miércoles, 25 de febrero de 2015

Candy Crush Capo

Ayer era el día en que se iniciaba el debate del Estado de la nación, esa función en dos (tres) actos en la que los miembros del Congreso de los Diputados se vuelven sobre sí mismos, más si cabe, enclaustrándose en su intento de tomar el pulso a los asuntos que les preocupan y hablar sobre ellos.

Quizá sea el selfie colectivo más deprimente que puede generar la política.


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Las circunstancias señalaban que éste sería un debate diferente; se esperaba ver a Pdro Snchz y Alberto Garzón (en sus primeras intervenciones en situación similar) y escuchar a Pablo Iglesias y Albert Rivera (como alternativas emergentes, pero sin voz propia por su falta de representación electa) ante un Rajoy, veterano en estas lides (como presidente del Gobierno y, con anterioridad, como parte de la oposición).

Pero, en una muestra de la situación nacional, la verdadera protagonista del evento fue Celia Villalobos.

Durante un momento, tuvo que asumir temporalmente las funciones de presidencia de la cámara. Quizá Jesús Posada anduviera con cistitis, o quizá no recordara que los precios de los gin-tonics habían subido, asuntillos perdonables a sus casi 70 años.

Por el contrario, la actitud de la malagueña fue imperdonable.

En ese instante en que debió colocarse por encima de su presidente, se puso a jugar al Candy Crush.
Y fue pillada.
Por Antonio Maestre, de La Marea.



Me resulta tan indignante, que me quedo sin argumentos para analizar este momento dantesco y dejo que sea Dani Mateo (colaborador de El Intermedio) quien desgrane los detalles.



Dedicarse a jugar (por lo que parece, sin demasiada pericia, usando el dedo en modo buitre) no le impedía cumplir con su obligación; resulta entendible que mientras su superior orgánico habla de cosas a las que ella debe asentir, pueda relajarse un instante. Pero, cuando fue necesario, al subir Joan Coscubiela al estrado de oradores, mostró un nivel adecuado de concentración, atenta a los descalificativos que el interfecto pudiera emplear, agudizando sus orejas de lobo. Su rápida intervención evitó que Coscubiela pasara de denominar a Rajoy como capo (lo que hizo), a demonizarlo y proponer que fuera capado (quedó en conato).

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Las reacciones no se hicieron esperar. La noticia corrió pronto y, olvidando las propuestas políticas (si es que las hubo) se desató una fuerte indignación hacia el hecho de que Villalobos se pusiera a jugar al Candy, un engendro que todos sabemos que es maligno, como bien nos recuerdan Glove and Boots.



Jo.
Ya he enumerado todos los tópicos del día.
Me siento completamente infeliz.
Porque he vuelto a comprobar que no me gustan los tópicos.

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¿Debo criticar a Celia por jugar al Candy, cuando todo el mundo lo hace?
Esté donde esté, hay gente jugando al Candy (o a sus sustitutos).
¿No se supone que criticamos a los políticos, y les consideramos como parte de una casta, porque se encuentran alejados del pueblo, encerrados en un mundo de cristal que no es en el que vivimos los demás?

Pues mostrar una debilidad humana (ampliamente extendida), tampoco debería ser para tanto.

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Efecto boomerang: Antonio Maestre es periodista.
¿No debería formar parte de sus obligaciones conocer el protocolo para grabar un vídeo con el móvil?

No hay problema. Glove and Boots se lo recuerdan.



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A todo esto, por pura curiosidad malsana, ¿de qué cojones se habló en el Congreso?


6 comentarios:

  1. Lo de la Villalobos es de escándalo, aunque para lo que hay que oir.

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    1. Nunca entendí por qué se llama parlamento a un sitio donde, mientras uno lee lo que trae escrito, el resto pasa de escucharle y se dedica a perder el tiempo.
      ¿No sería mejor que hicieran un grupo de guasap?

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  2. Pues voy a discrepar creo que Villalobos refleja la Sociedad Española nos dedicamos a mandar solicitudes de amistad para jugar de gratis importandonos nada la politica , la politicos y los demás . La señora piensa para que voy a atender si hay disciplina de voto mejor juego a lo mio que el tiempo corre .

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    1. Fíjate: yo he estado en reuniones (y todos se miraban el aparato), he estado en charlas (y más de lo mismo), he estado en cursos (y no necesitas que te lo diga, ¿verdad?).
      Creo incluso que una vez, en la consulta del proctólogo, el pavo estaba dándole al Crush. Ahí lo dejo.

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  3. Creo que voy a aprender a jugar a ese juego, aparentemente tan divertido, para mis ratos de ocio en la oficina ¿cómo lo ves?

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