Tenemos perro en casa. Apareció, de repente, hace un mes. Es una historia, demasiado reciente, dolorosa y familiar para que os aburra con ella.
Pero ilustra a la perfección el trato que, todavía, se dispensa a los clientes, fundado, en ocasiones, en la suposición de que el cliente debe conocer, no sólo la legislación local, sino la específica de cada comercio.
Salgo a pasear con ella y dudo si poder entrar en las tiendas. Ya no quedan establecimientos que pongan, visiblemente, en la entrada, aquellos viejos carteles de “Perros NO”.
Foto: pepelisu |
Como ya no tengo carácter para asumir que me reprendan, decido no entrar. Pero sigo sin saber por qué ya no quedan esos carteles. Me hago preguntas, pero no sé si encuentro respuestas adecuadas. Por ejemplo: ¿puedo asumir entonces que, mientras no esté indicado, —“el que calla otorga”—, están permitiendo implícitamente la presencia de mascotas? ¿Les agobia tanto cartel de “NO fumar”? ¿Temen que el escaparate —la entrada— parezca un búnker?
Foto: Jeremy Brooks |
Lo cierto es que, actuando así, me hacen quedarme siempre fuera.
Lo mismo, lo mismo que hago yo. Un abrazo solidario.
ResponderEliminarFrancisco García Pérez
Solidariamente agradecido.
EliminarLos fumadores creen que son ellos los únicos apestados.
Para los perros depende de los países , en Francia suben hasta en el autobus urbano .
EliminarPero en otros países depende del humor del dueño del comercio.
YO adoro los animales y pienso que si yo llevo un animal limpio que no va a ensuciar que está atado porque no me van a dejar entrar??
La percepción de una situación determinada es siempre subjetiva. A mí me puede parecer que el perro está limpio y, sin embargo, su presencia parecerla antihigiénica a otra persona. Eso es respetable. Supongo que debe existir una legislación que indique si es posible la entrada o no y, cuando queda a voluntad del comerciante, éste debe facilitar información colocando, de forma visible, una señal discreta.
EliminarNo parece demasiado complicado; sólo hace falta ponerse en el lugar del cliente. Por que lo tengo claro es que no quiero que me armen la bulla porque, al no ver señal, supuse que podía entrar, cuando no era así.
En fin, gracias Anabel por participar.
¡Hombre Bertin! con ese-a ENORME ejemplar de raza potencialmente agresiva...o "Nacío-a, pá matar"..que paseas por la vieja Vetusta,(por cierto sin bozal),entra en cualquier sitio,no creo que te digan nada.....en principio....A no ser que le tengan miedo...¡?!
ResponderEliminarJ.Alvarez
A ver, no dejan entrar a Caunedo en cualquier sitio? pues tiene razon el blogero...
EliminarResultará que me terminan temiendo a mí.
EliminarJose, eludes la cuestión: la idea es que no me apetece tener que andar con preguntas así, a estas alturas.
Oído por la calle: ¿qué parece un can, suena como una can, piensa como un can, actúa como un can, se ...., pero no es un can?
EliminarY cuando fueron a dar la respuesta, doblaron la esquina y me lo perdí...
Eso de no poder entrar con el perro a los sitios me parece irracional, así que no me corto. Entro en todos los sitios con el mío en brazos y en pocos me han dicho esta boca es mía. Cuando me han llamado la atención, he valorado el negocio en el que había entrado y la forma en que lo hicieron. En algunos casos mi respuesta ha sido no volver a entrar ni con perro ni sin él. En otros lo he entendido. En realidad seguramente, yo lo tengo fácil porque mi perrillo es muy pequeño.
ResponderEliminarUn artículo de Javier Cercas sobre su perra que me gustó:
http://www.elpais.com/articulo/portada/defensa/ajena/elpepusoceps/20090712elpepspor_2/Tes
Mónica: Encantado de tenerte por aquí. Supongo que eso es lo que deberían pensar, también, los que tienen establecimientos de cara al público.
EliminarUno se hace una idea -parcial, por supuesto- del conjunto del negocio atendiendo a esos pequeños detalles.
Interesante reflexión y entretenido artículo de Cercas, que me he leído.
Gracias y espero que te sigas animando
En un café, creo que no entraría con perro aunque hubiere cartel de permiso pero en una tienda, sin cartel de prohibición, seguramente yo entraría y ya vería como reaccionan los de seguridad. Dependiendo de como me tratan y de que explicaciones me dan, saldría sin protestar o me pondría terca.
ResponderEliminarSaludos,
Nina
Hasta ahora, he entrado con la perra en cuatro establecimientos, en todos el dueño era amigo y le pregunté directamente. Son dos bares que frecuento y en los que, mientras me tomo un caldo, la perra se comporta razonablemente.
EliminarY dos librerías en las que, tras preguntar si podía pasar con ella (y recibir respuesta afirmativa), la perra se sintió a gusto y meó un poquito, dejándome delante de mis amigos en mal lugar.
Su comportamiento tampoco supuso un aliciente para ir provocando altercados por la falta de señalización.
Cuando un ser de las características de un perro entra en tu vida todo te cambia.
ResponderEliminarAl margen de la sorpresa por ese regalo en forma de cachorrito juguetón y simpático que hará las delicias de todos los miembros de la casa, hay que pensar que es otro ser vivo....y muy vivo.
Por ello no entiendo que los abandonen...."ellos nunca lo harían". Esa mirada tierna que imprimen cuando tienen que estar esperando en esos sitios los cuáles no pueden entrar. La espera, los ladridos de ansiedad, y la alegría al recibirte no se paga con nada.
Todo es cuestión de educación, pero no debería ser todo tan restrictivo pues a veces se comportan mejor que las personas y, sin embargo, no tienen derecho a entrar.
Un saludo
Estoy de acuerdo contigo en que la vida te cambia cuando un perro entra en tu vida.
EliminarPero también defiendo que el propietario del establecimiento tiene el derecho de decidir si permite el acceso de animales o no. Lo que ocurre es que, en ocasiones, olvidan su obligación de informar cuando restringen el acceso.
En el fondo, como cliente, añoro en ocasiones aquellos carteles que informaban "Reservado el derecho de admisión" que implicaba que, si alguien no se comportaba, le ponían de patitas en la calle.
me quedo con la última frase "Todo es cuestión de educación, pero no debería ser todo tan restrictivo pues a veces se comportan mejor que las personas y, sin embargo, no tienen derecho a entrar." pero en general concuerdo contigo en todo lo demás
ResponderEliminarYo tengo un galgo y suelo entrar en distintos locales comerciales que no tienen el aviso o pegatina pertinente. Por ejemplo en las entidades bancarias no tienen y puedes entrar con él -o ella- sin problema. En otro tipo de comercios, depende, yo siempre pregunto desde la puerta si puedo entrar con el perro, es una cuestión de educación, pero la ley es clara en estos casos: si no tienen la información de prohibición o no está visible, tú tienes derecho a entrar con él. Si te dicen algo, pese a no tener en ningún lado un aviso de la prohibición, pide una hoja de reclamaciones. Normalmente los comercios, al preguntarles si puedes, suelen decir que sí. Si dicen que no, lo normal es no entrar. Ahora bien, si es un lugar como una institución y no hay ningún aviso, entonces lo siento, pero tenemos todo el derecho a entrar.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con el planteamiento.
EliminarLo que me planteo es por qué tengo que meterme en este tipo de indagaciones y arriesgarme a que me llamen la atención. ¿No se arreglaría todo más fácil con un cartelito?
Gracias por pasarte. Espero que repitas