Ayer fue el día que sirve
para comprobar si estás preparado, o no.
Nochebuena. El día en que Uve
Palito debutó en la alocución más importante de su agenda,
programada, de actos públicos. Tras una vida preparándose, era la primera
vez que se dirigía a todos los españoles.
El momento se había hecho
esperar. Eran las nueve de la noche.
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El instante sirve también
para establecer un límite familiar entre los que quieren oírlo y los que no. No
es una cuestión que quede definida por la afinidad política; es, en todo caso,
un asunto de edad.
Tu adscripción al mundo adulto comienza cuando, cedes a la presión
de los viejos, para atender a lo que dice el monarca. Y, de repente, entre
guasap y guasap, te descubres escuchando al Gran Jefe, asintiendo
condescendiente, o negando de forma febril; mecido y amodorrado por el pase
paralelo de Xavi, o
levantando las manos al cielo, acompañadas de una mirada para confirmar la
posición de la osa polar ante el enésimo fallo de Piqué.
Y, habiendo atendido, no queda otra que acordarse de Friedrich Hebbel, quien
afirmaba que "el asunto
es el problema; la forma, la solución".
Habrá que fijarse en la forma.
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Tres
detalles me han atrapado, de un mensaje que se enlaza íntegro:
La foto de Letizia, apoyando su cabeza en el hombro de su esposo, soportando
los rigores de volar en avión privado.
La (espléndida) alfombra.
Un cambio de plano, aprovechado para
ponerse a sí mismo, y a su padre, como ejemplos. Una foto aparece en lugar
privilegiado. Predecesor y heredero se atrapan por los codos. El inusual encuadre
confiere especial protagonismo a un sofá; no puedo dejar de imaginar una
aparición en la que JC I, como si fuera otro, le
regala un épico ¡zas en toda la boca!
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Más
allá de la forma, también se notan ausencias.
Ni
una cita. Ni un pensador, literato, científico.
No
hay nadie a quien haya concedido relevancia; la suficiente, al menos, para
mostrarla de forma explícita, pese a que una parte del mensaje parecía
inspirada por Paulo Coelho (“fracturas emocionales, desafectos o
rechazos”).
Pero
se cita a sí mismo, dos veces: en la ceremonia de entrega de los premios
Príncipe y en su discurso de Proclamación.
Empieza
pronto a caer en ese latiguillo, tan molesto como español, “como yo digo”, que me desquicia cada vez que hago una cola.
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Atender
a la forma no implica desatender al fondo.
George Horace Lorimer avisaba a su hijo Pierrepont al respecto, en la decimotercera carta que le enviaba:
“Las
apariencias engañan, lo sé, pero ya que es así, no tiene nada de malo procurar
que engañen a favor y no en contra nuestra”.
“En
este mundo no basta con que te vayan bien las cosas, también debe parecerlo,
porque dos partes del éxito consisten en hacer que el resto de la gente crea
que las cosas te van bien”.
“Uno
no siempre puede hacer lo que le apetece, pues cuanto más alto asciende más se
fijan en él los demás”.
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Yo,
que quieren que les diga, me he fijado en Felipe.
Y sigo sin saber cómo ha podido aguantar, en esa misma postura (contando
repeticiones y tomas falsas), sin que se le haya cortado la circulación de la
sangre en la pierna izquierda.
Realmente
meritorio.
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Aun
así, el fondo cobra importancia. Dos momentos marcan el tono de las
aspiraciones del monarca (para él y para su pueblo).
(7:19) "...lo
que hace de España una nación con una fuerza única, es la suma de nuestras
diferencias, que debemos comprender y respetar y que siempre nos deben acercar
y nunca distanciar. Porque todo lo que hemos alcanzado juntos nace de la fuerza
de la unión. Y la fuerza de esa unidad es la que nos permitirá llegar más lejos
y mejor en un mundo que no acepta ni la debilidad ni la
división de las sociedades, y que camina hacia una mayor integración".
(10:27) "Somos,
además, una nación respetada y apreciada en el mundo y con una profunda vocación
universal, imprescindible para promover
nuestra cultura y defender nuestros intereses en un mundo global. Hoy, más
que nunca, somos parte fundamental de un proyecto europeo que nos hace más
fuertes, más competitivos y más protagonistas de un futuro de
integración".
Asunción
de la injusticia de un mundo que no acepta a los débiles.
Promoción,
frente a un intento de hacer que las cosas cambien.
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Es
el final (y llegamos al principio). El vídeo se inicia con una entradilla en la
que aparece la enseña nacional, ondeando al viento y un castillo. No son
imágenes reales; es una infografía. Una mala
infografía. Una pésima infografía.
¿Un diseño de Froilán, o un amiguito
del pequeño Nicolás?
La
mejor forma de prepararnos para el montaje.
bueno es el primero asi que ya ira preparanso estilo. tienes razón en ausencia de citas pero creo que es un acierto de la casa real ya que si cita a alguién le iban achacar ideologias, ausencias etc etc mejor no decir a nadie en esta primera ocasión y dejar las citas para otras ocasiones cuando no le vea ni al Familia.
ResponderEliminarLo de las fotos si era horteroide
No me molestó tanto la ausencia de citas (ajenas) como la repetición (citándose a sí mismo).
EliminarY, aunque no lo haya comentado, me incomodó el tuteo.
Para las citas ajenas (y evitar las suspicacias) no hay nada como acudir a muertos y/o extranjeros.
Grandioso post. Estoy también con lo que dice Bernardo (incluido el habitual horterismo fotogénico). Abrazo.
ResponderEliminarGracias.
EliminarVuelvo a ver el sofá y no dejo de imaginarme a Sheldon Cooper asustando a Leonard.
Un abrazo.