Bryson se pone a ello y lo hace de una forma realmente entretenida, mostrando sus vastos conocimientos, en temas verdaderamente singulares, y convirtiendo el relato en una colección de anécdotas y datos, carentes de un enfoque enciclopédico, que, todo sumado, convierte a la lectura de la obra en una experiencia sumamente atrayente.
Dos deficiencias en sus postulados lastran la obra para lectores vía traducción —a pesar del notable trabajo de Isabel Murillo en la edición española—:
ü La historia de la vida privada —de lo que ocurre en casa— se circunscribe al Reino Unido y sus antiguas colonias [notablemente Estados Unidos], como si otras culturas no hubieran aportado nada en ese terreno [sólo se incluyen pequeñísimas pinceladas de Francia].
ü El interés por la evolución etimológica de determinados términos en inglés, resulta superfluo para un lector español.
En definitiva: una forma entretenida de pasar un buen rato con la única pretensión de asistir al relato de acontecimientos interesantes de la historia, pero que, por su estructura singular, le deja a uno sin ningún poso.
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