domingo, 28 de octubre de 2012

“A propósito de Abbott”, de Chris Bachelder

1 – El título


Leo el título y, con esa manía tan propia, intento traducirlo (a la inversa), tratando de imaginar cuál será el original y llego al convencimiento de que consistirá en “About Abbott” y que, a partir de esa eufonía intraducible, se pone al (posible) lector en situación del asunto a tratar: tres meses (con anotaciones diarias) en la vida de Abbott, correspondientes a los de sus vacaciones en la Institución en la que es profesor y las cosas que ocurren (algunas de ellas) en su convivencia cotidiana con su mujer embarazada y su hija.

Pero no.

El libro se titula originalmente “Abbott awaits” (algo así como Abbott espera o Abbott aguarda). La impresión es que se ha tratado de evocar la película “A propósito de Schmidt”, protagonizada por Jack Nicholson, basada en la novela de Louis Begley, en la que se asiste a la vida de un jubilado (y repentinamente viudo) que descubre atónito la verdad que se escondía tras lo que él creía que era su vida.

Es verdad que ambas (la película de Alexander Payne y el libro de Chris Bachelder) comparten un tono contenido por parte del protagonista, que asiste impávido (como si estuviera invitado) al desarrollo de su propia vida.

2 – La faja promocional

Libros del Asteroide, responsable de la edición, suele utilizar con mesura las fajas promocionales; se reservan para destacar alguna información que (ellos) consideran relevante (si se trata de la segunda o tercera parte de alguna trilogía, o si el libro ha recibido algún premio). En el caso presente, la faja reproduce íntegramente el diseño y colorido de portada y contraportada (como suelen hacer), pero, como único elemento añadido, replica, en la parte anterior, un fragmento del párrafo que cierra el comentario (no acreditado) de la parte posterior, destacando en negrita, con un tipo de letra casi igual al del mismo título:

Una desternillante historia sobre las pequeñas desventuras, agobios y alegrías de los que está hecha la paternidad

Pero no.

El libro no es desternillante. No lo es, al menos, en el sentido que el diccionario otorga a esa palabra. No es cómico, no es hilarante, no causa mucha risa.

Salvo que uno tenga un retorcido sentido del humor y se ría a carcajadas asistiendo a la amargura en que Abbott se encuentra sumido.

3 – La recomendación

Desconozco la escolástica de la crítica literaria, aunque supongo que, una parte de su sentido, será transmitir, a quien la lea, la conveniencia (o no) de aventurarse con el libro reseñado. Habiendo tantos, ¿debo ponerme con éste?

Esta es mi recomendación: no lo lean, especialmente si se trata de personas que:

        Tienen hijos.

        Están ocupadas en una tarea (interpuesta) distinta de la que llevan tiempo realizando, preparándose para realizar o, en general, diferente de la que están abiertos o predispuestos a desempeñar.

        Están casadas (o viven en pareja de forma más o menos estable).

        Tienen una cierta predisposición a la fabulación y, más que abandonarse a un tipo de pensamiento recurrente [envolviéndose en un círculo del que se es incapaz de salir, atendiendo a cuestiones del pasado, no resueltas (o sí, pero de modo inadecuado), o del futuro, inexistentes (por su propia naturaleza), pero generadoras de angustia por el carácter ineludible que, en ocasiones, se les asigna], se entregan al tránsito de rutas no exploradas y dejan que sus pensamientos vaguen por un curso inconexo y desconocido (de forma imaginaria, pero habitual).

        Manifiestan una disposición natural (o sobrevenida) que les dificulta para encontrar el lado alegre de la vida (cotidiana).

        Sienten que, lo que leen, les afecta; que cargan, para siempre, con el poso que ha dejado una lectura y les parece que, leyendo, son moldeados en su carácter de una forma no imaginada y, en ocasiones, determinante.

        Sean hombres.

4 – La clave

La primera letra de la última palabra del comentario incluido en la faja promocional.

En realidad, el libro trata asuntos cotidianos: la vida en pareja, las relaciones con los hijos, la convivencia familiar, la educación, el camino al que conducen las reflexiones interiores, los pequeños cambios que se producen de forma imperceptible.

Pero, si es cierto que hay alguna verdad inherente al hecho de ser madre, debe haberla también para el hecho de ser padre. Y Abbott se enfrenta (sin tener otra alternativa) al hecho de tener que vivir la experiencia (y meditar sobre ella).

5 – Algunas citas

Sobre la paternidad.

“La paternidad es un país lejano y peculiar con unas costumbres y un idioma propio”.

Sobre la felicidad.

“Pese a que habitualmente no es un hombre feliz (o quizá porque habitualmente no es un hombre feliz), Abbott reconoce la felicidad cuando la siente”.

Sobre la asignación de papeles.

“Esta noche se lo comentará a su mujer. Uno de ellos dirá que aquello es preocupante. El otro, que no hay nada de lo que preocuparse. Abbott todavía no sabe cuál de los dos será él”.

Sobre el paso del tiempo.

“Un hombre no sabe cuáles son sus actos postreros: la última vez que nada en el mar, la última vez que hace el amor. Sin embargo, a los treinta y siete años, quizá en el punto medio de su vida, la única que tiene, Abbott sabe que ha intentado dar su última voltereta”.

Sobre la apatía.

“A Abbott ya no lo domina (esta noche es evidente) la apatía. Lo dominan el aburrimiento, la rabia, la exasperación, las preocupaciones, la tristeza, el cansancio, el calor, el miedo, la satisfacción, pero no la apatía”.

Sobre su propia vida.

“...él vuelve a llegar a una paradoja. Las dos proposiciones siguientes son ciertas: (a) Si tuviera la ocasión, Abbott no cambiaría ni uno de los elementos fundamentales de su vida, pero (b) Abbott no soporta su vida”.

6 – Corolario

Una persona (Abbott) puede estar llena de amargura (y no ser un amargado).

Y, también, resulta ineludible estar abatido cuando a uno (a Abbott) le ahoga el abatimiento.

7 – Epílogo

Cómprenlo. Léanlo. Difúndanlo.

Pero no lo hagan porque esperen reírse. Háganlo porque es un libro fácil de leer, pero complejo de asimilar, alejado de una forma ligera de enfrentarse al mundo y empeñado en hurgar en las contradicciones y los sinsentidos a los que a veces conduce la rutina. En esas miserias que todos escondemos y a las que tememos enfrentarnos.

Ahora sí que nadie se anima

6 comentarios:

  1. ¿Cobras comisiones de la editorial? :)

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  2. No, todavía.

    Si lo hiciera, deberían (si fuera posible) ser negativas, atendiendo a lo que digo.

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  3. Alberto, cada vez que piense en leer un libro te mandaré el titulo para que me lo recomiendes o no, es espectacular la reseña que haces.

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    1. Muchas gracias. Como me consta que te empeñas en terminar los libros que empiezas, me afanaré por ser cuidadoso.

      Un beso.

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  4. Es más que impresionante esa faceta que tienes a la hora de analizar un libro y contextualizar su contenido y anhelar una historia hilarante o feliz, o temer por un argumento de lo más nefasto que nos lleve a dejar el ejemplar en cualquier parte olvidado y cubierto de polvo, como el arpa de Becquer, aunque ésta era inolvidablemente añorada por su romántico sonido.
    Agur

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    1. Y eso lo dice una persona reconocida por sus méritos demostrados en la labor reseñista.

      Un lujo del que me siento honrado.

      Abrazo.

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