Pero
no.
El
libro se titula originalmente “Abbott
awaits” (algo así como Abbott espera
o Abbott aguarda). La impresión es
que se ha tratado de evocar la película “A
propósito de Schmidt”, protagonizada por Jack Nicholson, basada en la novela de Louis Begley, en la que se asiste a la vida de un jubilado (y
repentinamente viudo) que descubre atónito la verdad que se escondía tras lo
que él creía que era su vida.
Es
verdad que ambas (la película de Alexander
Payne y el libro de Chris Bachelder)
comparten un tono contenido por parte del protagonista, que asiste impávido
(como si estuviera invitado) al desarrollo de su propia vida.
2
– La faja promocional
Libros del Asteroide, responsable
de la edición, suele utilizar con mesura las fajas promocionales; se reservan
para destacar alguna información que (ellos) consideran relevante (si se trata
de la segunda o tercera parte de alguna trilogía, o si el libro ha recibido
algún premio). En el caso presente, la faja reproduce íntegramente el diseño y
colorido de portada y contraportada (como suelen hacer), pero, como único
elemento añadido, replica, en la parte anterior, un fragmento del párrafo que
cierra el comentario (no acreditado) de la parte posterior, destacando en
negrita, con un tipo de letra casi igual al del mismo título:
Una desternillante historia sobre las
pequeñas desventuras, agobios y alegrías de los que está hecha la paternidad
Pero
no.
El
libro no es desternillante. No lo es, al menos, en el sentido que el
diccionario otorga a esa palabra. No es cómico, no es hilarante, no causa mucha
risa.
Salvo
que uno tenga un retorcido sentido del humor y se ría a carcajadas asistiendo a
la amargura en que Abbott se encuentra sumido.
3
– La recomendación
Desconozco
la escolástica de la crítica literaria, aunque supongo que, una parte de su
sentido, será transmitir, a quien la lea, la conveniencia (o no) de aventurarse
con el libro reseñado. Habiendo tantos, ¿debo ponerme con éste?
Esta
es mi recomendación: no lo lean,
especialmente si se trata de personas que:
–
Tienen hijos.
–
Están ocupadas
en una tarea (interpuesta) distinta de la que llevan tiempo realizando,
preparándose para realizar o, en general, diferente de la que están abiertos o
predispuestos a desempeñar.
–
Están casadas (o
viven en pareja de forma más o menos estable).
–
Tienen una
cierta predisposición a la fabulación y, más que abandonarse a un tipo de
pensamiento recurrente [envolviéndose en un círculo del que se es incapaz de
salir, atendiendo a cuestiones del pasado, no resueltas (o sí, pero de modo
inadecuado), o del futuro, inexistentes (por su propia naturaleza), pero
generadoras de angustia por el carácter ineludible que, en ocasiones, se les
asigna], se entregan al tránsito de rutas no exploradas y dejan que sus
pensamientos vaguen por un curso inconexo y desconocido (de forma imaginaria,
pero habitual).
–
Manifiestan una
disposición natural (o sobrevenida) que les dificulta para encontrar el lado
alegre de la vida (cotidiana).
–
Sienten que, lo
que leen, les afecta; que cargan, para siempre, con el poso que ha dejado una
lectura y les parece que, leyendo, son moldeados en su carácter de una forma no
imaginada y, en ocasiones, determinante.
–
Sean hombres.
4
– La clave
La
primera letra de la última palabra del comentario incluido en la faja
promocional.
En
realidad, el libro trata asuntos cotidianos: la vida en pareja, las relaciones
con los hijos, la convivencia familiar, la educación, el camino al que conducen
las reflexiones interiores, los pequeños cambios que se producen de forma
imperceptible.
Pero,
si es cierto que hay alguna verdad inherente al hecho de ser madre, debe
haberla también para el hecho de ser
padre. Y Abbott se enfrenta (sin tener otra alternativa) al hecho de tener
que vivir la experiencia (y meditar sobre ella).
5
– Algunas citas
Sobre
la paternidad.
“La
paternidad es un país lejano y peculiar con unas costumbres y un idioma propio”.
Sobre
la felicidad.
“Pese a que
habitualmente no es un hombre feliz (o quizá porque habitualmente no es un
hombre feliz), Abbott reconoce la felicidad cuando la siente”.
Sobre
la asignación de papeles.
“Esta noche
se lo comentará a su mujer. Uno de ellos dirá que aquello es preocupante. El
otro, que no hay nada de lo que preocuparse. Abbott todavía no sabe cuál de los
dos será él”.
Sobre
el paso del tiempo.
“Un hombre
no sabe cuáles son sus actos postreros: la última vez que nada en el mar, la
última vez que hace el amor. Sin embargo, a los treinta y siete años, quizá en
el punto medio de su vida, la única que tiene, Abbott sabe que ha intentado dar
su última voltereta”.
Sobre
la apatía.
“A Abbott ya
no lo domina (esta noche es evidente) la apatía. Lo dominan el aburrimiento, la
rabia, la exasperación, las preocupaciones, la tristeza, el cansancio, el
calor, el miedo, la satisfacción, pero no la apatía”.
Sobre
su propia vida.
“...él
vuelve a llegar a una paradoja. Las dos proposiciones siguientes son ciertas:
(a) Si tuviera la ocasión, Abbott no cambiaría ni uno de los elementos
fundamentales de su vida, pero (b) Abbott no soporta su vida”.
6
– Corolario
Una
persona (Abbott) puede estar llena de amargura (y no ser un amargado).
Y,
también, resulta ineludible estar
abatido cuando a uno (a Abbott) le ahoga el abatimiento.
7
– Epílogo
Cómprenlo.
Léanlo. Difúndanlo.
Pero
no lo hagan porque esperen reírse. Háganlo porque es un libro fácil de leer,
pero complejo de asimilar, alejado de una forma ligera de enfrentarse al mundo
y empeñado en hurgar en las contradicciones y los sinsentidos a los que a veces
conduce la rutina. En esas miserias que todos escondemos y a las que tememos
enfrentarnos.
¿Cobras comisiones de la editorial? :)
ResponderEliminarNo, todavía.
ResponderEliminarSi lo hiciera, deberían (si fuera posible) ser negativas, atendiendo a lo que digo.
Alberto, cada vez que piense en leer un libro te mandaré el titulo para que me lo recomiendes o no, es espectacular la reseña que haces.
ResponderEliminarMuchas gracias. Como me consta que te empeñas en terminar los libros que empiezas, me afanaré por ser cuidadoso.
EliminarUn beso.
Es más que impresionante esa faceta que tienes a la hora de analizar un libro y contextualizar su contenido y anhelar una historia hilarante o feliz, o temer por un argumento de lo más nefasto que nos lleve a dejar el ejemplar en cualquier parte olvidado y cubierto de polvo, como el arpa de Becquer, aunque ésta era inolvidablemente añorada por su romántico sonido.
ResponderEliminarAgur
Y eso lo dice una persona reconocida por sus méritos demostrados en la labor reseñista.
EliminarUn lujo del que me siento honrado.
Abrazo.