martes, 20 de septiembre de 2011

Las normas

Hablamos de un conjunto de reglas, de diferente origen y condición que las personas nos otorgamos para facilitar la convivencia. Es importante recordarlo: a partir de aquí todo el artículo se apoyará en ese principio. Si no estas de acuerdo, te invito a que no prosigas en su lectura. Si crees que las normas están hechas con el único propósito de fastidiar a la gente y coartar su libertad, mejor déjalo ya. Nada de lo que leas a continuación te servirá más que para enfadarte contigo mismo, cabrearte conmigo y hacerle la vida imposible a los demás. Yo no quiero cargar con esa responsabilidad: busca otra cosa más interesante para ti que puedas hacer en los próximos minutos.

Así que, estamos de acuerdo, las normas facilitan la convivencia. Somos muchos y de alguna forma tenemos que organizarnos. Y eso hacen las normas: establecen criterios de comportamientos que son válidos para el conjunto, independientemente de que, a nivel individual, en ocasiones nos resulten agobiantes.


No podemos participar en la elaboración de todas las normas. Algunas nos vienen impuestas, bien por tradición o por su carácter legislativo. No hay que olvidar que las leyes son normas legales, conforman el ordenamiento jurídico. No me preguntéis por su estructuración, no he estudiado Derecho. Sé, porque es mi obligación, que hay unas leyes que debo cumplir y eso hace que sean para mí normas.

Se me ocurren tres posibilidades a la hora de clasificar las normas:

  1. Normas jurídicas. Se aplican al conjunto de ciudadanos. Las hay nacionales, territoriales o locales. Son de obligado conocimiento y cumplimiento. Las personas carecemos de la posibilidad de intervenir directamente en su elaboración, modificación o derogación.

  1. Normas de grupo. Los grupos, de tamaño más reducido, establecen sus propias normas. Comunidades de vecinos, asociaciones de caza y pesca, clubes deportivos, familias, pandillas de amigos, empresas, sindicatos, partidos políticos. Todos estos grupos —y los que vuestra imaginación libremente encuentre— se dotan a sí mismos de unas normas que, todos sus integrantes, deben cumplir. La capacidad de cada organización para sensibilizarse ante la necesidad de adaptar de forma continua sus propias normas a las necesidades de sus integrantes, determinará gran parte del éxito colectivo. En grupos de estas dimensiones, todos sus integrantes deben tener la posibilidad de intervenir en las normas que se han autoimpuesto.

  1. Normas personales. Cada uno de nosotros se comporta según criterios establecidos. Para algunos, la excesiva presencia de normas ajenas le sume en un profundo pesar y, en su ámbito íntimo, se dejan llevar por la ausencia de obligaciones, de normas, y hacen, en cada momento, lo que mejor les parece. Para otros, las normas externas son ajenas y, quien participa en su elaboración, desconocedor de su identidad personal; requieren ajustarse a una disciplina que, dictada por ellos mismos, les ayuda a soportar la dificultad continua de la convivencia.

Tener normas, es normal; no tenerlas, es antisocial.


Una norma es un semáforo. Nos indica qué podemos hacer y qué no.

Foto: mondopinguino
Muchos actúan como si las normas fueran para los demás. Cruzan por donde les apetece, con el semáforo en rojo. Hacen frenar a los conductores. Replican a voces si el conductor toca el claxon.

Si son ellos los que conducen, increpan a los que cruzan por lugar y momento inadecuados.

Nunca incumplen las normas, porque en su tortuoso pensamiento, las normas no están hechas para ellos, lo están para los demás.

8 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo y me parece excelente esta entrada. Gracias por recordar que las normas son para cumplirías, empezando por los que las hacen que muchas veces son ellos los primeros en no cumplirías.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Estoy de acuerdo. Es bueno saber que hay normas y es bueno reconocer cuando se incumplen.
    No conozco a nadie que cumpla todas las normas. Conozco a muchos que disculpan sus incumplimientos (la excepcion hace la norma) pero en realidad viven en una continua excepción.
    Cuando se les sanciona por el incumplimiento, toooooooodos los que les rodeamos tenemos que aguantar una y otra vez la injusticia que se ha producido porque en ese momento era una excepción... (doble sufrimiento. ¿hay alguna norma que diga que el que se aguanta con lo que le cae tiene además que soportar las excepciones de los demás?

    ResponderEliminar
  3. "Tengo por norma" leerte y seguirte pero llevo unos días que me cuesta mucho organizarme y no logro encontrar un orden en mi día, además,después de comer, que es cuando me siento al ordenador,me quedo frita. Estoy de acuerdo con tu post. Besos.

    ResponderEliminar
  4. Alberto...nos dices al principio que no sigamos leyendo los que tenemos pegas para ciertas normas, que tal vez algunos vayamos a cabrearnos, etc...lo dices para que nos piquemos y sigamos leyendo! :)

    En general estoy de acuerdo con las normas para la convivencia en grupo y en las normas personales porque facilitan la vida. Estoy de acuerdo siempre que seamos todos capaces de tener en cuenta la situación "del otro" y que exista siempre una sensibilidad y comprensión de culturas.
    En cuanto a las instituciones y sus normas: Pues depende, porque estoy cansada de toparme con los muros de normas que muchas veces no son ni lógicos, no se han modificado según los cambios en nuestra sociedad,a veces son injustas, carecen de sentido común y hacen perder el tiempo y la paciencia.
    Así que de acuerdo con las normas pero si encuentro una situación mía o de otra persona donde intentan imponer algo que estimo incongruente,cuestionaré todo lo que se refiere a esta norma y si no me convenzan...no obedeceré.
    Saludos,
    Nina

    ResponderEliminar
  5. precisamente siempre me cabreó la gente que se salta las normas y se cabrea cuando la reprenden por ello; pero se olvida de ello, cuando los demás son los que se saltan las normas y se cabrea porque lo hacen.

    ResponderEliminar
  6. Como siempre, agradezco a todos vuestras enriquecedoras aportaciones: estáis demostrando ser muy activos, lo que supone un reto y un estímulo para mí.
    Contestando por partes:

    Chus: las normas se hacen para ser cumplidas. El que participa en su elaboración debería ser el más comprometido en cumplirlas, pero ambos sabemos que el mundo está escandalosamente lleno de los que se quedan en "debería".

    Anónimo: Dice el dicho que "hecha la ley, hecha la trampa", pero eso no significa buscar activamente la forma de sortear las normas. Y, en efecto, es una carga doblemente insoportable para los cumplidores atender a las (injustificadas) quejas de los incumplidores pertinaces.

    Momentos: Gracias madrina por esforzarte en seguir tutelándome. Muchos besos también para ti.

    Nina (infatigable y activa seguidora): ¡No le cuentes a nadie, por favor, los secretos de mis recursos ;D - Las normas deberían estar al servicio de las personas, no al revés. Sé que cuando eres tú la que fija las normas, eso pretendes. Tengo claro que a mí también me ocurre. Pero, aquí y ahora, defiendo que, frente a las normas injustas, me declaro RESIGNADO, más que indignado.

    Marta: No te cabrées. Piensa que tu, al cumplir las normas, demuestras ser persona y, los que se las saltan a la torera, demuestran ser gente.

    Cito una referencia que alguien muy influeyente para mí, me envió por otro conducto: "Las normas nos garantizan la libertad"

    Gracias a todos. Con seguidores así, este blog es un verdadero placer.

    Alberto Secades

    ResponderEliminar
  7. Como tú dices Alberto hay normas y normas. La clasificación que has hecho me parece interesante pero yo añadiría otra que distinguiera entre las esenciales, las muy importantes y las menos importantes que se pueden ignorar un día en favor de un bien superior. No es lo mismo dejar de ir al trabajo que dejar de lavarse los dientes o comer un día la fruta con la mano. un saludo.

    ResponderEliminar
  8. Javier Pablo:

    Las normas están al servicio de las personas. Éste es un punto capital que, todos, debemos entender. Somos nosotros los que podemos y debemos entender la importancia de las normas y hacer que ellas se sometan a nosotros, no al revés. Pero, en ocasiones, quien habla de "nosotros" está pensando en "yo".

    Finalmente: comer la fruta con la mano (comer una manzana a mordiscos, sin pelar) es una costumbre que se está perdiendo. Y así nos va.

    Gracias por tu aportación

    Alberto Secades

    ResponderEliminar

Tu comentario será bien recibido. Gracias

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...