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miércoles, 15 de febrero de 2023

Al Green — How Can You Mend A Broken Heart?


Al Green
How Can You Mend A Broken Heart?

Let's Stay Together (1972)

Forrest City, Arkansas (USA)

*****

Conocía esta canción porque estaba incluida en uno de los discos más destacados del cantante más elegante del soul de los ‘70s, pero su inclusión en la película “Notting Hill”, dirigida en 1999 por Roger Mitchell, escrita por Richard Curtis y protagonizada por Julia Roberts y Hugh Grant, hizo que, tras apoderarse por completo de una de las escenas más memorables de la cinta, retomara mi interés —y el de cualquier asistente a una sala de cine— por la canción, así que hice, como otros muchos, numerosas escuchas a partir del visionado del film.

*****

Puedo pensar en mis días de juventud cuando vivir por mi vida

Era todo lo que un hombre podría desear hacer

Nunca podría ver el mañana

Nunca me hablaron sobre el dolor

 

¿Y cómo hacer para reparar un corazón roto?

¿Cómo puedes evitar que la lluvia caiga?

Dime, ¿cómo puedes evitar que el sol brille?

¿Qué hace que el mundo gire?

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Bee Gees
How Can You Mend A Broken Heart

Trafalgar (1971)

Isle of Man (UK)

Enlace

Barry Gibb, Robin Gibb & Maurice Gibb

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La canción se publicó primero en el 9º de los discos de los hermanos Gibb, compuesta por Barry y Robin, un año antes de la versión de Green. Sería su primer #1 en USA; un anticipo de lo que llegaría a suceder; simplemente debían ser capaces de utilizar con más esmero sus cremalleras.

En todo caso es una muestra del gusto por el soul de nuestro admirado trío de hermanos. 

Si quieres verlos en acción, y no contemplar sólo la carátula del LP, aquí tienes una segunda oportunidad.

Nostalgia con falsetto

martes, 14 de junio de 2016

Elvis Costello — She

Elvis CostelloShe
Notting Hill (BSO) (1999)

Ella.
Puede ser la bella o la bestia.
La hambruna o el festín.
Puede convertir cada día en cielo o infierno.
Ella puede ser el espejo de mis sueños.
La sonrisa reflejada en el agua.
Ella puede no ser más de lo que quizás parece.
Dentro de su caparazón.

En 1999 la película “Notting Hill”, dirigida por Roger Michell, emparejaba a Hugh Grant (dueño de una encantadora, y abocada al fracaso, tienda de guías de viaje) con Julia Roberts (en un remedo de sí misma).
La banda sonora era fascinante, con Al Green versionando a Bee Gees.
O con Costello haciéndolo con Aznavour.

viernes, 14 de marzo de 2014

Primeros besos y cortejo


Un tipo permanece apoyado en el vano de una puerta de un comercio, atrancada con cadenas, cuyos escaparates se esconden tras unas persianas de apertura lateral. A pesar del sórdido ambiente, parece sonreír. Su postura, con los pies cruzados, estando vertical, escorado sobre el hombro izquierdo, con los dedos de sus manos entrelazados en su regazo, muestra un aire apacible. La elección de colores de su vestuario no es del todo acertada. Un pañuelo asoma en el bolsillo de su chaqueta verde, a juego con su pantalón beige. Culmina su atuendo con el complemento más llamativo que pudiera imaginar: un flat cap customizado para mantener sus orejas calientes y transmitir un aire confortable.

Es Gregory Porter, la brillante nueva voz del jazz.
No hagan caso del anuncio.
Escuchen a Joserra Rodrigo, dueño y señor de una tierra de promisión, en la que se mantiene, por decreto, “soul is the answer”.

Es Gregory Porter, la brillante nueva voz del soul.

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Hagan lo que quieran después.
Pero, ahora mismo, empleen siete minutos en disfrutar de una experiencia inusual: un vídeo y una música y una historia completa.

Gregory Porter  Be good (Lion’s song)



Dirección y edición – Pierre Bennu
Cupido – Mahsati Moorhead
El Caballero – Samuel R. Gates
La Dama – Holly Bass

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La conectividad tiene estas cosas. Con una velocidad increíble anteayer éramos bombardeados con un vídeo llamado First kiss, dirigido por Tatia Pilieva, que más tarde se afirmó que era un montaje porque se trataba de un anuncio de ropa. Es cierto que la canción de Soko, We might be dead tomorrow, era muy propicia para ese tipo de acercamientos.

Pero es más cierto que el vídeo original, con la participación de la propia cantante y Meghan Edwards, como su amante, era más explícito (en imágenes y lugares).


*****

Qué lejano 1990, cuando una prostituta rescataba a un tiburón, aspirando a convertirse en princesa, haciendo para él todo lo que le pidiera —¿todo? ¡No, todo no! No le iba a besar en la boca. Era demasiado personal—. Julia Roberts y Richard Gere encarnaron a la pareja más romántica, superando los estereotipos de los papeles que desempeñaron, mostrando que tenían corazoncito, mientras Roy Orbison se lucía con el tema que titulaba la película, Pretty woman.




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Quizá deba proponer a Laura que quedemos para cenar.

Gregory Porter — Hey Laura



Nunca se sabe qué sucederá mañana.

jueves, 14 de junio de 2012

Oficial y caballero — El día después



Zack Mayo (Richard Gere) va a buscar a Paula Prokifki (Debra Winger) a la fábrica de papel en la que trabaja. Entra pimpante y, sorprendentemente, a pesar del calor sofocante de las máquinas, todos le miran, aunque nadie se atreve a pedirle un helado de piña.


Años más tarde Gere conocerá a una prostituta, de buen corazón (Julia Roberts), que le ayudará a combatir su miedo a las alturas y le convencerá para que retome sus viejos hábitos como rescatador.

Pero, ahora —cuando evitamos entrar en debates dialécticos sobre si lo que Mayo hizo con Paula fue rescatarla o, de forma evidente, le impelía un deseo de inyectarla apasionadamente, sin necesidad de intervención pactada con anterioridad— queremos fijarnos en el día después, obsesionados por descubrir qué sería de ambos tras su fuga triunfal.

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Primera parada: comprarse el single  Up where we belong, interpretado por Joe Cocker y Jennifer Warnes (en la película, la canción no se escucha hasta los títulos de crédito; el final tiene música instrumental y ellos quieren oírla, claro).

Segunda parada: pillan un motel de carretera donde dejan, momentáneamente, la moto aparcada a la puerta, mientras ponen los pistones a trabajar de modo frenético.

“Recuperaremos el tiempo perdido”.

Tercera parada: se ven inmersos en la itinerancia permanente, destino inexorable a que les obliga el trabajo (de) oficial. Con ello logran evitar que la empresa propietaria de la fábrica de papel pueda entregar a Paula la demanda cursada por abandono indebido del puesto de trabajo, sin el requerido preaviso (quince días, por aquel entonces). Con el tiempo transcurrido, la globalización y el consiguiente traslado de la fábrica a Filipinas, la empresa decide archivar el asunto en la papelera, demostrando una inesperada sorna digna de ejemplo.

Cuarta parada: tras descubrir que la escasez de holgura en la ropa interior no es buena para la fecundidad —y menos combinándola con la patada en los mismísimos que le atizó, mientras resolvían sus asuntos personales, el sargento instructor Foley— Zack decide someterse a un tratamiento para mejorar la concentración y actividad de su esperma. El médico le receta una dieta alta en mayonesa que, definitivamente, achina sus ojos. El efecto filipino se completa en una broma privada que los compañeros de las distintas bases navales a las que va siendo destinado, destilan y perfeccionan para él:

¿Cuál de todos los compañeros ha tenido un pasado turbio en Manila?
...
Tranquilo. Ya te lo dirá él.

Quinta parada: Con motivo del 25º aniversario de su graduación, se reúnen todos para intercambiar experiencias (y ponerse al día). Así les fue a otros:

Topper Daniels (David Caruso) (ver aquí): compañero de promoción (y de cuarto). Todavía era un pelirrojo barbilampiño incapaz de enfrentarse a situaciones críticas. El simulacro de accidente con inmersión le hizo renunciar a su aspiración de completar la instrucción en la Academia (único caso documentado en la película). Más tarde llegaría a Miami (con etapa intermedia como detective en Nueva York en NYPD Blues) y se terminaría convirtiendo en el implacable CSI Horatio Cane (tener como compañero de habitación a Mayo curte a cualquiera).

Lynette Pomeroy (Lisa Blount) era la “cazadora”, término amable cuya traducción al español meramente apuntaré, indicando que, en sus múltiples variantes, siempre empezaba por “calienta...”. Su codicia y su apego a los símbolos de status fue la causa del suicidio de Sid Worley (David Keith), a quien todos recuerdan como un buen chico, olvidando el dilema al que él mismo se abocó, al tener que optar entre la vida diseñada para su hermano mayor (muerto en combate) y su elegido compromiso con una trepa. Nadie que haya visto la película olvida la imagen del cuerpo exánime de Worley en brazos de Mayo y el pensamiento fugaz y recurrente (“zorra”) que provocaba Lynette. Con 25 años (más) se ha convertido en una mujer ajada y amargada que colecciona minibotellitas de alcohol que succiona de forma voraz y atropellada. En sus escapadas furtivas mantiene la costumbre de rociar sus pechos con sabores de frutas variadas. Últimamente se está aficionando a frotárselos con papaya y mango (incluso careciendo de acompañante).

Emil Foley (Lou Gossett, jr). Tras el combate intelectual fallido con Mayo —a pesar de haberle derrotado en el ring— sufre una crisis interior que logra resolver, aprovechando su talento y dedicándose al coaching. Diversos incidentes le llevan a solicitar su baja en la asociación gremial C&PT —“Coachee & Personal Training”— de Pensacola, Florida, lugar en el que ejercía desde unos años antes. Dejamos volar la sombra de la duda sobre una historia que se vislumbra siniestra y en la que se intuye que gritar mucho y reiterarse en que en el lugar de origen del discípulo sólo hay ganado y maricas no parecen los ingredientes más adecuados para adaptarse a los aires del nuevo siglo. Tras recibir el Oscar de Susan Sarandon y Christopher Reeve, la estatuilla aparece nuevamente en su vida cuando, en 2004, publica “Learning to fly with Oscar”, exitoso libro de autoayuda en el que explica cómo desplazar tus problemas hacia un icono dorado que cubre sus partes pudendas con una espada y, hecho esto, lanzar ambos —icono y problemas— por la ventana, lo más lejos posible. Actualmente se está preparando la 25ª edición en inglés y la obra se ha traducido ya a 17 idiomas (incluyendo el gólgota). La supervivencia se lleva bien portando con garbo el sombrero de la policía montada del Canadá.

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La película tiene un punto de nostalgia retro (con 30 años transcurridos desde su rodaje), que se manifiestan en pequeños detalles:

— Mayo conduce la moto en plan patán —arrastrando ambos pies, que deja sin apoyar en los estribos— y sin casco.

— La amplia camisa de cuadros enfatiza el ideal hogareño de Paula y, a pesar de que el hábito no hace al monje, esa prenda (unida al gorro montañero) la transforman (en un par de secuencias), pasando de ser una casquivana provocadora y promiscua a convertirla en una hacendosa madre de familia (pese a la todavía desconocida escasez espermática de su partenaire).

— La intuición expresada por el sargento Foley —sé por qué la mayoría de vosotros está aquí. No soy estúpido— se ve hoy definitivamente anticuada. Tener que comprometer 6 años para “vender lo que os enseñaremos a la United Airlines”, parece un plazo excesivo. El 11-S nos mostró lo sencillo que parecía obtener una licencia de vuelo y fulminó, también de un plumazo, la posibilidad (que en 1982 se veía como factible) de resolver diferencias por el método tradicional —ni aderezándolas con el sabor, entonces sofisticado, del kárate, antes de la primera entrega de la saga Karate kid: la semilla para el señor Miyagi (Pat Morita) estaba plantada y germinaría en 1984—.

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¿Por qué no se le ocurrirá a nadie adaptar esta historia para hacer un musical?

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...