeeh, digamos por ..., temáticos, en cada una de las áreas de trabajo en que
se ha dividido, en que hemos dividido, un poco ese posible programa y hoy era
una reunión de, ..., plenario, le hemos llamado así, de los grupos negociadores
para hacer un poco de puesta en común y evaluar, pues, cuales eran los avances
en esta negociación y en qué puntos, pues, no existían esos avances, o esos
avances, o había dificultades. La valoración general es que, efectivamente, ha
habido avances, que se están avanzando en algunos temas y legando a, a, a
puntos de encuentro y también, ninguna sorpresa, que hay otros puntos en los
que hay más dificultades, hay otros puntos en los que, eeeh, a día de hoy no
hay, no hay un acuerdo y que por lo tanto se va a tener que seguir trabajando.
Tal como dijimos al iniciar la negociación, nos dimos un par de semanas para
evaluar si podía haber acuerdo o no y tenerlo más o menos ultimado; este plazo
expirará este fin de semana y vamos a seguir trabajando con esa idea, con la
idea de, este fin de semana, o principios de la semana que viene, intentar ver
si hemos llegado a un acuerdo definitivo o no. Ha habido aproximaciones, como
he dicho, en algunos ámbitos; menos, en otros, pero, a nadie se le escapa que
un acuerdo de estas características tiene que ser un acuerdo global, tiene que
ser un acuerdo total y por lo tanto, si en alguno de los puntos que, alguna de las
partes considere fundamentales, no hay acuerdo, pues, eeeh, pues no habrá acuerdo
global y de poco servirán los avances parciales que se hayan, que se hayan
podido producir.
En cuanto a ..., por entrar un poco en
detalle, sin querer ser exhaustivo, pero, por ver un poco cuáles son los temas
en los que se ha avanzado más, o los temas en los que aún hay dificultades,
podemos decir que, ..., hay avances, digamos significativos, o parece que puede
haber puntos de encuentro en ámbitos sobre todo como es la lucha contra el
capitalismo de amiguetes, que le llamamos nosotros..., la lucha contra la
corrupción ...”.
Exhausto,
tras el proceso de negociación y haberse expuesto, en persona, a la mayor
expectación de su carrera, con una comparecencia en la que había más de lo que
no podía hablar que aquello de lo que sí podía hacerlo —porque el significado
de “luz y taquígrafos” resulta tan
incomprensible que no merece la pena detenerse en él; como nadie hace, en
efecto—, Villegas, frustrado por tener que improvisar —algo que detesta—, pero
paladeando el excitante momento de una fama que intuye efímera, decide que
cenará en casa, donde le espera lo que —él así lo desea— un suculento
tentempié; ha podido comprobar que los focos le ponen y que aguantará despierto
toda la noche, si es preciso.
Se
entregará, sin dudarlo un instante.
*****
— ¿Viste
la comparecencia, chiqui?
— Claro. Me llamaste justo antes de que
empezaras. Tuve que poner el 24 horas, justo a la hora de Sálvame...
—
Espero que no fuera el naranja.
— Cari, ya lo sabes: sólo Albert y tú os fijáis en el color de
Sálvame.
—
Es que entre limón y naranja, ¡no hay color!
— Cari: naranja y limón son colores.
—
Siempre eres tan práctica, chiqui.
— Ya te digo.
— ¿Y
qué, te gusté?
— ¿Perdón?
—
En la comparecencia: ¿te gusté?
— No llevabas la corbata que te había preparado...
—
Es que, con la nueva etiqueta que estamos poniendo, ya sabes que nadie va de corbata...
— Ya. No me importan los otros. Yo te
había preparado una; te la regaló mi madre por tu cumple, cari...
—
Sí. Si la llevaba. Pero me la tuve que quitar. Era el único.
— A mí no me importan los otros. No
llevabas la corbata.
—
La próxima vez la llevo.
— La próxima vez no será la primera vez
que te atiende todo el mundo.
—
Jo, chiqui, ya lo siento. Trataré de acordarme la próxima...
— ...vez. Ya lo has dicho.
—
...
— ...
— Pero,
¿Qué te pareció?
— Que no tenías ganas de irte.
—
Sí.
— Estabas disfrutando y no querías dejar
de hacerlo.
—
Sí.
— Le habías cogido gusto y estabas
disfrutando y no querías irte.
—
Sí.
— Te estaba gustando ver cómo te
atendían todos, y no al jefe, y no querías irte.
—
Sí.
— Te estaba gustando. Le pillaste el
tranquillo y avanzabas, pero no...
—
Sí.
— Avanzabas, pero retrocedías; adelante,
pero poco...
—
Sí.
— Un poco para atrás; decías, pero no
decías.
—
Sí.
— Me recordaste el día que salimos por
primera vez.
—
Sí.
— Después de toda la noche, mandándote
señales de que estaba accesible...
—
Sí.
— Me acompañaste a casa de mis padres.
—
Sí.
— Nos acompañaba Alberto.
—
Lo recuerdo. Nunca olvidaré ese día.
— Yo estaba en la puerta, con la mano
detrás de la cabeza, con la señal universal de luz verde.
—
Sí. Siempre dices eso.
— Estaba en escorzo. Me empezaba a doler
el cuello.
—
Sí.
— Y tú, ahí, hablando y hablando y
hablando.
—
Sí.
— Me dolía la cabeza. Habíamos estado
toda la noche bebiendo.
—
Sí.
— Y tú hablabas. Y no callabas.
—
Sí.
— Llegó un momento en que ya no sabía si
quería que me besaras o no.
—
Sí.
— No. No lo sabía, de verdad.
—
Sí.
— Al principio pensaba que quería; luego
tenía dudas.
—
Sí.
— Luego empezó a amanecer. Ya no veía
nada, porque el sol me daba en la cara...
—
Sí.
— ...y me estaba cegando.
—
Sí.
— Entonces te moviste y vi a Alberto.
—
Sí.
— Estaba parado, encima de la valla de
la casa de mis padres, parado sobre una pierna.
—
Sí.
— Parecía que estaba en la postura de la
grulla.
—
Sí. Dijo que se aburría.
— Sí. Él también tenía ganas de que me
besaras y pudierais iros.
—
Sí.
— Pero no.
—
No.
— Y estaba en la postura de la grulla. Y
lo vi. Y me empezó a entrar la risa.
—
Dijo que se aburría y se puso a hacer de gárgola.
— Ya lo sé. Alberto nunca deja pasar la
oportunidad de contar esa historia.
—
Sí.
— Aunque no venga a cuento.
—
Sí.
— Y tú no parabas de hablar. Y a mí me
dolía la cabeza. Y estaba bebida. Y quería entrar en casa de mis padres. Y
echarme a dormir. Y el sol me cegaba la vista. Y te moviste. Y vi a Alberto. Y
estaba parado sobre una pierna, en la valla de la casa de mis padres, en la
postura de la grulla...
—
Haciendo de gárgola.
— Ese día debía haberte mandado a hacer
gárgaras.
—
Sí.
— Mi madre tenía razón. Debía haberme
quedado con tu hermano Ricardo.
—
Sí.
— Le ponías un Luis delante y podías
conseguir que hiciera lo
que te diera la gana.
—
Sí.
— Pero tendría que estar todo el día con
el cantidubi-dubi-dubi.
—
Sí.
— Y estoy con el candiduti.
—
Sí.
— Hablo de ti, melón.
—
Llámame naranja, chiqui.
Dios mio ves la noticias. Ni idea de la comparecencia eso si transcrita me da miedo pavoroso que lo proximos ea unos que tampoca sepan expresarse o lo que es peor que no entiendo que quieren decir
ResponderEliminarLo peor no es que tú no entiendas qué quieren decir.
EliminarLo peor es que ellos no saben qué decir.
Intuyo que, en un fututo próximo, habrá muertos.