—Acabo de pasar un episodio de amnesia
del reconocimiento.
—¿Qué?
—Ya sabes: la experiencia
procognoscitiva descrita por Émile
Boirac.
—¿Por quién?
—El difusor del esperanto, traductor de
la “Monadología”, de Leibniz.
—¿Lo cuálo?
—Precursor de la metognimia, o
percepción extrasensorial.
—¿Mande?
—El conocimiento adquirido sin el uso de
los sentidos...
—El sinsentido.
—No, hombre. El afamado miembro de la
Sociedad Magnetológica argentina, fundada por el psíquico paraguayo Ovidio Rebaudi, junto a Charles Richet, César de Vesme, Enrico
Morselli y Théodore Flournoy, ya
sabes.
—Sí. Me suena...
—El déjà
vu.
—Lo sabía.
Es
lo que ocurre cuando tienes memoria de pez; nunca sabes si ya has pasado antes
por lo mismo.
*****
Unos
amigos hablaban de los discos y de cómo era posible que se hicieran, sin poner
ningún cuidado, y de por qué no se incluía en el CD un libreto con los créditos
(compositores e intérpretes), letras de las canciones (una traducción al
español podría considerarse un lujo, pero...), fotos de conciertos; y de que,
en todo caso, teniendo en cuenta que había que desempolvar quince napos por
unas canciones que era sencillo copiar, que alcanzaban siempre la docena aunque
era posible que con una o dos hubiera sido suficiente, y que como eran tan
pocos los clientes que compraban los CDs, si acaso no resultaba mejor prestar
un poco de atención al detalle y hacer objetos, formato físico, de calidad —por descontado mis amigos obviaban la
calidad de la música en general, porque ellos tienen un gusto refinado del que
tengo a bien aprovecharme, y no se paraban en observar quiénes copan las listas
de venta— y en ese momento más o menos decidí apearme de la conversación antes
de que a alguien se le ocurriera echar las culpas a los que oímos música —a los
clientes— porque somos piratas y nos bajamos música sin pagar por ella y somos
responsables de que desaparezcan un mogollón de puestos de trabajo y de que en
la industria discográfica haya unas pérdidas del carajo y ese discurso que, por
conocido, no deja de ser pestilente.
*****
Los
culpables soy yo.
*****
Y
entonces me fui a otro lugar, donde prefieren leer a escuchar música —porque
hay quienes entienden que ambas actividades puedan ser excluyentes— y se
quejaban de que las editoriales actuales no favorecían la explosión de
creatividad de los jóvenes talentos que poblaban el territorio nacional y se
quejaban de la falta de apoyo por parte de los grandes grupos que no apostaban
por la innovación y, otros —o los mismos, no lo sé—, decían que publicar no era
indicador de nada, porque ahora podías autoeditarte y tener en la calle un
libro que podía ser malo como un truño, porque no había ningún criterio a la
hora de seleccionar qué veía la luz y qué no y que, al menos, las cosas que se
publicaban por los grandes —más si eran traducciones o adaptaciones— tendrían
el sentido de la utilidad y podían ser cosas que la gente —otros— necesitara en
su vida y les ayudara en su desempeño cotidiano y eso podía explicar el auge de
los libros de autoayuda y de los que facilitaban alcanzar un mínimo bienestar y
que, debido al pirateo, se perdían mogollón de puestos de trabajo y la
industria editorial tenía un enorme agujero económico, traducido en pérdidas,
porque era muy fácil copiar un fichero con un libro y hacerlo circular entre la
gente —esa gentuza— y la culpa de todo ese descalabro la tenían los piratas.
*****
Así
que, otra vez, los culpables soy yo.
*****
Porque
las editoriales —Martínez Roca, del
Grupo Planeta— se juegan su nombre y
su prestigio en cada libro que editan.
Y
una pasta —de papel, y económica— en cada libro que publican.
En
los ePub, no se juegan pasta —de
papel—; por eso son más económicos.
Sueltas 9.99 y en caso de
emergencia sólo tiene un uso.
Un rollo: cinco euros
(adicionales). |
*****
Ya
no voy al cine: las películas no representan el carácter asturiano. Espero una
para la que he preparado una posible lista de apellidos: Zapico, Hevia,
Vallina, Mier, Ovies, Areces, Llano, Cué.
*****
Sigo
viendo, eso sí, series de TV con las que pueda identificarme: Breaking bad, The newsroom, The wire, The
closer, The Big Bang theory, True detective, Blindspot, Mad men, The walking
dead, Scandal, Boardwalk empire, House of cards, House, Homeless y tal.
Para
ello dispongo de un portátil, con el que me bajo las temporadas y me las veo de
una sentada, porque no me gusta perder el tiempo.
Me
he ahorrado una pasta y me lo he comprado en China.
Con
garantía, ojo.
Y,
si se me estropea, puedo ir a la tienda de mi barrio para que me lo arreglen.
—Pero no lo has comprado aquí.
—Ya. Pero está en garantía.
—Garantía ... china.
—Entonces, ¿no lo reparas tú?
—¿Lo has comprado aquí?
—No. En China. Pero tiene garantía.
—Garantía china. En China. Mándalo a
China.
—Pero eso me cuesta una pasta.
—Haberlo comprado aquí, con servicio
técnico de aquí.
—Era más caro.
—Porque incluye garantía.
—El que yo compré, también.
—Pero en China. No aquí.
*****
Debo
hacer un esfuerzo para entender que estoy encerrado en un círculo.
Vicioso.
Lo
mire por donde lo mire:
Los culpables soy yo.
En primer lugar una pregunta al aire: ¿poruqé no conocía yo este sitio?...
ResponderEliminarVeo que mi comentario de ayer despertó interés, la verdad es que fue soltado en un momento de rabia tras desembalar el disco de Woods, no soy el único que piensa así.
No soy de los superenemigos de la mal llamada piratería, creo que en la medida esta la solución, pero como dices, o creo entender, lo fácil es aquello de la culpa es del cliente, aunque en ocasiones es cierto.
De todas formas la voracidad económica tiene la piel dura y el corazón de piedra.
Creo que volveré a leer tu escrito, me ha interesado y es brillante.
Te adjunto a mi blog, no se como no había pasado nunca por aqui.
Me doy una vuelta por tu casa.
Saludos.
La primera pregunta no tiene respuesta; es inexacta, además. Has estado aquí. De hecho, tienes un tag personalizado. Busca en la nube de tags.
EliminarSe agradece la visita; ya sabes: escribimos para que otros nos lean.
Espero que te guste lo que encuentres. Siéntete cómodo: es tu casa.
Gracias.
Pues entonces mi problema es de memoria, te aseguro que el otro día cuando entré por aquí no me sonaba, de todas formas esta arreglado el entuerto, creo que pasaré a ser un habitual, si no se me vuelve a ir la olla claro.
EliminarSalud.
Si vuelves a pasar por aquí (y si te haces habitual, más) será una muestra indudable de que se te ha ido la olla, dicho sea en el mejor de los entidos.
EliminarGracias.
Amnesia del reconocimiento. Yo estoy perdiendo la olla cada día más pero eso de cómo hacer caca en el trabajo me regenera y me reconforta. Abrazos.
ResponderEliminarMe invento cosas, como bien sabes, querido amigo, pero la biografía de Boirac es tan cierta como pueda serlo algo extraído de la wikipedia:
Eliminarhttps://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89mile_Boirac
El libro es real. Lo que me sorprendio más del libro es que yo habré trabajado en más de un centenar de centros (incluyendo por cuenta ajena, por cuenta propia y todos los lugares -academias, centros de formación, auditorios, teatros, cafeterías, restaurantes, bares, aulas, sedes de mis clientes, etc.- en que haya tenido que impartir un curso) y, en todos esos sitios, en el único lugar donde estaba seguro de lo que tenía que hacer, era en el excusado.
El lector de vinilos también existe.
Cada vez quedan menos recovecos para la sorpresa.
Gracias, JJJ