sábado, 11 de diciembre de 2021

Subvenciones, relatos culturales y otros expolios

 

AVISO:

SE INCLUYEN SPOILERS

 

Hablaré de una película (española) de este año.

No importa demasiado que destripe su trama, porque:

1 - No la vas a ir a ver

2 - No se trata de “Psicosis”, “El golpe”, “El sexto sentido”, “El club de la lucha”, o “Sospechosos habituales”, películas donde un giro argumental inesperado te dejaba con la mandíbula batiente; los pocos que incluye son predecibles, lo que hace que la lectura de lo que vendrá no quite alicientes a su visionado

 

La película en cuestión se llama “Way Down”, dirigida por Jaume Balagueró, protagonizada por Freddie Highmore (ha tenido que hacer de productor, porque arrastra la alargada sombra del doctor, más autista que precoz, en “The Good Doctor” y, de hecho, interpreta a un joven prodigio de 22 años cuando cumplirá treinta el próximo San Valentín), Lian Cunningham y una cuota patria que encabeza José Coronado (le roban chocolate de continuo y ya no va con regularidad al excusado, justificantes suficientes del careto que luce durante todo el metraje), Luis Tosar y Emilio Gutiérrez Caba (Gobernador del Banco de España que fuma a escondidas y aguanta que su jefe de seguridad coronado le solmene un sopapo).

En fin.

*****

No lo he dicho todavía pero la película se sitúa en medio (no “a mitad de camino”) entre las de robos y las de descubrimiento de tesoros mediante la resolución de enigmas históricos, así que Highmore no alcanza a ser un juvenil Danny Ocean; ni siquiera se acerca a Benjamin Gates (Nicholas Cage en “La búsqueda”). Simplemente muestra unas dotes que hacen que, con 22 años, las empresas petrolíferas se lo rifen y le hagan ofertas que no le cuesta lo más mínimo rechazar. Pero una rubia de peluca (Àstrid Bergés-Frisbey) deja a las claras su ingenuidad galopante enredándole en una trama para la que sólo se necesitan lisonjas.

*****

Puedes comprobar que no exagero echando un vistazo al tráiler.

 

El propietario de un negocio de rescate de pecios decide trasladar sus actividades submarinas a Madrid para ir al Banco de España, “uno de los edificios más impenetrables del planeta” y, cómo decirlo, penetrarlo, aprovechando la excepcional circunstancia de que, en esas fechas (¿quién se acuerda ya?) la selección española de fútbol (¡No! ¡Toda España!) disputa la fase final de la Copa del Mundo en Sudáfrica.

Así que el día de la final, mientras todos mirábamos el TV y nos concentrábamos simbólicamente en Cibeles, las cámaras nos miraban a nosotros y dejaban al edificio carente de protección.

Dudo que tanta metáfora sea meramente anecdótica.

En fin.

Antes de que Iniesta marque gol, esta pandilla será capaz de desvalijar la cámara acorazada.

Eso pretenden.

No sólo buscan la solución a un problema, sino que ni siquiera saben cuál es el problema

Sin plan B.

*****

Se ve de forma fugaz, pero he capturado el momento en que se intuye una inscripción: “Sic parvis magna”.

Es el lema elegido por Francis Drake, marino inglés de origen humilde pero dotado de osadía y soberbia, combinación excelente para medrar en el Nuevo Mundo en el siglo XVI.

“La grandeza nace de pequeños comienzos”.

Hace falta tener arrestos para hablar así de uno mismo.

En la película lo adaptan a sus intereses y lo transforman en “la grandeza se vislumbra en los pequeños detalles”.

Y esto sí que es un estímulo para que siga profundizando.

Necesito más. Quiero un nuevo tráiler.

Desplegamos planos (la verdadera esencia de la planificación) y nos ponemos a darle vueltas al tarro.

Entrarán por debajo: “hay más túneles bajo Madrid que calles en la superficie” (por supuesto esto no ocurre en ninguna otra ciudad del mundo civilizado donde, es bien sabido, las calles se apilan sobre la superficie dejando una única avenida —muy amplia, eso sí— soterrada). En todo nos tienen que ganar, los muy gustavomedinas.

Sólo disponen de un boceto de la cámara acorazada “que hizo un antiguo empleado que pasó unos minutos en la cámara, en 1944”. Unos minutos, ¡pero qué retentiva y qué pulso tenía el tío!

Tienen también “una especie de grabado. En el siglo XIX la estética era lo más importante” (no como ahora, que vivimos encorsetados por el imperio de la ética).

“Iconografía católica. Probablemente un mártir. ¡Muy español!” (Tosar sabe de qué habla).

Un par de llaves, una huella dactilar del jefe de seguridad y parece que todo está hecho.

Pero no. “La cámara tiene un sistema de seguridad, que desconocemos. Si no lo desactivamos antes de entrar, no podremos salir. Ése es el milagro de la ingeniería que tienes que identificar. Y resolver”.

*****

¡La leche!

Pues sí que servimos para algo los españoles.

Tenemos, de milagro, un ingenio que nadie conoce.

Y yo, que estuve una vez de visita en el Banco de España, sé cuál es, porque la persona que nos guiaba nos lo explicó, abiertamente, sin que transmitiera la sensación de estar haciendo algo incorrecto o inadecuado.

Nos lo dijo: el agua.

Claro que Freddie lo averigua por su cuenta y elabora un sofisticado plan en el que pone patas arriba todo lo que habían adelantado sus colegas y por eso ya no van a entrar por debajo, sino por arriba, aprovechando el despropósito de que, por costumbre española, ante aglomeraciones multitudinarias tengamos la puta manía de enfocar todas las cámaras de vigilancia hacia el gentío, en lugar de vigilar ventanas, terrazas o azoteas.

Así nos azotó el terrorismo sin que aprendiéramos ni una mínima lección de seguridad.

*****

La película española de la temporada, una producción internacional en la que no se han ahorrado costes y que he tenido la desgracia de ver.

Lo de que no se han ahorrado costes es un hecho: el presupuesto inicial era de 14.025.598 €, algo menos de los 20 millones en los que Coronado valoraba el tesoro guardado en la cámara. Se detalla en la resolución definitiva del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), en la que se concede un millón de € y se especifica su reparto entre las tres productoras concurrentes: El tesoro de Drake, I.A.E. (967.500 €), Producciones Cinematográficas Ciudadano Ciskul, S.L. (2.500 €) y Think Studio, S.L.U. (30.000 €).

*****

Ya nos dejó claro Leticia Dolera que no está mal la política de la subvención; está mal la política de la corrupción.

Un sólido argumento: las subvenciones están bien porque se devuelven, “altas en la seguridad social, IVA” y, además, devuelven relato cultural, “para que los que vengan detrás sean capaces de entender qué preguntas nos hacíamos en este momento”.

*****

Es una idea.

¿Se justifica la concesión a esta película de un millón de euros con el relato cultural que devuelve?

 

Veamos:

 

1 — El rescate del pecio

La trama inicial en la que recuperaban un tesoro de un barco hundido es un trasunto del Cisne Negro, el nombre de la operación en la que la empresa Odyssey descubrió y extrajo 500.000 monedas de oro y plata procedentes de un naufragio en aguas jurisdiccionales españolas, asunto que en 2008 generó gran atención y que se resolvió en un juzgado de Tampa, Florida (donde Odyssey tenía su sede) que dictaminó que el barco naufragado era español (Nuestra Señora de las Mercedes) hundido tras ser cañoneado por la flota inglesa, que el tesoro debía devolverse a España (pese a que quedaron dudas que las 17 toneladas trasladadas desde Gibraltar fueran el total del material rescatado) y que la empresa Odyssey tuvo que indemnizar al Estado español con un millón de dólares por los costes judiciales (una tercera parte de la cantidad reclamada por España).

En la película el relato lo devuelve Walter Moreland (Lian Cunningham) y, por supuesto, da verosimilitud a la versión inglesa, invalidando la postura española, refrendada por la justicia de Estados Unidos.

 

2 — La cámara acorazada

Resulta sonrojante pretender que una cámara acorazada tenga un sofisticado sistema de seguridad que nadie conoce si, en una visita guiada, el personal del Banco nos explicó la historia de los dos arroyos subterráneos que alimentan la plaza de Cibeles y que, en caso de atraco, inundarían la cámara, una historia que he leído en algún sitio que puede tratarse de una leyenda. Es interesante algún detalle más de los que se apuntan en ese artículo, pero dejo que vuestra curiosidad os empuje a seguir buscando (y a que os quedéis mirando a la pared).

En todo caso, resulta inverosímil que una cámara tan sofisticada, un milagro de la ingeniería, haya sido construida por no se sabe quién; en el cine parecía que unos alienígenas se habían confabulado para dejar ahí tal invento, como si fuera el monolito de 2001.

Y la pretensión infantil de que no hay planos; tan sólo el esbozo de un empleado que, en 1944, pasó unos minutos en la cámara, es insultante, con ese uso limitado del retrovisor que hace que tengamos que pasar temerosos por la Historia, de puntillas, como sin duda hicieron los que en su día debieron cruzarse, unos sacando oro y otros guardando obras de arte del cercano Museo del Prado.

Pagar un millón de euros nos devuelve el relato de que los logros de nuestros antepasados son ninguneados pese a reconocerse su mérito. Un despropósito.

Es significativo que, siendo su título original en España, “Way Down”, se titule en el mercado internacional “The Vault” (“La cámara”). Quizá hubiera estado mejor si hubiera referencias patrias, “Atraco en Cibeles”, “Golpe al Banco de España”, o “La cámara impenetrable”, pero es posible que habiendo especificado un título no hubiera opción de cambiarlo. Es evidente el poco tirón que tiene el elegido. Peor para ellos.

 

3 — Francis Drake

Esto es lo que se nos devuelve tras haber abonado un millón de euros a una productora que tiene la desvergüenza de llamarse El tesoro de Drake, conocedora de que la ignorancia les permitiría actuar con impunidad.

Drake, ese sujeto que fue pirata para españoles y nombrado caballero por Isabel I de Inglaterra, con el único mérito de combatir contra nuestros compatriotas.

El final de la película es predecible: la banda logra penetrar la cámara, extraer el tesoro y, en una rocambolesca peripecia que me niego a relatar, el destino del mismo es, lo juro por Blas de Lezo, el Banco de Inglaterra.

 

Hemos pagado un millón de euros al descendiente de Drake para que, lo que no consiguió su antepasado, ni la Odyssey, lo haya logrado el relato cultural.

 

¡Pero mira que somos gilipollas!

6 comentarios:

  1. Mira por dónde, ya había visto esta peli...y tu relato es, en sí mismo, un perfecto guión para una peli. Qué genialidad y qué disfrute es leerte. Gracias Maese Alberto

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  2. Respuestas
    1. No te puedes imaginar, Orlando. La hora y media más larga que recuerdo.
      Durísima.

      Gracias

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  3. Jajaja...no veas cuanto me he reído. No dejas un cabo suelto.

    Ya sabes lo que ocurre en este país con el tema de subvenciones y subvencionados cuando los de un bando se lo tira a la cara del otro bando.

    Déjame decirte que eres el mejor, Alberto. Aquí hay carreras por comentar mil discos al año, tener más visitas que nadie o ser el más guay intentando parecer que no se ha copiado nada pero la chicha que aportas es única.

    Gracias por este buen rato.

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    Respuestas
    1. Era la única pretensión: sacar una sonrisa, así que, Mario, gracias por satisfacerla.
      No creo que sea una cuestión de bandos, porque, ingenuo de mí, creo que el pasado es común y, si no tiene sentido olvidarlo, mucho menos tratar de alterarlo.
      Pero, vaya, nada importa si ganamos el Mundial de 2010.

      Gracias

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