Hoy
he salido a dar mi paseo matinal, tratando de quitarme la pereza del ritmo
anormal de la Navidad, buscando recuperar, poco a poco, la tranquilidad de la
rutina establecida, destilada con el paso de los años y la sabiduría que el
tiempo termina otorgando, en ese balance en el que, por mucho que quieras
pensar cuáles son las ventajas que puedes llegar a obtener, terminas siempre
perdiendo.
Hoy,
un día anormal, por la coincidencia del día de Reyes con domingo y, con una
normativa que, sin adaptarse a las necesidades reales actuales —obsoleta y
anquilosada como se encuentra—, otorga prevalencia a cómputos artificiosos, en
lugar de pautarse y acomodarse a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades,
sean éstas las que quiera que lleguen a ser. Así que, hoy, 7 de enero de 2013,
es festivo (pero no), laborable (según para quién), de frenética actividad
callejera, de cambio y cambalache, de trueque y devolución, con el ambiente
bullicioso y jaranero que debería reservarse para las revoluciones.
Hoy,
es festivo, pero algunos comercios abren.
Hoy
se inician las rebajas, aunque ya lleven en marcha desde hace tiempo.
Hoy
se notan más que nunca las líneas que los corsés, cuando son demasiado
apretados, dejan dibujadas, como marcas lacerantes, en unos cuerpos que exceden
los límites sobre los que deberían estar situados.
Hoy,
más que nunca, siento que, en el concepto de rebajas, se encuentran las claves
de nuestro sistema social, aberrante e insolidario.
Hoy,
especialmente hoy, las rebajas no son más que un reflejo.
"Rebajas ¿o reflejas?" Foto: sergis blog |
Paseo,
arrastrado por una inquieta teckel que tira de mí, y lo hago por el eje
comercial de la ciudad en que vivo, aprovechando la convergencia de tres
atractivos factores: la proximidad de un parque público (en el que mi
acompañante satisface sus necesidades), la suavidad de la orografía de las
calles que transito (inusual en esta ciudad, recostada sobre empinadas e
interminables cuestas) y el escaparate costumbrista que permite contemplar la
frenética (y, en ocasiones, inexplicable) actividad ajena. Una saludable
experiencia, siempre, la de atisbar asombrado, de forma fugaz, la extrañeza del
comportamiento colectivo.
Y
hoy, lunes y fiesta, antes de que todo vuelva a la normalidad, algunos
comerciantes cuelgan el cartel de abierto y esperan que la tendencia del inicio
del año marque cambios con la línea descendente que, se empeñan en provocar, no
sea permanente. [Intuyo ahora, como un fogonazo, que las expectativas actúan
siempre con retraso y que, si todos creen que la cosa irá a peor, presto
comenzará a mejorar. (Espero, pues, que el pesimismo sea mayoritario)]. Pero,
digresión al margen, no todos los comercios están abiertos.
¿Quién
abrió y quién no?
Abrieron,
por lo pronto, los que abren siempre: bares, cafeterías y restaurantes (salvo los
que tienen establecido, como norma propia, lo del “lunes, descanso”).
Pero
no dejan de ser hostelería, ese sector tan próximo al comercio (y a la
actividad humana), pero que, desde siempre, deslindó su naturaleza esencial, al
marcar a fuego, como seña de identidad, su adecuación a las necesidades de sus
clientes.
Así
que, sin dejar el ámbito comercial, los que siempre abren (panaderías, quioscos
y algunas farmacias), hoy también estaban abiertos. No es novedad en
comerciantes que tienen a gala no cerrar más que dos días al año (1 de enero y
25 de diciembre) y los que, por ser notorios (por emplazamiento o actividad), son
obligados a hacerlo en caso de huelga voluntaria (nótese la ironía).
He
tratado de marcar una línea que señale, para el resto de comercios, los motivos
para abrir, o dejar de hacerlo. La única que me aventuro a trazar, viene
determinada por el lugar en el que la decisión se haya tomado. Así, todas las
cadenas, de todos los sectores; todos los establecimientos que han tomado una
única decisión, centralizada, todos estaban abiertos. Los únicos valientes que
mantuvieron sus puertas sin abrir, son aquellos en los que el lugar de decisión
estaba en el propio establecimiento: en los que, con seguridad, quien tomó la
decisión tiene también la responsabilidad de tratar y atender a sus clientes.
Para quien ponga en duda que cerrar significa ser valiente, aporto un único
argumento: es más valiente quien rema en contra de la corriente y, hoy, ser
pequeño significa una gran corriente en contra.
Además,
hoy, como siempre, defiendo que la libertad viene determinada por la capacidad
de elegir. Y seremos más libres para elegir, cuántas más alternativas se
presenten a nuestra disposición. Cada comercio que echa el cierre, me hace
menos libre. Cada red que se extiende, global y uniforme, hace que me sienta
más atrapado. Cada paso que avanzamos hacia una estandarización alienante,
hacía un igualitarismo a la baja, profundizamos en una caída sin fin en la que terminaremos
siendo todos iguales, pero en la que “unos
serán más iguales que otros”.
Y,
en esta sociedad de dos velocidades (en la que unos trabajan los festivos y
otros tienen horario de lunes a viernes al mediodía, con dos días y medio de
descanso semanales que emplean en huir de una rutina que les oprime y les
asfixia y sienten que no les permite vivir como les gustaría vivir), nos
olvidamos que, muchos (demasiados), no pueden moverse a ninguna velocidad (pese
a que no parece que la olla esté próxima a explotar).
Lunes,
festivo, de comercios abiertos, de bullicio y jarana, de rebajas y
devoluciones, de trajín callejero, de niños ociosos (ocupados, en el mejor de
los casos, en desmontar el Belén y preparar el reinicio del curso escolar
ordinario).
*****
— Alberto, querido, he estando leyendo el artículo y no
entiendo nada.
— Ya dije que, en las rebajas, encontré un reflejo de
lo que está pasando. Yo tampoco entiendo
nada.
*****
Sobre
los clientes
o el comercio
local, ya dejé establecidas algunas ideas, de forma más serena.
Ya veras el juego parece complicado, pero es algo facil y ameno!Normalmente mañana miercoles Lobarda si no se ha olvidado empezara el juego y el jueves seguimos nosotros!
ResponderEliminarPs: les has dicho que participabas?
A+
Veremos a ver.
EliminarY, sí, ya dejé aviso en todos los participantes y están añadidos a mi blogroll.
Nervioso...
Yo ayer salí de casa para ir a comer. Ni se me ocurrió pasar por el centro, ¡la locura!
ResponderEliminarNo te puedes hacer una idea de cómo fue. Yo terminé el paseo hacia las 12 y ya estaba todo "hasta la bola".
Eliminar(((Me gusta verte por aquí)))
¡¡¡¡¡REBAJAS!!!!! Palabra llena de muchas respuestas. Pero el fenómeno, con la nueva normativa atemporal hará que pierdan su encanto. Un abrazo
ResponderEliminarSiempre pensé que los productos (o servicios) que se ofrecían rebajados es que, inicialmente, estaban sobrevalorados.
EliminarLa fluctuación de precios me hace pensar que el responsable de fijarlos no tenía las cosas muy claras.