sábado, 12 de septiembre de 2015

USA is: Maryland

Quizá resulte inevitable.

Nos embarcamos y, en ese instante, perdemos la perspectiva.

Puede que en el camino nos olvidemos de los motivos que nos impulsaron y, mirando hacia atrás, tratemos de buscar una explicación alternativa, nueva, diferente. Nos parece cierta, pero está condicionada por los resultados que alcanzamos.

Puede que nos veamos iguales que siempre y, pese a que ojos de cualquiera resulta evidente, no percibamos cómo nos hemos transformado.

Puede que tendamos a pensar que los viajes sean un conjunto de estampas, una serie de etapas inconexas que debemos ir superando. Pero, más que un inicio (o un final), en el viaje cobra importancia el tránsito.

No se puede caminar sin cambiar.

Los planes se establecen con antelación, en calma, desde un lugar en el que, con comodidad, tenemos la apariencia de controlar la situación. Pero deben ser alterados, moldeados, adaptados a las circunstancias que se presentan sin avisar.

Ningún plan es válido si no deja cabida a una pizca de improvisación.

Las cosas no son siempre sencillas. Las explicaciones simplistas no resultan suficientes (y son, por tanto, innecesarias).

Las líneas que se dibujan en un papel no son vistas desde el lugar que representan.

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Un viaje a USA, para conocer todos sus estados, lleva tiempo. Hoy es momento para Maryland, una de las Trece Colonias establecidas en América que se rebelaron contra el dominio británico en la región. La relación de colonias sublevadas, de norte a sur, era:

  1. New Hampshire
  2. Massachusetts (más tarde, Massachusetts y Maine)
  3. Rhode Island
  4. Connecticut
  5. New York (más tarde, New York y Vermont)
  6. New Jersey
  7. Pennsylvania
  8. Delaware
  9. Maryland
  10. Virginia (más tarde, Virginia, Kentucky y West Virginia)
  11. North Carolina (más tarde, North Carolina y Tennessee)
  12. South Carolina
  13. Georgia (más tarde, Georgia, algunas partes de Alabama y Mississippi)

El primer asentamiento de colonos británicos en América del Norte fue en Jamestown, Virginia. La película “El nuevo mundo” (2005) de Terrence Malick es un acercamiento libre a esa historia, prestando atención a la relación entre John Smith (Colin Farrell) y Pocahontas (Q’Orianka Kilcher).

En territorio de lo que más tarde sería Maryland William Clairbone establecería el primer puesto comercial, en 1631, año en el que George Calvert, lord Baltimore, solicita a la corona los derechos de propiedad y gobierno de la región de la bahía de Chesapeake. Su intención era mantener un reducto católico, en el que otros correligionarios pudieran establecerse y mantener su independencia del credo protestante que la mayoría inglesa profesaba en América. El rey Charles I aceptaría, antes de perder la cabeza, Cecil Calvert (hijo de George) heredaría tierras y títulos, siendo segundo lord Baltimore y primer propietario de la provincia, una vez dirimidas las diferencias con el plebeyo Clairbone.

En agradecimiento, Cecil nombra la colonia Maryland (“la tierra de María”) homenajeando a la reina Henrietta María de Francia, esposa de Charles.

Un estupendo follón, pues no debe olvidarse que la región estaba ocupada, desde unos diez mil años antes, por nativos algonquinos. Los colonos eran tipos que pretendían encontrar Eldorado, o eludir cuentas pendientes. Tratar de imponer una civilización, a quienes tenían una propia, sólo podía conseguirse a la fuerza, con estratagemas o con subterfugios.

Aquella debió ser una época fascinante.

Condados de Maryland

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Has llegado a la tierra de María.

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Old line state

“Fatti maschii, parole femine”
(Los hechos son masculinos; las palabras, femeninas)

El apodo es un homenaje a sus tropas de línea, elogiadas por George Washington en la guerra de la Independencia.

La bandera está compuesta por las de la familia de George Calvert. Los cuadros con el diseño en amarillo (oro) y negro (sable) fueron dados a Calvert, por su gesta en una batalla, tras asaltar una fortaleza (las barras verticales asemejan una empalizada). El diseño en rojo (gules) y blanco (plata) es el de la familia de su madre, los Crossland (de ahí la cruz). Todo queda en casa. En todo caso, es la única bandera que USA la heráldica británica.

El motto o lema era el de la familia Calvert. A la vista de la controversia que ocasiona tan desactualizado motivo (en italiano antiguo, no latín), hoy se expresa con un más aceptable “Firmes acciones, suaves palabras”. A Dios orando y con el mazo dando, que tu mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda, más daño hace una pluma que una espada, mano de hierro en guante blanco, si no puedes reducirlo intenta seducirlo, son otras interpretaciones que podrían argüirse para terminar comprendiendo que, en el escudo actual del estado —donde aparece el motto, un texto en latín, “Scuto bonæ voluntatis tuæ coronasti nos” (“Un escudo de buena voluntad tuya, Señor, bendice y corona al justo”), un granjero (con pala y botas de caña alta) y un pescador (mostrando una pieza cogida por su cola) apoyados en el escudo familiar cuatricolor y, en tiempos, una leyenda que indicaba que “la industria es el medio, la prosperidad el resultado”—, ese conglomerado, digo, forma el anverso ya que, por si todo eso fuera poco, el reverso esconde el antiguo escudo en el que un caballero, con armadura y espada desenvainada, monta a una caballo rampante, pese al peso, con una orla en la que se lee, traducido del latín, “Cecil, señor absoluto de Maryland y Avalon, lord Baltimore”. No se andan con chiquitas.


En el mapa se ve la ubicación del estado, enclavado entre Delaware, Pennsylvania y las dos Virginias. La bahía Chesapeake y la desembocadura del Potomac (río arriba se encuentra la explicación al cuadrado que se adentra, entre los condados de Montgomery y Prince George, para dar cabida a la capital del estado, Washington, DC) marcan los límites para el puntal en que remata el condado de St. Mary.

Capital y ciudades

La capital del Estado es Annapolis. Enclavada en el condado de Anne Arundell, llamado así en honor a la esposa de Cecil Calvert, lord Baltimore, fundador y primer propietario de la provincia. Tras el tratado de París de 1783, que puso fin a la Guerra de Independencia, Annapolis fue capital USA durante un breve periodo de tiempo, en el que George Washington presentó su renuncia como comandante en jefe del ejército y se dieron los primeros pasos, en una convención que trataba de regular el comercio en todos los estados, anticipando la de Philadelphia en la que, en 1787, se firmaría la Constitución de los Estados Unidos.

La ciudad más poblada del estado es Baltimore. Otras ciudades con más de 50.000 habitantes son: Frederick, Rockville, Gaithersburg y Bowie.

Canción

Eva Cassidy nació en Washington, DC, en el hospital al que su madre acudió a parir, el 2 de febrero de 1963. La familia vivía en Oxon Hill, Maryland. Más tarde establecerían su residencia en Bowie, el lugar que Eva consideró siempre su casa.

Desde pequeña mostró interés en la música. Su padre le enseñó a tocar la guitarra.

La proximidad con el núcleo de la capital de la nación hizo que Eva empezara a frecuentar el circuito de Washington, donde inició su trayectoria musical. Los comienzos son difíciles y Eva trastabillaba. No le importaba en exceso, porque no mostraba esa taimada ambición que hace claudicar a algunos, sometiéndose a los deseos de los intermediarios o los gustos del público.

Ella, por su parte, era firme defensora de un estilo propio, de una forma particular de afrontar su carrera como cantante.

Ecléctica a la hora de elegir los temas que interpretaba, dotaba a su repertorio de un sello característico que, de manera sucinta, se resume en una explosión de sensibilidad. Se atrevió con los más grandes. Versionó a Billie Holiday, Ray Charles, John Lennon, James Carr, Judy Garland, Peggy Lee, Little Willie John, James Brown, Bill Withers, Paul Simon, Box Tops, Cyndi Lauper, Joni Mitchell, Fairport Convention, Patti Page, Dolly Parton, Aretha Franklin, Patsy Cline, Willie Nelson, Fred Astaire, T-Bone Walker, Simon & Garfunkel, Al Green, Curtis Mayfield, Fleetwood Mac, Sting o Louis Armstrong.

Su criterio selectivo es una muestra definitiva de su exquisito gusto.

En todo caso, su independencia fue una traba para un reconocimiento acorde a su espléndido talento. Todos los que le escuchaban se quedaban fascinados. Uno de ellos fue Chuck Brown, un veterano del funk, que se empeñó en grabar un disco junto a Eva, “The other side” (1992). La buena acogida hizo que surgieran ofertas para grabar como solista. Eva las rechazó todas. Las discográficas querían que se centrara en una colección de temas más uniforme y que modulara su estilo para darle un aire pop —entendiendo aquí el término como la metáfora de una burbuja, inconsistente y efímera, que desaparece sin dejar rastro—, algo a lo que Eva no mostró la menor disposición.

Siguió actuando en la escena local, asombrando a los privilegiados que pudieron verla en directo. Dos incondicionales, Chris Biondo (ingeniero de grabación, bajista, amigo y amante ocasional) y Al Dale (su manager desde que fueron presentados por Biondo) se convencieron de que debería publicar las canciones que interpretaba en directo. Programaron dos sesiones en Blues Alley (un club de Washington, DC) para el 2 y el 3 de enero de 1996. Un problema en la grabación, el primero de los días, hizo que las tomas no fueran aprovechables para su posterior edición. El segundo día, Eva tuvo problemas de salud, desconocidos entonces, que afrontó con entereza. Eso hizo que reconociera que “no estaba satisfecha con cómo sonaba su voz ese día”, pero, al ser el único material disponible, el disco se publicó en mayo con las grabaciones del día 3.

Un mes después, durante la promoción del disco resultante, “Live at Blues Alley”, Eva empezó a notar fuertes dolores en la cadera. Se le diagnosticó un cáncer de piel, en fase terminal. El agresivo tratamiento al que se sometió no resultó efectivo y fallecería el 2 de noviembre, con 33 años, en su residencia familiar, en Bowie, Maryland.

En su última actuación, para un grupo de amigos, interpretó What a wonderful world.


“He visto árboles verdes, y también rosas rojas
He visto cómo florecían, para ti y para mí
Y he pensado, ¡qué maravilla de mundo!

He escuchado a bebes llorar, y luego los he visto crecer
Ellos aprenderán mucho, más de lo que yo sabré nunca
Y he pensado, ¡qué maravilla de mundo!

Los colores del arco iris, preciosos en el cielo
También están en las caras de las personas que veo pasar
Veo amigos estrechándose la mano, diciendo: “¿qué tal?”
Cuando en realidad lo que dicen es: “te quiero”
Y he pensado, ¡qué maravilla de mundo!

*****

Tras su muerte, y conforme a sus deseos, fue incinerada y sus cenizas esparcidas en una reserva natural cercana a Callaway, en el condado de St. Mary, en Maryland.

Una cadena de acontecimientos —en que se incluye una cantante folk local, el propietario de un sello discográfico, el productor y el presentador de un programa de la TV británica, algunos críticos musicales con gusto y olfato, relevantes cantantes famosos que se declararon rendidos ante su calidad como intérprete, una patinadora sobre hielo que incluyó un tema suyo como banda sonora de su rutina en los juegos Olímpicos de invierno de 2002 y, con mayor desvergüenza, una cantante británica de origen georgiano y un cantante americano con escaso talento y ánimo rapiñero, empeñados en hacernos creer que Eva hubiera consentido cantar junto a ellos unos dúos en los que lucen palmito mientras ella se muestra en plenitud— llevaron al éxito post-mortem y a la triste reflexión de que, quien era rechazada por mantenerse fiel a sus ideas artísticas, alcanzaría el reconocimiento worldwide y, muy en concreto, en UK, donde 3 de sus discos —“Songbird” (1998), “Imagine” (2002), “American tune” (2003)— alcanzarían el #1.

Una historia que sólo puede terminar caminando en campos de cebada.

Libro

Ebenezer Cooke es un poeta y virgen. Poeta, antes de haber escrito. Virgen, por no haber consumado.

Aristóteles no aprobaría esta forma de entender potencia y acto. Pero disfrutaría leyendo “El plantador de tabaco”, de John Barth.

Una novela publicada en 1960, ambientada a finales del siglo XVII, cuando el protagonista es enviado a los territorios de ultramar, con dos proyectos en los que se desenvuelve con desigual fortuna: preocuparse de la plantación de tabaco de su padre y ocuparse en escribir un poema épico sobre la vida en las colonias, la Marylandíada:

"¡La Marylandíada! Una obra épica que acabará con todas las obras épicas: la historia de la casa principesca de Charles Calvert, lord Baltimore y lord propietario de la provincia de Maryland, en la cual se refiere la heroica fundación de dicha provincia. El valor y la perseverancia de sus colonos, batallando contra la naturaleza bárbara y los temibles salvajes, para rescatar su territorio inculto y transformarlo en un paraíso terrenal. La majestad y discernimiento de sus propietarios, quienes, cual jardineros reales, mimaron las tiernas semillas de la civilización en tan rudo suelo plantadas, tratándolas y cultivándolas para que fructificara una Maryland de belleza que no cabe describir: verde, fértil, próspera y culta; poblada por hombres valerosos y mujeres virtuosas, por gentes sanas, hermosas y refinadas: una Maryland, en fin, de pasado esplendoroso, presente majestuoso y futuro glorioso, la joya que más reluce en la bella corona de Inglaterra, poseída y gobernada, para beneficio de ambas, por una familia que nada tiene que envidiar a ninguna otra de las que figuran en los anales de la historia del mundo universal, todo ello, en rima heroica, impreso en lino, forrado en piel de becerro, estampado de oro... -al llegar aquí Ebenezer se inclinó, dando un sombrerazo- y dedicado a Vuestra Señoría".

  
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Una delicia de lectura, colosal en sus dimensiones y en la ambición de su autor, un extraordinario narrador.

Otra forma de ver un nuevo mundo, incluyendo la historia de Pocahontas y John Smith en territorio virgen, antes de que la factoría Disney o Terrence Malick quisieran dar una versión alternativa.

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Las aventuras de un pícaro para recuperar su legítima herencia.
El empeño de un manchego en busca de entuertos que desfacer.
Un narrador enredado, incapaz de avanzar en la explicación de su vida.

Tom Jones, Quijote o Tristram Shandy son referentes que uno (yo) imaginaba en una lectura inolvidable. Un libro que, según mi amigo Tongoy, hace que el mundo sea un poquito mejor, constituyente del más eficaz remedio contra el tedio.

Tantas idas y venidas, tantos cambios de personalidad, tantas cosas que aparentaban ser de una forma y terminaban siendo de otra distinta, tantas peripecias hacen del libro un prodigio divertido y erudito.

El estrecho margen que delimita lo que es real y lo que es ficticio es tan estrecho que, en realidad, carece de importancia.

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Un dicho inglés sostiene que no se debe juzgar un libro en función de su portada. Quizá fuera George Eliot quien se atreviera a afirmarlo, amparada su figura bajo el nombre de un varón. Aunque nadie haya afirmado nada sobre juzgar un libro por su grosor, quizá pensando que podía no hacer falta.

Valorar una obra artística por el esfuerzo (léase tiempo) que conlleva acabarla es un enfoque mezquino. Quizá la satisfacción que produce sea más adecuado.

Y las que supone contemplar las intrincadas relaciones entre personas que mudan de apariencia, sentido ético y continente en el que residen, adoptando nuevas personalidades o matizándolas, participando en tal cantidad de singulares requiebros en los que resulta fácil perder el resuello, tratando de comprar un cuaderno o formando parte de un atípico y definitivo juicio.

Una verdadera delicia, sin duda. Un tiempo bien empleado.

Edita Sexto Piso.

Película

Dicen que los finales de siglo provocan en la humanidad respuestas irracionales, premonitorias de un pretendido fin del mundo. Cuando se trata de finales de milenio, se alcanzan niveles de brotes psicóticos, demenciales, al borde del delirio, a los que resulta difícil sobreponerse.

Ahora suena a coña pero, en 1999, la idea de que el efecto 2000 acabaría con la civilización (la occidental, entendíamos) alcanzó una notable extensión y un grado inesperado de credibilidad.

En ese ambiente crédulo Eduardo Sánchez y Daniel Myrick consiguieron que su película fuera un fenómeno paranormal. En esencia: tres estudiantes de cine (Heather Donahue, Michael C. Williams y Joshua Leonard) tratan de hacer su proyecto de fin de carrera, en 1994, en los bosques cercanos a Burkittsville, Maryland, con un documental sobre una leyenda local, la bruja de Blair. Desaparecen sin dejar rastro. Más tarde se encuentra el material que habían grabado, con profusión de primeros planos y aspecto casero. Es la base en la que se apoya una de las películas más rentables de la historia del cine (atendiendo al ratio entre inversión y recaudación), capaz de difuminar los límites entre ficción y realidad, y sustento para la aparición estelar en España de Iker Jiménez, reconocido por sus efectos para alterar el sueño (provocando insomnio o profundo sopor, dependiendo de la persona que esté al otro lado de la nave del misterio).



Serie de TV

El cambio de formato en los productos para TV es harto evidente.
Hemos pasado, en un pispas, de episodios independientes de 20 o 45 minutos de duración (sin soluciones intermedias), a tochos en los que debe completarse el visionado completo del conjunto de una serie (todas las temporadas) para comprender el intrincado nudo de relaciones que se establecen en su desarrollo. Y ni por esas. En algunos casos puedes acabar perdido.

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En fin.

Cada uno se tomará las dosis de la manera que considere más oportuno.

Pero si soy capaz de dedicarme a contemplar los 60 episodios de las 5 temporadas de “The wire”, es evidente que no se trata de falta de tiempo, sino de la forma en que quiero invertirlo.

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Una producción de HBO, emitida en USA entre 2002 y 2008. Creada por David Simon. Narra la vida en Baltimore, la ciudad más poblada del estado de Maryland.

Cada una de las temporadas se centra en un aspecto diferente de la vida en la ciudad: policía, puerto, políticos, educación y prensa.

La sintonía es la misma, con distintas imágenes e intérpretes diferentes para cada temporada: The Blind Boys of Alabama, Tom Waits, The Neville Brothers, DoMaJe, Steve Earle.



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La ficción narrativa ha desarrollado su propio lenguaje. La edad de oro de las series de TV parte de la madurez del público. El claroscuro es un terreno propicio para la ficción, porque es el más parecido a la vida real. La complejidad de los asuntos en que nos vemos envueltos, de las personas que nos rodean, de nosotros mismos, no permite despacharse con etiquetas en las que lo blanco es prístino y lo negro tiene capacidad entrópica para atraer la luz.

Que todo tiene matices, vaya. Que no todo se resuelve diciendo quién es bueno o malo. Que a veces depende de cuándo y de cómo.

No es una serie para quien quiera sesenta horas de desconexión continuada, no sé si me explico.

Visita obligada

La bahía de Chesapeake. Alimentada por los ríos Chester, Choptank, Nanticoke y Pocomoke (en su vertiente este) y Patapsco, Patuxent, Potomac, Rappahannock, York y James (en la oeste) constituye el mayor estuario de los Estados Unidos.

Sobre ella, un espectacular puente conecta ambas vertientes, a la altura de Annapolis, con el Sandy Point State Park a un lado y, al otro, la isla de Kent.



No hay mejor metáfora para describir la vida que un río que fluye, de forma continua, purificando las orillas que encuentra, llevándose las impudicias que vertemos a su paso.

Una frontera natural que delimita márgenes y propicia un final para una entrada que se prolonga en exceso.

Ubicación

Wikipedia

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Otros Estados:

Alabama (Montgomery)
Nebraska (Lincoln)
Ohio (Columbus)

6 comentarios:

  1. Hola, Alberto. La parte introductoria de tu viaje a Maryland, fuera de ese contexto, podría asemejarse al poso que dejan unas buenas vacaciones; desde tu casa, antes de coger las maletas, piensas, planificas, decides cómo quieres disfrutar de esos maravillosos días de Agosto, con la cantidad de actividades apetecibles (fruto del buen número de actividades/experiencias que en años previos fuiste acumulando y deseas repetir) . Al final, encuentras que tu tiempo es finito, pero tu "planning" infinito (¿cómo pueden caber 30 años en tres semanas?).
    Lo que al final sucede, es que acabas improvisando, y a la hora de la partida, te quedas con ganas de haber departido más con tal o cual persona, de haber ido a visitar este u otro lugar....
    En fin; siempre nos quedará la jubilación, en la que tiempo, tendremos. Lo que no se es si nos quedarán ganas......
    Un abrazo

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    1. Iñaki, querido amigo, antes de nada debo agradecer verte de nuevo, por aquí. Me ilusiona.
      La introducción al viaje carece de contexto y, por eso, si sirve para algo, sirve para cualquier contexto.

      En efecto, la planificación de unas vacaciones es muy jodida, porque hay muchas cosas que se quieren hacer. Luego, entre que no hay tiempo para todo y que nos volvemos cómodos y que tratamos de desconectar, hacemos menos de lo que nos hubiera gustado. Esa frustración justifica parte de las depresiones post-vacacionales que no se apoyan tanto en la vuelta a la rutina anterior, como a un sentimiento autocondenatorio, que se traduce, al menos en mi caso, en un "seré gilipollas" (repetido en bucle).

      En cuanto a la jubilación: creo que hay un mito creado al respecto. Tengo la sensación de que no dispones de más tiempo y, en caso de tenerlo, puede ser una carga muy poco liviana.

      Finalizo: me hubiera gustado vernos más este año, pero el mes de julio estuve en una casa que, bien lo sabes, tiene un alto poder succionador. El año que viene pondremos remedio. Yo tengo unas ganas enormes.

      Un fuerte abrazo para ti y familia. Gracias.

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  2. una maravilloso viaje. The Wire ( horas viendo esa serie), Eva Cassidy ( horas escuchando esa voz de belleza suprema), Hasta Pocahontas version Disney ( una de las peores de la factoria) pero que en sudia vi cien veces. A la espera del siguiente viaje para transportarme

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    1. Los viajes, querido Bernardo, son un verdadero motivo. Creía que iba a volver a peregrinar en agosto, pero la cosa no fructificó. Oigo tambores que suenan a una que igual se organiza para octubre.
      Deseo que ocurra.

      Un abrazo.

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  3. Con respecto a la primera parte, soy pesimista (es decir, racionalista), así que mi lema es "Folleu, folleu, que mon s'acaba".

    El plantador de tabaco... ay ay ay ay ay, qué verano de maravilla el de 2014 leyéndolo.

    The wire... uy uy uy uy, hasta yo mismo me pasé buena parte de la vida viendo esa serie.

    Se lo mandaré a mi heredero, al que la Maryland University ha invitado a dar un workshop.

    Játe tú, casi no había oído hablar de Maryland y de pronto todo se amontona.

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    1. Jo, NáN.

      Me siento culpable. Había trazado una idea de organizar un encuentro (siguiendo unas pautas que en su día esbozaste), dejé por escrito y de repente desaparecí, por motivos que no puedo explicar aquí no ahora.

      Leída la introducción en ese contexto, me doy cuenta que reúne argumentos suficientes para que me abochorne.

      Ítem más: la lectura del El plantador fue consecuencia de una referencia tuya en aquel intercambio en el que, además, anunciabas que te ibas a poner con Giles. ¿Lo has hecho? ¿Expectativas cumplidas? Tengo reservados 36 napos para una librería que sé que lo tienen disponible. Seguro que estoy como una cabra.

      Me siento deudor contigo y agradezco tu generosidad para volver a pasarte, obviando lo informal que puedo llegar a ser.

      Un abrazo. Espero más noticias tuyas. Ando con ánimo viajero, de verdad.

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