Cada
vez resulta más complejo.
Los
que antes se sentían intocables, se van sintiendo, hoy, de forma creciente
(lenta, pero inexorable), encerrados en un asedio que parece que terminará con
sus privilegios.
![]() |
"Ni de coña me quitarás el sitio, yendo de blanco" Foto: Pedro Vezini |
La
decadencia nos rodea.
*****
No
es sólo que JC I nos haya salido rana; es que además se está poniendo cebón.
![]() |
"Crooooaaah!!! Un real alivio" Foto: emilyr7985 |
Y
hemos descubierto que, más que crecer los enanos, se trataba de tres impostores
que, aprovechando la lluvia (y un poncho impermeable), se agachaban para hacer
de las suyas.
![]() |
"Alivio en cuclillas" Foto: Vermario |
*****
![]() |
"Un poco invisible, pero, sin duda, rosa" Foto: sara biljana |
Ni
siquiera las hadas son ya como acostumbraban; han perdido su color rosáceo
característico y han mutado, definitivamente, en verde.
*****
Un
anuncio que emiten en TV nos lo deja claro.
Es
el prototipo de heroína ideal de la nueva
fantasía. Con un conjuro, ha convocado una colosal energía centrípeta que,
como en un vórtice invertido, converge en su persona, para satisfacer sus
necesidades más elementales.
Antes
de empezar: reconozcamos el territorio.
Nuestra
protagonista viste camiseta en tono neutro y chaqueta de color lavanda, sin
abrochar, mientras (amorosamente) pasa el rodillo por la masa que acaba de
elaborar (aunque la cocina se mantenga impoluta). A su lado, un ser
protopsicótico, embutido en su disfraz de aprendiz del maligno (nótense los
cuernos), emplea su supervelocidad en batir con brío el chocolate (y supone el
primer escalón en su irrefrenable caída al onanismo). En segundo plano, la que suponemos la abuela,
ataviada con pantalón beige y chaqueta de color vainilla, es relegada a labores
de limpieza, castigada a mirar por la ventana y comprobar como la hiedra va
envolviendo el árbol que tiene enfrente.
La
música que envuelve el spot recuerda
la BSO de Superman. Todos sabemos que el verdadero superhéroe es de
naturaleza tímida y, por eso, la verdadera protagonista de esta odisea
doméstica no se muestra abiertamente.
El
niño se mancha. Era fácil preverlo, atendiendo a sus poderes y a la velocidad
extraordinaria que imprime a su movimiento batidor. Se vierte el chocolate por
encima de su skijama con añadidos y exclama (como haría cualquier crío de su
edad en una situación semejante):
— ¡Ooooh! ¡Chocolate! ¡El enemigo de los disfraces!
En
una sencilla frase hemos descubierto varias cosas en el niño:
1
– Siempre habla entre exclamaciones.
2
– Está disfrazado. No puede ser, por tanto, su verdadero atuendo (ganado por
sus méritos). El tono épico debe corresponder a otro de los personajes (en
seguida descubriremos a quién).
3
– Tiene una socialización deficiente. Ese tipo de comentarios no son
bienvenidos en los patios, ni en las calles. Con seguridad, estará abocado a
una adolescencia en la que su habitación será su hábitat natural. Allí podrá perfeccionar el gesto de inclinar la
cabeza (en actitud humillada) cuando su archienemiga descubra fallos en su
comportamiento (protagonizados, como se apuntaba aquí, premonitoriamente, por
el chocolate y las manchas).
La
madre (que en realidad no lo es; ha sido suplantada por una bruja del averno)
no puede reprimir su gesto habitual. La abuela, confinada al castigo esquinero,
azuza el gesto y trata de no perder ripio en la tensa batalla que parece va a
producirse. Él pide ayuda. Ella (la abuela) interviene presta.
Trata
de mostrarle al niño el elixir que le permitirá romper el encantamiento y
evitar un futuro solitario y adiposo: un chupito de orujo verde. Su mirada se
fija en el pequeño, mientras los músculos de su cuello anuncian que, o se
relaja pronto, o sufrirá un aneurisma.
La
de la cola de caballo se ha desbocado definitivamente. Ya no puede resistirlo
más. Deja con la palabra en la boca a la anciana que se precipitó a hablar y se
arroja, como un rayo, sobre un armarito que tiene a su espalda, en columna,
encima del horno y el microondas (el típico sitio para cosas de primera
necesidad; las que hay que tener siempre a mano).
Allí,
en ese lugar que está claramente vacío,
por encima de su cabeza, sin el mínimo esfuerzo (vuelve a mostrar su poderío)
saca, con la zurda, en un movimiento continuo, un envase de ¿5 Kg? de lo que
ella denomina “su arma” (la otra, la
que lleva pilas y se mueve mucho, la deja para su habitación, para cuando pueda
estar sola y provocarse un alivio más profundo). Mientras tanto, enmarca en un
simple movimiento de cejas su capacidad para resolverlo todo, al instante.
Flip.
Flap.
Ahora
se han teletransportado, han hecho que la anciana planche la ropa y la deje
apiladita encima de la lavadora, pero la han facturado a ver la TV y, juntos,
disfrutan del problema resuelto.
Así, con casi todo resuelto, cuando la dejemos en
la intimidad de su habitación, podrá afirmar, al terminar la jornada,
completamente que, ahora sí que da gusto.
Ahora sabemos que los niños del Brasil no fueron asesinados por el Mossad.... acabaron en alguna agencia de publicidad patria. ¿Será, además, la abuela, Baby Jean?
ResponderEliminarMe has recordado el confinamiento obsesivo y el encierro atormentado de las hermanas Hudson (Joan Crawford y Bette Davis) en esa inolvidable película. http://www.youtube.com/watch?v=t3vwExt_AnA
EliminarLa abuela es una sufridora de la perfidia de su hija, que se pasará la adolescencia buscando rastros en la habitación de Norman, hasta que éste le asesine. http://www.youtube.com/watch?v=Er1xc8cu8is
Y todo, en un anuncio de nada.