Así, en principio, la idea resultaba atractiva: un libro que animaba a pensar de forma diferente, que fomentaba la creatividad y que planteaba fórmulas para ayudar a realizar esos cambios.
En realidad, el libro es un compendio de ideas (algunas de ellas fusiladas sin piedad), sin una estructura demasiado clara y que en su derrota va notablemente perdiendo interés.
En ocasiones, el pastiche muestra una profunda confusión conceptual y su propósito coctelera encolerizó por momentos al que suscribe.
En el capítulo 10 [Tú, yo, nosotros: relaciones], dedicado en exclusiva a las relaciones de pareja, deja una frase que me tiene confuso porque aún no he conseguido comprender:
"Está claro que las culturas más antiguas son sensibles a los ritmos y ciclos de varias formas y defienden, por ejemplo, que una pareja no debería hacer el amor durante los días del período de la mujer. Ésta es una admisión de que su diferencia esencial debería ser respetada, a pesar de que en el mundo occidental existe una tendencia a anular esos ciclos naturales. Quizá sea una manifestación de la creencia reinante del consumismo, según la cual todo debería estar disponible en cualquier momento".
En ese momento decidí dejar el libro y replanteármelo.
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