lunes, 7 de enero de 2013

Yo rebajo, ¿tú rebajas?


Hoy he salido a dar mi paseo matinal, tratando de quitarme la pereza del ritmo anormal de la Navidad, buscando recuperar, poco a poco, la tranquilidad de la rutina establecida, destilada con el paso de los años y la sabiduría que el tiempo termina otorgando, en ese balance en el que, por mucho que quieras pensar cuáles son las ventajas que puedes llegar a obtener, terminas siempre perdiendo.

Hoy, un día anormal, por la coincidencia del día de Reyes con domingo y, con una normativa que, sin adaptarse a las necesidades reales actuales —obsoleta y anquilosada como se encuentra—, otorga prevalencia a cómputos artificiosos, en lugar de pautarse y acomodarse a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades, sean éstas las que quiera que lleguen a ser. Así que, hoy, 7 de enero de 2013, es festivo (pero no), laborable (según para quién), de frenética actividad callejera, de cambio y cambalache, de trueque y devolución, con el ambiente bullicioso y jaranero que debería reservarse para las revoluciones.

Hoy, es festivo, pero algunos comercios abren.

Hoy se inician las rebajas, aunque ya lleven en marcha desde hace tiempo.

Hoy se notan más que nunca las líneas que los corsés, cuando son demasiado apretados, dejan dibujadas, como marcas lacerantes, en unos cuerpos que exceden los límites sobre los que deberían estar situados.

Hoy, más que nunca, siento que, en el concepto de rebajas, se encuentran las claves de nuestro sistema social, aberrante e insolidario.

Hoy, especialmente hoy, las rebajas no son más que un reflejo.

"Rebajas ¿o reflejas?" Foto: sergis blog

Paseo, arrastrado por una inquieta teckel que tira de mí, y lo hago por el eje comercial de la ciudad en que vivo, aprovechando la convergencia de tres atractivos factores: la proximidad de un parque público (en el que mi acompañante satisface sus necesidades), la suavidad de la orografía de las calles que transito (inusual en esta ciudad, recostada sobre empinadas e interminables cuestas) y el escaparate costumbrista que permite contemplar la frenética (y, en ocasiones, inexplicable) actividad ajena. Una saludable experiencia, siempre, la de atisbar asombrado, de forma fugaz, la extrañeza del comportamiento colectivo.

Y hoy, lunes y fiesta, antes de que todo vuelva a la normalidad, algunos comerciantes cuelgan el cartel de abierto y esperan que la tendencia del inicio del año marque cambios con la línea descendente que, se empeñan en provocar, no sea permanente. [Intuyo ahora, como un fogonazo, que las expectativas actúan siempre con retraso y que, si todos creen que la cosa irá a peor, presto comenzará a mejorar. (Espero, pues, que el pesimismo sea mayoritario)]. Pero, digresión al margen, no todos los comercios están abiertos.

¿Quién abrió y quién no?

Abrieron, por lo pronto, los que abren siempre: bares, cafeterías y restaurantes (salvo los que tienen establecido, como norma propia, lo del “lunes, descanso”).

Pero no dejan de ser hostelería, ese sector tan próximo al comercio (y a la actividad humana), pero que, desde siempre, deslindó su naturaleza esencial, al marcar a fuego, como seña de identidad, su adecuación a las necesidades de sus clientes.

Así que, sin dejar el ámbito comercial, los que siempre abren (panaderías, quioscos y algunas farmacias), hoy también estaban abiertos. No es novedad en comerciantes que tienen a gala no cerrar más que dos días al año (1 de enero y 25 de diciembre) y los que, por ser notorios (por emplazamiento o actividad), son obligados a hacerlo en caso de huelga voluntaria (nótese la ironía).

He tratado de marcar una línea que señale, para el resto de comercios, los motivos para abrir, o dejar de hacerlo. La única que me aventuro a trazar, viene determinada por el lugar en el que la decisión se haya tomado. Así, todas las cadenas, de todos los sectores; todos los establecimientos que han tomado una única decisión, centralizada, todos estaban abiertos. Los únicos valientes que mantuvieron sus puertas sin abrir, son aquellos en los que el lugar de decisión estaba en el propio establecimiento: en los que, con seguridad, quien tomó la decisión tiene también la responsabilidad de tratar y atender a sus clientes. Para quien ponga en duda que cerrar significa ser valiente, aporto un único argumento: es más valiente quien rema en contra de la corriente y, hoy, ser pequeño significa una gran corriente en contra.

Además, hoy, como siempre, defiendo que la libertad viene determinada por la capacidad de elegir. Y seremos más libres para elegir, cuántas más alternativas se presenten a nuestra disposición. Cada comercio que echa el cierre, me hace menos libre. Cada red que se extiende, global y uniforme, hace que me sienta más atrapado. Cada paso que avanzamos hacia una estandarización alienante, hacía un igualitarismo a la baja, profundizamos en una caída sin fin en la que terminaremos siendo todos iguales, pero en la que “unos serán más iguales que otros”.

Y, en esta sociedad de dos velocidades (en la que unos trabajan los festivos y otros tienen horario de lunes a viernes al mediodía, con dos días y medio de descanso semanales que emplean en huir de una rutina que les oprime y les asfixia y sienten que no les permite vivir como les gustaría vivir), nos olvidamos que, muchos (demasiados), no pueden moverse a ninguna velocidad (pese a que no parece que la olla esté próxima a explotar).

Lunes, festivo, de comercios abiertos, de bullicio y jarana, de rebajas y devoluciones, de trajín callejero, de niños ociosos (ocupados, en el mejor de los casos, en desmontar el Belén y preparar el reinicio del curso escolar ordinario).

*****

    Alberto, querido, he estando leyendo el artículo y no entiendo nada.
    Ya dije que, en las rebajas, encontré un reflejo de lo que está pasando. Yo tampoco entiendo nada.

*****

Sobre los clientes o el comercio local, ya dejé establecidas algunas ideas, de forma más serena.

6 comentarios:

  1. Ya veras el juego parece complicado, pero es algo facil y ameno!Normalmente mañana miercoles Lobarda si no se ha olvidado empezara el juego y el jueves seguimos nosotros!
    Ps: les has dicho que participabas?
    A+

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    1. Veremos a ver.

      Y, sí, ya dejé aviso en todos los participantes y están añadidos a mi blogroll.

      Nervioso...

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  2. Yo ayer salí de casa para ir a comer. Ni se me ocurrió pasar por el centro, ¡la locura!

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    1. No te puedes hacer una idea de cómo fue. Yo terminé el paseo hacia las 12 y ya estaba todo "hasta la bola".

      (((Me gusta verte por aquí)))

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  3. ¡¡¡¡¡REBAJAS!!!!! Palabra llena de muchas respuestas. Pero el fenómeno, con la nueva normativa atemporal hará que pierdan su encanto. Un abrazo

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    1. Siempre pensé que los productos (o servicios) que se ofrecían rebajados es que, inicialmente, estaban sobrevalorados.

      La fluctuación de precios me hace pensar que el responsable de fijarlos no tenía las cosas muy claras.

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