Foto: jef safi (writing) |
La mayoría de libros que tratan sobre la creatividad intentan derribar un mito comúnmente aceptado en un esfuerzo que, por repetido, comienza a ser cansino. El mito es que la creatividad se produce en momentos de alta inspiración —místicos, mágicos o milagrosos, depende del seguidor del mito—. La explicación recurrente es que la creatividad se consigue con trabajo. Estamos de acuerdo y no insistiremos más.
Para todos, existen tareas que debemos acometer y que, por su naturaleza, podemos describirlas formando parte de dos grupos: rutinarias y creativas. Veamos la definición de rutina:
ü Costumbre de actuar de una determinada manera sin necesidad de reflexionar o decidir.
ü Conjunto de hábitos y prejuicios que se oponen a la novedad y al progreso.
ü (Informática) Secuencia de instrucciones que pueden ser ejecutadas desde cualquier punto de un progama.
Como siempre, las definiciones están sacadas del “Diccionario del
español actual” de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos.
Me quedaré con la primera y la tercera, para desmontar la segunda (no todos los hábitos se oponen a la novedad y al progreso).
Hay determinadas actividades que, atendiendo a su frecuencia y reiteración, deben ser consideradas como rutinarias. Son imprescindibles para nuestro desempeño cotidiano, pero pueden ser desarrolladas diariamente sin que despleguemos nuestra creatividad en su realización. Para ese tipo de tareas resulta conveniente establecer rutinas que garanticen su cumplimiento y automaticen el nivel de procesamiento requerido. Pondré algún ejemplo:
Foto: gfpeck |
Ducha diaria. Existen una serie de tareas, anteriores y posteriores a la propia ducha, que se integran en un bloque único.
- Antes
ü ropa post-ducha
ü albornoz y zapatillas
ü alfombrilla
- Ducha
- Después
ü Recoger alfombrilla
ü Recoger ropa sucia
ü Recoger albornoz y zapatillas
Con mis hijos hemos preparados el siguiente programa:
- En su habitación preparan la ropa que se van a poner al salir de la ducha. Preparan el albornoz y las zapatillas. Colocan la alfombrilla.
- Se duchan.
- Se ponen el albornoz y las zapatillas, recogen la alfombrilla, recogen la ropa sucia y la dejan en el cajón de la ropa sucia, se visten y recogen el albornoz y las zapatillas.
Empieza con los preparativos y termina dejando todas las cosas recogidas. Nos ha costado tiempo, pero, a fuerza de repetirlo, han interiorizado un procedimiento secuencial (incluye varias tareas, que se realizan en un orden predeterminado). Cada tarea se encadena con la anterior y la posterior, en el orden correcto, estableciendo un bloque unitario. Todo el proceso se corresponde con un itinerario en el que se establece el orden y el lugar en que cada tarea se ubica. La secuencia completa se realiza de forma automatizada. Si la programación se ha realizado de forma adecuada, mis hijos la repetirán toda su vida, sin que tengan que perder el tiempo haciéndola de forma fragmentada o incompleta.
Salir de casa. Hay toda una serie de objetos que tengo que llevar conmigo a la hora de salir a la calle:
ü Gafas
ü Reloj
ü Billetero
ü Móvil
ü Llaves
ü Pañuelo
ü Llaves del coche
ü Agenda
ü Gafas de sol [si es verano]
ü Cartera
ü Mochila [para el resto de cosas; siempre está preparada]
Antes de salir de casa, me palpo. En un mismo orden, hago siempre el mismo procedimiento de comprobación, tocando con mis manos:
ü Delante (pantalón) — derecha: billetero / izquierda: móvil
ü Detrás (pantalón) — derecha: llaves / izquierda: pañuelo
ü Medio (americana) — derecha: llaves del coche / izquierda: agenda
ü Arriba (americana) — derecha: gafas de sol / izquierda: cartera
Son cuatro pasos que realizo de forma secuencial, simultáneamente con ambas manos, en los que toco: bolsillos pantalón, culo, bolsillos laterales americana, bolsillos interiores americana. Lo normal es que todo esté en su sitio. Si algo faltara, lo buscaría en su lugar. Si todo está correcto, cojo la mochila y salgo a la calle. A veces, antes de cerrar la puerta, dudo de si lo llevo todo y me vuelvo a palpar. Si, estando en la calle, mi instinto me avisa de que algo falla, repito el procedimiento y me palpo. Si, por la razón que fuera, estoy un poco nervioso o preocupado por algo, realizo el procedimiento como si fuera un tic y, hacerlo así, me tranquiliza y me permite concentrarme en otras cosas. En ocasiones, visto por otros, parece que me estoy persignando, pero mis lectores ya saben ahora que no.
He visto en la calle a más gente palpándose y normalmente intuyo por qué lo hacen. Ya sé que no soy el único. Básicamente he desarrollado este procedimiento para no perder el tiempo a la hora de salir a la calle y poder concentrarme en otras actividades, no rutinarias, que requieren mi atención.
Así que, según la tercera acepción de la definición, he desarrollado una “secuencia de instrucciones que pueden ser ejecutadas” para, tal como afirma la primera acepción, “actuar de una determinada manera sin necesidad de reflexionar o decidir” (quod erat demonstrandum).
He dejado la creatividad [que defino como “la capacidad de generar respuestas novedosas que aporten valor”] para otro tipo de contextos en los cuáles, encontrar formas diferentes de afrontar una situación, resulta pertinente. Pero no me considero más creativo por, pongamos por caso, encontrar 324 sitios diferentes en casa para dejar las gafas y no encontrarlas nunca.
Y finalmente, para desmontar la segunda acepción: cuando las costumbres son beneficiosas para nosotros, cuando nos ayudan a realizar adecuadamente nuestro desempeño, entonces son hábitos. Si nos dificultan el cumplimiento de nuestras obligaciones, entonces son manías. A veces, para determinadas tareas repetitivas que no aumentan su valor por realizarlas de forma nueva cada vez, desarrollar rutinas formadas por tareas encadenadas, es un hábito recomendable.
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Buenos días Alberto, si llevamos al caso de la practica diaria de trasformar las costumbres en hábitos, cabe dar otra interpretación que exige un poco mas.
ResponderEliminarEl habito creo que forma parte decotidianizar las costumbres, si embargo cuando lo no cotidiano se habitúa, se convierte en virtud. Esta exigencia es la que ha de enfrentar a los individuos a sobrevivir eficazmente día a día. La virtud nace del sacrificio.
Saludos cordiales
¿No influyen los genes en esto de la creatividad?
ResponderEliminarHay quienes nacen siendo creativos, y a nada que tienen oportunidad van despuntando. Estos afortunados lo tienen más fácil, porque luego sólo tienen que limarlo y perfeccionarlo. Aunque hay carreras, en las que te enseñan a ser creativo, luego puede aprenderse después, menos mal.
Besos.
A veces la creatividad no es más que el razonamiento común de una persona con una forma de pensamiento poco común, con una configuración cerebral diferente, que necesita buscar rutas alternativas para hacerse entender o para aprender a adaptarse a la sociedad en la que se desenvuelve. Y sus creaciones pueden deslumbrar en determinados momentos, pero para esa persona es imprescindible tratar de comprender qué es lo que nos está queriendo transmitir ("me importa esto" "no me entiendo a mí mismo" "te quiero" "mi alma necesita paz" "me siento bien") por encima de la valoración de sus obras, porque esos mensajes no nos los sabe transmitir de otra manera.
ResponderEliminarTrazos