viernes, 7 de julio de 2017

Sembrar, cultivar, cosechar

¿Debemos sembrar?
¿Se necesita cultivar?
¿Es importante cosechar?

*****

El otro día asistía a un círculo en el que se planteaba un debate en estos términos.
En síntesis, nos preguntábamos si el dicho "el que siembra, cosecha" tiene sentido hoy en día; si -escépticos y desencantados- no resultaba más sencillo abandonar un modelo finalista.


¿Es cierto que quien siembra, recoge?
Pues no SIEMPRE es cierto. No siempre se recoge, pese a haber sembrado.
Y tampoco es cierto que sólo recoja el que haya sembrado.
El azar y otras circunstancias pueden romper una cadena causal.
Reconocemos la trascendencia del cultivo, más decisivo para la cosecha que la siembra.

*****

Hacerse preguntas
Pararse y ponerse a pensar

¿Qué sentido tiene?

*****

Preguntamos como sembramos.
Y nos detenemos a pensar como una forma de cultivo.
Los frutos -las respuestas, la cosecha- no siempre surgen (o no siempre son válidas, o las respuestas muchas veces nos son impuestas).

Pero, para quien sabe lo que ocurre cuando cesan las preguntas, o se deja de cavilar, no existe argumento más poderoso que la percepción del peligro que nos amenaza.

Se precisa gente que (se) haga preguntas, que se detenga a dilucidar.
Se necesitan personas que siembren, personas que cultiven.

Nos tomaremos un Gin-Tonic con pepino casero


Nada prosperará sin su decisiva aportación.

2 comentarios:

  1. Quizás lo normal es la contradicción, aunque sin exagerar, pero creo que ninguno somos total y absolutamente coherentes en nada.
    Realmente las preguntas importantes son pocas, por ejemplo: ¿qué hacemos aquí, en este mundo? ¿cuál es el sentido de nuestra vida?.
    El sábado escuché una respuesta que me gustó: el sentido de nuestra vida son los otros. Así de fácil.

    Bueno, feliz verano, tú que veraneas.

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    Respuestas
    1. Veraneaba; todo lo bueno se acaba (aunque este haya haya durado tanto como para dar envidia).
      El sentido de nuestra vida está en los demás. Es una verdad tan simple que sorprende cómo dejamos que en ocasiones se esconda.
      Y, al menos en lo que a mí me toca lo tengo claro meridiano, "alimento mis contradicciones" (que es lema de este blog). ¿Cómo renunciar a ellas? ¿Cómo no entender que la diferencia es esencial para la riqueza y que no puede haber ningún tipo de riqueza (menos aún interior) si todo es monotonía y simpleza.

      Gracias.

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