Ayer
era el día en que se iniciaba el debate del Estado de la nación, esa función en
dos (tres) actos en la que los miembros del Congreso de los Diputados se vuelven sobre
sí mismos, más si cabe, enclaustrándose en su intento de tomar el pulso a los
asuntos que les preocupan y hablar sobre ellos.
Quizá
sea el selfie colectivo más
deprimente que puede generar la política.
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Las
circunstancias señalaban que éste sería un debate diferente; se esperaba ver a Pdro Snchz y Alberto Garzón (en sus primeras intervenciones en situación similar) y escuchar a Pablo Iglesias y Albert Rivera (como alternativas emergentes, pero sin voz propia
por su falta de representación electa) ante un Rajoy, veterano en estas lides (como presidente del Gobierno y, con
anterioridad, como parte de la oposición).
Pero,
en una muestra de la situación nacional, la verdadera protagonista del evento
fue Celia Villalobos.
Durante
un momento, tuvo que asumir temporalmente las funciones de presidencia de la
cámara. Quizá Jesús Posada anduviera
con cistitis, o quizá no recordara que los
precios de los gin-tonics habían subido, asuntillos perdonables a sus casi
70 años.
Por
el contrario, la actitud de la malagueña fue imperdonable.
En
ese instante en que debió colocarse por encima de su presidente, se puso a
jugar al Candy Crush.
Y fue pillada.
Por Antonio Maestre, de La Marea.
Y fue pillada.
Por Antonio Maestre, de La Marea.
Me
resulta tan indignante, que me quedo sin argumentos para analizar este momento
dantesco y dejo que sea Dani Mateo
(colaborador de El Intermedio) quien desgrane los detalles.
Dedicarse
a jugar (por lo que parece, sin demasiada pericia, usando el dedo en modo
buitre) no le impedía cumplir con su obligación; resulta entendible que
mientras su superior orgánico habla de cosas a las que ella debe asentir, pueda
relajarse un instante. Pero, cuando fue necesario, al subir Joan
Coscubiela al estrado de oradores, mostró un nivel adecuado de concentración, atenta
a los descalificativos que el interfecto pudiera emplear, agudizando sus orejas
de lobo. Su rápida intervención evitó que Coscubiela pasara de denominar a
Rajoy como capo (lo que hizo), a demonizarlo y proponer que fuera capado (quedó en conato).
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Las
reacciones no se hicieron esperar. La noticia corrió pronto y, olvidando las
propuestas políticas (si es que las hubo) se desató una fuerte indignación hacia
el hecho de que Villalobos se pusiera a jugar al Candy, un engendro que todos sabemos que es maligno,
como bien nos recuerdan Glove and Boots.
Jo.
Ya
he enumerado todos los tópicos del día.
Me
siento completamente infeliz.
Porque
he vuelto a comprobar que no me gustan los tópicos.
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¿Debo
criticar a Celia por jugar al Candy, cuando todo el mundo lo hace?
Esté
donde esté, hay gente jugando al Candy (o a sus sustitutos).
¿No
se supone que criticamos a los políticos, y les consideramos
como parte de una casta, porque se encuentran alejados del pueblo,
encerrados en un mundo de cristal que no es en el que vivimos los demás?
Pues
mostrar una debilidad humana (ampliamente extendida), tampoco debería ser para
tanto.
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Efecto
boomerang: Antonio Maestre es
periodista.
¿No
debería formar parte de sus obligaciones conocer el protocolo para
grabar un vídeo con el móvil?
No
hay problema. Glove and Boots se lo recuerdan.
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A
todo esto, por pura curiosidad malsana, ¿de qué cojones se habló en el
Congreso?
Lo de la Villalobos es de escándalo, aunque para lo que hay que oir.
ResponderEliminarNunca entendí por qué se llama parlamento a un sitio donde, mientras uno lee lo que trae escrito, el resto pasa de escucharle y se dedica a perder el tiempo.
Eliminar¿No sería mejor que hicieran un grupo de guasap?
Pues voy a discrepar creo que Villalobos refleja la Sociedad Española nos dedicamos a mandar solicitudes de amistad para jugar de gratis importandonos nada la politica , la politicos y los demás . La señora piensa para que voy a atender si hay disciplina de voto mejor juego a lo mio que el tiempo corre .
ResponderEliminarFíjate: yo he estado en reuniones (y todos se miraban el aparato), he estado en charlas (y más de lo mismo), he estado en cursos (y no necesitas que te lo diga, ¿verdad?).
EliminarCreo incluso que una vez, en la consulta del proctólogo, el pavo estaba dándole al Crush. Ahí lo dejo.
Creo que voy a aprender a jugar a ese juego, aparentemente tan divertido, para mis ratos de ocio en la oficina ¿cómo lo ves?
ResponderEliminar¡DELICIOUS!
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